Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
Y para navegar por las entradas de la página principal, vete mejos a la página "Índice", porque así encontrarás las entradas por orden de incorporación al blog.

Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

sábado, 30 de julio de 2011

114.- La Ciudad de la Alegría



Reina tuvo que elegir entre dos opciones, o tomar un AK49 y luchar, o tomar la Cruz y Luchar. Optó por lo segundo.

”La ciudad de la alegría” es una novela que nos narra la vida de los barrios pobres de la ciudad de Calcuta. En Calcuta (la India) es sinónimo de no retorno, porque allí van a parar miles de enfermos a los que sus familias abandonan con la remota esperanza de que alguien los ayude a curarse o, simplemente, a morir.
La película cuenta la historia de un hindú, Hasari,  que tira de un carrito llamado rickshaw, un sacerdote francés, un médico de Miami y, por supuesto, las vidas de todas las personas que viven alrededor de ellos.
Dios juega con nosotros, piensa Hasari, porque todo lo que sucede es malo. Y lo es a la vista de la razón. Todo son desgracias, todo son inconvenientes, todo son lamentaciones. Pero algo hay en esa gente, que cautiva a Max, el médico norteamericano, que viaja a la India, huyendo psicológicamente de su padre, famoso cirujano obsesivamente obsesionado con un hijo que tenía que ser “el mejor”, y no lo era.
La razón no es otra que en Calcuta, la vida fluye, según la Providencia. Es lo que es, sucede lo que ha de suceder, y se acepta sin rencor, sin exigir explicaciones.
Nadie, ajeno a aquella mentalidad, que aparentemente se resigna a su desgracia, puede entenderlo. Max, finalmente lo entiende, toma conciencia de ello, y termina siendo feliz allí, donde la gente, en medio de su pobreza, resulta que vive la alegría

¿Cómo se puede transformar el Valle de las lágrimas en la Ciudad de la Alegría?
¿Cómo puede terminar siendo feliz una gente que está estrangulada por la pobreza, que en algunas veces llega a ser miseria?¿Cómo puede serlo una gente cuya única aspiración es poder llegar a la noche sana y salva, dado que vive en algo casi peor que un estado de guerra?¿Cómo pueden serlo unos padres para los que la vida de sus hijos es como el juego de la ruleta rusa, un cuándo les tocará a ellos velar la muerte de su hijo enganchado a las drogas, atravesado por una ráfaga de balas por un ajuste de cuentas?

¿Cómo puede proclamar Jesús bienaventurados los que lloran, los pobres de espíritu, los mansos, los misericordiosos, los limpios de corazón? Es decir ¿Cómo puede Jesús proclamar bienaventurados a todos los que son carne de cañón de todo tipo de desgracias? El ateo ve en este mensaje un anestésico para que los pobres no se revelen contra los poderosos, para que no luchen por sus derechos, para que se resignen en su desgracia, mientras los ricos viven alegremente en sus mansiones a costa del sudor, la sangre y las lágrimas de los desposeídos de este mundo.

Con razón Lenin proclamaba la religión como el opio del pueblo. Un te jodes con resignación, con la esperanza de que en la otra vida será mejor para ti y peor para los que te masacran.

No valen ya este tipo de argumentos. No vale la resignación. No vale es decir “es lo que hay y qué se le va a hacer”. Pero tampoco vale levantarse en armas y luchar metralleta en mano por recobrar los derechos, entre ellos en simple derecho a la vida, en una ciudad como San Pedro Sula, donde simplemente la Ley es un lejano recuerdo de cuando alguna vez imperó, si es que alguna vez fue así.

En el Sector de la Rivera Hernández, todos los primeros de Agosto se convoca la jornada en defensa de la vida, una vida que diariamente es sesgada por las bandas del narco y por las maras. Se lucha por el derecho a una vida digna. Pero realmente nada sucede que incite a la esperanza, pues parece como si cada vez la furia, el odio y el simple desprecio a la vida fuera lo que impera de un modo creciente.

La gente ya no puede más. Se le han agotado la capacidad de derramar lágrimas. Tiene ya sus ojos secos. Son como corderos llevados al matadero.

Como un cordero llevado al matadero

«Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abrió la boca”

Este pasaje de Isaías refleja la actitud de Jesús ante su Pasión.

Muchas veces me he preguntado el sentido de la Pasión de Jesús. La tradición cristiana nos dice que Jesús padeció por nuestros pecados, y con su Pasión nos redimió de nuestras iniquidades y nos abrió las puertas del Cielo. La Pasión es el supremo acto de la Redención. Todo eso, que aprendemos en Catequesis, como doctrina está bien; como que queda muy mono. Pero uno se encoje de hombros, y piensa “doctores tiene la Iglesia”, que interpretan así lo que fue un completo desastre de la vida de Jesús, que sucumbió, como siempre, en manos de los poderosos, para los que suponía un incordio. Y de paso, nos redimió de nuestros pecados. Vale; acepto pulpo.

Esta explicación queda bien en medio de una vida normal, pero te sacude profundamente cuando viajas al Valle de las Lágrimas, y ves lo que sucede aquí, donde la gente humilde es llevada, como Jesús, como corderos llevados al matadero.

Cómo se puede transformar el Valle de las lágrimas en la Ciudad de la alegría es la gran pregunta que todos nos podríamos hacer ante semejante barbarie.

Para aquellos que no vean en esta cuestión una idea imposible, el único camino es la decisión de Jesús.

“Padre, pase de mí este cáliz, mas no se haga mi voluntad sino la tuya”

Amar a los enemigos, aceptar el cáliz que hemos de beber, buscar el Reino de Dios en nuestro interior, poner la otra mejilla, cuanto te abofetean la primera.

Viendo lo que se vive aquí, pensar que esta es la solución es sencillamente de gilipollas, de estúpidos, porque el cuerpo te pide venganza, agarrar una AKI49 y liarte a tiros con todas las maras y pandilleros, hasta que no quede ni uno, y luego asaltar las mansiones de los poderosos, y balearles y hacerles beber su propia sangre.

Ese no es el camino. Si Reina hubiera optado por esta alternativa, probablemente, además de no haber conseguido apenas nada, salvo un reguero de muertos manchando sus manos y su corazón de odio y sangre, ella también hubiera muerto a balazos, a manos de la Contra. Y la cosa seguiría igual.

Es la vía del ojo por ojo, que sólo conduce a más muertes y más violencia.

La Ciudad de la Alegría sólo se construye con la actitud de Jesús, que fue la de Reina, aceptar la Pasión, hasta incluso morir. El riesgo es tan real como lo estamos viviendo. Todos los días caen entre una y cuatro personas.

Salir en defensa de la vida tiene un mensaje ambiguo. Todos defendemos la vida física, la material, la paz de aquí abajo. Y es muy legítima esta defensa, porque es imposible vivir en medio de una ensalada de tiros. Pero no es menos cierto que es imposible recobrar la paz a base de responder a las ofensas con mayores ofensas. El ciclo de la muerte tiene que romperse por alguno de los eslabones. Y si no se rompe, si la Pasión es inevitable, los Santos de Dios no pueden sumarse al ciclo de la violencia; han de ser conscientes de que, por alguna razón, la vida humana está salpicada de tragedias, de dramas provocados por el propio ser humano (y no vamos a entrar en las causas del mal, y cómo que Dios consiente el mal en el mundo).

Simplemente es así. El que a estas alturas de curso no haya resuelto en su interior este problema, que agarre un arma y se lie a tiros. No le queda otra.

El que haya logrado superar este problema del “mal en el mundo”, está en condiciones de exclamar “mas no se haga mi voluntad, sino la tuya”, como exclamó Reina, nuestra querida Reina, al abrazar el hábito franciscano y consagrar su vida al amor a Dios y a los más pobres.

Ciertamente somos corderos llevados al matadero. Esto es justamente lo que nos quiso decir Jesús con su Pasión y muerte, que somos corderos en medio de lobos.

16 «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Mt 10, 16

Mirad Gandhi, con su filosofía de la “no violencia” consiguió la independencia de su país.

La Ciudad de la Alegría


Esta es una ciudad en la que la gente no vive a todo lujo; en la que ni siquiera la gente vive en paz exterior. Es una ciudad con problemas, con muchos problemas. Es una ciudad donde abunda el paro, la pobreza, incluso la delincuencia. No es un paraíso terrenal, no es un remanso de paz.

La Ciudad de la alegría es una ciudad donde sus habitantes viven a Dios en sus vidas, le experimentan, le invocan, y sobre todo, le tienen presente, y esa presencia, que emana de la aceptación de la vida que les ha tocado vivir, sin renunciar a la lucha diaria por mejorar esas condiciones, porque es lícito, es justo y es necesario.

Las Ciudad de la alegría es un lugar en el que la gente sabe que es amada por Dios, y se deja amar por Él, a pesar de los innumerables problemas con los que se tiene que enfrentar todos los Dias.

La Ciudad de la alegría es un lugar donde la gente acepta la salud y la enfermedad, las alegrías y las penas, la riqueza y la pobreza. Es una ciudad donde la gente ve, encuentra a Dios en todo lo que sucede, y le pone en todos sus actos. La Ciudad de la alegría es un lugar donde todos son Uno con el Padre bueno, a pesar de vivir rodeados en medio de lobos.

La Ciudad de la alegría es la ciudad que forman “Todos los Santos de Dios”, que viven allá donde tengan que vivir. Porque la Ciudad de la alegría no es un lugar físico, sino un lugar en el corazón de las gentes.

La Ciudad de la alegría es simplemente “vivir el Reino de los Cielos” en comunidad. Y ello, a pesar de cualesquiera de los problemas que debamos soportar.

Las Ciudad de la alegría es un estado del alma, compartido con los que también lo experimentan.

La Ciudad de la alegría es la Comunidad de los que han sabido decir, “Padre, pase de nosotros este cáliz, más no se haga nuestra voluntad, sino la tuya”

AVISO: este obviamente no es un discurso racional, por eso, el que tenga oídos, que oiga.

*

martes, 26 de julio de 2011

113.- El Valle de las lágrimas



Saludos desde el Valle de las lágrimas, en la Rivera Hernández, de San Pedro Sula.

Este es un valle como otro cualquiera, donde vive el 80% de la población mundial; en el que el simple hecho de llegar a la noche supone el inigualable desafío de querer sobrevivir.

Este es un valle en el que cada inspiración de aire en los pulmones es casi un esfuerzo supremo para una gente que vive estrangulada en todas sus capacidades de añadir un día más a su vida.

Este es un valle en el que los que tienen la grandísima suerte de poder trabajar doce horas diarias por 5000 lempiras al mes (unos 200 euros) en las maquilas, al menos les da para un plato de frijoles para ellos y su familia, habitualmente desintegrada, al día. Al memos eso.

Y los que no, se ven obligados a tirarse al surco del menudeo o de la delincuencia organizada, o de la prostitución, mientras imploran al Altísimo, a través de las incontables sectas y confesiones católicas y protestantes que por estos lugares crecen como setas, les concedan llegar a la noche sin que una baleada le reviente las tripas.

“Govinda, no voy a luchar”, y Arjuna quedó en silencio.

“Esto es lo que hay”, te cuentan lastimosamente, en un doliente gesto de aceptación de su tragedia, entre otras cosas, porque no pueden levantar la voz, ya que aquellos que osaron hacerlo, fueron eliminados y siguen siendo eliminados por los sicarios de los que ostentan el Poder absoluto en este y en cualquier país de Latinoamérica, los “fabricantes de miseria”, conchabados todos, desde los gobiernos hasta las bandas callejeras, en mantener el lucrativo negocio de la pobreza.

Sin noticias de Dios

Y así se desarrolla la vida aquí, entre el miedo a salir a la calle, no sea que un marero te mire con malos ojos, y la necesidad imperiosa de al menos conseguir como sea un plato de frijoles, mientras se implora a Dios, un Dios que calla cada vez que un hijo nuestro cae de dos disparos. Así que sólo queda acudir a María Santísima clamándole los desterrados hijos de Eva, gimiendo y llorando en este Valle de Sula, el Valle de las lágrimas, donde ya por no haber, ya no hay ni lágrimas, pues se han derramado todas las que el cuerpo podría haber producido a lo largo de una vida amarga y a penas sin sentido.

Sin noticias de Dios, pero “es lo que hay”. De modo que hasta a los garífonos les queda reaños para bailar puntas y danzas tradicionales a la Virgen.
Cuando uno viene por primera vez a estos lugares, como nosotros, mi esposa y yo, el año pasado, lo hace desde lo afectivo, y recibe el brutal impacto emocional de todo esto; impacto del que apenas eres capaz de recuperarte, al regresar a tu  mundo de siempre, que por cierto, ya le empieza a ver las orejas al lobo, y muy digno él, se indigna, porque se malicia que va a tener que renunciar a las “conquistas sociales” de otras épocas, montando movimientos como el 15M.

Cuando vienes por segunda vez, tras haber, más o menos, superado malamente la bofetada emocional, crees venir desde la responsabilidad del deber de colaborar en algo a sostener un hilo de esperanza en esta gente, mientras todavía supones que como deben ellos vivir es según los estándares de vida que vives tú en Occidente, aunque sea con criterio de mínimos.

Hasta que te das cuenta de que “es lo que hay”, que por mucho que te desgañites enseñando a la gente a lavarse los dientes para que no les salgan caries, o les des a los wuirros complejos vitamínicos para combatir la desnutrición infantil, lo que a ellos menos les importa es la desnutrición o las caries, porque lo auténticamente imprescindible es lograr llegar a la noche vivo y con un pedazo de pan que haberse llevado a la boca.

Pero sobre todo, lo que más te hunde la moral es cómo ellos han tirado la toalla.

“Govinda, no voy a luchar”, dijo Arjuna, y quedó en silencio.

Cuando se vive sin noticias de Dios, una de dos, o pierdes la fe definitivamente, o la encuentras también definitivamente. Parece increíble, pero es así. Es una situación, un dilema, que se soluciona a cara o cruz. Si sale cara, pierdes la fe probablemente para siempre, si sale cruz, la recuperas para siempre.

Más allá de las cosas

La única manera de superar este dilema es aprender a ver más allá de las cosas, como reza el título de unos de los libros antológicos de Carlo Carreto. En el mundo de lo aparente, de lo físico, vivimos en un infierno, en este infierno, el infierno en el que se vive en el Valle de las lágrimas. En el mundo de lo Real, en el extremo podemos vivir tocando con los dedos el Reino de los Cielos. Todo es cuestión de discernimiento entre lo Real y lo aparente.

Problema; hemos hecho de lo aparente lo real; hemos convertido el Confinador en nuestra auténtica existencia, que al ver cómo es, y sin noticias de Dios, perdemos la fe, o nos sofronizamos con prácticas religiosas pensando que mañana será mejor, cuando finalmente muramos. En este país todo el mundo proclama la fe en Jesucristo, esgrimiendo la biblia con una mano y la AK49 en la otra.

“Es lo que hay”, como dicen por aquí. Y que no se nos ocurra decir esto muy alto, que ya vendrá el ateo de turno con aquello de que la religión es el opio del pueblo que los poderosos, con el visto bueno de los líderes religiosos, utilizan para mantener dominadas las conciencias de los pobres.

En este sentido, nada que alegar, porque simplemente tienen razón. No es cuestión mantener a la gente anestesiada inflándoles a novenas, rosarios, misas y cánticos inspirados, mientras se dejan atropellar de la forma en la que son víctimas de tantos atropellos a la dignidad humana.

La cuestión es cómo trasmitirles a ellos la virtud del “discernimiento”.

La teoría de las castas

Tengo muchas ganas de visitar y de convivir algún tiempo en la India, porque ese es un país lleno de misterios y con una filosofía de vida absolutamente espectacular, razón por la que estoy deshojando el Gita, en estos momentos.

Una de las tradiciones más arraigadas en la India es la de las castas. Nadie cuestiona su pertenencia a la casta que le haya tocado en suerte. Así que los infinitos slumbs, donde viven los parias, allí se considera, no una injusticia social, sino la consecuencia lógica de su karma, los “suttras”, o casta inferior, que es en la que predomina la guna de las pasiones.

Según la filosofía de los Vedas, la Naturaleza se manifiesta bajo tres modos o “gunas”. El primero es la “tatva” o torpeza e inercia, el segundo es la “raja” o la acción y pasión, y el tercero es la “sattva” o la pureza y el equilibrio. Son fuerzas antagónicas, similares al yin y yang del Taoismo, que mantienen estable a todo lo que existe. Así, a partir del equilibrio de los opuestos, frio y calor, placer y dolor, luz y oscuridad, las cosas trascienden y caminan hacia su dharma.

Sobre la base de esta teoría sobre la naturaleza, Krishna le dice a Arjuna en el verso 13 del capítulo IV del Gita…

El orden de las cuatro castas surgió de Mí, en concordancia a la naturaleza de sus acciones y la condición de su Karma. Pero has de saber que, aunque soy el autor, Yo estoy más allá de las acciones; soy eterno e inmutable.

Según esto, el control de la mente y del cuerpo, la austeridad etc, son los deberes de los brahmanes, que son  “satvika”, ya que en ellos prevalece la cualidad de sattva, es decir, la pureza y el equilibrio. Esta es la casta superior.

El coraje, el valor, etc., son deberes de los ksatriyas, en los que el sattva es secundario, y predomina el raja, es decir, la acción y la pasión, pero acompañada de pureza y equilibrio secundariamente. Esta es la casta de los guerreros. La segunda.

La agricultura y los oficios, son los deberes de los “vaisías”, en los que tatvas es secundaria  y rajas es predominante, es decir, la acción y pasión, pero contaminada por la torpeza y la inercia. Es la tercera casta.

Y por último quedan los “suttras”, en los que el tatvas es predominante y rajas es secundaria. Son torpes y viscerales, y además impulsivos. Estos tienen en el servicio su única obligación. Son la cuarta casta y la más baja. Son los parias, los que viven en los slumbs, esos inmensos barrios chabolistas de Bombay o de Calcuta, que al verlos, a los occidentales se nos pone los pelos como escarpias.

Esta estructura social nadie la discute en la India, entre otras cosas porque está instituida explícitamente por Dios.

Lo que en la India está explícitamente instituido por Dios, en la tradición judeocristiana, lo está implícitamente, porque si bien Jesús (Krishna en cristiano) vino a anunciar la liberación a los pobres, a sanar los corazones destrozados, a los afligidos el consuelo, en ningún caso instó a sus apóstoles a luchar contra la pobreza material mediante una lucha sin cuartel contra los poderosos que mantenían este estado de cosas. Anunció simplemente “otra cosa”, razón por la cual, Judas, que sí quería este tipo de liberación, decepcionado, le entregó al Sanedrín, o sea, a uno de los responsables de la miseria del pueblo.

Jesús no vino a luchar contra la pobreza, sino a liberar a los pobres. Y algo de esta actitud no hemos entendido los cristianos después de dos mil años.

Las cuatro castas, si nos abstraemos del componente tradicional y credencial que acompaña a todo lo religioso, no son otra cosa, que los grados de perfección del alma, en su camino hacia la unión con Dios. Así, los suttras, lo constituyen los seres humanos que viven de espaldas a Dios, donde solo impera la egolatría, las pasiones, la torpeza, la mediocridad moral, y en general, los que con su visión egoísta de la vida hacen de este mundo un infierno, un estercolero, y además, son los fabricantes de la miseria que inunda este Planeta. Así que en el fondo, un presidente de gobierno manchado por la corrupción y la avaricia es un digno miembro de la casta de los suttras, aunque esté podrido de dinero.

Los tatvas, o segunda casta, la forman el común de los mortales, que viven su vida entre en cielo y la tierra, entre sus pasiones y torpezas, pero con la vista puesta en un futuro de paz y de virtud, aunque caigan una y otra vez a causa de sus debilidades. Yo diría que es la casta en la que estamos casi todos los humanos de buena voluntad, y que con nuestro callado trabajo diario, hacemos este mundo posible, a pesar de la maldad y torpeza que despliegan los suttras.

Los ksatriyas, es la casta de los guerreros, de los ascetas, de los que han decidido caminar en la senda de la perfección, y se esfuerzan en practicar la virtud, y en luchar contra sus pasiones y debilidades. El guerrero Arjuna, pertenecía a esta casta de gente luchadora, aunque a veces, el desánimo le invadía, como canta el Gita. Son los que entran en la vida ascética, de la mortificación y la penitencia.

Los satvikas son los místicos, los que han alcanzado el discernimiento, la iluminación, la unión con Dios. Son la luz del mundo, los que nos indican “es por aquí”; los que pudiendo ya vivir en el gozo del Señor, están con nosotros como bodisatvas, ángeles de luz, para indicarnos el camino.

El hinduismo admite la reencarnación, de modo que un alma pasa por las cuatro castas a lo largo de varias o de muchas vidas, desde la casta inferior, apegada a las paciones, pasando por cada una de ellas, según su karma, hasta llegar a la superior.

La consecuencia de esta filosofía de vida es, a propósito de esta reflexión, que la pobreza de este mundo está generada por los suttras, o casta inferior, a la que pertenecen los miembros de los gobiernos corruptos, los banqueros, los grupos de poder que especulan de forma planetaria con las bolsas, los jefes del narco, de las maras, y los parias que se dejan arrastrar por el dinero fácil que aquellos les ofrecen para engordar sus hediondos negocios, basados en la pobreza de las gentes.

Los pobres de los asentamientos humanos, o de los bordos de la Rivera Hernández, no tienen por qué pertenecer a esta casta, aunque sí que son sus víctimas directas.

En el valle de las lágrimas de San Pedro Sula, viven los tatvas, gente de buena voluntad, víctimas de la pobreza, que clama al Cielo, les sean respetadas sus vidas por los desalmados suttras. Es la movilización que todos los años se realiza en Rivera Hernández en la jornada por la paz, en memoria de las matanzas que los mareros realizan con demasiada frecuencia, aterrorizando a las gentes.

Conclusión

Esta es una visión heterodoxa, desde la ortodoxia religiosa, del escenario de este mundo, pero creo que explica bastante bien, el origen y las razones del Valle de las lágrimas, y de cómo erramos la visión de la existencia, al asociar la pobreza a la iniquidad, cuando esta, realmente reside en las mansiones de los poderosos, que son la hez de la Humanidad, una Humanidad doliente y sufriente por la ambición sin límites de unos pocos que han convertido este mundo en un infierno, donde sólo hay llanto y rechinar de dientes.

sábado, 9 de julio de 2011

112.- La senda del discernimiento



La paz es aburridísima
¿Por qué una novela o una película sólo tiene interés si durante la trama, el bueno es perseguido por el malo, hasta que se enfrentan y en una ensalada de tortas o de tiros, el bueno mata al malo y se casa o se junta con la chica? ¿Pero por qué cuando el bueno vence al malo y besa a la chica, la novela o la película se acaban y sale el cartel de "The End", y no sigue para que disfrutemos de la felicidad de los protagonistas que han superado la tragedia del malo porculizador?

Por la sencilla razón de que en una novela o película donde se describiera un mundo en paz, la gente amándose, siendo solidaria, de sincero corazón y buena voluntad, sería aburridísima; no habría acción, no habría sangre, lágrimas, sufrimiento, sexo duro, sudor, tensión, no habría malo a quien odiar por todo lo que hace sufrir al bueno o a la buena de la peli. El resultado sería que no se vendería un solo ejemplar, ni nadie iría al cine para ver esa película. Siempre tiene que haber un/a malo/a, un/a desalmado/a que haga sufrir al chico o a la chica. Para botón de muestra, las telenovelas, que mantienen en ascuas al personal durante ochocientos cincuenta y siete capítulos llenos de tensión y de un sin vivir, hasta que por fin, y sólo al final, en el último de los innumerables capítulos, la mala y el malo malísimo son derrotados, puestos en evidencia y humillados por el chico buenísimo que se consigue casar con la chica buenísima.

Y es que así estamos hechos, con un deseo ferviente de acción, de pelea, de lucha, de superar desafíos. Sin ir más lejos, ¿por qué cada cierto tiempo aparecen augurios apocalípticos del fin del mundo? Ahora, tenemos el suculento filón del 21 de diciembre de 2012, cuando parece ser que algo muy gordo sucederá, como han vaticinado las profecías mayas. Internet está salpicado de páginas hablando de cómo será el apocalíptico acontecimiento. De modo que cuando pase el 21 de diciembre de 2012 y nada de lo profetizado haya sucedido (supongo), a muchos se les va a poner una cara de haba que lo flipas, porque no se ha producido el Armagedón. Así que al día siguiente tendrán que volver a levantarse por la mañana para ir a trabajar o pasear los lunes al sol, y volver a la rutina diaria..., con lo chuli que habría estado eso del fin del mundo.

La paz es muy aburrida. Tanto es así, que las promesas de un Cielo donde estemos todos tocando el arpa y cantando cánticos inspirados, resulta un plan poco atrayente; casi, casi, que uno se imagina el infierno, lleno de luchas, violaciones, conflictos y dramones, bastante más atrayente y entretenido que un idílico Cielo, sin nada que hacer salvo adorar al Santísimo.

¡Por fin algo de acción!
La rutina de levantarse, ir a trabajar, comer, volver del trabajo, hacer las tareas de la casa, cenar y dormir, y así todos los días, salvo el "finde" (TGI: Thanks God, It's friday), en el que podemos ponerle algo de vidilla a nuestra tediosa existencia, es insoportable. Años así, sin que nada pase, aburre hasta a las vacas. Por eso, solemos buscar distracciones que nos induzcan emociones fuertes, descarga de adrenalina, la ruptura de una vida siempre igual..., ¡por fin algo de acción!, como decía un personaje del videojuego de la Segunda Guerra Mundial, al que jugaban nuestros hijos hará unos diez años "Comandos".

Pero esto sólo demuestra una cosa, que la estabilidad, la quietud es un estado bastante raro en el ser humano, que la naturaleza física de la persona es por definición curiosa y anhelante de pasiones.

El camino del discernimiento
Se define discernimiento o "viveka", en el Canto del Señor, a la capacidad de discernir entre lo que es real y lo que no lo es.
45. El mundo de los Vedas está sometido a las influencias de los tres Gunas. ¡Oh, Arjuna! Elévate y líbrate de ellos; permanece en la Verdad que está más allá de todos los pares de opuestos. Ve más allá de las posesiones y las ganancias. ¡Recupera tu propia alma! (Gita, Cap 2, 45)

Las tres gunas o tres modos de la naturaleza son la primera, torpeza e inercia, la segunda, la acción y la pasión, y la tercera, la pureza y el equilibrio. Estos tres modos o gunas, según el Gita, componen en distinta proporción todo el hecho físico y psicológico.

En el segundo capítulo del Bhagavad Gita, Krishna trata de hacer ver a Arjuna, la diferencia entre lo que es real, y lo que no lo es; entre el Ser único y eterno, y las manifestaciones físicas, aquellas que nacen, se crean, viven o existen un cierto tiempo, para finalmente desaparecer.

Al ver a Arjuna desanimado, Krishna, le increpa diciéndole:

2 ¿De donde te viene, Arjuna, en estos momentos críticos, ese desaliento? Esa debilidad, indigna de un ser humano con sabiduría, no conduce a los niveles celestiales, si no a la infamia.
3. ¡No desfallezcas Arjuna! Esto no es propio de un hombre como tú. Sobreponte a ese mediocre desaliento y levántate como el fuego que quema todo lo que encuentra a su paso.
4. Contesta Arjuna, ¿Deberé disparar mis flechas contra el hermano de mi abuelo, el grande y venerable Bhishma? ¿Deberé matar con mis flechas a mi maestro Drona, por quien siento veneración?
5. Preferiría antes vivir de la mendicidad que alimentarme con comida real sabiendo a sangre. No puedo matar a mis maestros, aunque ahora estén turbados por la codicia; aún son mis sagrados maestros.
6. No sé cual de los dos bandos sería mejor que ganase. No sé si desearía vivir después de ver muertos a los hijos de mi tío el rey Dhritarashtra.
7. En lo más profundo de mi alma, siento desolación. Mi mente no puede discernir cuál es mi deber. Como tu discípulo, vengo a Ti en súplica, en Ti busco refugio; por favor, sé la luz que aparte la oscuridad de mi confusión.
8. Ni el reino de este mundo entero, ni el reino de los dioses en el cielo, pueden apaciguar el fuego de la pena que quema mis entrañas.
9 Tras hablar de esta manera, Arjuna, el vencedor de los enemigos, dijo Govinda (Krishna), no voy a luchar, y quedó en silencio.

La intuición de Arjuna está obnubilada por el dolor y la ilusión, y por eso, aún estando listo para la batalla, se desanima.

Krishna enseñó a Arjuna la Sabiduría, el discernimiento, la diferencia entre lo Real y lo que no lo es, pero Arjuna no sabe discernir; lo aprendió, pero no lo ha interiorizado, de modo que cree que se imagina su lucha contra enemigos reales, contra lo único que existe. No es capaz de comprender que su lucha es justamente la de alcanzar ver con claridad, que sus enemigos son los que le impiden lograr ese grado de discernimiento. Es todo una alegoría de la lucha del alma contra sí misma, cansada de luchar frente una farsa, que ha de lograr desvanecer.
Se plantea aquí un dilema difícil de solucionar, y que ha acompañado al ser humano desde siempre. Es la elección entre las dos clases de determinaciones, la que se refiere a la convicción sobre la naturaleza del Ser y la que se refiere en las convicciones sobre los actos y los deberes.

Krishna declara que la coexistencia del conocimiento de la Verdad con los actos religiosos y los deberes no es posible en la misma persona. Los preceptos y deberes religiosos los imponen los Vedas, únicamente para los que, al no tener suficiente lucidez, tienen deseos.

Arjuna, suplica a Krishna le diga cual de los dos caminos ha de elegir.

1. ¡Oh, Krishna! Si tu enseñanza es que el desapego es superior a la acción, ¿cómo entonces me pides que ejecute la terrible acción de la guerra?
2. En esta contradicción de tus palabras, mi mente encuentra confusión. Aclárame, te lo ruego, ¿por qué camino puedo alcanzar lo Supremo? (Gita. 3, 1-2)

El ser humano que ha descubierto la Verdad, ya no piensa, "Estoy haciendo esto", ni tiene ambición en el acto , ni en sus frutos.

11. Te afliges por quienes no lo merecen, y tus palabras no son palabras de sabiduría - responde Krishna a Arjuna-.
Un sabio no siente lástima por los que viven, ni tampoco por los que mueren. La
vida y la muerte no son diferentes.
12. Siempre hemos existido: tanto yo, como tú, como esos reyes. Y existiremos por
siempre y para siempre.
13. Al igual que el alma experimenta la infancia, la juventud y la vejez, sin verse afectada por las mutaciones de este cuerpo; así también tomará otro cuerpo después de la muerte. En un sabio no cabe duda acerca de esto. (Gita.1, 11-13)

Lo Real queda fuera del tiempo y del espacio, ni nace ni muere. El Ser siempre ha existido, siempre existe. Todo lo demás es fugaz, etéreo, intrascendente. Lo Real no puede dejar de ser, y por tanto nadie lo puede matar, nadie puede hacer que deje de existir.

Esta es una de las intenciones del Gita, eliminar del alma el sufrimiento y la ilusión (como engaño), porque son la causa de todos los ciclos de nacimientos y de muertes.

La cuestión radica, y en eso todos los seres humanos estamos confundidos, en que la iluminación de la Verdad no pertenece al conjunto del cuerpo, la mente y los sentidos. Por tanto, y como última alternativa, el sabio es el inmutable, porque es el Ser, que no forma parte de lo irreal, de lo que ven los sentidos. Es por eso por lo que en filosofía perenne, lo que ven nuestros sentidos, esos modelos de realidad que nos forjamos, creyendo que vemos y palpamos lo real, en el fondo son fábricas de nuestro pensamiento. Si nos anulasen los cinco sentidos, nuestra mente quedaría aislada en medio de "la nada". ¿Qué sería el mundo entonces para nosotros? ¿Qué imagen mental tendríamos de él? Viviendo en el mundo físico, no podríamos elaborar ni un solo modelo de esa aparente realidad, porque lo que está fuera de nosotros, "es", en cuanto que nosotros nos forjamos una imagen, un modelo, que nos permite creer que realmente está ahí.

Por todo esto, Krishna exhorta a Arjuna, que la consciencia del Ser supone la liberación de los actos, de los deberes, de los ritos, de las liturgias, que son sólo un camino, un método, una disciplina para "re-ligar" la mente a lo real, para al menos poder "intuir" que Aquello es lo Real.

20. El Espíritu nunca nace y nunca muere: es eterno. Nunca ha nacido, está más allá del tiempo; del que ha pasado y el que ha de venir. No muere cuando el cuerpo muere.
21. Cuando un hombre reconoce el Espíritu como no nacido, imperecedero, inmutable e indestructible, ¿cómo podría este hombre matar o ser muerto?
22. Al igual que un hombre se quita un vestido viejo y se pone otro nuevo, el Espíritu abandona su cuerpo mortal para tomar otro nuevo.
23. Ningún arma puede herir al Espíritu, ni el fuego puede quemarlo, ni el agua puede mojarlo, ni el viento puede arrastrarlo.
24. Más allá del poder del fuego, de la espada, del agua y del viento, el Espíritu es eterno, inmutable, omnipresente, inamovible, y siempre uno.
25. El Espíritu está más allá del cambio y del pensamiento; los ojos mortales no pueden verlo. Reconoce que el Espíritu es lo único que permanece y cesa de sollozar. (Gita 2, 20-25)

Cuando se alcanza la Iluminación, y se es capaz de discernir entre lo Real y no que no es real, el alma descansa, pero hasta entonces, tiene que luchar denodadamente para lograr eliminar, destruir, derrotar a todos esos fantasmas, esos ejércitos ilusorios que considera son reales. Son esos fantasmas, esos personajes de fábula que nos inundan y nos hacen la vida imposible, aunque consideramos tan nuestros, tan íntimamente nuestros, que en realidad somos nosotros mismos.

Nuestro templo está lleno de mercaderes, de sabandijas, de vendedores de palomas, a los que Jesús de Nazareth tuvo que arrojar a golpes y latigazos. Porque al final no hay otra forma de dejar limpio el templo para que el Eterno habite en nosotros.

Es decir, la lucha, el combate es inevitable. Y nos desanimamos, entre otras cosas porque tenemos que luchar contra todo a lo que estamos apegados, contra nuestros parientes...

¿Deberé disparar mis flechas contra el hermano de mi abuelo, el grande y venerable Bhishma? ¿Deberé matar con mis flechas a mi maestro Drona, por quien siento veneración?

¿Deberé dejar todo lo que tengo, todos mis bienes, que con tanto esfuerzo he conseguido, y por los que siento tanto afecto, tanto apego, tanto cariño, porque son "lo mío", lo íntimamente mío?

Pues va a ser que sí, responde Krishna a Arjuna, Responde Jesús al joven rico. Porque si no, siempre estarás apegado a una ensoñación.
32. ¡Oh, Arjuna! Hay una batalla que ganar antes de que nos sean abiertas las puertas del cielo. ¡Felices son aquéllos guerreros cuya actitud es participar en esa guerra!
33. Y no luchar por la justicia es traicionar tu deber y tu honor; es despreciar la virtud. (Gita, 2, 32-33)

Y Krishna enseña a Arjuna el camino de la acción, el "karma-yoga".

38. Permanece en paz, tanto en el placer como en el dolor; en la victoria, tanto como en la derrota; tanto si ganas como si pierdes. Prepárate para la guerra con tu alma tranquila; si estás en paz, no hay pecado.
39. Así pues, escucha la sabiduría del Yoga: camino de la libertad de ataduras y de lo eterno. Ésta es la sabiduría Sankhya: la visión de lo eterno.
40. En este camino, ningún esfuerzo es baldío, ni existe posibilidad de desgracia. Hasta el más mínimo progreso supone liberación de tus miedos. (Gita, 2 38-40)

El karma yoga es la práctica religiosa con desapego, basada en la adoración a Dios.

La acción es ella misma la atadura que se conoce como lo correcto y lo incorrecto, atadura que queda eliminada adquiriendo el conocimiento verdadero por la Gracia (gracia significa iluminación) de Dios.

Los actos religiosos son como un pozo de donde periódicamente ha de extraerse el agua para seguir el camino. Es lo mismo que el encuentro de Jesús con la Samaritana; cuando el alma es iluminada, ya es inútil seguir sacando agua del pozo, porque el agua que salta hacia la vida eterna es suficiente, es Todo.

Los actos que el asceta desarrolla, le hacen creer que los logros es la recompensa a los frutos alcanzado.

47. Concentra tu mente en tu trabajo, pero has de saber que sólo tienes derecho al acto, pero no a sus frutos. Nunca trabajes por amor a la recompensa, y realiza tu trabajo con constancia y regularidad.

El fruto de las obras no nos pertenece, porque de otra forma, estaríamos apegados a ellos, y el que se siente apegado no posee nada, sino que es esclavo de lo que posee. Y esto es la mayor de las ataduras, ataduras plagadas de sentimientos que dominan la mente y el espíritu, el ansia por alcanzar, por conquistar, por lograr.

60. La impetuosa voluptuosidad de los sentidos arrastra a la mente hacia las cosas externas, perturbando así a los hombres sabios, buscadores de la perfección.
61. Hay que retraer la conciencia de los sentidos y verterla en la armonía interior sentándose pues en meditación y con devoción, el alma encuentra descanso en Mí. Cuando los sentidos están en armonía, se obtiene serena sabiduría. (Gita 2, 60-61)

Del deseo frustrado nace la ira. De la ira se  genera el error, del error el fallo de la memoria y de ahí la pérdida de la capacidad de comprensión (Gita 2, 62-63).

64. Pero el alma que a pesar de estar en el mundo de los sentidos, mantiene sus sentidos bajo control está libre de apego y descansa serena.
65. En esta paz mental, toda tristeza o sufrimiento desaparecen, pues esa paz es sabiduría y en ella el corazón encuentra sosiego.
66. Un hombre sin disciplina, jamás obtendrá sabiduría, ni tampoco contemplación. Sin contemplación no puede haber paz, y sin paz, ¿cómo puede haber gozo?
67. Pues cuando la mente vaga tras los placeres de los sentidos, la pasión perturba su sabiduría, igual que el viento empuja un cascarón sobre las aguas.
68. El hombre que aparta sus sentidos de los placeres externos obtiene serena sabiduría.

72. Este es, oh Arjuna, el hombre que descansa en Brahman. Al reconocerle desaparece toda ilusión. Aunque esto ocurriese en el último momento de la vida de un hombre sobre esta tierra, éste puede alcanzar el Nirvana Supremo: este hombre encontrará paz en la unión con Dios. (Gita 2, 64-72)

Así concluye Krishna el primero de los diálogos con Arjuna, donde muestra el sendero del discernimiento, para caer en la cuenta de qué es Real y qué no lo es, la fábrica de nuestros sentidos y de nuestra mente.

Problema

Pero existe un problema. Nos negamos a luchar. Ni siquiera nos planteamos la lucha, porque hemos sido arrastrados por la dinámica de otra lucha, la de nuestras ambiciones, la de nuestros deseos, la de alcanzar nuevas cotas de poder, de posesión, o de esclavitud.

Pero sobre todo, el mayor de nuestros problemas es que en realidad, ese estado de lucidez, de paz interior, de sosiego de serenidad, realmente no lo deseamos, porque nos aburre. Ni siquiera podemos imaginarnos un mundo en paz, porque paz significa el tedio de la mente, una mente que no puede estar callada, que no puede estar en reposo; una mente que necesita desplegar todos sus fantasmas, todos sus personajillos interiores, todo el zoológico mental, para sentirse viva.

Por eso la paz, la quietud es un estado aburridísimo para nosotros. Por eso Arjuna se desanima, porque en realidad está apegado a sus familiares del otro lado, del otro bando, porque en realidad no quiere matarlos. Porque en realidad no queremos que aparezca el cartel de "The End". Siempre necesitamos una nueva dosis de adrenalina para sentirnos vivos; siempre necesitamos una dosis de pasión y de acción para tentarnos la piel y creer que estamos aquí.

Por eso sólo un casi cero por ciento respecto de un casi cien por cien, se aventuran a enfrentarse a la batalla, y sin esperar recompensa alguna, sin esperar el fruto de sus actos, reciben la iluminación de la Verdad. Reciben el ciento por uno.

*

domingo, 3 de julio de 2011

111.- El Canto del Señor




Presento en este capítulo, el mensaje místico de uno de los textos antiguos más importantes de la Sabiduría Universal, de la Filosofía perenne, el Bhagavad Gita, o Canto del Señor, texto esencial del Hinduismo. Y así comienzo el abordaje de una serie de textos fundamentales para comprender cómo el mensaje de Dios es esencialmente único, universal, y cómo absolutamente ninguna de las religiones tradicionales puede erigirse en la única verdadera versus las demás, que son consideradas falsas. Lo de falso y verdadero sólo puede calificarse en la medida en que el mensaje encamine al alma humana hacia la unión con Dios o le disperse en chorradas varias. En este sentido, todas las religiones tienen aspectos verdaderos y aspectos decididamente falsos, porque todas contienen en sus entrañas el trigo de la Verdad, pero también la cizaña de la mentira. Jesús de Nazareth advierte de esto claramente, por lo que los cristianos no podemos rasgarnos las vestiduras por aceptar que también nosotros tenemos en el seno de nuestra religión cizaña incrustada. Es consustancial con toda obra humana, aunque en origen proceda de Dios mismo. La mera intervención de los seres humanos contamina todo a su paso, hasta lo más sagrado. ¡Qué se le va a hacer!

Introducción al Canto del Señor.

El texto del Gita está tomado de la Edición de Consuelo Martín, comentada por Shankara. Ed. Trotta, colección Paradigma, Madrid 2009, 6ª edición.

El Bhagavad Gita (El Canto del Señor), es un texto ancestral de 700 versos, que contiene la síntesis de la filosofía Veda, los principios del hinduismo.

La traducción a las lenguas occidentales de estos textos es bastante complicada. Escritos en sánscrito, el significado de muchas de las ideas no tienen un equivalente fácilmente traducible en lenguaje occidental, por lo que hay que proceder por analogías semánticas.

El trasfondo de la idea esencial que comienza en el Gita y termina en el Vedanta advaita (no dualidad), supone todo el proceso de maduración de la filosofía upanishádica (Upanishad), que se basa en la Unidad del Ser del hombre, con el Ser Absoluto; es decir, la unión, la fusión del atman (alma humana) con Brahman (Dios). Es una síntesis entre piedad y sabiduría.

En el hinduismo, los textos se diferencian en dos tipos, a saber, los textos tradicionales (Smriti) y los textos de la revelación (Sruti).

Los textos revelados del hinduismo constituyen las Upanishad; algo parecido a la Biblia judeocristiana. El Bhagavad Gita no está considerado formalmente un texto revelado, sino parte de una epopeya, el Mahabarata, y por tanto, incluido dentro de los textos tradicionales.

Las Upanishad constituyen 200 libros, la literatura sagrada del hinduismo. La tradición cree que son textos muy antiguos, de alrededor del año 3000 antes de Cristo. Los historiadores los ubican mucho después, en torno al siglo VI AC.

El Siglo VI AC fue una época espléndida en todos los sentidos. Es la fecha en la que se puede ubicar lo que se podría denominar la primera revolución filosófica mundial, donde las filosofías de Oriente y Occidente se encontraron, y personajes como Confucio, Lao Tse, Buda, Zoroastro, Sócrates o Herodoto, se dieron cita en este más o menos amplio segmento de tiempo. Frente a la religión oficial instaurada en todos estos reinos entre el Mediterráneo y el Extremo Oriente, donde las castas sacerdotales dominaban con mano de hierro las conciencias de las gentes, los filósofos, pensadores y digamos, teólogos de la época, desplegaron una filosofía revolucionaria, que provocó en el caso del Hinduismo la escisión en varias ramas, las fundamentales, el budismo y el jainismo. En el seno del Hinduismo, las Upanishad es la reacción mística a la escuela oficial de los brahmanes. Hasta entonces, los vedas eran politeístas. La doctrina Upanishad defiende la existencia de una única divinidad, como también era la doctrina judaica y zoroastriana.

Brahma se expresa, se manifiesta  bajo tres entidades, Brahma (el Creador), Vishnu (el conservador) y Shiva (el destructor). La salvación consiste en comprender que la realidad eterna es igual al atman, el alma de cada individuo.

Todo ser tiene su dharma, para lo que es creado. Es el concepto que está abordado en la entrada anterior "110.- El dharma y la sabiduría". La metafísica de las Upanishad, evolucionó hasta su forma más avanzada que es el Vedanta advaita (Vedanta significa últimos versos vedas, y advaita, no dualidad). El Vedanta corresponde a la época de Shankara, en el Siglo VI después de Cristo.

La escuela Advaita toma como textos canónicos 108 versos de las Upanishad, denominados "Canon Muktika".

Si los Upanishad son textos sagrados, basados en la revelación, el Gita es un texto tradicional, que forma parte de la epopeya  Mahabarata. Esta epopeya consta de 18 cantos o "parvas", un inmenso poema sobre la región de Bharata, y la lucha de los príncipes por gobernar el preciado reino de Hastinapura, junto al río Ganges. La enemistad entre los hijos de cada uno de los príncipes pretendientes al trono, acaba en una impresionante contienda, que da lugar a la epopeya, que contiene 200.000 versos.

El Bhagavad Gita es un Canto que está formado por los versos 25 a 42 del 6º libro del Mahabarata. No es un texto formalmente Smriti (revelación, que revela lo desconocido), pero de facto se le considera un texto sagrado, pues levanta el velo de la ignorancia. Se le ubica escrito también en el Siglo VI AC, por un narrador denominado Vyasa o el intérprete.

Los protagonistas del Mahabarata eran los Kshatriyas o casta real, emparentados con los dioses. Krishna, el Sabio, era un Kshatriya, no un brahman; por eso el Gita no forma parte de las Upanishad, pues estos libros están escritos por brahmanes. Pero de facto, dado el contenido místico que tiene, se le considera un Upanishad más.

Los Kshatriyas, estaban escindidos en dos bandos, los pandavas, entre los que se encuentra el guerrero Arjuna, y los descendientes del rey ciego Dhritarastra, los kurus. Así que el Mahabarata es la guerra entre los pandavas y los kurus, en su lucha por la conquista del trono de Hastanipura, codiciado por sus inmensas riquezas naturales.

La victoria vendrá de la mano de aquel que respete el dharma. Es la sentencia divina sobre la contienda.

Krishna, héroe de Dvaraka, tiene relación con los dos bandos, los kurus y los pandavas. Así que decide entregarle a los kurus, su ejército y a los pandavas, él mismo, que se une a sus filas, de modo que luchará del lado de Arjuna, el General de los ejércitos pandavas. La guerra, según el Mahabarata, se sitúa en el 3102 AC.

El Bhagavad Gita relata el diálogo mantenido entre Krishna y Arjuna, en los albores de la batalla, estando ya ambos en el carro de combate, listos para iniciar la contienda.

De repente Arjuna siente un profundo desánimo y decide no pelear, ante el estupor de sus tropas, los pandavas. Es en el carro de batalla donde Arjuna y Krishna sostienen el diálogo filosófico que relata el Bhagavad Gita. De esta narración, se deriva la devoción en el Hinduismo hacia Krishna, al que se le considera la manifestación de Vishnu, el avatar de Brahma, equivalente al Cristo de los cristianos. Se podría con ello asemejar el Baghavad Gita como el Evangelio del Hinduismo.

El texto del Gita comienza con la siguiente frase: "entonces, al ver el ejército de los pandavas" (I, 2), y en un momento dado, Arjuna proclama "Govinda, no voy a luchar". Y se quedó en silencio (II, 9).



Idea de Dios

Los diálogos que narra el Gita son una declaración sobre Dios y lo divino. Esta declaración se presenta en aproximaciones sucesivas, según el nivel de maduración del ser humano. Así, se da un primer nivel sensorial, para evolucionar hacia un nivel racional, posteriormente intuitivo y por fin, contemplativo. Según estos niveles, la objetivación de Dios varía según el sujeto. En cualquier caso, los niveles inferiores son pasos previos para llegar al final, que es la contemplación.

El ser humano parte siempre de una concepción dual de la existencia. "Yo" frente a lo demás. Esta es la primera dualidad, la derivada del simple hecho de adquirir una conciencia del "yo" frente a todo lo demás que existe, y que no soy yo. Y además, se añade la temporalidad, "yo" a lo largo del tiempo; fui, soy y seré, tres estadios que pueden ser diferentes en su esencia y en sus atributos. Así existió un "yo" joven que ya no es, existe un "yo" maduro ahora, y existirá previsiblemente un "yo" anciano, que aún no es. Y en cualquier caso, lo que existió, existe y existirá es un elaborado mental, no necesariamente cierto.

De igual forma que el hombre se imagina a sí mismo, se imagina a Dios, a imagen y semejanza suya. Dios es en principio un elaborado de la mente, que debe ser erradicado, vaciado de contenido, porque está basado en supuestos que nada tienen que ver con la Divina Realidad, porque cualquier creación del pensamiento, y Dios es una de ellas, sólo sirve para "andar por casa", para hacer un apaño temporal y circunstancial; un concepto envasado al vacío, un Océano pretendidamente encerrado en una botella. Es por eso que las teologías son sólo juegos de niños.

Sólo la intuición de un infinito inabarcable es lo que permite siquiera comenzar el camino de la Unión verdadera, de la "no dualidad".

En el Canto, Krishna personifica a Dios; es el avatar, el sabio en el que Dios se manifiesta al mundo. No actúa por sí mismo, sino a través de infundir a Arjuna el valor necesario para enfrentarse a su desafío.

Todo el proceso hacia la unión, hacia la "no dualidad", comienza con la lucha, entre "yo" y los de mi casa, entre yo y yo mismo (y todos los fantasmas y personajes que me pueblan) [Ver entrada 42.- Equipaje para este mundo].

En este sentido, las similitudes con las enseñanzas de Jesús de Nazareth son asombrosas:
34 «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. 35 Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; 36 y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. (Mt 10:36)

El segundo paso supone comprender la "Unión", la no dualidad como una realidad, aunque viole las supuestas leyes de la naturaleza y la evidencia que perciben nuestros sentidos y nuestra mente.

El tercer paso es la sabiduría del desapego, el yoga sapiencial del desapego, que culmina con el cuarto y definitivo paso, que es el "olvido de mi" y de "lo mío". Así Dios resulta ser, en palabras del Maestro Eckhart, "el fruto de la Nada".

Todo termina en la perfecta y brillante quietud del alma "el atman", establecida en lo Absoluto. Final de la búsqueda. Dios y el alma, una misma esencia, un mismo Ser. Krishna y Arjuna, Cristo y el ser humano, uno solo, un brillante esplendor, la buena gracia, la Eu-caristía. Todos los términos conducen a una misma Realidad "no dual". Es lo que tiene la Sabiduría perenne.


Los comentarios de Shankara.

La edición de Consuelo Martín, incorpora los comentarios de Shankara (788-820 DC) al Gita. Así, el libro va desgranando los versos del Gita intercalándolos con comentarios del sabio, lo que permite una mayor comprensión del texto original.

En este sentido, Shankara introduce tres sentencias, al hilo de la narración.

La primera sentencia es: "la vida centrada en el deseo esclaviza". El que desea lo que posee, al extremo de sufrir por su pérdida, en realidad no posee el objeto, sino que está poseído por él, pasando de ser dueño a esclavo.

La segunda sentencia : "el rechazo o la ambición son subjetivos", y no pueden ser percibidos por los demás, salvo por el comportamiento que inducen.

La tercera es que "nadie se libera de la acción por el simple hecho de abstenerse de obrar", por lo que la renuncia es carencia de deseos ante la acción, y no la simple inactividad. Por esto, nadie llega a la Libertad mediante un intento de la voluntad.

La liberación no es el resultado de un plan trazado hacia un objetivo final pensado por uno mismo. No es un acto de la voluntad, un "quiero liberarme" y "lo conseguí". Nadie consigue nada. Es un don gratuito que se recibe, donde tan sólo es necesaria una actitud, la disponibilidad a desprenderse de absolutamente todo.

Pero esto, dicho así, no parece que sea posible, ni siquiera adquirir esa disponibilidad a ser despojado de todo. Por ello, Shankara extrae del Canto tres etapas fundamentales en el caminar.

La primera etapa, expuesta en el Capítulo V, la renuncia a las obras, supone abrazar "la práctica religiosa, deseando un resultado". Es el estadio del común de las gentes durante toda su vida, y además el que está institucionalizado en el conjunto de religiones para el común de los fieles, la práctica religiosa. Es una etapa muy primitiva, pero hay que pasar por ella, con el único objetivo de superarla y dejarla atrás.

La segunda etapa es la dedicación a las obras de Dios (Capítulo XII.- el camino del amor divino). Con esta fase comienza la dura etapa del desapego.

La tercera etapa es la llegada al momento de firmeza en la Verdad, la disipación de la ignorancia.

Visto de otra forma, se podría hablar de tres sendas, que en realidad son una sola; la de las obras, la de la devoción y la de la Sabiduría. En terminología cristiana, hablaríamos de la fase ascética o purgativa (obras), la fase iluminativa (devoción) y la fase mística o unitiva (Sabiduría).

Según este triduo, el Baghavad Gita está dividido en tres secciones, la primera aborda el hombre como individualidad; la segunda aborda a Dios como Ser Universal y la tercera, la unión entre ambos, la "no dualidad".

A la senda de las obras (el hombre como individuo, la vía ascética), el Gita la denomina la senda del karma-yoga (karma significa acción, deber, actos condicionados, y yoga significa unión, la vía que conduce a la "no dualidad", a la unión con lo Absoluto). La senda del karma-yoga supone en esencia "la renuncia al fruto de las obras", el desprendimiento, quemar el deseo en el fuego de la Sabiduría. Las obras son acontecimientos que suceden en el tiempo; nacen y mueren en la temporalidad. Su valor depende de la intención. La acción requiere dejar de ser egoísta. Es la renuncia al beneficio propio, al fruto de la acción para uno mismo.

No cuentan las obras en sí mismas, sino el desapego al beneficio propio, que con ellas se puedan conseguir. Porque el egoísmo conduce a la separación, a lo mío frente a lo tuyo, a mantener la individualidad. Se trata por tanto de encontrar la "inacción" en la acción, o como reza una sentencia Tao, no hacer nada, para que nada quede sin hacer.

La senda de la devoción se denomina en el Canto el Bhakti-yoga (donde bhakti significa "devoción a Dios"). Es la vía realizadora del que valora los sentimientos. La vía del sentir es más sutil que la de la mera acción, pero es subjetiva. Arjuna entra en el bucle siento, pienso y en consecuencia, me comporto. Pero sólo la mente estable puede abrirse al amor, sin distorsiones reforzadoras. La estabilidad induce serenidad; y la contemplación de la Verdad es la causa de la estabilidad emocional.

Tránsito entre dos estados

En términos generales, la sabiduría perenne plantea la vida humana como en tránsito entre dos estados. En origen el hombre se sitúa en el estado de la individualidad, que separa, dando prioridad a lo propio frente a lo que no lo es, lo que es fuente de todos los males que padece el mundo desde sus orígenes. El objetivo final es alcanzar otro estado, el de la "no dualidad", aquel en el que, superadas las barreras del desconocimiento, los espejismos fabricados por nuestra capacidad sensitiva y racional, alcanzamos el estado de unicidad.

En latín y las lenguas derivadas, la partícula "est" o "st", está mayoritariamente incorporada a todas las palabras que significan quietud, no movimiento, permanencia. Así tenemos las palabras establecer, estado, estación, estable, estilo, estadio. El tránsito de un estado a otro supone una transformación, un proceso evolutivo, una etapa dinámica (dina: significa fuerza, la que se aplica para pasar de un estado a otro). Así, el camino, la senda, el proceso que ha de experimentar el atman, el alma humana para pasar del estado dual al estado no dual, es lo que se expresa en la Vida Interior, una experiencia de permanente transformación, donde nada es estable, porque está evolucionando, está avanzando, es dinámico.

En ese tránsito entre los dos estados, todo lo material ha de perder su valor temporal, para quedar centrada la atención del atman, en Dios. Esto obliga a dejar todas las cosas (deja todo lo que tienes y sígueme, le propuso Jesús al joven rico).

La tercera senda se denomina en el Canto como jñana-yoga, o la senda de la sabiduría (jñana significa sabiduría). Es el tercer camino y el más arduo. Se empieza a vivir cuando se vive la verdad descubierta, la unidad entre el alma y el amado.

Tres momentos para la Sabiduría

En el devenir del ser humano, la Sabiduría puede experimentarse en tres momentos, por así decir.

El primer momento es cuando se intuye la Verdad, se presiente, y uno empieza a darse cuenta de que lo que consideraba hasta entonces sabiduría, es simple aunque amplio conocimiento intelectual (que es lo que todo el mundo entiende, por otra parte). Pero esto no es la Sabiduría. Siempre se entiende que un sabio es alguien que sabe mucho sobre muchas cosas, cuando en realidad un sabio puede ser en el extremo un simple analfabeto. Es decir, cuando se intuye la Verdad, uno se da cuenta de hasta qué punto ha vivido toda su vida en el error, en la ignorancia. Cuando la Verdad se intuye tras la nube del desconocer, comienza a verse claro cuál es el camino. Hasta entonces, por mucho que te expliquen, por mucho que se lea, sólo se puede imaginar obtusamente de qué va el asunto.

La intuición de la Verdad, abre el camino hacia lo no manifestado, hacia lo místico, hacia un algo de verdad en la proclamación de "todos somos uno". Se intuye que posee algo de sentido. Se presiente que amar a Dios  sólo tiene un camino, amar a los demás, porque Dios está en los demás.

En un comentario de mi propia cosecha, y esto lo he expresado en la entrada 109.- Corpus, cuando te das cuenta de que además de estar Jesús en el sagrario, donde realmente está es en el corazón de cada ser humano con el que te cruzas por la calle, comienzas a darte cuenta de qué va eso de la Eu-caristía, y entonces comprendes que Dios no es "Algo allí arriba" (que también), sino la esencia vital de las personas, el elan vital de la gente de carne y hueso (que no sabe que Dios habita en ellos). Pero si intuyes esto, entonces el camino del amor de Dios queda expedito para expresarlo a través del amor a los demás. ¿Qué genera esto? Simplemente el derribo de las murallas de egoísmo que nos separan. Cuando ves al otro como un ser en el que Dios habita, igual que habita en ti, evidencias que no hay diferencias entre tú y el otro, que sois la misma esencia, el mismo Ser.

Aunque esto tan sólo se intuya, la persona habrá dado un paso decididamente de gigante en su peregrinar hacia el estado de no dualidad. Actuará o comenzará a actuar desinteresadamente, siempre que ese presentimiento de Unidad esté presente. Porque el amor sólo se puede vivir, si se vive o al menos se presiente la Unidad de los seres humanos en Dios. Esta actitud, esta vivencia es en sí misma expresión de la auténtica Sabiduría, pues se vive la Verdad como fe.

Sin embargo, en este estadio, se viven errores psicológicos, tales como el personalismo, o la creencia de que todo es un logro personal.

El segundo momento se denomina discernimiento (en sánscrito viveka). Es un proceso de sosiego de la mente, por la que ésta acepta pasar a un segundo plano, y así y el alma comienza a prepararse para la contemplación. El resultado de este proceso el una cada vez mayor "armonía" vital, un estado estable tanto mayor cuanto que el alma, con una mente que acepta ya su papel, empieza a experimentar el desapego; se empieza a poner a Dios en todo lo que se hace y en todo lo que sucede. Los conceptos de bien y mal se desdibujan al darse cuenta el atman, que son conceptos subjetivos y no reales.

Se comienza a dejar de buscar en las obras los afectos. Se deja de buscar la recompensa, el fruto de la acción, y así se entiende el sentido de la renuncia que deja de ser un sacrificio penitencial para purgar los pecados (en plan expiatorio), para verse como la consecuencia directa del amor.

Se comienza a intuir "lo que Es". Y esto es el comienzo de la contemplación. Es un giro de la mente sobre sí misma (metanoia), que llevado a la plenitud, sitúa al atman en el reino de la Sabiduría, donde la Unidad ya no se presiente, sino que se empieza a vivir plenamente.

El tercer momento es ya la no dualidad. Lo infinito no cabe en lo individual. Sucede como cuando el aire que contiene un globo, al estallar este, se mezcla con el aire que lo envuelve. El resultado es lo que denominamos la felicidad, que no es un sentimiento, sino un estado del Ser, el estado de no dualidad, el destino del ser humano. Esto no lo puede captar la mente, que ya ha quedado tan atrás, que sólo sirve exclusivamente para los asuntos domésticos. 

Hace falta el tercer ojo. En terminología de chakras esto hace referencia al sexto, el situado en la frente. Es el ojo contemplativo, el que ve más allá. En su momento entraremos en la descripción del cuerpo sutil.

Mientras la dualidad es una percepción plenamente racional, la no dualidad es exclusivamente espiritual, supra racional. Esto es lo que hace entre en el terreno de la Sabiduría.

La naturaleza es el campo de lo que es posible conocer, y la mente, como materia, sólo puede abarcar el ámbito de lo material.

La trama de la naturaleza está constituida por tres atributos o "gunas"; la armonía (satta), la pasión (raja) y la torpeza (tamas). Estas gunas atan el espíritu al cuerpo, y por ellas los seres se aferran a sus obras. Lo propio de la Sabiduría es ver en la existencia pasajera y cambiante lo inmutable. Por ello es sabio quien de la mano de la naturaleza aprende a discernir lo absoluto hasta identificarse con ello, pero sin acudir al elaborado mental de un dios personal.


De la libertad

El Baghavad Gita habla  de la acción justa, la acción liberadora y la renuncia, lo que Shankara asocia a la vía directa de la liberación.

El descubrimiento de la Verdad libera al alma de la actuación convencional. Krihsna le aconseja a Arjuna que abandone la práctica y los deberes, porque este es el camino de la liberación de todas las ataduras. Para Krishna no están instituidas las normas sociales ni religiosas, de igual forma que para Jesús de Nazareth, son casos idénticos en este sentido.

La libertad no implica ninguna conducta predeterminada, porque sólo existe una ley, el Amor. Pero sólo se alcanza la libertad cuando la persona se experimenta a sí misma no separada del Todo.

La unión con el Todo, la simboliza el Canto en el árbol sagrado, con las raíces hacia arriba y las ramas hundidas en la tierra. En su ansia de ascender, en palabras de Consuelo Martín, los sabios han cortado las ramas que les arrastraban a la manifestación, para permanecer firmes como un árbol abierto a los cielos infinitos. Hasta llegar al equilibrio de la mente iluminada por la revelación de la Verdad, la vida humana es un moverse por lar ramas.

La Verdad es siempre un misterio a pesar de su radiante claridad. Hasta que no es revelada plenamente, la Verdad es oscura, y requiere de la virtud de la fe a ciegas para recorrer el camino. Quien comprende esto, alcanza la Sabiduría, o mejor, la Sabiduría le es regalada, y con ella, culminan todas sus obras.

Arjuna nos representa a todos nosotros, a todo aquel ser humano con vocación sincera por comprender, por alcanzar la plenitud, el cual, ante el comienzo del gran combate contra los de su propia casa (los kurus, es decir, las pasiones, los vicios, los fantasmas y personajillos de nuestro cerebro, nuestro zoológico mental, son también familia suya), duda y se desanima. Pero la presencia de Krishna, el Ser divino, el avatar de Dios le imprime la fuerza y el valor para recorrer el camino hacia la perfecta y brillante quietud, la unión con el Absoliuto, la no dualidas, el advaita.

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