Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
Y para navegar por las entradas de la página principal, vete mejos a la página "Índice", porque así encontrarás las entradas por orden de incorporación al blog.

Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

martes, 25 de diciembre de 2012

163.- Algo maravilloso está sucediendo




A los que vivimos nuestra vida dejándonos llevar por la Providencia, o al menos intentándolo, pero nuestra formación, tanto científica como religiosa, nos dificulta grandemente salirnos de la racionalidad científica como de la ortodoxia doctrinal, lo que voy a comentar a continuación cuesta bastante trabajo creerlo, tanto desde la racionalidad científica como desde el adoctrinamiento.

El hecho es el siguiente. Lo que expresé en la anterior entrada “algo maravilloso está a punto de ocurrir”, es lo que ahora expreso como “algo maravilloso está sucediendo ya”.

Voy a tratar de explicarme.

Problemas y misterios

La vida plantea continuamente problemas y misterios. Los problemas los hemos de resolver cada uno de nosotros con los recursos intelectuales que Dios nos ha dado. Los misterios hay que vivirlos, hay que experimentarlos (o experienciarlos), porque el ser humano no es capaz ni de entenderlos ni de poderlos resolver.

Según nos haya ido en la vida, según el éxito que podamos haber tenido, podemos llegar a creer que somos capaces de resolver todos los acertijos de nuestra existencia. Y aunque ante los demás nos las demos de tipos listos, nuestra almohada, nuestra mejor amiga y confidente, sabe que de eso nada; que a medida que pasan los años, nos vemos con más experiencia vital y por eso mismo, con cada vez menos capacidad para comprender la razón de toda la sinrazón que nos envuelve. Así que, a menos que nos empeñemos en secarnos el seso a fuerza de discursos, como hacía Don Quijote, y así terminó nuestro caballero, luchando contra molinos, la realidad nos obliga a empezar a reconocer, con nuestras sienes ya nevadas, que los problemas, todos los problemas que nos empeñamos en resolver, no son sino las puntas de un inmenso iceberg que constituye el misterio de la Vida con mayúsculas.

Y es que con los años, uno se empieza a dar cuenta de que todo lo claro que se tenían las cosas a los veinte, todo lo confuso que terminan estando a los sesenta. Y el problema radica en que si pretendemos comportando “como sí” pudiéramos o supiéramos resolver los acertijos de la vida (como por ejemplo, el por qué de la actual crisis económica, o si Dios existe o pudiera no existir, que para el caso es un empeño igualmente estúpido), lo único que conseguimos es montarnos una película de ficción que lo único que persigue en el fondo es que nos lleguemos a creer que “comprendemos” las cosas, de la misma forma que un niño “comprende” su infantil universo, a modo de comic. Pero eso a la realidad le resbala absolutamente, aunque  nosotros nos quedemos cargaditos de razón, creyéndonos que el mundo es tal y como le vemos y comprendemos nosotros. Eso al menos tranquiliza nuestro ego, nuestro pequeño “yo” y nos sentimos valiosos y con un fuerte subidón de autoestima, que sirve sólo de puertas para fuera, porque ante nuestra almohada, esa fábrica realmente carece de valor. Porque realmente sólo los necios, los idiotas tienen la osadía de creer saber de qué va esto de la vida. Porque sólo los necios, los idiotas, como diría Bernard Shaw, son capaces de quejarse continuamente porque el mundo no les hace felices.

La nube del desconocer es una constante en la vida humana, como lo es la constante de gravitación universal. Cuando creemos dominar un tema, siempre surge una nueva cuestión que nubla la claridad de ideas que creíamos haber logrado. Cuando la física clásica de Newton creía haber alcanzado el máximo conocimiento de los fenómenos naturales, y hasta nos ha permitido llegar a la Luna y más allá, viene Max Planck y plantea el problemas de los cuantos de energía. Y cuando esto se creía comprender, viene la nueva física teórica con cosas similares como la teoría de cuerdas, la Teoría “M” y demás, y nos vuelve a poner en tela de juicio los fundamentos más firmes de lo que creíamos era la Física, para sugerirnos que la Ciencia y el Tao no distan mucho la una del otro, como por otra parte, no puede ser de otra forma.

Y así con todo, en realidad, en la vida hay más misterios que problemas, o dicho de otra forma, los problemas es lo que podríamos denominar como la superficialidad de los misterios.
El que sólo acepta la existencia de los problemas, pero rechaza el misterio, termina viviendo en una desazón continua, porque para conseguir la ansiada paz necesita desesperadamente tener todo bajo su control, entenderlo todo, aunque no pueda corregir los errores; pero al menos comprender. El ser humano necesita desesperadamente comprender. Cuando en un alarde de sinceridad consigo mismo, acepta que eso es un imposible, se ve enfrentado directamente ante el Misterio, un misterio que le produce pavor, porque es cuando realmente toma conciencia de quién es, y de la exigua capacidad de comprensión que la mente humana posee ante el Misterio con mayúscula. Pero como le sucedió a Job, sólo cuando aceptó el Misterio que subyacía tras sus desgracias, supo encontrar la paz de espíritu al aceptar la Divina Providencia.

Los humanos somos muy dados a estructurarnos, a formular modelos de realidad que nos permitan comprender. Es esencial para nuestra supervivencia. Si no nos metemos en demasiadas profundidades, nuestro pequeño mundo se puede definir y configurar en torno a los problemas de la vida diaria. Esto lo podemos abordar desde las capacidades de nuestro yo pequeño, de los recursos mentales, y sí que es verdad que si somos personas razonablemente sensatas, podemos ir saliendo del paso de la vida con relativa dignidad. Pero esto sólo vale en lo relativo al desempeño de nuestro trabajo, de nuestra vida conyugal y familiar (lo que en no pocas ocasiones se podría considerar un éxito), de nuestra declaración de la renta y de qué haremos las próximas vacaciones. Pero poco más. Porque si ampliamos el espectro de problemas a, por ejemplo, lo social, lo que podamos pensar, no pasa de ser una mera opinión, que se puede traducir en decisiones con cierta capacidad de influencia dependiendo de nuestro rol en el juego. Si no, es sólo toreo de salón.

Si nos colocan, las menos veces por méritos propios y las más por intrigas de palacio, el bastón de mando de todo buen político, entonces nuestro superego se pone manos a la obra en hacer y deshacer, atar y desatar (algunos hasta están convencidos de que tienen capacidad de atar y desatar así en la tierra como en el cielo) y en gestionar o manipular vidas, haciendas y conciencias, para tratar de conseguir doblegar la realidad a nuestros deseos. Esto a veces se consigue, y salvo honrosas excepciones, el resultado de esta manipulación, por no llamarla "mamoneo", se llama “corrupción”, en la medida en que el interés personal prima sobre el colectivo, que es, justamente, cuando el buen trigo se convierte en cizaña.

Pero con todo, al final, igual que todos tenemos que mear y tenemos que comer, también todos tenemos que enfrentarnos a nuestra almohada, que como el algodón nunca engaña, y nos termina cantando las cuarenta sobre todos nuestros autoengaños; eso sí, sin que nadie se entere, que nadie puede saber que no sabemos a penas nada ni sobre la vida ni sobre nosotros mismos. 

Normas, leyes, teorías, estatutos, modelos de realidad, dogmas, creencias, reglamentos, estrategias y demás inventos para reducir la vida a problemas que resolver, sólo consiguen encorsetar nuestra mente y nuestro espíritu en un corpiño que apenas nos permite respirar. Es lo más que da de sí nuestro estado de vigilia, en el que creemos ser capaces de todo lo que se nos ponga por delante. Hay hasta algunos que se creen capaces de alcanzar por sí mismos  la santidad, la iluminación o la transpersonalización y demás quimeras para la mente, aunque no para el corazón.

Estados de conciencia

En principio existen tres estados de la conciencia (lo más parecido a nosotros mismos), el sueño, la vigilia y la contemplación. En el sueño, nuestro yo nos deja en paz durante algunas horas, de modo que hasta podemos descansar de nosotros mismos; gran éxito este. En la vigilia, nuestro yo toma el mando y nos zarandea por donde a él le da la gana, nos hace creer que somos él, y nos da una soberana paliza de reflexiones, pensamientos y demás artilugios intelectuales, que nos deja agotados al ponerse el sol, después de todo un día de trajín. A nuestro yo en su estado natural de vigilia, los misterios son un incordio de tal calibre que trata por todo los medios de negar su existencia, o de dejarlos reducidos a fantasías, a chorradas, a cosas sin fundamento y por tanto sin ningún interés.
En relación al sueño, el Vedanta Advaita diferencia el sueño profundo –sin ensoñaciones sushupti-, del sueño normal –con ensoñaciones svapna-. A la vigilia la llaman jagrat. Según el texto de la mandukya upanishad, mientras dormimos y soñamos (svapna) la conciencia muestra un estado que comporta un universo perfectamente válido dentro de su propio marco de espacio y tiempo. Mientras dormimos y no soñamos (sushupti) se pone de manifiesto un estado de conciencia muy distinto; las experiencias sensoriales y las imágenes mentales carecen de contenido específico, se detiene la actividad de representación de la conciencia cognoscitiva (chitta) y se impone una especie de paz de las profundidades que caracteriza la conciencia pura (Chit) sin conocimiento de lo particular, pero plenamente consciente en Sí Misma.

La contemplación es otra cosa. Si se considera el sueño un solo estado, sería la contemplación, el tercero; si no, sería un cuarto estado de la conciencia (turiya según el Vedanta). En cualquier caso, la contemplación es un estado de la conciencia en el que nuestro yo pasa a un segundo plano, pero sin caer en el sueño, sino en un estado de plena consciencia, de lucidez, donde los misterios rechazados y despreciados por la vigilia, pasan a ser la manifestación de la Realidad con mayúscula. Es un estado más profundo que el sueño profundo, y más despierto a la vez que la vigilia.

Se trata de un estado de conciencia pura; de conocimiento sin conciencia de nada particular, pero plenamente consciente en Sí. Es conocimiento que no particulariza. La contemplación es la condición natural del alma humana (el âtman de los orientales), que en él se hace evidente a Sí Mismo como conciencia pura sin la participación de la conciencia cognoscitiva, de la mente.

Parece ser, que este estado contemplativo, o de cuarto nivel, sería como vibrar en una cuarta dimensión, siendo lo normal de cualquier ser humano, vivir vibrando en tres dimensiones (no sé si esto lo refieren los entendidos a las tres dimensiones del espacio, o a los tres estados normales de conciencia, sueños ligero, profundo y vigilia, porque últimamente se leen muchas cosas al respecto; los psicólogos deben saber bastante más que yo de esto).

Sea como fuere, lo que queda fuera de toda duda es que el estado contemplativo, descrito por los místicos de todas las épocas, es un estado espiritual de percepción de la Realidad, más allá de las cosas, más allá del holograma que resulta ser el mundo en que vivimos, donde todo es verdad, pero nada es Real, porque la Realidad está en otro plano de la consciencia, que supera la mente humana, tal y como la conocemos y empleamos en la vida diaria, en nuestro confinador.

Todo esto se los estados de la conciencia se puede estudiar desde lo psicológico, incluso con instrumental neurofisiológico para captar las ondas alfa, beta, delta y zeta del cerebro, pero esto nos volvería a encorsetar la Realidad como problema a investigar y resolver. En este sentido, hay mogollón de estudios sesudísimos, y me imagino que las revistas científicas se deben haber puestos las botas de artículos de muy alto nivel intelectual. Pero es como buscar a Dios entre las neuronas de la mente, y la lucidez entre las descargas de Acetilcolina de las sinapsis neuronales. Dejemos esto para quien quiera entretenerse en estas menudencias.

El Misterio

Volvamos al Misterio. El Misterio sólo es capaz de ser vivido y experimentado desde la contemplación o cuarto nivel de la conciencia. La mente no sirve, sino sólo para liarla parda y tratar de reducirlo a disquisiciones teológicas como las que se montaba el bueno de Santo Tomás de Aquino, que escribió la Summa Theológica de siete mil páginas (o más), hasta que alcanzó el estado de lucidez, de contemplación; y a partir de ese momento dejó de escribir, porque le resultaría una soberana gilipollez seguir gastando tinta y papel en algo que sólo se puede experimentar, pero nunca explicar.

Esta contradicción de tratar de explicar con teologías la fe, ha dado de comer a muchos eruditos y espabilatis, tantos como a pobres incautos ha confundido.

Pongamos un ejemplo. “Cristo vino a este mundo (en estas fechas de Navidad), y padeció por nosotros, para redimirnos de nuestros pecados”. Pero ¿qué necesidad -se preguntará una mente normal- tendría el pobre de padecer una muerte de cruz para que tú y yo seamos redimidos de nuestros pecados, que además, de poco nos va a servir si morimos en estado de presunto pecado mortal por haberle visto con ojos libidinosos el canalillo a una chavala, o el paquete a un chaval de buen ver? Y a Él, caro e inútil le ha salido el esfuerzo si a pesar de habernos redimido, nosotros insistimos en pecar. Total, un lio gigantesco que no hay quien lo entienda. Pero es lo que sostiene y repite una y otra vez la Iglesia para explicar este asunto del Credo católico. Un misterio para el alma (o galimatías de aseveraciones doctrinales incomprensible para la mente).

Y como este misterio, las religiones (en especial la católica) están llenitas de estos galimatías intelectuales, que es en lo que convertimos los misterios cuando tratamos de entenderlos.

Resulta un dramático error insistir en la intelectualización teológica y catequética de la Fe, cuando lo único que se nos pide desde la Divinidad es que seamos capaces de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado.

El Misterio nos enfrenta directamente con la Realidad de Dios, sin argumentos racionales, ni psicológicos, ni filosóficos ni teológicos. El Misterio no se basa en dogmas, en principios, en fundamentos. El Misterio simplemente “es”. No hay que pensar nada. No hay que razonar nada, sólo contemplar, sólo proclamar como María “hágase en mí”, y basta.

Si el alma es capaz de balbucear sin comprender, estas palabras, habrá despertado a la Mística, la Realidad donde el Misterio es y se manifiesta. Y es desde ahí, donde el alma puede comenzar el camino de la Fe, negándole a la mente la facultad de comprender lo que no puede, ni de explicar lo que tampoco puede. Mientras tanto, a uno sólo le queda conformarse con las prácticas religiosas (las correspondientes a su credo), a ver si le cae alguna migaja de lucidez.

Algo maravilloso está sucediendo

Vibrando en tercera dimensión, lo que ha sucedido es que Jesús ha nacido en Belén, razón y origen de la Navidad (aunque ahora sólo quede como reclamo publicitario para incitar a las gentes el espíritu navideño, que es aquel que nos tienta a ir a los grandes almacenes para gastarnos la paga extra…, los que la hayan cobrado, y así lograr cubrir los objetivos de la campaña comercial).

Luego los curas nos lo recuerdan comentando el Evangelio de San Lucas, y demás. Recordamos lo que sucedió hace dos mil años, comemos con la familia, y tras el obligado (y en no pocas ocasiones incómodo encuentro), el día 26, nos disolvemos para volver a nuestros asuntos.

Y sin embargo, algo maravilloso ha empezado a suceder, algo que sólo puede percibirse si se vive, o se está dispuesto a vivir en estado contemplativo.

Que acaba de empezar a suceder es cierto, que sólo unos pocos se están dando cuenta, mientras la inmensa mayoría vive la Navidad como siempre, también es cierto. Pero esto no resta importancia al acontecimiento.

A los pastores se les aparecieron los ángeles. Eran gente sencilla, sin apegos, sin estudios, sin criterios predefinidos, que fliparon en colores al ver aquella aparición. Si a nosotros se nos aparecieran los ángeles, nos restregaríamos los ojos, y diríamos, es imposible, y no haríamos caso al hecho. Porque nuestra forma de neutralizar los misterios es transformarlos en problemas; y si un problema impresiona de irresoluble, lo convertimos en mitología, es decir, en algo falso, y a otra cosa.

Lo maravilloso que ha sucedido, que ha comenzado a suceder, no es que Jesús haya nacido en un pesebre. Eso ya sucedió hace muchos años. Lo auténticamente maravilloso es que ese nacimiento, ya no es el de Jesús de Nazareth (aunque siga en nuestro recuerdo y lo celebremos), sino nuestro re-nacimiento, el de cada uno de nosotros, es decir, Jesús en nosotros.

Al hilo del 21 de diciembre, personajes como Emilio Carrillo, cuyo blog ya he mencionado en la entrada 161, nos explica cómo algo maravilloso está sucediendo, más allá de nuestros sentidos, en las profundidades de la materia y del espíritu. Vuelvo a recomendar ver estos dos videos “Yo soy y nueva humanidad”:



 Son largos, pero me parece una lección magistral sobre lo que está sucediendo. El único problema es que el proceso de metamorfosis de la Tierra, de nuestra madre Tierra, junto con el resto del Universo, el comienzo de un nuevo ciclo (según los mayas) y demás cosas que se cuentan estos videos, resulta cuando menos difícil de comprender para mentes racionales, porque no son problemas para comprender, sino un misterio que hemos de vivir. Lo digo por experiencia propia. A mi mentalidad científica le repele muchas de las cosas que Emilio Carrillo expresa en estas conferencias, pero algo dentro de mí me dice, me recomienda que no me lo tome a guasa; entre otras cosas, porque quitando lo del alineamiento de los astros (en un sentido no literal físico), lo demás está ya perfectamente explicado por Sta. Teresa de Jesús en las Moradas y por San Juan de la Cruz en la Noche Oscura, o por Rumi, o por Lao Tse, o por Sankara; es decir, es el camino de perfección descrito por la mística de todos los tiempos, por la filosofía perenne.

Es decir, lo maravilloso que está sucediendo es que las Puertas del Paraíso están abiertas , que se nos ofrece como nunca antes se nos ha ofrecido, las Puertas del Cielo, que una Nueva Humanidad está empezando a nacer, que con ello, la sangre de Cristo derramada tiene sentido, que su sangre es el precio de nuestra felicidad. En realidad las Puertas del Cielo han estado abiertas siempre, pero ahora lo están de un modo más evidente, para quien quiera aceptar el desafío.

Y lo fundamental, que hay ya mucha, muchísima gente que desea salir de la cárcel de este mundo, del confinador en que se nos ha obligado a vivir para ser manipulados, para hacernos creer que esto es lo que hay, y que a lo máximo que podemos aspirar es a clamar porque mejoren nuestras condiciones carcelarias, como diría Tony de Melo.

La marcha de Todos los Santos de Dios ha comenzado. 

Y para unirnos a esa marcha, sólo tenemos que hacer una cosa, dar todo lo que tenemos a los pobres, tomar nuestra cruz, entrar por la puerta estrecha y seguirle, dejándole que nos guíe por cañadas oscuras; que para eso vino al mundo hace veinte siglos, y para eso vuelve a nacer hoy en cada uno de nosotros. 

Feliz Navidad.









jueves, 20 de diciembre de 2012

162.- Algo maravilloso está a punto de ocurrir




Navidad 2012
Justo antes de que Júpiter encendiera su recién creado horno estelar, con la nave Leonov ya a una distancia segura, Bowman regresa a la Discovery para darle una última orden a HAL: la transmisión de un mensaje a la Tierra. El mensaje dice: "TODOS ESTOS MUNDOS SON PARA VOSOTROS, EXCEPTO EUROPA. NO INTENTÉIS ATERRIZAR ALLÍ".
(Arthur C. Clark. 2010 Odisea 2)
16 Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.» (Gen 2, 16-17)

Lo de feliz Navidad y próspero año nuevo es la frase tipo, estándar, protocolaria, que se envuelve como un caramelo en un celofán de Santa Claus o de portal de Belén, según gustos y preferencias del personal.
Queda mono, y además uno queda bien.
Pero los que nos conocéis, sabéis que solemos ser en este sentido bastante heterodoxos. Así que este año no queremos que sea menos, a riesgo de parecer insufribles para los amantes de la superficialidad.
En estos días, la peña está bastante revoleada con eso del 21 de diciembre, no sea que sea verdad lo de las profecías mayas. Aunque nunca se sabe, no parece que esté previsto ningún cataclismo geológico, ni el Big One, ni el estallido de Yellowstone, ni que un pedrusco celeste vaya a impactar con la Tierra. Así que por esa parte, tranquilos, que no se prevé ningún acontecimiento  medioambiental ni cataclísmico ni fuera de lo normal, en principio... aunque nunca se sabe.
Pero si uno bucea por Internet, hay mogollón de páginas que, contradiciéndose unas a otras, hablan de la curiosa profecía desde múltiples puntos de vista, hasta que nos visitarán los marcianos… Gilipolleces!
Pero una de las mejores reflexiones que han salido por ahí, en ningún caso apocalíptica, presenta el siguiente escenario:
 la Humanidad se enfrenta a un nuevo nacimiento.  
¿El enésimo nacimiento de Jesús en el portal de Belén, devaluado encima por el ERE impuesto de Benedicto XVI?... que menuda coña se ha armado con lo del burro y el buey… sin queriendo…
Pero ahora sin coña, ni deseando parecer neoeristas para los muy católicos, os quisieramos compartir lo siguiente; metidos y encorsetados como estamos dentro de un útero a modo de “mátrix” (como la peli), donde todo es verdad, pero nada es real, la Divina Providencia nos sugiere la posibilidad de “nacer” (nacer significa “no-hacer”). Porque para “nacer” sólo hace falta decir “sí”, “hágase en mí según tu palabra”. Pero para esto, hace falta ser como Neo (el de la peli), que se malicia que algo falla en esta aparente realidad. 
Puede que esta Navidad, para aquel que se lo plantee, pueda ser realmente diferente, y sin ánimo de parecer Zen. Os propondríamos unos días de recogimiento entre el 21 y el 25, a ver si realmente pudiésemos vernos como el feto de la fotografía aadjunta a este correo, dispuestos a nacer, a salir del útero que nos oprime (y nos da la vida que vivimos), y arriesgarnos a lo desconocido, a dejarnos arrastrar hacia el Océano de Dios, en vez de clamar por mejorar nuestras condiciones carcelarias, las de aquí abajo (sueldo, impuestos, trabajo, pensiones, etc). Porque sin tomarnos a coña lo del 21 de diciembre de 2012, ni pensar que esto es cosa de los “sin-dioses” de la New Age, podría tener algo de trasfondo de verdad, una segunda oportunidad que nos ofrece la Providencia para toda la Humanidad (y al decir toda, es toda, y esto va para los que pretenden poseer la exclusiva del Reino de los Cielos). Al fin y al cabo es lo que le propuso Jesús a Nicodemo.

1Entre los fariseos había un personaje judío llamado Nicodemo. Este fue de noche a ver a Jesús y le dijo: 2Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él. 3Jesús le contestó: En verdad te digo que nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba. (Jn 3,1-3)

Y es que esta navidad, podría ser una invitación a la quietud, al silencio interior. Dicen que habrá entre los días 21 a 25 varios días de oscuridad. Todos los necios piensan en que el sol simplemente se apagará, como quien apaga una bombilla y luego la enciende. Lógicamente nada de esto sucederá (eso son supercherías de los ateos, pensarán los muy católicos), pero si puede que sea un mensaje de la Providencia; tal como este, y para aquel que separ decir "sí", como proclamamos en Oasis:

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
(San Juan de la Cruz, Noche Oscura)

Una invitación a toda la Humanidad para poder vivir los elegidos (aquellos que la acepten),  desde la lucidez, a partir de ahora, en el ojo del huracán, donde reina la paz (interior) en medio de la tormenta (exterior). ¡Porque la que se avecina va a ser tela marinera!

29 Os digo, pues, hermanos: El tiempo es corto. Por tanto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen. 30 Los que lloran, como si no llorasen. Los que están alegres, como si no lo estuviesen. Los que compran, como si no poseyesen. 31 Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa. (1Cor 7, 29-31)

Tras treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta o setenta navidades que hayamos podido vivir cada uno (según nuestra edad), a veces, sólo a veces, la cosa se sale de lo convencional, y sucede en el hondón del ser algo que transforma. Puede que a alguno le toque, aunque para la generalidad, esta será una navidad como otras tantas, eso sí, con más apreturas económicas, con mortadela en vez de jamón, y con gaseosa y vino, en vez de cava. Es lo que toca.
Feliz Navidad, amigos.
Y como dijo Aquel, “el que tenga oídos, que oiga”.

domingo, 16 de diciembre de 2012

161.- Vivir en el ojo del huracán


16 de diciembre de 2012.



Queridos amigos, que alguna vez habéis entrado en este blog, o aquellos que por casualidad, o buscando algo indefinido, os habéis topado por primera vez con él.
Por la relación de entradas que he registrado, comprobaréis que desde mayo de este año, en que inserté la entrada 160, sobre el problemón tremendo que tiene la Iglesia católica en sus propias entrañas, no he vuelto a colocar nada más. No ha sido un cierre del blog, tan sólo que simplemente no me veía con argumentos para seguir adelante contando, o expresando, lo que pudiera ser de interés para terceros en este devenir tan ajetreado de nuestra vida, en el escenario actual, en el que parece como si todo se estuviera desvaneciendo.
Soy plenamente consciente de que, exceptuando algunos pocos afortunados que en la actualidad disfruten de holgura económica, el resto de los mortales las estamos pasando canutas, gracias a la ambición infinita de unos pocos, que pretenden acaparar para sí, y no acierto a entender para qué (bueno, sí lo sé, lo que pasa es que me cuesta muchísimo dar credibilidad a mis sospechas), toda la riqueza de este castigado Planeta.
Tras este parón de seis meses, y teniendo en cuenta que dentro de unos días es el fin del mundo, con macrofiestorros y probables suicidios colectivos incluidos, organizados por los mercaderes del templo, creo que es un buen momento para continuar escribiendo, acaso no con tanta intensidad como antes, pero sí de una forma más pausada, y sobre todo dirigida a aquellos que se sientan formar parte de esa humanidad, de esos 144.000 (número simbólico del apocalipsis que refiere a los Santos de Dios), que realmente quieren situarse en la quietud, en medio de la tormenta, en el ojo del huracán.
Porque vamos a vivir; estamos viviendo un escenario huracanado, en el que la mayoría de la gente está sufriendo los efectos de los vientos de cientos de nudos de fuerza. Pero hay un lugar en el centro del huracán, el ojo, donde reina la calma.
Esa calma se llama quietud del espíritu, donde Dios habita en medio de nosotros. Esto ya lo han descrito desde hace muchos siglos los místicos, y por supuesto que nadie les ha hecho caso, especialmente la clase política de las autoridades religiosas, a los que no les interesa que la gente se sitúe en ese ojo del huracán, donde todo sobra, porque sólo Dios basta.
Pero no quiero ser yo, ahora, el que os cuente todas estas cosas; prefiero ofreceros a aquellos que no le conozcáis, varios enlaces a los vídeos y el blog de una persona que acabo de conocer, gracias a un e.mail que me ha enviado una pareja muy querida por nosotros. Se trata de Emilio Carrillo. Ver desde la casualidad estos videos o visitar su blog, me hace comprender que la comunidad de los Santos de Dios es inmensa, aunque esencialmente silenciosa, pero con un poder inmenso y una efectividad increíble, y sobre todo que se está forjando a sí misma, como una sola entidad, no dirigida por ninguna autoridad religiosa, y a la que no pertenecen los fanáticos exclusivistas, no sus líderes religiosos igualmente exclusivistas. Estos no tienen ya mucho que hacer, salvo seguir autoafirmándose en macro concentraciones con gran despliegue mediático, en unos fundamentos absolutamente esclerosados y que ya poco o nada tienen que ver con los orígenes sagrados, pues están tan mezclados con obsesiones fanáticas, que están ciegos a la Divina Realidad que se está manifestando aquí y ahora a todos nosotros, a todo el Planeta, a los siete mil millones de seres humanos sin excepción.
Os propongo disfrutar de los siguientes videos.
Dirección del blog de Emilio Carrillo:  http://emiliocarrillobenito.blogspot.com.es/

En estas fechas que se aproximan, ver estos videos o consultar este blog, puede que nos haga ver más allá de las cosas.

La paz esté con vosotros.

domingo, 13 de mayo de 2012

160.- LA PODA DE LA VID: desmundanizar la Iglesia




Láminas del calendario de “Las muy ricas horas del Duque de Berry”
REF: http://valdeperrillos.com/book/export/html/4675

1 «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. 4 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.
8 La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. 9 Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. 10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.
12 Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.
Juan 15 (1-13)

Es tiempo de podar la viña.
En invierno es momento de podar la viña. Y recordad: ¡Siempre en luna menguante! Porque en esta fase lunar las plantas están más aletargadas en esos momentos y las heridas que se producen en la poda les afectan en menor medida.
Aunque los viejos decían Pasando San Vicente ni menguante ni creciente.
http://labreblog.blogspot.com.es/2008/12/podando-la-via.html
Introducción
Al árbol demasiado crecido es conveniente talarlo para que renueve su fuerza.
Al bosque demasiado crecido la naturaleza se encarga de, periódicamente, provocar un incendio, para que la flora brote de nuevo, una vez purificada, con renovado vigor.
La vida en la Tierra ha sido sometida periódicamente (cada cientos de millones de años), a grandes extinciones por muy diversos motivos; tras las que los supervivientes renacieron de las cenizas de la catástrofe con fuerza inusitada, para volver la Vida a conquistar de nuevo el Planeta, protagonizando un nuevo y decisivo avance en la Evolución, perdiéndose para siempre ramas evolutivas agotadas y en vía muerta.
Las comunidades humanas han sufrido históricamente el rigor de esta disciplina renovadora a través de la caída y extinción de los imperios y civilizaciones; eso sí, siempre a costa de grandes sacrificios, guerras y con un alto precio en vidas humanas.
Con este proceso cíclico de crecimiento, extinción y renovación dramáticos, la vida obedece esencialmente a la Segunda Ley de la Termodinámica que sentencia lo siguiente:
"La cantidad de entropía del Universo, tiende a incrementarse con el tiempo"
Este principio conlleva el concepto de irreversibilidad  y de entropía, donde desde esta perspectiva termodinámica, todos los procesos naturales son irreversibles y tienden al desorden. El fenómeno de la irreversibilidad resulta del hecho de que si un sistema termodinámico de moléculas interactivas es trasladado de un estado termodinámico a otro, no es posible revertir el proceso para volver al estado inicial. La entropía expresa la cantidad de energía que ya no es posible utilizar para generar trabajo. Decir por tanto entropía es equivalente a decir desorden, y el desorden conduce al caos, o incapacidad de predecir el comportamiento de las cosas.
La vida parece como si violara la Segunda Ley, pues puede revertir el proceso, eso sí, contando con un plus de energía (capacidad de generar calor, que se define como "entalpía"), capaz de regenerar el sistema y de conseguir el "estado estable" en el que a la función catabólica (que genera trabajo y gasta energía e incrementa la entropía), se opone la función anabólica (que es capaz de producir entalpía, energía, calor a partir de nutrientes). Esta aparente violación (que en el fondo no es tal, pero lo parece), es lo que nos permite vivir en este mundo físico a los seres vivos.
Dicho esto de modo resumido, el corolario que se desprende es tal que la vida necesita renovarse, en el extremo, para no morir por agotamiento de sus posibilidades de mantener sus estructuras estables. Porque el estado estable (en el que todos nosotros, individuos y comunidades humanas nos encontramos en ausencia de enfermedad física o social) con el tiempo se tiene que rendir a la evidencia de que la entropía siempre termina venciendo a la entalpía (orden).
Cuando una rama evolutiva no es capaz de mantener sus especies en modo estable o en desarrollo, se agota y al final desaparece al ser incapaz de responder a las adversidades de un medio ambiente duramente alterado por las diversas causas que han generado las grandes extinciones sobre la Tierra.
Esta explicación, que he tratado de hacer lo más sencilla posible permite ser aplicada a cualquier proceso evolutivo, y muy concretamente al que se está viviendo en la actualidad en el Planeta y que nos afecta absolutamente a todos los seres humanos.
El mundo está en la actualidad viviendo los últimos años o última/s década/s de un largo ciclo económico, el basado en el modelo capitalista de vivir, de trabajar y en general, de hacer las cosas, basado en el principio del egoísmo (o derecho individual de beneficiarse del propio trabajo, según proclamó Calvino en el Siglo XVI), y que ha derivado en la legitimación de la maximización del propio beneficio, cimiento de la teoría neoclásica, la teoría de la acumulación (o vicio privado de acaparar), a la que en principio debía haberse opuesto la capacidad estatal de regulación (o virtud pública de repartir).
Utilizando el isomorfismo (llamémosle símil, para entendernos) de la estabilidad basada en el equilibrio de fuerzas entre la entropía -vicio privado de acaparar- y la entalpía -virtud pública de repartir-,  el aplastante poder de la entropía económica sobre la entalpía no ha hecho otra cosa que provocar el agotamiento de nuestro sistema económico a nivel planetario. Todos los días escuchamos a los políticos que toman medidas realmente sin ton ni son, porque el sistema está ya fuera de todo control, por lo que la promesa de recuperar la senda del crecimiento económico y el estado del bienestar que estamos perdiendo de modo uniformemente acelerado, es ya sólo un desesperado intento de que las gentes mantengan la calma. Cuando esta inestable calma se termine, emergerá un apocalipsis (el epílogo) de esta época de la Humanidad (entendiendo como apocalipsis, el esperado fin del mundo tal y como lo conocemos), para dar paso a un nuevo escenario, que nadie es capaz de adivinar cómo será. Luego están las profecías mayas y todas esas cosas milenaristas, que no vienen a cuento ahora.
El devenir de la religión
Perdonadme esta acaso algo larga introducción, pero era necesario este preámbulo para explicar el por qué la Cristiandad está también sometida a los rigores de la Segunda Ley de la Termodinámica.
Habréis escuchado un nuevo término que se viene difundiendo en las diferentes esferas de la Iglesia católica, denominado "Nueva evangelización". ¿Por qué? ¿Qué pretende el Vaticano con esta nueva proclama "urbi et orbi"?
Este término acuñado en su día por Juan Pablo II, intenta introducir a la Iglesia católica en un serio proceso de reflexión, cuya única conclusión es el convencimiento de la necesidad que tiene la Iglesia de retornar al espíritu que vitalizaba las primeras comunidades cristianas, el que describe el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Pero ¿qué necesidad tiene la Iglesia de volver a los orígenes? ¿Acaso no es perfecta? ¿Acaso no es verdad que el Papa y los obispos están siempre en la verdad, que nunca se equivocan, que son los pastores de los creyentes?
¿Acaso los problemas que agobian al catolicismo no provienen de un mundo que se quiere colar por las rendijas y que nos está arrebatando a una gran cantidad de creyentes, tentándoles para que se pierdan?
¿Qué necesidad hay de "resetear" el sistema religioso de la Iglesia, de poner la cuenta a cero?
La respuesta a estas preguntas no es cuestión de que las dé yo, estúpido de mí. He aquí las frases extraídas de los discursos y documentos de Juan Pablo II y Benedicto XVI:
"Queridos jóvenes: Deseo exhortarlos a que sean apóstoles de una nueva evangelización para construir la civilización del amor" Juan Pablo II. Buenos Aires 11/04/1987
"La Nueva Evangelización necesita nuevos testigos... personas que hayan experimentado un cambio concreto en sus vidas, por su encuentro con Jesucristo, y que sean capaces de transmitir a otros esa experiencia."
A los obispos de Valladolid y Valencia, España. 23 de Septiembre de 1991.
"He repetido muchas veces en estos años la « llamada » a la nueva evangelización. La reitero ahora, sobre todo para indicar que hace falta reavivar en nosotros el impulso de los orígenes, dejándonos impregnar por el ardor de la predicación apostólica después de Pentecostés". (Juan Pablo II. Carta apostólica Novo milenio ineunte - 2000).
"Esta misión se expresa en la renovada verificación de la propia fidelidad, por esto la Iglesia debe ser "des-mundanizada". Final de la visita de Benedicto XVI a Alemania en 2011 despedida en el Aeropuerto de Larh Friburgo (Lunes, 26-09-2011)
Cuando todo un Papa como Juan Pablo II y otro todo un papa como Benedicto XVI vienen viendo desde lejos la necesidad de una nueva evangelización, sobre todo en los países de antigua evangelización y Benedicto XVI, dice con palabras políticamente correctas que la Iglesia católica está mundanizada, yo al menos empiezo a respirar tranquilo, porque veo los primeros indicios de humildad en una Iglesia caracterizada a lo largo de su historia por una inmutable y extrema intransigencia y auto complacencia de estar en posesión de la verdad en todo momento, hasta en los más oscuros y de lamentable memoria.
Liberados de palabras políticamente correctas, las cosas, dichas por su nombre, se expresan del siguiente modo.
1.- La Iglesia cristiana mantuvo su pureza (no sin dificultades) mientras estuvo perseguida por los judíos primero y por el Imperio romano después.
2.- A partir de su "triunfo" como religión oficial del Imperio, el Vaticano se ligó íntimamente al poder político de los emperadores y de los reyes europeos, íntima relación que la propia institución eclesiástica ha tratado de mantener a lo largo de los siglos, y que le permitió adquirir un predicamento tan importante como para que se llegara a creer que el mensaje de Cristo había triunfado definitivamente, cuando lo que en realidad estaba sucediendo era el cumplimiento de la parábola del trigo y la cizaña, una institución cada vez más contaminada por el estilo de vida del mundo.
3.- Los que, viendo la degradación de la Iglesia trataron de mantenerse fieles al mensaje evangélico, no vieron otra posibilidad que crear confinadores aislados del mundo, construyendo conventos y monasterios, donde convivían monjes o monjas adscritos a órdenes y congregaciones religiosas de vida tanto activa como de clausura. Afuera, más allá de las tapias del convento, vivir la fe era casi una heroicidad imposible de lograr. Pero afuera estaban los curas diocesanos y los obispos con sus feligreses, gente casada, dedicada a su misión: engendrar y traer al mundo nuevos cristianos, manteniendo un nivel de cumplimiento de la fe bajo criterio de mínimos, la misa dominical, frecuentar  mas o menos los sacramentos ("en Pascua florida, en peligro de muerte y si se ha de comulgar", rezaba el catecismo Ripalda sobre la confesión) y no putear demasiado al vecino, aunque se podía guerrear siempre, eso sí,  en el nombre de Dios.
Y así, la Iglesia ha presentado siempre dos caras prácticamente antagónicas, el trigo de las personas consagradas al espíritu de Dios versus la cizaña de aquellos, tanto ordenados como seglares, manejando el cotarro económico y político de la Institución.
Y así la Iglesia ha sido tanto motivo de inspiración espiritual como de escándalo. Tanto ha atraído a las ovejas perdidas de Dios como les ha generado el más absoluto rechazo.
Y llegamos a la actualidad, Siglo XXI, donde la situación de la Iglesia católica, más allá de los bellos discursos papales que trata de decir con buenas palabras lo que en realidad es un estado calamitoso de la institución eclesiástica, es precisamente eso, calamitosa.
Es ya prácticamente imposible pretender mantener en pie columnas de un edificio vitalmente resquebrajado, de templos en ruinas.
Puede que Opus Dei, los movimientos carismáticos, neocatecumenales y demás iniciativas religiosas no estén de acuerdo con este diagnóstico. Tampoco lo estaba el armador del Titanic cuando se le advirtió que el buque se hundiría en dos horas.
Es por ello que si la "nueva evangelización" fuese un intento de recuperar parroquianos para llenar las misas dominicales y de mejorar en algo la sequía de curas, mejorando el númerus de los seminarios, más vale no meterse en esa empresa tan ingenua como ridícula.
El Concilio Vaticano II trató de abrirse al mundo. No lo ha conseguido. El mundo ha devorado literalmente la Iglesia. Las estructuras sufren el mismo deterioro que afecta al agónico capitalismo en la actualidad, quizás porque ambas están fabricadas con el mismo material, el egoísmo (implícito o explícito).
¿Quiere decir esto que la Iglesia está sentenciada a muerte?
Si por Iglesia nos referimos a la Institución y organización que los hombres nos hemos montado para sostener el edificio religioso del catolicismo, me temo que sí. Es más, si San Malaquías tuviera razón, que nadie lo sabe, Benedicto XVI sería el penúltimo Papa antes del último que ha de llamarse Pedro el Romano (alguien que ahora tiene que ocupar una cátedra cardenalicia, y ser presuntamente papable).
Entonces ¿qué ha sido del mensaje de Jesús?
Sencillamente va por otro camino, y creo que siempre ha ido por otro camino, incluso dentro de la Iglesia. Es decir, la Iglesia tiene dos visibilidades, una la mundana que sale en televisión y se cuece en los pasillos del Palacio Vaticano y de los palacios obispales (donde dudo que el Espíritu Santo revolotee a sus anchas), y otra bien distinta en los corazones de los Santos de Dios que son los que están soportando esta tragedia, dando testimonio increíble de la Resurrección a pesar de una situación que empieza a ser insostenible. De ahí surge ese magisterio real que orienta y conduce como luz en las tinieblas.
Pero en muchas ocasiones saber distinguir el trigo de la cizaña se vuelve casi imposible. Así que los que no saben o no pueden diferenciarlos, pues abandonan y se alejan escandalizados, y lo que es aún peor, desarrollan una fuerte alergia a todo lo que huela a incienso, a púrpura, a sotana. De padres católicos, son legión los hijos apartados, que en el colegio de curas/monjas se han visto forzados a oír todas las misas que no oirán de mayores. Y cuanto más recalcitrantemente católicos son los padres, más intensa es la reacción alérgica que provocan en sus hijos cuando alcanzan dos dedos de frente y comienzan a hacerse preguntas a las que nadie les sabe dar respuesta.
La reacción de la Iglesia católica a este desaguisado ha sido siempre la de echarle las culpas a las insidias del maligno, cuando no es capaz de reconocer que el maligno no está fuera de la iglesia, sino dentro, además de afuera.

Es por todo esto, que Juan Pablo II, hombre inteligente y santo donde los haya, se dio cuenta de este desastre que la Iglesia viene arrastrando desde tiempos del emperador Constantino, en los que la Iglesia dejó de ser perseguida para convertirse en perseguidora encarnizada de todo el que no pensaba como ella.

Este escenario tiene, por sorprendente que parezca, una interpretación termodinámica, apuntada en la introducción de esta entrada. La entropía de la iglesia ha llegado ya a un nivel de desorden, de descomposición interna, que creo resulta ya insostenible. Las instituciones, el comportamiento de los líderes religiosos, la estrecha relación con las estructuras mundanas ha colado el capitalismo hasta sus médulas, al extremo que el Papa Benedicto XVI ha tenido que reconocer que la Iglesia está mundanizada.
Como todo proceso termodinámico, biológico a fin de cuentas, es irreversible, la situación actual de la Iglesia resulta ser también irreversible. Es imposible recuperar una feligresía piadosa de misa dominical. Es imposible ya volver a llenar los seminarios. El futuro de este paradigma que ha dominado la Iglesia en estos últimos siglos donde la Institución católica y sus autoridades religiosas se habían acostumbrado a que las gentes fueran detrás de los curas con cirios encendidos es realmente incierto.
Todo esto, los líderes religiosos lo saben de sobra. No son idiotas. Otra cosa es que tengan órdenes de arriba de no manifestarlo así, tan a las claras, y menos en misa de una. Pero lo saben. Son conscientes. Y lo triste es que pretendan no obstante albergar la esperanza de recuperar el predicamento de antaño con medidas publicitarias; como hacen los políticos con continuas medidas financieras, a ver si hay suerte.
Saben (y si no lo saben es que realmente son necios), que no se puede tratar con penicilina a pacientes alérgicos a la penicilina... No se puede tratar de captar a los alejados con el mismo mensaje y actitud que les provocó el visceral rechazo.
Así que la Nueva evangelización tiene que basarse en unos principios que se perdieron en la noche de los tiempos de la memoria colectiva, aunque se ha conservado en la auténtica Iglesia, la de los Santos de Dios, gracias a los que el mensaje de Jesús se ha mantenido a o largo de los siglos.
Leí hace unos treinta y seis años un libro de un sacerdote francés Carlos Bliekast titulado "Ser cristiano, ¡esa gran osadía!", que ya en aquellos lejanos ya años setenta, en pleno intento de despegue del Concilio, advertía del tremendo lastre que sufría la Iglesia con todas estas estructuras esclerosadas que se comportaban como un inmenso árbol lleno de ramas y hojas muertas que no hacían sino ocultar la verdadera esencia del mensaje de Jesús, el tronco siempre vivo de un árbol que necesitaba urgentemente (hace cuarenta años) una drástica poda.
Ahora, cuando en los pueblos de nuestras serranías un sacerdote tiene que asistir a veinte pueblos (lo hemos visto nosotros), y las cuentas y transacciones financieras del Vaticano se ven con sumo recelo, y las gentes desconfían de todo, las declaraciones de los obispos, están encasquillada sólo en temas de defensa de la vida (aborto, eutanasia, homosexualidad y preservativo), donde están muy apretados pidiendo millones de firmas por internet; que no digo que esté mal (yo las firmo, porque no entiendo el tema del aborto libre), pero parece como si no hubiese además otros problemas.
El problema es este, o los cristianos volvemos al Evangelio, o el Evangelio y con Él el Espíritu Santo se volverá hacia los modernos gentiles, las ovejas perdidas de Dios, pero por otras vías distintas de las convencionales.
Estas vías no convencionales no estarán sujetas a la disciplina canónica. Puede que venga de Oriente.
Jesús nos encomendó ser sus testigos en la proclamación y difusión del Evangelio. Pues que haya en la actualidad un exiguo 17% de católicos en el mundo, llamando católicos a los que tienen un certificado de bautismo en alguna parroquia olvidada y sin entrar en si practican, no practican o dejan de practicar después de 2000 años de cristianismo, a mí me deja preocupado. Así que puede que el Espíritu esté soplando por otros derroteros de la Historia, como pasó cuando dejó de soplar en el pueblo judío y lo hizo en el incipiente pueblo cristiano.
Con lágrimas
Esta declaración la expreso con lágrimas en los ojos, porque soy y me manifiesto hijo de la Iglesia, en los mismos términos que lo manifestaba Teresa de Jesús en su lecho de muerte.
Es lo mismo que el dolor que me produce ser español y ver como mi país se va deteriorando inexorablemente y se está convirtiendo en un país en vías de subdesarrollo, a pesar de las alocadas maniobras de los políticos que nos conducen a ninguna parte.
Cuanto más amas a alguien o a algo, más te duele su enfermedad. Cuando la fe ha sido y es el elemento nuclear de mi vida, tanto más me duele que los encargados de sostenerla estén mundanizados, y además nieguen públicamente la Mayor.
Aquí también tengo que decir que en este desastre, como siempre, pagan una inmensidad de justos por un puñado de pecadores que están haciendo muchísimo daño a la Iglesia. Creo que sabréis a lo que me refiero.
Es por eso que escuchar del Santo padre este desafío extremo me devuelve la ilusión de servir como pies, manos, alma, mente y corazón a mi Señor Jesús para proclamar la esencia de su mensaje.

4 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.
8 La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. 9 Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. 10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

El fruto de la Vid no es otro que convertirnos en templos de Dios, en Sagrarios vivos de Jesús.
Todo consiste en algo tan simple como descubrir, tomar conciencia de que somos Eso, la misma esencia de la Divinidad, que ha habitado siempre en nosotros, y que se expresa cuando nosotros, nuestro "Pocoyó" le deja expresarse; cuando descubre que no es él el que vive, sino Cristo quien vive en él.
Todo consiste en comprender que el Espíritu de Dios no necesita para manifestarse en el alma humana de un papel que ponga que está bautizada. El bautismo de Jesús no es un rito litúrgico (aunque en la tradición católica así se haya practicado), sino una intuición del alma, que toma conciencia de que Dios no es un tercero a quien pedir cosas ajenas, sino que es más propio que el alma en sí. Luego se podrá expresar en el rito bautismal y en un papel que ponga la partida de bautismo. Pero todo esto es burocracia.
¿De qué le sirve a un neonato ser bautizado, hacer la primera (y última) comunión a los ocho años, inflarse a pasteles y regalos en el convite y luego "si te he visto, no me acuerdo"? Porque ese es el estilo tradicional de los católicos de cumplo y miento.
La procesión o va por dentro, o de nada sirve que vaya por fuera.
Como dice Karl Rahner, "el cristiano del Siglo XXI, o es un místico, alguien que ha experimentado Algo, o ya no será nada"
Parece que estamos empeñados en ya no ser nada.
La Vid debe ser podada
La Vid tiene que ser podada. Las ramas muertas, los sarmientos secos han de ser cortados y echados al fuego. Y los sarmientos y ramas vivos han de ser también de ser podados para que den más fruto.
El alma cristiana debe renacer de las cenizas de un mundo que se desvanece.
19 Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»
20 Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
21 Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo.
No sé por qué las autoridades eclesiásticas no se dan por aludidas ante esta sentencia. La respuesta es que tampoco las autoridades judías se dieron por aludidas.
El que se cree estar en posesión absoluta de la verdad no se da por aludido nunca.
Por eso Friedrich Wilhelm Nietzsche tiene una sentencia demoledora: "la creencia en la posesión absoluta de la verdad es más peligrosa para la propia verdad que la propia mentira".
Ahora Jesús puede que nos esté diciendo lo mismo, a lo que las autoridades pueden que estén respondiendo "¿Dos mil años  nos ha costado construir este templo y tú lo vas a destruir en tres días?
Y como siempre, no le entienden, porque Él nos habla de su Templo, que reside en el alma de cada ser humano que basa su vida en Él.

Él puede levantar "de nuevo" su Templo en tres días.


El nos puede levantar a todos en Tres Días, si somos capaces de comprehender (tomar conciencia desde el hondón de nuestro ser) de que sólo Él tiene palabras de Vida Eterna; y que las pondrá en nuestros labios si nuestros labios son capaces de callar; si somos capaces de "no hacer nada" para que "nada quede sin hacer"; si somos capaces "de morir antes de morir, para comprobar que la muerte no existe, que sólo existe la Vida". (Eckhart Tolle)
Así que no tengamos miedo, amigos que leéis este blog, de que el edificio eclesiástico se hunda. Porque es necesario que se hunda, que fracase (aparentemente), para que pueda resucitar a una nueva vida, para iniciar un nuevo ciclo renovada desde sus entrañas, desmundanizada, limpia de corazón, pobre de espíritu, sencilla, mansa y humilde, sufriente, misericordiosa, que clama justicia y que es perseguida.
Digamos como aquellos que ante la persecución decían, "si la Iglesia es obra de los hombres, tranquilos que quedará destruida, pero si es de Dios, ninguna persecución logrará abatirla".
Así ha sido, y así volverá a ser.
Creo que este es el Espíritu de la Nueva Evangelización, que volvamos a ser testigos de lo que vivimos en lo más íntimo de nuestro ser, y que volvamos a dejar que Dios sea Dios, que sólo Él (y no nosotros) es capaz de devolver la paz a los corazones destrozados.
Hagamos por una vez caso del mensaje del Santo Padre (la persona solitaria rodeada del mayor número de aduladores en el mundo), hagamos caso al Espíritu en este próximo pentecostés.
Nos va la vida en ello.

La Paz esté con vosotros.
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