Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
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Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

domingo, 2 de octubre de 2011

120.- La Gran Unificación





 O cómo ver la vida de modo contemplativo, como vemos caer las hojas de los árboles. 
De cómo saber ver más allá de las cosas

Esta exposición requiere el esfuerzo de ver el escenario del pensamiento sobre la trascendencia del ser humano con una perspectiva global.
Sucede algo similar a la típica frase de que ver un solo árbol, impide contemplar todo el bosque; o alguien que no haya salido de su pueblo, no se puede siquiera imaginar cómo es el mundo en su conjunto.
Hecha esta advertencia, el planteamiento es el siguiente.





El ser humano, desde su naturaleza, es capaz de intuir la existencia de la Divinidad.
A lo largo de la Historia, han existido determinados personajes que han sabido “revelar” las verdades sobre la Divinidad. A la existencia, vida y mensaje de estos personajes históricos, les vamos a denominar “Fuentes de Revelación”.
Sobre estos personajes históricos y su mensaje, los que creyeron en ellos, desarrollaron los correspondientes sistemas religiosos que han desembocado en las diferentes religiones que se han establecido en el Planeta.
Como ejemplo inicial, apliquemos este planteamiento al mundo judeocristiano.



Los católicos somos fieles a una religión que es fruto del desarrollo doctrinal que los seguidores de Jesús de Nazareth han desplegado a lo largo de dos mil años de historia. Jesús de Nazareth, se presenta ante la Historia él mismo como el Hijo de Dios, como el Mesías, salvador del mundo. Nos da un mensaje que lo materializa en una vida de entrega total, hasta llegar incluso al sacrificio de la cruz. Jesús, el Cristo, es por tanto, Dios encarnado, el avatar.

El soporte de todo este planteamiento es la existencia de Dios, existencia que desde los libros del Antiguo Testamento se plasma como axioma indiscutible. Bien es cierto, que según lo describen los textos bíblicos, las actitudes de Yaveh Dios, son actitudes más bien humanas. Yaveh se enfada, es misericordioso, tiene compasión, pero a veces monta en cólera y envía castigos severísimos. Pero esto entra más en la forma de narrar las relaciones de dios con los hombres, a un pueblo en general inculto.

Pero en la base de todo, está la naturaleza humana, que se cuestiona sobre todo lo que existe, y sobre sí misma. Una naturaleza que no entiende la propia naturaleza de las cosas, y que ha de acudir a interpretaciones mitológicas, mágicas o sobrenaturales, para entender y aceptar tanto lo que siente como bueno, como lo que percibe y siente como malo o adverso. Una naturaleza que sufre y se alegra, que ríe y llora, que se ilusiona y desespera. Una naturaleza capaz de gestos heroicos y de las más bajas villanías. Una naturaleza sometida a fuerzas antagónicas que tiran en sentidos diametralmente opuestos, y que sólo en el equilibrio de esas fuerzas antagónicas, es capaz de encontrar la estabilidad y la paz. Una naturaleza, que finalmente, ha sabido, al menos empezar a comprender gracias a la Ciencia el mundo visible que le rodea, y gracias a la afectividad crear el arte, la cultura y en suma, la civilización, siempre entre la paz y la guerra.

Esta naturaleza humana, posee la capacidad necesaria y suficiente como para concebir algo asombroso; es capaz de concebirse a sí misma. Es capaz de crear con su pensamiento nada menos que el “yo”. Un “yo” frente a todo lo demás, hasta lograr afirmar “yo soy”, y así tomar conciencia de sí misma.

Este planteamiento es autocontenido en sí mismo, y responde a toda la visión espiritual del ser humano. Es a la conclusión que llega un doctrino en este caso del catolicismo. Y este planteamiento vale, si fuera éste el único planteamiento de estas características. Pero la verdad es otra bien distinta.




Sobre la base de la vida y mensaje de Jesús de Nazareth, el Cristianismo, a lo largo de la Historia no ha seguido una trayectoria uniforme, sino que tras sucesivos cismas, se ha fragmentado en diferentes ramas, en diferentes Iglesias, cada una con su doctrina, con sus principios, aunque todas ellas basadas en el Evangelio, más o menos. De esta forma, un mismo mensaje revelado por Dios a través de Jesús de Nazareth, es interpretado con matices lo suficientemente diferentes, como para forzar a una división interna múltiple. Un espectador externo se quedaría confuso a la hora de escoger cuáles de las interpretaciones es la verdadera, si acaso fuera que sólo una fuese la verdadera, versus las demás equivocadas.
Bien es cierto que a juzgar por el desarrollo histórico de las cosas, el tronco central ha sido el correspondiente a la visión católica del cristianismo, y que las demás son ramas disidentes de la doctrina primaria. Según esto, la versión verdadera sería la católica y las demás estarían equivocadas.
El que un cristiano pertenezca a la Iglesia católica, o a la ortodoxa, o a cualquiera de las iglesias protestantes, en principio es por razón de nacimiento, por el hecho de haber nacido en el seno de una familia cuyos padres fuesen de una determinada confesión, en una ciudad mayoritariamente de esa confesión, y/o en un país de similares características. Luego puede que una reflexión personal haya propiciado el cambio de confesión. Pero esto en principio es bastante raro. La excepción a esta rareza es América latina, en la que se está asistiendo a una fuga masiva de católicos hacia confesiones protestantes, fundamentalmente a la Iglesia evangélica.
Si dentro del universo cristiano, se asiste a esta multiplicidad de interpretaciones doctrinales, manteniéndose como única la fuente de revelación en Jesús de Nazareth, la cuestión sufre una explosiva multiplicación si nos alejamos aún más de una determinada fuente de revelación y multiplicamos las fuentes de revelación. Entonces tenemos el siguiente escenario.



Este panorama complica bastante la cuestión, dado que la fuente de la revelación se diversifica en diferentes avatares, que a su vez han dado como fruto religiones ramificadas, y por otra parte denominan a la divinidad con diferentes nombres, lo que en primera instancia insta a pensar que son diferentes, cuando en realidad es el mismo Dios denominado de diferente forma.
Sobre este desarrollo religioso, está el ser humano, que lógicamente no es homogéneo, sino que está diseminado en diferentes culturas y tradiciones, cada una de las cuales han dado origen a una concepción aparentemente diferente del mundo espiritual.




Es decir, las diferentes culturas y las diferentes tradiciones, tanto orales como escritas, han dado lugar a planteamientos diferentes en relación al mundo espiritual. Estos planteamientos son distintos en la forma, en las expresiones exotéricas, en las manifestaciones rituales, litúrgicas, ceremoniales, acorde con la idiosincrasia y con la particular historia de cada pueblo. Y también en el fondo, si por fondo entendemos las bases doctrinales de cada sistema religioso. Pero esto es sólo en primera aproximación.
Dicho esto, para un creyente de cualquier religión (nivel superior), este planteamiento resulta incomodísimo, porque, en principio, todas las religiones parten de la base de que la suya es la verdadera y las demás son falsas. Esto es especialmente aplicable al catolicismo y al islam, que bastante sangre han derramado y sufrimiento han provocado por esta manía de considerar a los demás infieles, a lo largo de la Historia.
Cuando una persona sólo conoce su religión y desconoce total o casi totalmente las demás, y tanto más cuanto que le dicen que sólo la suya es la verdadera, este planteamiento es absolutamente desconcertante, pues con él, la suya resulta ser una religión más de las muchas que existen.
Ante este planteamiento, es lícito plantearse si acaso lo que la Humanidad ha desarrollado en sus diferentes nichos ecológicos (civilizaciones, países, razas, culturas y tradiciones), no es otra cosa que diferentes interpretaciones de una misma realidad, realidad vista con el prisma, con las distintas gafas que aportan cada una de las civilizaciones, países, razas, culturas y tradiciones.
Ya los Vedas afirman al referirse a Dios, que “uno sólo existe, que los sabios llaman con diferentes nombres”.
Como he referido anteriormente, la adhesión a una determinada confesión religiosa no viene por decisión propia, sino por pura razón aleatoria de dónde hemos nacido, y en el contexto de qué civilización, país, raza, cultura, tradición y en concreto ámbito familiar hemos llegado a este mundo. De modo que un ferviente católico lo es por haber nacido en Italia o España, pero ese mismo sujeto, sería un ferviente hindú, de haber nacido en la India. Es decir, no ha sido decisión suya su fervor religioso hacia una determinada confesión, salvo que ya en la edad adulta, haya evolucionado y decidido cambiarse de bando. Es más, para los que acepten la reencarnación, cada uno de nosotros podemos haber sido en las diferentes vidas pasadas, hindúes en una, judíos en otra, bárbaros paganos en otra, ateos en otra, o piadosísimos católicos en otra. Brian Weiss así lo describe en sus libros.
La intuición de que todo este, llamémosle montaje semi intelectual, semi religioso, es fruto, como casi todo, de un elaborado de nuestro pensamiento, a lo largo de la Historia, hace que en un sector nada despreciable de la población, se asiente en el agnosticismo y el escepticismo frente a lo religioso, para al final llegar en el extremo al ateísmo, en el que nada hay que no pueda ser percibido con nuestros sentidos e interpretado por nuestra mente. Al ser la divinidad un elaborado de la Humanidad, no hay por qué aceptar su existencia desde un punto de vista objetivo.
Es decir, al final, todo es un imaginarium atribuible al modus operandi de la mentalidad de las diferentes culturas. No hay nada por encima.


La otra alternativa es la derivada de reconocer las diferentes religiones como interpretaciones desde diferentes perspectivas (las aportadas por las culturas y tradiciones), de una misma realidad. Esto nos lleva a reconocer que en todo este escenario religioso, existe un filtrado que es común a todas las interpretaciones, un factor común que unifica lo aparentemente disperso y dividido, lo que hace que el mundo esté dividido ante un mismo Dios.
Este planteamiento conduce entonces a comprender que Dios es uno, con diferentes nombres; pero también que la fuente de la revelación es una, con diferentes nombres. Es decir, que Jesús de Nazareth, Mahoma, Krisna, Buda, Lao Tse, aun siendo personajes diferentes en la Historia, son Uno en lo que respecta al Avatar de Dios, a Dios encarnado, tanto más, cuanto su mensaje es coincidente en lo relativo a la Verdad.
Esta afirmación es absolutamente rechazable y condenable para los cristianos, y sobre todo los católicos, para los que Jesús de Nazareth es el Cristo, el Mesías único. Y lo es para los musulmanes, para los que Mahoma es el auténtico profeta de Alá, y así sucesivamente, aunque Oriente no es tan fundamentalista como Occidente.
Por ello, este planteamiento no es admisible para ningún creyente de ninguna religión, con actitud de exclusividad. Es necesario un enfoque ecléctico, que nos separa necesariamente de cualquier planteamiento doctrinal de cualquiera de las religiones.
Y existen dos formas de alejarse de planteamientos doctrinales, una por la vía del escepticismo, concluyendo que todo es un modelo de una realidad no constatable, y otra desde un nuevo planteamiento filosófico, que es el que aporta la Filosofía perenne.
La Filosofía perenne es un concepto acuñado por Leibniz como término metafísico que reconoce una divina realidad en el mundo de las cosas, vidas y mentes. En el campo de la Psicología, se encuentra en el alma esa divina Realidad. Para la Ética, pone la última finalidad del hombre en el conocimiento de la Base inmanente y trascendente de todo ser. Esto supone aceptar que más allá de las cosas que son perceptibles por nuestros sentidos (e instrumentos de medida), existe una realidad que transciende la vida humana.
Si esto se acepta, entonces se comprende el caleidoscopio religioso como lo que es, toda una paleta de interpretaciones aparentemente diferente de una misma realidad.
El enfoque clásico que más se acerca a este planteamiento es la filosofía vedanta advaita, es decir, la filosofía no dual, última rama Veda del hinduismo, difundida por Shankara. Esta filosofía es la que más se aproxima a un planteamiento ecléctico de la vida espiritual. Y esta es la razón por la que la moderna metafísica, la está revitalizando y relanzando, como planteamiento integrador del misterioso mundo de lo trascendente.
Según este planteamiento, el escenario quedaría reducido a lo siguiente.




 

Existe una única realidad que denominamos CONSCIENCIA o DIVINA REALIDAD, en la que el ser humano participa en su misma esencia, pero existe una barrera que separa aparentemente al ser humano de sea divina realidad, que es la imagen que de sí mismo se ha forjado el ser humano, el “yo”, por el cual “yo soy” una entidad diferente, separada tanto de Dios, como de las demás criaturas del Universo.
Esto me confina en un mundo constituido por millones, miles de millones de seres humanos, cada cual con su  particulares intereses, con sus virtudes y sus defectos, y en permanente lucha competitiva por los recursos vitales y superfluos. Lo que nos hace seres enfrentados unos con otros. Y también me confina en una cápsula espiritual, el alma (atman), aparentemente separada de Dios.
Pero todo es un espejismo. El “yo” es un simple elaborado, útil para nuestra vida a bordo de este Planeta, pero nada más. Ni estamos separados de los demás, y mucho menos de la divina realidad, de la que participamos plenamente, tanto en esencia, como en manifestación.
Porque en realidad, todo es CONSCIENCIA, de la que los humanos formamos parte.

A partir de este hecho, cada teoría filosófica, cada religión, se lo monta a su manera, interpreta cosas, estructura sus modelos propios. Se contradicen entre sí. Yo tengo razón, tú no la tienes, yo estoy en lo cierto, tú estás equivocado. Unos piensan con el hemisferio cerebral izquierdo, otros con el derecho, otros con el hipocampo, y cada cual ve las cosas según su particular perspectiva. Y así, hasta los grandes pensadores se tiran los trastos a la cabeza unos a otros.

Creo, sinceramente que Jesús de Nazareth vino a este mundo a sentar las bases de la Gran Unificación.

... para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. (Jn 17, 21)

Pero parece que en sus planes no cabía otra que la creación de una estructura como la Iglesia católica, que adueñándose de la exclusiva, montara una religión más, de modo que sólo los católicos pueden ser uno con Dios. O este ha sido un error admisible, para que las cosas sucedan como han de suceder, dentro de la natural estulticia del ser humano, incapaz de comprender la unicidad de la Consciencia.

Cualquier planteamiento que se separe de la simplicidad de la Unidad es por principio un modelo imperfecto, y tanto más alejado de la Verdad, cuanto más complejo sea.

Porque la Verdad es simple, es Paz, es Luz, es Quietud, brillante y perfecta Quietud.

Esto sólo lo pueden ver con claridad los místicos, con independencia de la religión de la cual procedan, esa gente extraña y desconocida, a la que les es otrogado el don de la iluminación, acaso por estar abiertos a la simplicidad, y ver la vida de modo contemplativo, como vemos caer las hojas de los árboles, sin juzgar, sin interpretar nada, simplemente viendo más allá de las cosas, más allá de la multiplicidad, de la dualidad.

Esto no es una teoría filosófica, sino una actitud ante la vida, tan simple, como difícil para gentes tan complicadas como los seres humanos.

Dicho esto, y por el imperativo de tener que convivir con la comunidad a la que pertenecemos y a la que debemos amar, eso sí, sin escandalizar a "estos pequeñuelos", volvamos a compartir creencias, ritos y liturgias, cada cual la que corresponda con la de su comunidad, que al fin y al cabo, si las cosas son como son, es porque el mismo Dios, la propia Consciencia, tiene a bien y ve conveniente que así sea, al menos hasta ahora.

*

119,- La Verdad es Dios




Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús:
«Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» Le dice entonces Pilato: «Y...¿qué es la verdad?»
Juan 18, 37-38
Para un político, la verdad es su mayor enemigo, y por el contrario la mentira es su mayor aliado. Un político no puede ir con la verdad por delante, se lo comerían las otras alimañas de la política inmediatamente. No tendría carrera.
Sin embargo Jesús le responde que ha venido al mundo para dar testimonio de la Verdad.

La Verdad une, la mentira separa. (Consuelo Martín)
Gandhi y la Verdad

Afirmo que creo en la verdad desde mi infancia. La Verdad fue lo más natural para mí. En mi oración busqué y encontré la reveladora máxima: "la Verdad es Dios", en lugar de la habitual "Dios es la Verdad". Dicha máxima me permite ver a Dios cara a cara, por decirlo así. Siento que Él llena todas las fibras de mi ser.
- Harijan 9 de agosto de 1942, p.264



Siendo muy joven, me enseñaron a repetir lo que en las Escrituras hindúes se conoce como "los mil nombres de Dios". [Dios gusta llamarse al gusto de todos. Uno sólo existe, que los sabios denominan con diferentes nombres - Viejo proverbio Veda-]. Pero esos mil nombres no son en modo alguno exhaustivos. Nosotros creemos -y yo pienso que es verdad-, que Dios tiene tantos nombres como criaturas existen. Por eso también decimos que Él no tiene nombre. Y así como Dios tiene muchas formas, también consideramos que no tiene forma alguna; y del mismo modo que Dios nos habla a través de muchas lenguas, también consideramos que no habla en absoluto; y así sucesivamente. De hecho, cuando empecé a estudiar el islam, descubrí que también el islam tiene muchos nombres para llamar a Dios. Con los que dicen "Dios es Amor" yo digo también que Dios es Amor, pero desde lo más hondo de mi ser afirmo que aunque Dios es Amor, por encima de todo digo que "El Amor es Dios", pero sobre todo que Dios es la Verdad.
Pero hace dos años di un paso más y dije que "la Verdad es Dios". Hay una sutil distinción entre ambas afirmaciones: Dios es la Verdad y la Verdad es Dios. Llegué a esta conclusión después de una búsqueda incesante de la Verdad que empezó hace cincuenta años. Más tarde descubrí que lo que más nos acerca a la Verdad es el Amor. Pero también comprendí que la palabra "amor" tiene muchos significados y que el amor humano entendido como pasión, puede convertirse en algo degradante. También entendí que el Amor entendido como "no violencia", tenía pocos partidarios en el mundo. Pero nunca descubrí un doble sentido en relación con la verdad; ni siquiera los ateos ponen objeciones a la necesidad de poder ver la verdad. Sin embargo, en su pasión por descubrir la verdad, los ateos no dudan en negar la existencia misma de Dios - lo que es consecuencia lógica desde su punto de vista [creo en lo que veo]. De esta reflexión comprendí  que en lugar de decir "Dios es la Verdad", tengo que decir "la Verdad es Dios".
[...]Pero ¿qué es la Verdad?
Esta es una pregunta difícil, pero yo me la he respondido diciendo que es lo que la voz interior nos dice. Entonces -podríamos preguntar-, ¿cómo se explica que diferentes personas conciban verdades diferentes y hasta contrarias? Pues bien, si tenemos en cuenta que la mente humana opera a través de innumerables medios, y que la evolución de la mente humana no es la misma para todos, se sigue que lo que puede ser verdad para unos puede ser mentira para otros.
Cada cual tiene que percatarse de sus limitaciones antes de hablar de su Voz interior. Por eso nosotros creemos, basándonos en la experiencia, que quienes emprendan individualmente la búsqueda de la Verdad como Dios, tienen que hacer varios votos, como por ejemplo el voto de la verdad "la no maledicencia", la pureza, la pobreza de espíritu y la no violencia "no maleficencia".
Young India, 31 de diciembre de 1931. pp 427-428

Manifestaciones de la Verdad

Dios se manifiesta en el Amor y en la Verdad, que en esencia es lo mismo. La tradición cristiana tiene un canto precioso, el "ubi cháritas", que comienza con estos versos:
Donde hay caridad y amor
Ahí está Dios,
Congreguémonos en torno al Amor de Cristo...

Y como vemos, no es necesario estar adscrito a una confesión religiosa concreta para terminar viendo esto claro. Donde hay caridad y amor, ahí está Dios.
Una persona consagrada es aquella que dedica su vida a buscar la Verdad y derramar el Amor a los demás, una persona que, superando los corsés educativos con los que ha sido programado, acuerda consigo misma cuatro acuerdos:
El primero, la no maledicencia. Ser impecable en el hablar. Si o no, lo demás es excesivo.
El segundo es no tomar nada personalmente, de modo que quede lejos de ti emitir juicios de valor tendenciosos. No juzguéis y no seréis juzgados.
El tercero es no hacer suposiciones. No extrapolar consecuencias. Vivir el día a día, bástele a cada día su afán.
El cuarto, hacer siempre el máximo esfuerzo. Amaos los unos a los otros como yo os he amado. Que llegue la noche y nuestro remordimiento haya sido no haber amado lo suficiente.
Si nuestra vida se muestra así, seremos testigos de la Verdad, y el Amor de Dios se derramará a nuestro través a todo aquel que lo necesite.
Se acabó, caso cerrado.
Este es el mensaje que el Papa con sus palabras, dio en las Jornadas Mundiales de la Juventud, una invitación a la juventud mundial a que sea testigo de la Verdad.

Y esto lo entiende un niño. Esto lo han entendido los jóvenes, en torno a dos millones de personas congregadas en el aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid. No es difícil.
Ha sido una imagen estremecedora ver tamaña cantidad de jóvenes escuchando este tipo de mensajes del Santo Padre.
El mensaje de estos días no puede ser otro que el de siempre. Se le puede poner mayor o menor carga emotiva, pero no es otro que una invitación a seguir a Jesús, a colocarle en el centro de nuestras vidas, y dicho esto con unas u otras palabras.
El éxito de la JMJ no radica en la cantidad de jóvenes que han acudido, que ciertamente han desbordado todas las previsiones; ni depende de la organización, que ha resultado excelente, rayando en la perfección, al menos visto desde fuera. Tampoco ha residido en las palabras del Papa, que, como no podía ser de otra forma han sido las de siempre, palabras de ánimo para seguir a Cristo.

El éxito de la JMJ no se podrá comprobar en los próximos meses, cuando todo haya acabado. El éxito de la JMJ dependerá de sus frutos, de los dos millones de frutos que puedan producirse en los próximos años. Porque el éxito de la JMJ radica en el proceso que se pueda producir en el corazón, en lo más íntimo de todas y cada una de las personas que lo hayan vivido.

En este sentido, la JMJ no es sino una experiencia de choque, donde los mensajes están entremezclados con un ambiente propicio a las emociones fuertes, a la ternura espiritual, al deseo de dar la vida por Dios, por Cristo. Más o menos.

La cuestión, la pregunta, es qué quedará en el corazón de cada uno de los jóvenes cuando cada uno haya vuelto a su realidad, a la rutina diaria. Como siempre, los primeros días estarán flotando y sin poder aterrizar sobre la cotidianeidad de sus vidas, recordando cada momento. La cuestión será ver la calidad de los posos, de lo que quede tras el despertar de la resaca.

La cuestión es hasta qué punto el escenario, palabras del Papa incluidas, habrán sabido o podido tocar la fibra sensible de cada joven. Porque el resultado de la JMJ no se puede evaluar mediante estadísticas por muy espectaculares que resulten, en tercera persona del plural, "los jóvenes asistentes", sino en primera persona del singular, "yo", mi alma, mi ser, y cómo han sido removidas mis entrañas.

El fenómeno religioso en el ser humano, más allá de las manifestaciones exotéricas, litúrgicas, de culto, resulta ser un proceso esotérico, interior, íntimo. Lo he referido en anteriores entradas, como la décima, "porque tuve hambre". ¿De qué me sirve adorar al Santísimo en la custodia de Arce, si no le veo a Él en el corazón de cada ser humano con el que me cruzo, que es donde realmente habita?

La manifestación de la Verdad se produce en el corazón de cada uno de nosotros. Los impactos mediáticos están bien, es como sacudir violentamente un olivo, para que caigan las aceitunas. Y nadie duda que en este asunto, la Iglesia tiene oficio, pues viene haciéndolo de modo rutinario cada domingo en la Plaza de San Pedro, y "from time to time" en cada visita del Papa en su planetaria gira por el mundo. Pero la clave está en la capacidad que estos acontecimientos tengan para mostrar las sendas de la vida interior, que es en ellas donde se produce realmente el milagro de la conversión.

Manifestaciones de otra índole
Por lo demás, mi esperanza de apertura al mundo, a ofrecer compartir Paraíso con el resto de la Humanidad, no parece que esté en el programa de la Iglesia. La consagración de la juventud del mundo al Sagrado Corazón de Cristo es un gesto muy de agradecer, pero entiendo que esto lleva consigo la obligatoriedad del bautismo.

Todo sigue igual. La Iglesia sigue presentándose al mundo como la única vía de salvación.

Con calificarse esas jornadas de acontecimiento planetario, universal, sin embargo, ¿ha acudido algún joven cristiano no católico? ¿ha acudido algún joven no cristiano? ¿ha participado en ella algún escéptico con deseos de aclarar su mente y su corazón? ¿se ha invitado a la mesa del Papa a los publicanos y pecadores? ¿se han hecho risas y camaradería con ellos? Las manifestaciones laicas hablan de todo lo contrario.

Realmente ¿ha sido una jornada de la juventud, o una jornada mundial de la juventud católica? Incluso, aún más ¿no habrá sido una jornada mundial de la juventud católica simpatizante con el Papa?

En realidad es verdad que los dos millones de católicos de Cuatro Vientos representaban a la juventud del Papa, como ellos mismos se califican.

Aunque yo no soy monárquico, pero tampoco dejo de serlo, reconozco que el Rey es una figura que es capaz de reunir a simpatizantes de todos los partidos políticos (más o menos). Es decir, no creo que un socialista se encuentre a gusto en un mitin del partido conservador, ni viceversa. Sin embargo, ante una reunión con su Majestad el Rey, ambos, aunque se vieran de reojo, podrían acudir y escuchar.

¿Qué líder mundial, religioso o no, es capaz de convocar a personas de cualquier pueblo, etnia y religión?

La respuesta es "nadie". Nadie en este mundo es capaz de hacer que los lobos pasten con los corderos, que los católicos, musulmanes, hindúes y escépticos, se sienten juntos y puedan escucharle con atención. Nadie.

El Papa es capaz de congregar en torno a él a los católicos y no a todos, sino a los papistas. Esto no resta colorido y profundidad al acontecimiento vivido en aquellos días en Madrid.

Pero esto me lleva a derivar en algo que odio profundamente, y me lleva torturando toda mi vida, reconocer que si la verdad une, pero la mentira separa, el hecho de que ningún líder humano sea capaz de congregar a personas de distintas ascendencias religiosas, significa que la Humanidad sigue tristemente dividida por tendencias religiosas que enarbolan para sí la exclusiva de la Verdad. Esa actitud exclusivista encierra la semilla de la mentira, de alguna forma. Y no sirve ya esgrimir argumentos teológicos.

Esta es la razón por la que mi defensa de la existencia de una comunidad ecuménica de "todos los santos de Dios", más parece una entelequia, que una realidad. Y a pocos interesa este blog que justamente enarbola esta idea.

Pero el Maestro dijo que volvería por segunda y última vez, para decir, "venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer". No va a decir, "venid los católicos, porque habéis acertado, y al resto, que os den...".

Me pregunto si la Institución católica (curas, obispos y el Papa), se han enterado realmente y por completo a los cristianos que adoramos en el altar y reconocemos a Jesús como el Hijo de Dios, del mensaje que Él nos quiso transmitir, y parece que hemos interpretado a nuestro modo, en el sentido de exclusividad.

¿Realmente vino Jesús a fundar una nueva religión, tal y como la conocemos, con su cuerpo doctrinal y su organización, donde su líder se erige como el representante nada menos que de Dios en la Tierra? O simplemente vino a enseñarnos el Camino de Regreso a Casa y que cada grupo humano lo exprese como desee, siempre que sigamos sus pasos.

Esto, una nueva religión estructurada e institucionalizada, es lo que afirma la Iglesia católica que es a lo que vino Jesús, y este es el resultado, a día de hoy, y tras dos mil años, un escaso 15% de la Humanidad con alguna posibilidad de salvación. Si estoy equivocado, pido a alguien que lea este blog, que me lo explique. Hasta ahora ningún cura ha sido capaz de explicarme esto.

Jesús de Nazareth está fuera de toda duda, el Evangelio queda fuera de toda discusión, porque es en sí mismo Universal, y no puede ser que la Iglesia católica se crea con el derecho de ostentar en exclusiva el copyright y los derechos de autor del mensaje de Jesús.

Pero hay preguntas que siguen sin respuesta para todos aquellos que observan con escepticismo, no el mensaje de Jesús, sino las evoluciones de la organización católica, una organización, por ejemplo, absolutamente dominada en el Siglo XXI por hombres, donde el papel de la mujer es tan sólo de ayudantía.

Este fue el escenario de la misa en la catedral de Madrid, sólo para hombres. No había ni una sola mujer en el templo repleto con seis mil sacerdotes y seminaristas. No les estaba permitido a las mujeres asistir, no son dignas del sacerdocio. Será por lo del pecado de Eva, supongo y ser consideradas por Dios y por la Iglesia las causantes de todos los males de la Humanidad por lo de la puñetera manzana.
Ni siquiera la santidad se escapa de esa subordinación de la mujer al hombre. De cien santos del santoral católico, el 80% son hombres y tan sólo el 20% mujeres. Y por supuesto, casi el 100% son consagrados a la vida sacerdotal o religiosa, y tan sólo algún despistado que se haya colado de rondón, es seglar o laico.

En medio de las virtudes del evento, no es difícil encontrar estas cosas que te chirrían, y que te devuelven a los fantasmas de la infancia y a las cuestiones que nos soliviantan a los que tenemos la puñetera manía de pensar.

¿Donde está la Verdad? ¿Dónde está Dios?

Pero todo está bien. Esta sucediendo lo que ha de ser.

*