Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
Y para navegar por las entradas de la página principal, vete mejos a la página "Índice", porque así encontrarás las entradas por orden de incorporación al blog.

Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

miércoles, 9 de abril de 2014

190.- Epílogo: entre las azucenas olvidado




 

El ego no es más que la historia que él se cuenta constantemente de sí mismo: las experiencias que ha tenido, la senda que ha seguido, las heridas que acarrea...
Aquí la invitación es, precisamente, dejar de contarse la historia. Cuando desaparece el sentido de ser un yo individual, esta historia, que parece tan extremadamente importante y con la que uno está tan profundamente encariñado que acaba por convertirnos en lo que creemos ser, se ve como lo que es, una novela barata y trivial pobremente contada; y sin el lustre y el recuento, el sentido de yo se desvanece cual humo en el aire. Esta es la invitación al despertar espiritual: abandonar este contante alimentar la creencia en ti mismo como yo individual, y así emerger de las sombras.
David Carse. Perfecta y brillante quietud
8. Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y dexéme,
dexando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
                 S. Juan de la Cruz (Noche oscura)

Cuando uno lee sobre el progreso en la vida interior, y llega al final, lo que se llama la unión íntima del alma con Dios, la séptima morada, el nirvana, o como se le quiera llamar a ese estado de “máximo éxtasis”, piensa que “debe ser la leche”. Sobre todo cuando uno contempla la escultura de Bernini “La transverberación de Santa Teresa”, que está en la Iglesia de Santa María de la Victoria en Roma. Sin embargo, todo esto es artefacto, frutos de la imaginación del artista, que pretende reflejar el séptimo cielo en la Tierra.
Pero la cosa no va de eso. El asunto es mucho más prosaico.
Santa Teresa te chafa las moradas al tratar la Séptima, diciendo que Marta y María han de vivir juntas, que la cosa no es estar el levitación permanente, sino fregando platos o haciendo tu trabajo de todos los días; que no consiste en quedarse en el Tabor diciendo “qué bien se está aquí, hagamos tres tiendas”, sino “ala, pabajo”, que queda mucho tajo que cortar.
Y San Juan de la Cruz concluye su noche oscura expresando como nadie esa sensación de olvido y quietud, que te deja “entre las azucenas olvidado”.
Estamos tan acostumbrados a distorsionarlo todo con nuestra imaginación, con nuestro ego, aquel que no hace más que contarse historias a sí mismo, hasta convertirse él mismo en su propia historia, sin base real, que lo malo lo vemos como terrorífico y lo bueno como sublime. Y así, los compositores de todos los tiempos han compuesto sinfonías, corales y cantatas que terminan con un pleno de orquesta y coro que te deja privado de aliento.
Y después del final de la coda final y de una conclusión a base de timbales, órgano, coro y orquesta a tope, ¿qué viene?
Aplausos ensordecedores de un público entregado y delirante. Y ¿después?
Silencio. Se acabó.
El éxtasis es un instante. El silencio, la paz, la quietud, son eternos.
La agitación máxima es un fogonazo que se enciende y se apaga en un parpadeo. Es un susto de repente.
El silencio, la paz, la quietud son permanentes, eternos, infinitos.
No hay cuerpo ni mente ni corazón que aguante un éxtasis muy dilatado en el tiempo. Sería insoportable.
Por tanto, y con perdón de los grandes artistas entregados a las expresiones plásticas apoteósicas, Dios no es una exuberante sublimación ni un éxtasis, ni una transverberación, ni una apoteosis, ni una luz cegadora.
Como diría Lao Tse, cualquier cosa que digas del Tao, no es el Tao.
Cualquier cosa que digas de Dios, no es Dios. Ni siquiera Dios es un concepto real, porque ni siquiera es un concepto. Porque no es nada que la mente pueda imaginar.
Así que imaginarnos el escenario de un alma que alcance la perfección, simplemente es imposible.
Porque la dualidad Creador y creación se desvanece. ¿Cómo se experimenta eso? Es imposible de expresar.
Esto se resume en algo parecido a “Dios es inefable”.

Coda final
 Con esta entrada doy por finalizado esta aventura del Blog "Todos los santos de Dios". A no ser que la Divina Providencia disponga otra cosa en otro momento, en otra circunstancia.
Han sido 190 entradas que han tratado de evidenciar que la vida no es tan complicada como nos la montamos, o nos han enseñado a montárnosla. Que la Verdad habita en lo más profundo de nuestro ser, porque en esa infinita profundidad que somos, está Dios.
Reconozco que a la iglesia católica le he dado caña, pero es que me ha salido de mis tripas, ya que me ha costado un triunfo vital desembarazarme del encorsetamiento doctrinal en el que nos ha atenazado a muchos de los que nacimos y fuimos educados en la Iglesia preconciliar.
Afortunadamente Francisco impresiona de traer un rayo de esperanza a esta iglesia poliédrica y mundanizada. Que Dios le ayude a rectificar el rumbo. Oremos por ello y por él. Que no nos lo maten los fundamentalistas.
Y para el resto de la Humanidad, el más sincero abrazo de alguien que como yo, soy tan solo polvo esparcido por el viento, como reza la canción de Kansas.


Si a alguien le ha podido servir estas 190 entradas, pues me alegro.
Si alguien se ha sentido ofendido, pues lo lamento.
Si a alguien no le ha producido el más mínimo sentimiento, pues está bien.
Porque todo está bien.
Y para todos, los que les ha servido, los que se han ofendido y los que han quedado indiferentes, a todos vosotros, benditos seáis.
Quedaos todos tranquilos entre las azucenas olvidados, que Dios mima vuestros sueños.
Benditos seáis todos los Santos de Dios.


189.- Preguntas sin respuestas




“Si, este buscar y encontrar a Dos en todas las cosas siempre deja un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien propio.”
Si alguien lee esta frase, de la última persona que se podría imaginar que viniera es de un sacerdote católico. Y aún más raro e increíble de un pastor de la Iglesia, de un obispo o alguien así.
Pues agárrense, que esta frase y otras muchas la pronunció nada menos que Francisco, el Papa actual en una entrevista que le hizo Antonio Spadaro, director de la revista Civilta cattolica el 19 de agosto del año pasado, 2013. Si alguien no se lo cree, que vea el enlace directo del PDF de la entrevista:
Reconozco que es la primera vez en 2014 años de historia de cristianismo que nada menos que un Papa dice algo así. Lo que le honra por reconocer que somos seres humanos con derecho a dudar casi de todo.
En los dos milenios de cristianismo, el mensaje ha sido justamente el contrario, la duda como pecado, y mucho menos, la duda sobre Dios, sobre la doctrina, sobre los dogmas. Ha sido el paradigma de la infalibilidad del Papa. Para al final el mismo infalible Papa reconocer que nada hay cierto absolutamente bajo las estrellas.
Cuentan también, en concreto Tony de Melo en su “Canto del pájaro”, que el mismísimo Santo Tom´s de Aquino, después de escribir nada menos que la Summa Theologica”, recibió el don de la contemplación, y que tras contemplar la Verdad cara a cara, consideró que había hecho el canelo escribiendo miles de páginas sobre algo que para el ser humano es imposible comprender. Vio que lo hecho era más o menos una gilipollez, sólo útil a los prepotentes teólogos como él hasta la fecha. Así que decidió a partir de ese momento, echar carpetazo a tanta elaboración mental que resultó ser perfectamente concisa, precisa, pero absolutamente inútil. Dios no estaba allí, en la Summa Theológica. Era todo un invento. El problema es que los eminentísimos teólogos de la iglesia, ya se lo habían creído a pies juntillas, así que no pudo retirar de la circulación.
Todo esto dicho un poco en clave de humor, sirva para darle la razón al mismísimo Nietzsche, cuando afirmaba que “el convencimiento absoluto es más peligroso para la verdad que la propia mentira” en su crítica de los valores de la cultura europea, entre ellos la religión.
Zona de confort
Se nos ha educado para vivir en nuestra zona de confort, donde nos sintamos seguros ante un Universo desconocido, incógnito, ante un más allá de la vida humana totalmente desconocido. Las dosis doctrinales de seguridad han servido como una droga, para alejar el fantasma del miedo.
Se nos ha educado para vivir como el avestruz, con la cabeza debajo del ala. Y no es que el avestruz se sienta muy a gusto, pero al menos no ve lo que pasa; pasa de problemas.
El término “zona de confort” es un concepto que si uno lo introduce en Mr. Google, le sale un montón de referencias de páginas web, que en su conjunto se refieren a una idea de rabiosa actualidad en las escuelas de negocio, en los cursos de coaching y de gestión de recursos humanos, que viene a decir, como adelantaba en la entrada anterior 187.-Mientras su gente dormía, que uno vive en su zona de confort cuando se siente razonablemente protegido, seguro; un estado mental en el “creemos” que controlamos la situación, todo en su sitio y un sitio para cada cosa. Creemos que no hay incertidumbres explosivas en el futuro, y aunque haya aspectos no demasiado cómodos en nuestra vida, como un jefe que te putea, una pareja que no hace más que meterte el dedo en el ojo, unos hijos revoltosillos y tengas que hacer cuentas para llegar a fin de mes, al menos sabes que, con todas las incomodidades que te impone una vida sin demasiadas holguras económicas y con periódicos conflictos de relaciones interpersonales y laborales, al menos, puedes o crees que puedes conservar relativamente estable un perímetro de seguridad dentro del cual tú no corres peligro.
A parte de mogollón de páginas web que hablan sobre el tema, he localizado un libro que, al que le interese, puede estar bien. Se llama “Rompe tu zona de confort” de Gregory Cajina. No le conozco, pero seguro que es un artista en la materia.
A parte, hay un youtube muy simpático que resume bastante bien la idea:
Es de Inknowation, una empresa dedicada a sacar lo mejor de ti, para que no te atocines en tu zona de confort. (www.inknowation.com)
Mi zona de confort frente a otras más chungas
Al hacer referencia a la existencia de una zona de confort, uno se malicia que deben existir otras zonas en nuestras vidas que no son tan confortables.
Efectivamente, en el terreno de la psicología empresarial de marras, el concepto de zona de confort está en contraposición a otras zonas más chungas desde una perspectiva de la seguridad, que son la zona de aprendizaje, donde uno se atreve, no sin cagarse de miedo, a sacar los pies del plato y ver que pasa en un terreno algo diferente de lo que le ofrece su cotidiana vida. Sed llama de aprendizaje porque digamos que te atreves a hacer pequeños ensayos de caminos alternativos, tales como viajar en vacaciones más allá de Benidorm o de tu casita de la Sierra, incluso de salir al extranjero y conocer algo de mundo. Te atreves a hacer algún curso de reciclaje, otra carrera, un máster, o incluso, si la situación económica (que no es el caso en la actualidad) no te impone demasiadas barreras a la salida, cambiar de trabajo.

Más allá de esta zona de aprendizaje está un terreno “acojonantemente apasionante y a la vez peligroso”, es la zona de riesgo o de pánico. Por ella caminan criaturas extrañas, como las que se imaginaban los europeos antes de la aventura de Cristóbal Colón, imaginándose en el mar tenebroso gigantescos monstruos que se zampaban los barcos que se atrevían a adentrarse en la mar océana. “No te aventures por allí, que vas a correr un gran peligro”, dicen los sensatos a los incautos que siquiera piensan en meterse dentro de esa zona de pánico. A lo peor pierdes tu empleo y ya no vas a poder ir a ver al Betis (o al equipo de fútbol de tu santa devoción) los domingos. Total una tragedia de proporciones bíblicas le aguardan a todo aquel que se atreve a pensar en irse de España a otro país a trabajar; o montar su propio negocio, o vender su piso y comprarse una casita en la sierra, etc.
Hay empresas especializadas en convencerte por un módico precio, supongo, para que “vamos, tío, que tu puedes. ¿te vas a acojonar, con lo que tú vales?”. Y así, uno, a base de experimentar el adecuado  recalentón de su ego y un subidón de su autoestima, se siente con agallas suficientes como para lanzarse a la aventura de salir de su zona de confort, con una probabilidad de darse una soberana “stia”, o de salir triunfante del 50/50. Vaya usted a saber.
Pero ya se sabe que uno puede vivir a la defensiva o a la ofensiva. Si vives a la defensiva, darás pocos pasos, y además muy pequeños, pero eso sí, con casi total seguridad de no dejarte las muelas ante un hostión; si vives a la ofensiva, darás muchos grandes pasos, pero eso sí, tanto puedes ganar pero también perder. Ahí está el riesgo y el coraje necesario para afrontarlo.
Este es el escenario de confort, aprendizaje o riesgo en el perímetro de mi pequeño mundo, el que maneja “Pocoyó”, mi yo pequeño, que aquí vemos con su dosis de subidón de autoestima, capaz de todo lo que se le ponga por delante, hasta de bailar el “Opacandastar” del coreano de marras.

Mi zona de confort en mi vida real
Respecto del mensaje que la psicología empresarial lanza con la idea de zona de confort, yo no tengo más que decir, porque no soy psicólogo, ni tampoco tengo intención de teorizar sobre algo que ya tiene muchos expertos.
Lo mío, aquí va de otra cosa.
No va de mi zona de confort desde mi perspectiva de mis asuntos cotidianos, sino desde una perspectiva bastante más amplia.
¿Cuál es mi zona de confort ante la vida en sí misma? Y no es desde un enfoque de hasta dónde pretendo marcar mis límites y mis metas, contando con mís capacidades que podría potenciar hasta Dios sabe dónde y cuánto. Se trata de reflexionar respecto de en qué zona me hallo en relación a mí mismo; no a mis cosas a mis proyectos profesionales e incluso personales, que de esto ya hemos hablado. Es reflexionar sobre la actitud que adopto ante la vida misma, la actual y la trascendente, si es que después de obcecarme con conseguir metas imposibles, me queda coraje para enfrentarme a mi propia identidad y a mi propia realidad, la que trasciende las cosas de este mundo.
Si tú que estás leyendo estas líneas con cierto interés, has repasado otras entradas de este blog, o de otros muchos que como este, hablan de lo mismo, de la vida interior del ser humano, la que conecta con la Divinidad, te darás cuenta de que básicamente los argumentos relativos a la vía del ser humano hacia lo trascendente apuntan a una vía trifásica, de tres fases. Inicio, salto hacia el umbral y vía directa. Nacimiento, vida-muerte y resurrección; camino doctrinal, despertar y vida plena; antiguo, nuevo testamento y segunda venida. Vía purgativa, iluminativa y unitiva, y por último, zona de confort, de aprendizaje y de riesgo.
En cualquiera de los casos, se viene a decir lo mismo con diferentes términos.  Vida convencional, cruce de un umbral que constituye un antes y un después, para pasar a una zona en la que todo es nuevo, desconocido y donde tus capacidades ya no valen.
Esta es la diferencia del abordaje trascendente respecto del cotidiano, que en este último, pasar de la zona de confort a la de aprendizaje y no digamos a la de riesgo, depende de los reaños, pelendenges y  “huevos” que uno le eche a la vida cotidiana. En esto se basa el libro de “el Secreto”, lo que creas que puedes conseguir es lo que podrás conseguir. Todo consiste en creer en ti mismo, y en tus capacidades que han estado dormidas hasta ahora, sin utilizar, sin explotar; es lo del superman y superwoman de marras.
Pero el abordaje de la vida trascendente no va de eso; no va de lo que tú puedes conseguir echándole cojones a la vida. Va de lo que puede ser obrado en ti, si aceptas ceder los mandos de tu nave a Aquel que puede transformar tu vida entera. Es decir, va, no de lo que tú puedes conseguir, sino de lo que Él puede obrar en ti, si tú aceptas que no está en ti conseguir nada, que es imposible, que te sobrepasa.
Así que los mensajes son esencialmente iguales pero a su vez antagónicos. Iguales son, porque suponen una motivación para salir de tu zona de confort hacia terrenos inexplorados de tu propia vida, pero son antagónicos porque en uno el éxito depende de ti y de tus propias fuerzas y coraje, mientras que en el otro, de ti sólo depende la aceptación de que justamente tú no puedes abordar el desafío por ti mismo, sino que dependes de la confianza que deposites en un Tercero para el que todo es posible; y además que ese Tercero es un falso tercero, porque constituye tu misma esencia, es más tuyo que tú mismo, sólo que siempre te has creído o te han hecho creer que estaba allí arriba, fuera de ti.
Entre paréntesis, lo de que Dios está allí arriba en el cielo, le valió la Yuri Gagarin la famosa frase atribuida a él errónea o tendenciosamente por Jruschov, cuando orbitaba por primera vez la tierra de que “aquí en el cielo no veo a Dios por ninguna parte”, luego no existe.
En mi zona de confort cotidiana, el confort depende de cómo me vaya el negocio; mis alegrías dependen de mis éxitos y de que el mundo me haga feliz. O cual es totalmente ridículo. Y por eso, lo que denominamos falsamente felicidad, que tan sólo son fogonazos de alegría como el que experimenta un futbolista cuando marca un gol, no tiene nada que ver con la auténtica felicidad, que no es ningún sentimiento sino un estado del alma cuando experimenta la unión con la divinidad. No hay felicidad fuera de esa experiencia, a la que nos aproximamos ligeramente cuando experimentamos el amor hacia el otro.
Dicho esto, mi zona de confort en los asuntos del espíritu se basa en la cómoda sensación de sentirnos dirigidos por el pastor del rebaño, seguros de que no nos perderemos si nos ajustamos a las instrucciones que nos han dado, ya se sabe, frecuentar los sacramentos y hacer buenas obras, y por supuesto, ni se nos ocurra sacar los pies del plato haciéndonos preguntas que sólo pueden hacerse y responder los muy doctos y entendidos guías espirituales. Nada de discursos fuera del contexto estrictamente doctrinal
Preguntas sin respuesta
El hecho cierto es que tras dosmil años de historia, la Iglesia no ha conseguido consolidar la seguridad absoluta en las gentes, entre otras cosas porque sencillamente es imposible.
Si ante el fallecimiento de alguien cercano nos miramos directamente y nos preguntamos si estamos seguros de lo que hay detrás de la muerte, va a ser que no. Dudamos, porque no hay forma de tener seguridad total. A pesar de que estemos obligados por el Credo que decimos profesar, que “creo en la resurrección de la carne, cosa por otra parte bastante dudosa, dado que me malicio que de los átomos de mi cuerpo físico no quede ni rastro el día del final de todos los juicios.
Es decir, la “zona de confort” realmente es un invento contra el miedo, como el que tenía simio Moonwatcher y sus colegas en el amanecer de la Humanidad, según Arthur Clark en la novela 2001 una odisea en el espacio.
18 Uno de los principales le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» 19 Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. 20 Ya sabes los mandamientos:  No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.»  21 El dijo: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud.» 22 Oyendo esto Jesús, le dijo: «Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.» 23 Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Lc 18,18-23.
Jesús le dice al joven rico, que creía saberlo todo (aunque le quedaba un resquicio de duda, por eso le pregunta qué hacer para heredar la vida eterna), que se olvide de todo lo creía saber, y que le siguiera. Es decir, que abandonase su ficticia zona de confort y se adentrase en el terreno de la incertidumbre, de la noche oscura, donde la mente ya no sirve nada más que para confundir e incordiar. Y… que se fie, que transforme sus certezas propias en la confianza en Aquel que es el único que le puede sacar de la mentira en la que ha vivido toda su vida.
Los constructos doctrinales no sirven ya, los rezos mentales no sirven ya, las ceremonias no sirven a, las creencias en esto y en aquello no sirven ya.
Nada de lo aprendido sirve, nada de lo enseñado sirve. Mejor dicho ha servido para abrir boca, para salir del fango de la incertidumbre total.
En la zona de confort dejamos atrás la duda total para agarrarnos como un clavo ardiendo a unas infantiles certezas que empiezan por creer que todas nuestras desgracias proceden de una serpiente que habló a una mujer estúpida y le convenció para que probase una manzana. Y todo el desaguisado que sucedió después, y que parece ser que dios tuvo que resolver con lo del Mesías.
En una revista digital que se llama religión en libertad, leí hace poco un artículo sobre el buen ladrón, que parece ser que fue el primer santo canonizado por Jesús en la Cruz, incluso antes de que los grandes profetas de la antigüedad pudieran salir del limbo y entrar en el Cielo. Y cosas así.
Reconozco que con todas estas cosas, yo tendría motivos suficientes para mandar todo a freír espárragos, hasta que me topé con la frase de Francisco, nuestro actual Papa, que me comprende cuando me planteo todo este cúmulo de dudas, de preguntas sin respuestas.
La Verdad os hará libres
Creo, sinceramente, que sólo podemos comenzar a dirigirnos hacia la Verdad, cuando hacemos caso a Jesús y decidimos vender a los pobres, todo lo que nos han enseñado nuestros padres, nuestros mayores, nuestra tribu, y desnudos absolutamente de todo artefacto cultural y religioso, comenzamos el sendero de la Vida interior, donde Dios habita, no sé de qué forma, pero ahí está, en lo más profundo de mi ser.
¿Quién es Jesús de Nazareth? Supongo que será el Mesías, el salvador del mundo, el avatar de Dios, pero en realidad no lo sé.
Sólo sé los efectos que mi confianza en Él produce en todo mi ser. Debe ser alguien definitivo en la Historia humana, porque desde luego, en la mía es absolutamente esencial.
Sus atributos doctrinales se los dejo a sus eminentísimas eminencias. A mí, ya no me sirven.
Y porque ya no me sirven, me siento libre para volar sin temor.
32 y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres. Jn 8, 32
Porque la mentira fabrica fanáticos ultraortodoxos, radicales, literalistas, prepotentes e intransigentes.
La Verdad es el camino de la contemplación de Dios en todas las cosas sin fabricar juicios ni reflexiones.
Esto lo digo gritando y con lágrimas en los ojos.
Tras escribir este blog con 189 entradas, creo que ya no tengo nada más que decir.
Sería abundar más sobre lo mismo.
Nada de lo que aquí he escrito, he podido compartirlo con mis hermanos en la fe católica, porque en realidad en su mayoría siguen siendo jóvenes ricos, enriquecidos con una estructura doctrinal en la que creen vivir en su “zona de confort”, y no se atreven a aceptar que ninguna de nuestras preguntas tienen respuestas, y se refugian en dogmas y creencias tras las que creen sentir la seguridad ante el infinito Universo, que realidad si se les mira a los ojos, no tienen.
Les aterra la muerte y les aterra salirse del vallado del confinador en el que viven, porque les aterra lo que hay al otro lado, que no es sino Dios en toda su realidad, y Jesús ofreciéndoles cruzar ese pavoroso umbral de seguridad.
Al otro lado está la luz, una luz que jamás podrán ver, si se empecinan en retranquearse, en enrocarse en todo lo aprendido.
Esta es mi triste experiencia, que en otras épocas me habría supuesto la excomunión, y probablemente la hoguera o cualquier otro tormento.
Así que por eso decidí manifestarme en el anónimo ciberespacio con este blog, que por cierto le han echado un vistazo unos cuantos (unos 36.000), por la estadística de entradas.
Y no lo he hecho como alguien que tiene una idea genial y la quiere contar.
Que va. Afortunadamente miles son los que pensamos así. Una generación de inconformistas prácticamente con todo lo establecido en materia religiosa, así como con las modernas tendencias que están creando una fabulosa ceremonia de la confusión, como es la New Age. Porque en ambos casos se acude a la mente para comprender y montar el supermercado espiritual en el que estamos metidos.
Yo soy una persona de formación esencialmente científica, que adopta la duda como método. Ante la contemplación de un Universo de 42 órdenes de magnitud, desde lo infinitamente pequeño en el reino de los quarks o de las cuerdas, a 10^-16 m hasta los 10^36 m de los límites del Cosmos conocido, Dios no puede ser el descrito literalmente en los libros considerados sagrados. Eso es envasarlo al vacío, secuestrarlo en unas cuantas páginas.
Por eso sostengo firmemente que mientras la religión se basa en un libro sagrado, la espiritualidad busca lo que de sagrado hay, no solo en todos los libros, sino en todos los aspectos de la Vida. O como afirma el buen Francisco, “buscar y encontrar a Dios en todas las cosas”.
Y las respuestas empezarán a surgir por sí misma sin que nosotros no hagamos nada más que escuchar el mensaje de los cielos.