Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
Y para navegar por las entradas de la página principal, vete mejos a la página "Índice", porque así encontrarás las entradas por orden de incorporación al blog.

Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

sábado, 26 de marzo de 2011

87.- El deseo de ver




Señor, que vea

35 Sucedió que, al acercarse Él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; 36 al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. 37 Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno 38 y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» 39 Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» 40 Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: 41 «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!» 42 Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.» 43 Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
Lc 18, 35-43





Ve. Tu fe te ha salvado, tu fe (confianza) ha hecho que puedas ver finalmente. “Fiat lux”.

La actitud del ciego de Jericó era la de un hombre que, primero, se sabía ciego y que por sí mismo era consciente de que su mal no tenía solución; segundo, era consciente de que necesitaba ayuda para salir de la oscuridad en la que estaba inmersa su vida; tercero, conocía que andaba por ahí un tal Jesús, que tenía la solución para su mal.

 
Por otra parte estaba la gente a quien parecía molestarle la actitud del ciego. Algo así como si algo le dijera que no molestara a Dios con sus cuitas, que él no era importante, y que no incordiara, pues Jesús estaba para asuntos más serios que atender sus neuras.

Y por fin Jesús, que atiende la súplica, y manda que le traigan para atender a su problema.

Los cristianos, desde el Papa hasta el último mono, somos una panda de gente que no hacemos más que cometer tonterías una y otra vez, que somos o deberíamos ser conscientes de que estamos ciegos y de que necesitamos ayuda; que por nosotros mismos, no podemos ver con claridad. Somos, o deberíamos ser ciegos de Jericó, porque de no serlo, ni sabremos pedirle a Jesús que nos recobre la vista, ni lógicamente, seremos sanos por Él, simplemente porque, creyéndonos autosuficientes para ver, jamás le pediremos su ayuda.

Pues bien, esa petición sincera de ayuda no es otra cosa que nuestra actitud interna de Oración, una Oración que ha de exclamar constantemente “hágase tu voluntad”, porque la mía, no hace más que fastidiarla.

Y pequeño detalle. Jesús, cuando obra el milagro de curar al ciego, no le dice, ánimo, que yo te he curado de tu ceguera, sino “tu fe te ha salvado”.

Tu fe te ha salvado. Lo que curó al ciego fue la fe, la confianza que el ciego depositó en Jesús. Así que la cosa fue de este modo. 
1.- El ciego es consciente de su ceguera, y de que él no puede hacer nada para curarse. 
2.- Sabe que necesita ayuda. 
3.- Se entera de que Jesús anda por los alrededores, y le busca. 
4.- Le reprenden para que no incordie, pero él insiste, porque ciertamente confía. 5.- Le pide explícitamente a Jesús “Señor, que vea”. 
Y vio, porque tuvo fe.

Todo consiste en, primero ser conscientes de nuestra ceguera, de nuestra incapacidad total y absoluta para poder ver la Realidad que Dios nos ha puesto ante nuestros ojos, el auténtico sentido de nuestra vida. Reconocer que necesitamos ayuda, esto es, recorrer el duro camino de la humildad, y humillarnos. Porque si no nos humillamos, seguiremos pensando que “yes I can”, “sí, yo puedo”. Por eso es más fácil que un camello pase por el pequeño arco de una aguja, que un rico (un soberbio) pase por la puerta del Cielo, porque no es que Dios no quiera, sino porque él, el rico, no quiere pasar por aceptar que él es incapaz de ver, quizás porque se imagina que no hay nada más que ver, que lo que ven sus ojos.

[11] La Morada primera es la de la humildad. Es la puerta de entrada al interior sabernos “cero” frente al “infinito”. Es la morada de la humillación, para bajarnos los humos. Es una cura de humildad. Y no se trata de un proceso vergonzante y despreciativo. Somos una maravilla creada por Dios, pero el pecado nos ha hecho creernos mucho más de lo que realmente somos por mor de la soberbia. La humildad no quita ni pone sobre lo que somos, sino que nos hace reconocernos en nuestra integridad.
Resumido de las Moradas del Castillo interior de Teresa de Jesús.
 Moradas primeras, capítulo segundo. (Ver la página "Las moradas del Castillo interior de este Blog)
 
Para abrirse al mundo del espíritu, debemos tener una mirada dulce,
como el tacto de la seda.

El tambor de sanación


El médico del alma

Acudimos al médico cuando nos sentimos enfermos, cuando notamos que algo no va bien. Acudimos a él cuando nuestro cuerpo presenta síntomas o signos que nos hacen pensar que algo se nos ha averiado por dentro.

En Medicina tenemos un criterio que es el siguiente. Si se nos presenta un síntoma (por ejemplo un mareo sin venir a cuento) y desaparece espontáneamente, … ni caso. Si se presenta una segunda vez pasado un tiempo, digamos que se nos pone la mosca detrás de la oreja, aunque puede haber sido pura casualidad, no acudamos al médico, pero ahí queda que “van dos veces”. Si se presenta una tercera vez, entonces es momento de empezar a considerar seriamente la posibilidad de acudir al médico, al menos para recoger su opinión, no sea que estemos ante algo más serio que un simple mareo que se repite ya por tercera vez.

Uno de los síntomas constantes de la egolatría, o enfermedad del alma es la ceguera. Pero es una ceguera engañosa, dado que prácticamente nadie se da cuenta de que la padece. Todos creemos que vemos perfectamente, incluso los que llevamos gafas, bien por los defectos de refracción que aparecen desde la infancia, miopía, hipermetropía o astigmatismo, bien por la presbicia o vista cansada que es mi caso. Con un buen par de gafas, bien graduadas, vemos perfectamente. Sólo los ciegos por daño de la retina, del nervio óptico o del lóbulo occipital son los que reconocen, como Bartimeo, el ciego de Jericó, que están ciegos y necesitarían de alguien, un buen cirujano que les supiera devolver la visión.

El médico del alma, el buen Jesús, no puede imponer su tratamiento a nadie que no se considere que padece ceguera.

La ceguera del alma se traduce en la incapacidad de ver… “la Verdad”. Ya hemos abordado este tema en la entrada anterior. 
Y concluíamos con una frase de Gandhi que dice “la Verdad es Dios”, que no es lo mismo “Dios es la Verdad”.

Y continúa Mohandas Gandhi diciendo…

“Dicha máxima me permite ver a Dios cara a cara, por decirlo así. Siento que Él llena todas las fibras de mi ser” (Harijan 9 de agosto de 1942, pag 264)
 
“Dios tiene miles de nombres, tantos como criaturas existen, por eso decimos que Él no tiene nombre. Y así como Dios tiene muchas formas, también consideramos que no tiene forma alguna; y del mismo modo que Dios nos habla a través de muchas lenguas, también consideramos que no habla en absoluto; y así sucesivamente. De hecho, cuando empecé a estudiar el Islam descubrí que también éste tiene muchos nombres para llamar a Dios. Con los que dicen “Dios es Amor”, yo digo que Dios es Amor. Pero en lo más hondo de mi ser afirmo que aunque Dios sea Amor, por encima de todo Dios es Verdad.”
 
“Pero hace dos años di un paso más y dije que la Verdad es Dios. Hay una sutil distinción entre ambas afirmaciones: “Dios es Verdad” y “la Verdad es Dios”. Llegué a esta conclusión después de una búsqueda continua e incesante de la Verdad que empezó hace cincuenta años. Más tarde descubrí que lo que más nos acerca a la Verdad es el Amor. Pero también comprendí que la palabra “Amor” tiene muchos significados, y que el amor humano entendido como pasión, puede convertirse en algo degradante. También percibí que el amor entendido como “no violencia” tenía pocos partidarios en el mundo. Pero nunca descubrí un doble sentido en relación con la verdad; y ni siquiera los ateos ponen objeciones a la necesidad de poder ver la verdad. Sin embargo en su pasión por descubrir la verdad, los ateos no dudan en negar la existencia misma de Dios –lo cual es una consecuencia lógica, desde su punto de vista-. Debido a este razonamiento, comprendí que en lugar de decir “Dios es la Verdad”, tengo que decir “La Verdad es Dios”.
Recuerdo que Charles Bradlaugh  [Inglés activista político y uno de los más famosos ateos declarados 1833-1891] se complacía en llamarse ateo, pero yo, que conocí algo de su personalidad, nunca habría afirmado que él era un ateo. Mas bien le habría llamado  “hombre temeroso de Dios”, aún cuando sé que él habría rechazado tal pretensión. Se habría sonrojado si yo le hubiese dicho “Mr. Bradlaugh, usted  es un hombre amante de la verdad, no un hombre temeroso de Dios” Y yo habría refutado automáticamente su crítica diciendo “la Verdad es Dios”, del mismo modo que he rebatido las críticas de muchos jóvenes.” 
Gandhi: Young India, 31  diciembre de 1931, pp 427-428.

Del amor existen muchas interpretaciones y aplicaciones, desde llamar “amor” a follar con una prostituta, hasta las más elevadas cotas del éxtasis místico. Por eso San Pablo hablaba de “Caridad” y no de amor. Pero sobre la verdad, aunque no sepamos qué es, existe en el corazón humano una cierta intuición de lo que supondría verla, conocerla, la “no mentira”, la ausencia del error.

Y ya hemos visto que en este sentido, las dos antagónicas visiones de la Existencia, entre “esto es lo que hay, lo de aquí, y lo de allí, vaya usted a saber”, o “esto es una ensoñación, y los de allí es realmente lo que Existe, Lo que Es”, no son dos extremos de un continuo, sino una expresión dummy, dicotómica (o esto o Aquello), pero ambas cosas no pueden coexistir como ciertas. No hay dos reinos verdaderos, sino uno falso y otro cierto. Los ateos afirman que el cierto es este y el falso es el que creen los creyentes; en este sentido son bastante honestos, pues sólo aceptan uno de los dos, el de aquí. Y los creyentes… pues no sé muy bien, dado que creyendo en Aquel, en la otra vida, no niegan este de aquí abajo, y de este modo tratamos hacer un apaño entre ambos, y “servir a los dos señores”.

La inmensa mayoría de los seres humanos han vivido y viven en ese acuerdo “a pachas” entre el uno y el otro, para disfrutar de los dos, porque el de aquí también tiene sus ventajas y sus comodidades.

De esta guisa, la ceguera es la enfermedad absoluta de los humanos, al menos la que reconocemos los que vemos este mundo como una ensoñación, y nuestro “yo”, como un apaño para que nuestros días y nuestras horas puedan transcurrir mientras ganamos nuestro pan (de comer) con el sudor de nuestras frentes, y nuestra vida sea expresión, manifestación (esta vez sí) del Amor de Dios a los hombres.

La ceguera, que en el contexto espiritual en el que hablamos no es en realidad una enfermedad, sino la manifestación patológica de nuestra auténtica enfermedad, que es la egolatría, no es exclusiva de los ateos, sino de prácticamente todo el mundo, todos nosotros.

Pongo un ejemplo. El otro día, me reuní con gente muy querida que son de Cursillos de cristiandad, y compartimos una pregunta que era “¿tenemos presente la palabra de Dios todo el día?” Su respuesta era en casi todos los casos la misma. Asociaban tener presente la palabra de Dios a rezar oraciones, leer un capítulo de la Biblia, oír misa o rezar un rosario. Que por supuesto, también. Pero cumplidos esos llamémosle preceptos o prácticas religiosas de piedad, cada cual, a sus asuntos, y doy fe de que son gente piadosísima. Se sorprendieron tremendamente cuando yo les dije que para mi, la palabra de Dios es simplemente “lo que Es, lo que sucede”, el pan nuestro de cada día. Que Dios se está manifestando en todo lo que existe a todas horas, en todo momento, en lo bello y en lo no tan bello, en lo bueno o no tan bueno (según siempre nuestros juicios sobre las cosas). “Ver” en lo que sucede a Dios mismo, “su palabra”, expresada no en voces sino en acontecimientos. Y que por eso “todo está bien”, porque lo que sucede es expresión de la única Realidad, la Conciencia, Lo que Es”.

Si logramos ver en “lo que sucede” a Dios, entonces estamos en camino de que el Médico del Alma nos cure de la ceguera.

Jesús le dijo a Bartimeo, “tu fe te ha salvado”… de tu ceguera. No, yo te he curado de tu ceguera. Es decir, tu confianza en mi, te ha curado. Es decir, ver en lo que sucede “Mi acción en ti”, es lo que te ha posibilitado “ver”.

Los defensores extremistas (que de todo hay) entre los buscadores de la verdad, de que este mundo es algo así como una engañifa, se van al extremo de que la vida (terrena) es una broma de mal gusto. Cuando no es verdad.

Jesús de Nazareth nos mostró la Verdad de modo tal, que sólo un corazón vacío de sí mismo puede verla. No fue nada explícito, sino implícito. Y además lo dijo bien claro… “os hablo así para que los que creyendo que oyen no oigan y los que creyendo que ven, no vean un pimiento, y creyendo entender, no comprendan de la misa la media. O sea que para los que se creen que van sobrados por la vida, mis palabras les enreden y no entiendan nada.

9 Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, 10 y él dijo: «A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que = viendo, no vean y, oyendo, no entiendan. Lc 8, 9-10

O sea. Que aquí, los que creen que ven y saben un huevo y la yema del otro, y se las dan de listos, van de puñetero cráneo en este negocio. Jamás lograrán ni añadir un solo codo a su estatura, ni lograrán ver absolutamente nada, porque su mente, que es la dueña de sus vidas, permanecerá toda su vida enredada en sus pensamientos y en sus juicios, que no conducen a ninguna parte.

Si no os hacéis como niños no entenderéis nada, (Juan 3, 3) porque sólo un niño, que está sin educar, es capaz de ver desde la inocencia de la clara luz del vacío de su mente y de su vida.

Es lo que Hay…

Por eso la Verdad es Dios, pero solo un niño es capaz de verla.

Así que Jesús, el Médico de nuestra Alma va a resultar ser un pediatra. Poco puede hacer como geriatra, de almas esclavas de un yo esclerosado, con el colmillo retorcido. Y como los que tenían la sartén por el mango en la sociedad en la que vivió (igual que ahora) eran gerontes, decidieron que Jesús sólo decía gilipolleces que suscitaban inquietud en el pueblo y a ellos "también". Resultó ser demasiado peligroso.

Eso a Nicodemo le dejó con los ojos a cuadros… el pobre.


 Que tengas un buen día, amigo.

*


martes, 22 de marzo de 2011

86.- ¿Qué es la Verdad?


Frases para meditar.


“En verdad, en verdad os digo…” (25 veces aparece en toda la Biblia pero sólo en el Evangelio de San Juan)

53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”. Jn 6, 53-56


“31 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, 32 y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.”  Jn 8, 31-32

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.” Jn 14, 6

“16 y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, 17 el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. 18 No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros”. Jn 14, 16-18


“26 Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí.”  Jn 15, 26

“13 Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la Verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.”  Jn 16, 13


“16 Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. 17 Santifícalos en la Verdad: tu Palabra es Verdad”. Jn 17, 16-17
“Para eso he venido al mundo, para ser testigo de la Verdad” Jn 18, 37

El Evangelio de San Juan es un misterioso, un enigmático libro cuyo centro, cuyo núcleo argumental es “la Verdad”. Jesús se refiere en Juan, o Juan el evangelista pone en boca de Jesús la palabra “Verdad” con muchísima más asiduidad que en ningún otro texto evangélico.

El Evangelio de Juan es el Evangelio de “la Verdad”.

Pero ¿Qué es la Verdad?

Eso es al menos lo que Pilatos le preguntó extrañado a Jesús una vez le mandó azotar y coronar de espinas. Cuando le vio así, “Ecce homo”, le preguntó ¿… y tú eres Rey? Y al recibir su respuesta “Sí, y para eso he venido al mundo, para ser testigo de la Verdad”, Pilatos, extrañado le pregunta “¿y qué es la Verdad?”

La palabra Verdad puesta en boca de un político es casi una injuria, un insulto a la dignidad humana, un desprecio, una obscenidad, una adulteración, una violación de todo lo puro y sagrado que en este mundo pueda existir, porque el ejercicio de la política (etimológicamente los asuntos de la ciudad, de la “polis”), es lamentablemente el ejercicio de la mentira en estado puro. Es la antítesis de la verdad, si la verdad pudiera existir en este mundo, de alguna forma.

¿Alguien sabe qué es la verdad? Pero sobre todo ¿Alguno de nosotros nos atreveríamos a decir, a definir qué es la Verdad con mayúsculas?

¿Es esto? ¿Es aquello? ¿Está aquí? ¿Está allí? ¿Este dice la verdad? ¿El otro no?

¿Por qué el concepto “verdad” es tan escurridizo, tan incierto, tan lábil, tan etéreo?

Porque realmente, nadie, ninguno de nosotros estamos seguros de prácticamente nada.

Los científicos, que dentro de este Confinador de vida que es nuestra existencia terrena, son los que con más cuidado tratan el concepto “verdad”, a través del método científico, nos hablan de la “duda metódica” de Descartes, es decir, utilizan “la duda” como método para afirmar provisionalmente las cosas, y por eso en muy raras ocasiones afirman algún hallazgo o alguna interpretación de la realidad como “Ley científica”, sino como “teoría”, es decir, como un aserto que “parece explicar” ciertos hechos de modo en principio contrastado, pero siempre abierto a que nuevos hallazgos puedan aportar nuevas evidencias que sean capaces de refinar, de mejorar o incluso de tirar por tierra las teorías actuales.

Hablamos de la Ley de la Gravedad, como algo inmutable, cierto, verdadero porque está demostrado que las cosas caen para abajo, pero en la medida en que nadie sabe a ciencia cierta cómo es que las cosas caen para abajo, los físicos no las tienen todas consigo. No se habla de la Ley de la Evolución, sino de la Teoría de la Evolución. No se habla de la Ley de la Relatividad, sino de la Teoría de la Relatividad, ni de la Ley cuántica, sino de la Teoría…

¿Por qué? Y eso que estamos hablando de lo positivo, de lo tangible, de lo que ven nuestros ojos y captan nuestros sentidos o nuestros aparatos de medida y detección y es relativamente fácil comprender por nuestra mente.

Porque lo único que podemos decir los humanos respecto de “todo lo que existe” (Ver la entrada nº 20. Fiat homo: todo lo que existe, en este blog) es el resultado del desarrollo de “modelos mentales de realidad” que nuestra mente construye a través de la información que percibe por nuestros sentidos. ¿Qué es el color para un ciego de nacimiento? ¿Qué es la música para un sordo congénito? ¿O los aromas para un anósmico? ¿O el suave tacto de las flores para un paciente con parestesias?

¿Qué sería de nosotros sin los sentidos que es lo único que tenemos para captar las señales del exterior?

¿Vemos todo lo que existe, o solamente el segmento del espectro visible, ignorando toda la cola del infrarrojo o del ultravioleta, de la que no tendríamos noticia si no fuera por nuestros aparatos detectores?

¿Oímos todo lo que suena, todo lo que vibra, o solamente la banda de sonidos entre agudos y graves, ignorando todo lo que suena por debajo de los graves y por encima de los ultrasonidos?

¿Olemos todo lo que emite olor, o tenemos que resignarnos a oler un estrecho segmento de la capacidad olfativa que demuestran los animales, muy superior a la nuestra?

Ni siquiera estamos seguros de ver todo lo que se puede ver y de oír todo lo que se puede escuchar. Y además, en ambientes subatómicos, Heisenberg nos fastidia la fiesta con el “principio de incertidumbre”

¿Qué sería de nosotros sin nuestra capacidad asociativa que nos permite desarrollar patrones mentales y modelos según los cuales para cada uno de nosotros “el mundo es como si…”?

¿Realmente lo que para nosotros es el mundo, lo que vemos, lo que escuchamos, lo que leemos en los periódicos o vemos en los medios de comunicación? ¿Es todo eso “verdad”? ¿Realmente sucede?

¿Qué diablos está pasando? Le preguntó furioso el primer ministro japonés Naoto Kan a los responsables de TEPCO sobre los sucesos de la central de Fukushima.

A duras penas la Historia de los hechos pasados nos aporta algo de luz sobre lo que pasó hace uno o dos siglos, como para que estemos seguros sobre la “verdad” de lo que está pasando en estos momentos en el mundo, en el Planeta, a pesar de disponer de los medios de comunicación, de una CNN que no deja de emitir noticias 24/7/365.

Así que ni siquiera en el mundo físico estamos seguros de casi nada. ¿Podemos hablar de algo parecido a la verdad?


¿Qué es la Verdad?

Esta pregunta vuelve una y otra vez sobre nosotros, porque de lo único que podemos estar “aquí, en este mundo” seguros es de que no sabemos qué es la verdad, y mucho menos, la Verdad.

Sin embargo, para los creyentes existe un atisbo de esperanza en lo que nos dicen nuestros mayores, que voy a volver a ilustrar con una parábola que ya expuse en la entrada 26.- “Cuando las cosas pierden su evidencia” de este blog. Es la parábola del elefante.

Hay una parábola muy conocida, que explica bastante bien todo esto. Es la parábola del elefante. En un país de ciegos, donde todos eran ciegos, y todos estaban perfectamente organizados en medio de su ceguera, llega a las inmediaciones de la ciudad reino, amurallada con una empalizada, un mercader que viajaba con un elefante. Como quiera que estuviera cansado, decidió descansar durante un rato. El elefante al caer y tumbarse provocó un espantoso estruendo que hizo templar toda la ciudad. Los ciegos se asustaron tanto que decidieron enviar una patrulla de reconocimiento para ver qué era lo que había provocado el temblor de tierra. Un comando de ciegos llegó a las cercanías del animal, y con mucho temor, uno tocó la pezuña. Se retiró en seguida e informó que lo que había causado en temblor era un ser duro como una piedra, que impresionaba de muy poderoso, por lo que la ciudad corría un gran peligro. No seguros del dictamen de la primera patrulla, mandan a una segunda, y el explorador se topa con una oreja, que impresionaba de peluda y blanda. El diagnóstico era justamente el contrario. No parecía que lo que fuera pudiera ser peligroso. Una tercera patrulla se topó con la trompa y recibió el consabido trompazo. Salieron huyendo despavoridos y se enrocaron en la ciudad. Se organizó entonces un gran batallón para salir a combatir el monstruoso ser. Pero cuando salieron, el mercader ya se había ido con su elefante, no sin antes dejar los obligados excrementos y emunciones, de proporciones jamás imaginadas por aquellos habitantes. El comando de exploración no podía encontrar una explicación racional a todo aquello, por lo que se convocaron múltiples concursos de ideas para embarcar a las mentes más preclaras en investigar las posibles causas, efectos y consecuencias a largo plazo de aquel fenómeno provocado por tan quimérica criatura, y convertido en descomunal cantidad de excrementos. A raíz de aquello se crearon una serie de mitos y leyendas, todas, por supuesto falsas, que atemorizaron a toda la ciudad, de generación en generación, lo que por cierto, la casta de chamanes, siempre solícita en eso de proteger a los indefensos fieles de los malos espíritus, aprovechó para convertir aquello en infundado temor que sólo ellos, podían exorcizar, y en ningún caso desmontar, a lo que los fieles estaban totalmente volcados en apoyar con numerosos y generosos donativos.

Nuestra actual casta mundial de chamanes tan avanzados y puestos al día que hasta utilizan Internet y las grandes cadenas de televisión para proteger a sus seguidores de los malos augurios, siguen haciendo lo mismo. Elevan a la categoría de dogmas irrefutables lo que son meras conjeturas sobre lo que nadie es capaz de aportar un solo codo a su estatura a fuerza de discursos, como diría el Buen Jesús.

Así que si para el resto de los mortales la verdad es una asíntota inalcanzable, tan sólo imaginable con el uso de parábolas, para los chamanes esas parábolas asintóticas se declaran irrefutablemente ciertas, convicciones absolutas, y así mantienen la parroquia unida sin fisuras frente un mundo que se debate en medio de la incertidumbre más absoluta, incertidumbre magistralmente utilizada por los políticos y todos los influyentes centros de poder económico, para sacar la correspondiente tajada.

Por cierto, lo de parábola, a parte del sentido literario de fábula, historieta, con finalidad docente, utilizando símiles de la vida diaria, tiene un sentido matemático, pues la rama de parábola es una función matemática polinómica del tipo y= ax^3-bx^2+cx+d, que nunca llega a una asíntota. Esto no deja de ser algo más de una coincidencia, porque indica hasta qué punto nos quedamos en el “casi lo tengo… pero no completamente”. Por eso el Buen Jesús nos hablaba en parábolas, porque la mente sólo llega a un cierto nivel de comprensión de sus palabras, pero no completamente.


Sin embargo, pontificar y dogmatizar intelectualmente lo que sólo pueden ser funciones polinómicas de comprensión es convertir probabilidades de conocimiento en convicciones absolutas. Y en esto, Friedrich Nietzsche tiene  razón al afirmar que “la convicción absoluta es más peligrosa para la verdad, que la propia mentira.” Y aún peor, la convicción absoluta nos convierte en incondicionales creyentes de esas convicciones absolutas. Y esto en esclavos de esas convicciones.

31 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, 32 y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.»  Jn 8, 31-32

Y alguien, siglos después afirmó… y la mentira, os convertirá en creyentes. Esta es una frase de Pepe Rodríguez, autor de un polémico libro titulado “Las grandes mentiras de la Iglesia católica”, título absolutamente condenable por ésta, como no podría ser de otra forma. La frase esgrimida por el ateísmo, al hacer alusión a que los creyentes somos gente sometida a un perfecto lavado de cerebro por la casta sacerdotal, es una loa a que la verdad está en “todo lo que existe” y logran ver nuestros sentidos, detectar nuestros aparatos de medida y comprender nuestra mente. Todo lo demás es pura sofronización mental orientada al dominio de las conciencias.

Porque “La Verdad une, pero la mentira separa” (Frase de Consuelo Martín)

Y "El conocimiento profundo de las religiones permite derribar las barreras que las separan." (Gandhi)

O “El cristianismo podría ser bueno si a alguien se le ocurriera ponerlo en práctica” (Bernard Shaw)

Así nos podríamos enzarzar en interminables discusiones bizantinas que no conducen a ninguna parte salvo a provocar úlceras de estrés en los contendientes. Yo no entraré en ese juego.

Todo lo que en este mundo es motivo de luchas, separación, discordia, guerras y alejamientos los unos de los otros, es por definición rigurosamente falso. No es la Verdad, ni siquiera es verdad en el sentido doméstico de la palabra.

En este mundo no se vive la verdad, sino algo que se lo parece, o que se pretende que lo parezca, con el fin de conseguir de los demás voluntades, cohesiones o bienes para uno mismo. La pseudoverdad es una poderosa arma de convicción para lograr éxitos personales. El político, a cualquier nivel, desde un presidente de gobierno hasta un concejal de un humilde ayuntamiento, utilizan la pseudoverdad con una segunda intención, la aparente, que es la que manifiesta en las campañas electorales y en los foros de discusión públicos, concejos, parlamentos y demás ejidos, y la oculta que es la que se trata a puerta cerrada entre los propios del partido, o de la facción. Y lo dicho para los políticos es prácticamente extensible a cualquier ser humano, en la medida en que usa las voluntades de los demás para beneficio propio.

Por eso, hablar de “verdad” en este mundo es simplemente un desiderátum, y aún más que eso, una ensoñación.

¿Qué es la mentira?

En el relato del Génesis de la Creación, no existen evidencias de que Dios creara antes del ser humano, a ninguna criatura inteligente. Al menos no lo dice expresamente. Sin embargo al describir la tentación de Eva, el autor hace referencia a la serpiente como el animal más astuto, con capacidad de pensar malamente y hablar con audacia para convencer a una Eva, bastante tontorrona, por cierto; y esta a un Adán también bastante necio.

¿Qué pasaría si lo que sucedió (llamémosle así) fue que en el mismo instante de poseer el homínido primero, capacidad de pensar, lo primero que pensó fue en su autonomía para ser él el dueño y señor de su vida, interpretando como cierto lo que veían sus ojos, escuchaban sus oídos e interpretaba su cerebro? ¿Pero sobre todo, qué pasaría si el auténtico pecado original hubiera sido (como lo es hoy), que Eva y Adán (o el Moonwacher de Arthur Klark) se vieron como seres independientes, separados de la Pura Conciencia, como "yoes" autónomos con sus individualidades a las que decidieron idolatrar en algo que ya he referido como "El síndrome de Adán y Eva" o "Egolatría" o la actitud egoica ante la vida (yo separado de ti)? A todo esto, la cosa de forjarse una idea de lo que les rodeabo que no estaba nada descaminada, si tenemos que reconocer que no era nada fácil zafarse de los tigres con dientes de sable, del frio y del calor extremo.

Y vieron que estaban desnudos… dice el autor del Génesis. Es decir, carentes de  todo, así que tuvieron que emprender el penoso camino milenario hacia la civilización, creyendo que ese era su destino, haciendo caso omiso a los dictados del Corazón, a la voz del Creador, salvo por el hecho del apaño religioso desarrollado en todas las culturas a la par que desarrollaba sistemas de ataque y defensa contra todo aquello que era contrario a sus intereses.

Es una forma bastante heterodoxa de interpretar el pecado original, pero a alguno puede que le “mole”, aunque a la mayoría le suene extraña esta interpretación.

Pero lo que no creo que esté fuera de lugar es el hecho de que fuera como fuera el desaguisado del Edén, lo que sí que parece creíble, al menos es que desde entonces, el ser humano sólo ha querido hacer caso a los modelos de realidad que ha conseguido elaborar; y lo peor de todo, es que se ha terminado por creer que son ciertos. Aunque no del todo, puesto que en mayor o menos medida, todos tenemos la mosca detrás de la oreja de que “nada es lo que parece”.

La mentira es la “no-verdad”, y a poco que seamos sinceros, nadie está seguro de lo que ven sus ojos ni escuchan sus oídos.

Somos empedernidos buscadores de la verdad, de la misma forma que somos empedernidos adoradores del tiempo, porque todo el Confinador, lo que existe en el espacio y en el tiempo es una ensoñación.

Las religiones, en su intento de dar respuesta a los buscadores de la verdad, se han convertido en escuelas de espiritualidad, mutuamente excluyentes. Esto da que pensar que o todas son falsas o todas verdaderas o mitad y mitad. Lo cierto es que, salvo los creyentes empedernidos de una escuela religiosa, el resto nos maliciamos que no es oro todo lo que reluce en los sistemas religiosos, que hay gato encerrado. Lo que no significa que la vida sea un engaño de Dios, o simplemente que no hay un Dios que pueda o quiera engañar a nadie.


Porque "todo está bien", hasta la pseudoverdad de esta vida, hasta el hecho de que vivamos una ensoñación. 

Este es el contrasentido de la lógica de Dios. Nos situa en un falso escenario, donde nada es lo que parece, para que "todo se cumpla según sus designios".

O como dice el Lao Tse. "El Tao nunca lleva a cabo ninguna acción, para que nada quede sin hacer".

Amigo, si no entiendes esto, no importa. Está bien así. No es momento de entenderlo. Y si intuyes que tiene sentido, ¡enhorabuena!


Hasta los malos de la película han de hacer su papel en este gran teatro del mundo. Tienen su sitio, pues el Sol sale tanto para justos como para injustos.

Los dogmas, son creaciones del pensamiento para intentar entender lo inefable.
Las prácticas y enseñanzas religiosas, son formas de calmar la inquietud de nuestro “yo individual”. Y está bien que sea así.

En este mesénquima crediticio se mueve el común de las gentes, que intenta creer lo que se puede, para huir de la mentira que sospecha es este mundo.


Y está bien que sea así.

Comprensión

En muy contadas ocasiones han surgido en la Historia personajes que han sido donados con lo que en Filosofía perenne se denomina Comprensión, Despertar, Conciencia. Han sabido ver que nada de lo que existe es real en sí mismo. Ni los humanos somos reales, sino sólo un sueño, y el mundo, el Confinador es un escenario virtual, al estilo de Mátrix, la película.

Ya lo he referido en bastante de las entradas anteriores. Los que han alcanzado la Comprensión de que sólo Dios existe, de que Él es Todo lo que Es, y nosotros somos un mero sueño con apariencia de “unidad inteligente de Carbono” (que muerto el perro se acabó la rabia, y el Ser eterno que habita en nosotros queda liberado, como el aire contenido en un globo que se pincha) forman un reducidísimo grupo universal de místicos contemplativos, que al proclamar estas cosas son tomados como auténticos gilipollas que están con un fuerte trastorno mental.

De ahí la frase de Kierkegaard, que aparece en la portada de este blog:

Ha habido seres humanos que han conectado con la Verdad, pero pasan desapercibidos:
“Al místico se le oye como se perciben ciertos gritos de pájaros, sólo en el silencio de la noche; por eso, con suma frecuencia un místico no adquiere importancia en  medio del bullicio de su ambiente, sino mucho tiempo después, en el silencio de la Historia, para las almas afines a la suya, y que le escuchan.”

 

Y está bien que sea así.
"La Verdad es Dios" (Gandhi).

Lao Tse, Sankara, Buda, Rumi lo dijeron, y los humanos le han hecho caso “de aquella manera”.

El Buen Jesús lo proclamó de una manera especialmente convincente, echando por tierra la mentira de los sistemas religiosos ¿hasta entonces?

El resultado de su osadía ya lo sabemos. La mentira elaborada por el hombre, no pudo soportar la Verdad.

Pero la Verdad supo doblarle el brazo a la mentira.

Y tras Él, (si es que el tiempo realmente existiera) el mundo ha seguido su curso, pero de otra manera...



Todo está bien.

domingo, 6 de marzo de 2011

85.- El elogio del Amor





Hágase tu voluntad y no la mía. Mt 26, 42

Momento clave de la Pasión en el que el yo individual de Jesús trató por última vez de revelarse para finalmente rendirse al destino.

Y Jesús fue simplemente Dios encarnado. No quedaba ya nada del ser humano que tuvo que luchar contra las tentaciones del desierto.

El Amor es simplemente la expresión de la Voluntad de Dios, sea la que sea; suceda lo que suceda.

Dios Es lo Que Es. Lo que sucede en la matriz espacio temporal es Su manifestación.

La Creación y la Vida del ser humano es como una película. El guión está escrito desde siempre. Lo que sucede es lo escrito. Los que no saben de qué va esto, lo llaman predestinación. Los sabios, lo llaman “libertad”.

Todos somos actores interpretando un papel. La diferencia entre el sabio y el necio es que el sabio es consciente de su condición de actor interpretando un papel y el necio no es consciente de ello. O no lo sabe, o no lo quiere saber. Por eso, para el necio, la creencia en lo de la película le supone creer que está atado de pies y manos.

Por eso…

29 ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. 30 En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. 31 No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. Mt 10, 29-31

El sabio es consciente de que su “Unidad de Carbono” es sólo eso, un soporte físico para la expresión del Amor de Dios. Es Templo del Espíritu Santo, sólo eso, un templo de carne y mente, que no sirve para otra cosa que para Él expresándose al mundo.

Amaos como Yo os he amado. Porque Él es quien ama, Él es quien obra, Él es quien realiza. Nosotros no hemos de hacer nada, para que nada quede sin cumplirse. Nosotros somos simples pinceles en manos del pintor que elabora la obra de arte de la Creación. El sabio es plenamente consciente de eso, de esa realidad. Hasta el extremo de que es consciente de que por no haber ni siquiera hay un sabio. Simplemente Es Quien Es, el Único que Existe, la Consciencia.

Así que el devenir de la Historia ha sido, es y será expresión del Amor de Dios a sus creaturas, en el largo proceso de aprendizaje hacia el Ser. En ese largo proceso de aprendizaje, los “yoes individuales” que somos las creaturas llamadas inteligentes, hemos de adquirir la conciencia de que nada nos separa del Creador, salvo nosotros mismos, lo que creemos ser y no somos, y que la tradición judeocristiana ha denominado la desgracia del pecado original. Ese denominado “pecado original” no es otra cosa que la creencia de que somos seres individuales y que “podemos” hacer… ¿qué?... algo que llamamos Historia.

Por tanto, todo el rosario de desgracias que venimos padeciendo los humanos es la más viva expresión del Amor de Dios con mayúsculas. Porque acaso es la única forma de que caigamos en la cuenta de que sin Él no somos más que simples y etéreas pompas de jabón. Ni existirá jamás un mundo feliz sin la plenitud de la Consciencia.

La historia de Israel es el relato del género humano representado por un pueblo de pastores cuyo devenir es una mezcla de confianza y desconfianza frente al Eterno, denominado por ellos en este caso, Yaveh.  Toda clase de desgracias, destierros, guerras, esclavitud, hambrunas, cautiverios y fugaces destellos de paz reflejan la actitud y las consecuencias de esa misma actitud del ser humano frente a Dios. Jerusalem, la ciudad sagrada ha sido y es un lugar tan santo como castigado. Es la expresión del Amor de Dios, donde Él se manifiesta tanto en la dicha como en el sufrimiento.

Los profetas anunciaban el mesías que liberaría a su pueblo de la esclavitud. Lógicamente ni entendieron a los profetas, ni entendieron al mesías, porque tan apegados estaba el ser humano a su “yo individual” que nunca quiso entender el objeto del proceso de liberación que vino a anunciar Jesús de Nazareth, creyendo que tan sólo se trataba de liberarse de los pueblos vecinos que les mantenían oprimidos. Jamás entendieron el “deja todo lo que tienes, dáselo a los pobres, toma tu cruz y sígueme”. Ni se percataron de qué significaba “venga a nosotros tu Reino”, o “hágase tu voluntad y no la mía”.

No se dieron cuenta ni ellos, ni nosotros, ni la inmensa mayoría de los cristianos que en el mundo han sido, incluidos una gran cantidad de prelados. Sólo los iluminados han sabido comprender el mensaje de Jesús, mensaje que no está escrito en los tratados de Teología.

Esto es muy fuerte decirlo, y será lógicamente negado por los doctores de la Iglesia, pero su negativa no tiene la mayor importancia, porque lo único que vale es la palabra escrita en el Corazón.

Cuando el corazón humano es despertado y toma conciencia de que él virtualmente no existe, jamás existió como tan, sino que sólo existe la Conciencia, que sólo existe Dios expresado en cada uno de nosotros, y que hablar en primera persona, tanto del singular como del plural, es tan sólo una forma de hablar para entendernos, el hecho de la Redención, empieza a tener algún sentido, porque es entonces cuando el Alma, liberada de las ataduras de un artefacto físico como es su Unidad de Carbono que le permite deambular por aquí, entiende qué es el Amor. Y lo que sucede, sucede porque ha de ser así, y lo que hace, lo hace, porque también ha de ser así.

Lo bueno y lo malo son sólo juicios de valor de nuestras Unidades de Carbono. Por eso Jesús insiste tantas veces en que no juzguemos, porque estos juicios son los que hacen este mundo irrespirable, e impresiona de ser un valle de lágrimas, porque con nuestros juicios en eso lo convertimos.

Lo bueno, lo que juzgamos como bueno, lo es según para quien, y lo malo, lo que consideramos malo, lo es también según para quien. Así que ni siquiera Jesús permitió que le llamaran maestro bueno, porque sólo Uno es Bueno, Dios.

El guión de la película sigue su curso, y nosotros seguiremos viéndola, contemplándola, e incluso actuando en ella, con lo que de nosotros queda en el mundo, que no es gran cosa.

Ni siquiera serás sabio, porque simplemente ya no eres. Sólo existe Él en ti. Y actúa a través de ti en este mundo.

La felicidad no es otra cosa la certeza de que todo lo que sucede es lo que ha de ser. Todo es perfecto, porque es pura manifestación de Dios.

De esta forma, tu voluntad, o lo que tú creías que era tu voluntad, es en realidad la manifestación de Dios, es simplemente “Amor”.

La felicidad es simplemente esto, ser consciente de que ya estás en Casa.

Epílogo


Puede que te haya extrañado esta entrada sobre el Amor. Puede que creyeras que iba a hablar de la carta magna del Amor, de San Pablo en 1 Corintios 13. Ese texto es el conocido texto de cómo el amor se expresa…

4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; 5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; 6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. 7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. 1Cor 13. 4-7
 

Esta es la expresión del Amor. Pero el Amor, sólo se alcanza y somos conscientes de que no hay dos, de que no soy yo quien existe, sino Dios en mí, y “yo” sólo soy un ensueño que sirve para que los demás ensueños aprendan a Ser en Él.

No tengo intención de cambiarte los esquemas. Así que si no has entendido nada de lo que he escrito. No te preocupes.

Esto también está dentro del guión de la “peli”.

La Paz esté contigo.

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