Frases para meditar.
“En verdad, en verdad os digo…” (25 veces aparece en toda la Biblia pero sólo en el Evangelio de San Juan)
53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”. Jn 6, 53-56
“31 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, 32 y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.” Jn 8, 31-32
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.” Jn 14, 6
“16 y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, 17 el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. 18 No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros”. Jn 14, 16-18
“26 Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí.” Jn 15, 26
“13 Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la Verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.” Jn 16, 13
“16 Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. 17 Santifícalos en la Verdad: tu Palabra es Verdad”. Jn 17, 16-17
“Para eso he venido al mundo, para ser testigo de la Verdad” Jn 18, 37
El Evangelio de San Juan es un misterioso, un enigmático libro cuyo centro, cuyo núcleo argumental es “la Verdad”. Jesús se refiere en Juan, o Juan el evangelista pone en boca de Jesús la palabra “Verdad” con muchísima más asiduidad que en ningún otro texto evangélico.
El Evangelio de Juan es el Evangelio de “la Verdad”.
Pero ¿Qué es la Verdad?
Eso es al menos lo que Pilatos le preguntó extrañado a Jesús una vez le mandó azotar y coronar de espinas. Cuando le vio así, “Ecce homo”, le preguntó ¿… y tú eres Rey? Y al recibir su respuesta “Sí, y para eso he venido al mundo, para ser testigo de la Verdad”, Pilatos, extrañado le pregunta “¿y qué es la Verdad?”
La palabra Verdad puesta en boca de un político es casi una injuria, un insulto a la dignidad humana, un desprecio, una obscenidad, una adulteración, una violación de todo lo puro y sagrado que en este mundo pueda existir, porque el ejercicio de la política (etimológicamente los asuntos de la ciudad, de la “polis”), es lamentablemente el ejercicio de la mentira en estado puro. Es la antítesis de la verdad, si la verdad pudiera existir en este mundo, de alguna forma.
¿Alguien sabe qué es la verdad? Pero sobre todo ¿Alguno de nosotros nos atreveríamos a decir, a definir qué es la Verdad con mayúsculas?
¿Es esto? ¿Es aquello? ¿Está aquí? ¿Está allí? ¿Este dice la verdad? ¿El otro no?
¿Por qué el concepto “verdad” es tan escurridizo, tan incierto, tan lábil, tan etéreo?
Porque realmente, nadie, ninguno de nosotros estamos seguros de prácticamente nada.
Los científicos, que dentro de este Confinador de vida que es nuestra existencia terrena, son los que con más cuidado tratan el concepto “verdad”, a través del método científico, nos hablan de la “duda metódica” de Descartes, es decir, utilizan “la duda” como método para afirmar provisionalmente las cosas, y por eso en muy raras ocasiones afirman algún hallazgo o alguna interpretación de la realidad como “Ley científica”, sino como “teoría”, es decir, como un aserto que “parece explicar” ciertos hechos de modo en principio contrastado, pero siempre abierto a que nuevos hallazgos puedan aportar nuevas evidencias que sean capaces de refinar, de mejorar o incluso de tirar por tierra las teorías actuales.
Hablamos de la Ley de la Gravedad, como algo inmutable, cierto, verdadero porque está demostrado que las cosas caen para abajo, pero en la medida en que nadie sabe a ciencia cierta cómo es que las cosas caen para abajo, los físicos no las tienen todas consigo. No se habla de la Ley de la Evolución, sino de la Teoría de la Evolución. No se habla de la Ley de la Relatividad, sino de la Teoría de la Relatividad, ni de la Ley cuántica, sino de la Teoría…
¿Por qué? Y eso que estamos hablando de lo positivo, de lo tangible, de lo que ven nuestros ojos y captan nuestros sentidos o nuestros aparatos de medida y detección y es relativamente fácil comprender por nuestra mente.
Porque lo único que podemos decir los humanos respecto de “todo lo que existe” (Ver la entrada nº 20. Fiat homo: todo lo que existe, en este blog) es el resultado del desarrollo de “modelos mentales de realidad” que nuestra mente construye a través de la información que percibe por nuestros sentidos. ¿Qué es el color para un ciego de nacimiento? ¿Qué es la música para un sordo congénito? ¿O los aromas para un anósmico? ¿O el suave tacto de las flores para un paciente con parestesias?
¿Qué sería de nosotros sin los sentidos que es lo único que tenemos para captar las señales del exterior?
¿Vemos todo lo que existe, o solamente el segmento del espectro visible, ignorando toda la cola del infrarrojo o del ultravioleta, de la que no tendríamos noticia si no fuera por nuestros aparatos detectores?
¿Oímos todo lo que suena, todo lo que vibra, o solamente la banda de sonidos entre agudos y graves, ignorando todo lo que suena por debajo de los graves y por encima de los ultrasonidos?
¿Olemos todo lo que emite olor, o tenemos que resignarnos a oler un estrecho segmento de la capacidad olfativa que demuestran los animales, muy superior a la nuestra?
Ni siquiera estamos seguros de ver todo lo que se puede ver y de oír todo lo que se puede escuchar. Y además, en ambientes subatómicos, Heisenberg nos fastidia la fiesta con el “principio de incertidumbre”
¿Qué sería de nosotros sin nuestra capacidad asociativa que nos permite desarrollar patrones mentales y modelos según los cuales para cada uno de nosotros “el mundo es como si…”?
¿Realmente lo que para nosotros es el mundo, lo que vemos, lo que escuchamos, lo que leemos en los periódicos o vemos en los medios de comunicación? ¿Es todo eso “verdad”? ¿Realmente sucede?
¿Qué diablos está pasando? Le preguntó furioso el primer ministro japonés Naoto Kan a los responsables de TEPCO sobre los sucesos de la central de Fukushima.
A duras penas la Historia de los hechos pasados nos aporta algo de luz sobre lo que pasó hace uno o dos siglos, como para que estemos seguros sobre la “verdad” de lo que está pasando en estos momentos en el mundo, en el Planeta, a pesar de disponer de los medios de comunicación, de una CNN que no deja de emitir noticias 24/7/365.
Así que ni siquiera en el mundo físico estamos seguros de casi nada. ¿Podemos hablar de algo parecido a la verdad?
¿Qué es la Verdad?
Esta pregunta vuelve una y otra vez sobre nosotros, porque de lo único que podemos estar “aquí, en este mundo” seguros es de que no sabemos qué es la verdad, y mucho menos, la Verdad.
Sin embargo, para los creyentes existe un atisbo de esperanza en lo que nos dicen nuestros mayores, que voy a volver a ilustrar con una parábola que ya expuse en la entrada 26.- “Cuando las cosas pierden su evidencia” de este blog. Es la parábola del elefante.
Hay una parábola muy conocida, que explica bastante bien todo esto. Es la parábola del elefante. En un país de ciegos, donde todos eran ciegos, y todos estaban perfectamente organizados en medio de su ceguera, llega a las inmediaciones de la ciudad reino, amurallada con una empalizada, un mercader que viajaba con un elefante. Como quiera que estuviera cansado, decidió descansar durante un rato. El elefante al caer y tumbarse provocó un espantoso estruendo que hizo templar toda la ciudad. Los ciegos se asustaron tanto que decidieron enviar una patrulla de reconocimiento para ver qué era lo que había provocado el temblor de tierra. Un comando de ciegos llegó a las cercanías del animal, y con mucho temor, uno tocó la pezuña. Se retiró en seguida e informó que lo que había causado en temblor era un ser duro como una piedra, que impresionaba de muy poderoso, por lo que la ciudad corría un gran peligro. No seguros del dictamen de la primera patrulla, mandan a una segunda, y el explorador se topa con una oreja, que impresionaba de peluda y blanda. El diagnóstico era justamente el contrario. No parecía que lo que fuera pudiera ser peligroso. Una tercera patrulla se topó con la trompa y recibió el consabido trompazo. Salieron huyendo despavoridos y se enrocaron en la ciudad. Se organizó entonces un gran batallón para salir a combatir el monstruoso ser. Pero cuando salieron, el mercader ya se había ido con su elefante, no sin antes dejar los obligados excrementos y emunciones, de proporciones jamás imaginadas por aquellos habitantes. El comando de exploración no podía encontrar una explicación racional a todo aquello, por lo que se convocaron múltiples concursos de ideas para embarcar a las mentes más preclaras en investigar las posibles causas, efectos y consecuencias a largo plazo de aquel fenómeno provocado por tan quimérica criatura, y convertido en descomunal cantidad de excrementos. A raíz de aquello se crearon una serie de mitos y leyendas, todas, por supuesto falsas, que atemorizaron a toda la ciudad, de generación en generación, lo que por cierto, la casta de chamanes, siempre solícita en eso de proteger a los indefensos fieles de los malos espíritus, aprovechó para convertir aquello en infundado temor que sólo ellos, podían exorcizar, y en ningún caso desmontar, a lo que los fieles estaban totalmente volcados en apoyar con numerosos y generosos donativos.
Nuestra actual casta mundial de chamanes tan avanzados y puestos al día que hasta utilizan Internet y las grandes cadenas de televisión para proteger a sus seguidores de los malos augurios, siguen haciendo lo mismo. Elevan a la categoría de dogmas irrefutables lo que son meras conjeturas sobre lo que nadie es capaz de aportar un solo codo a su estatura a fuerza de discursos, como diría el Buen Jesús.
Así que si para el resto de los mortales la verdad es una asíntota inalcanzable, tan sólo imaginable con el uso de parábolas, para los chamanes esas parábolas asintóticas se declaran irrefutablemente ciertas, convicciones absolutas, y así mantienen la parroquia unida sin fisuras frente un mundo que se debate en medio de la incertidumbre más absoluta, incertidumbre magistralmente utilizada por los políticos y todos los influyentes centros de poder económico, para sacar la correspondiente tajada.
Por cierto, lo de parábola, a parte del sentido literario de fábula, historieta, con finalidad docente, utilizando símiles de la vida diaria, tiene un sentido matemático, pues la rama de parábola es una función matemática polinómica del tipo y= ax^3-bx^2+cx+d, que nunca llega a una asíntota. Esto no deja de ser algo más de una coincidencia, porque indica hasta qué punto nos quedamos en el “casi lo tengo… pero no completamente”. Por eso el Buen Jesús nos hablaba en parábolas, porque la mente sólo llega a un cierto nivel de comprensión de sus palabras, pero no completamente.
Sin embargo, pontificar y dogmatizar intelectualmente lo que sólo pueden ser funciones polinómicas de comprensión es convertir probabilidades de conocimiento en convicciones absolutas. Y en esto, Friedrich Nietzsche tiene razón al afirmar que “la convicción absoluta es más peligrosa para la verdad, que la propia mentira.” Y aún peor, la convicción absoluta nos convierte en incondicionales creyentes de esas convicciones absolutas. Y esto en esclavos de esas convicciones.
31 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, 32 y conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.» Jn 8, 31-32
Y alguien, siglos después afirmó… y la mentira, os convertirá en creyentes. Esta es una frase de Pepe Rodríguez, autor de un polémico libro titulado “Las grandes mentiras de la Iglesia católica”, título absolutamente condenable por ésta, como no podría ser de otra forma. La frase esgrimida por el ateísmo, al hacer alusión a que los creyentes somos gente sometida a un perfecto lavado de cerebro por la casta sacerdotal, es una loa a que la verdad está en “todo lo que existe” y logran ver nuestros sentidos, detectar nuestros aparatos de medida y comprender nuestra mente. Todo lo demás es pura sofronización mental orientada al dominio de las conciencias.
Porque “La Verdad une, pero la mentira separa” (Frase de Consuelo Martín)
Y "El conocimiento profundo de las religiones permite derribar las barreras que las separan." (Gandhi)
O “El cristianismo podría ser bueno si a alguien se le ocurriera ponerlo en práctica” (Bernard Shaw)
Así nos podríamos enzarzar en interminables discusiones bizantinas que no conducen a ninguna parte salvo a provocar úlceras de estrés en los contendientes. Yo no entraré en ese juego.
Todo lo que en este mundo es motivo de luchas, separación, discordia, guerras y alejamientos los unos de los otros, es por definición rigurosamente falso. No es la Verdad, ni siquiera es verdad en el sentido doméstico de la palabra.
En este mundo no se vive la verdad, sino algo que se lo parece, o que se pretende que lo parezca, con el fin de conseguir de los demás voluntades, cohesiones o bienes para uno mismo. La pseudoverdad es una poderosa arma de convicción para lograr éxitos personales. El político, a cualquier nivel, desde un presidente de gobierno hasta un concejal de un humilde ayuntamiento, utilizan la pseudoverdad con una segunda intención, la aparente, que es la que manifiesta en las campañas electorales y en los foros de discusión públicos, concejos, parlamentos y demás ejidos, y la oculta que es la que se trata a puerta cerrada entre los propios del partido, o de la facción. Y lo dicho para los políticos es prácticamente extensible a cualquier ser humano, en la medida en que usa las voluntades de los demás para beneficio propio.
Por eso, hablar de “verdad” en este mundo es simplemente un desiderátum, y aún más que eso, una ensoñación.
¿Qué es la mentira?
En el relato del Génesis de la Creación, no existen evidencias de que Dios creara antes del ser humano, a ninguna criatura inteligente. Al menos no lo dice expresamente. Sin embargo al describir la tentación de Eva, el autor hace referencia a la serpiente como el animal más astuto, con capacidad de pensar malamente y hablar con audacia para convencer a una Eva, bastante tontorrona, por cierto; y esta a un Adán también bastante necio.
¿Qué pasaría si lo que sucedió (llamémosle así) fue que en el mismo instante de poseer el homínido primero, capacidad de pensar, lo primero que pensó fue en su autonomía para ser él el dueño y señor de su vida, interpretando como cierto lo que veían sus ojos, escuchaban sus oídos e interpretaba su cerebro? ¿Pero sobre todo, qué pasaría si el auténtico pecado original hubiera sido (como lo es hoy), que Eva y Adán (o el Moonwacher de Arthur Klark) se vieron como seres independientes, separados de la Pura Conciencia, como "yoes" autónomos con sus individualidades a las que decidieron idolatrar en algo que ya he referido como "El síndrome de Adán y Eva" o "Egolatría" o la actitud egoica ante la vida (yo separado de ti)? A todo esto, la cosa de forjarse una idea de lo que les rodeabo que no estaba nada descaminada, si tenemos que reconocer que no era nada fácil zafarse de los tigres con dientes de sable, del frio y del calor extremo.
Y vieron que estaban desnudos… dice el autor del Génesis. Es decir, carentes de todo, así que tuvieron que emprender el penoso camino milenario hacia la civilización, creyendo que ese era su destino, haciendo caso omiso a los dictados del Corazón, a la voz del Creador, salvo por el hecho del apaño religioso desarrollado en todas las culturas a la par que desarrollaba sistemas de ataque y defensa contra todo aquello que era contrario a sus intereses.
Es una forma bastante heterodoxa de interpretar el pecado original, pero a alguno puede que le “mole”, aunque a la mayoría le suene extraña esta interpretación.
Pero lo que no creo que esté fuera de lugar es el hecho de que fuera como fuera el desaguisado del Edén, lo que sí que parece creíble, al menos es que desde entonces, el ser humano sólo ha querido hacer caso a los modelos de realidad que ha conseguido elaborar; y lo peor de todo, es que se ha terminado por creer que son ciertos. Aunque no del todo, puesto que en mayor o menos medida, todos tenemos la mosca detrás de la oreja de que “nada es lo que parece”.
La mentira es la “no-verdad”, y a poco que seamos sinceros, nadie está seguro de lo que ven sus ojos ni escuchan sus oídos.
Somos empedernidos buscadores de la verdad, de la misma forma que somos empedernidos adoradores del tiempo, porque todo el Confinador, lo que existe en el espacio y en el tiempo es una ensoñación.
Las religiones, en su intento de dar respuesta a los buscadores de la verdad, se han convertido en escuelas de espiritualidad, mutuamente excluyentes. Esto da que pensar que o todas son falsas o todas verdaderas o mitad y mitad. Lo cierto es que, salvo los creyentes empedernidos de una escuela religiosa, el resto nos maliciamos que no es oro todo lo que reluce en los sistemas religiosos, que hay gato encerrado. Lo que no significa que la vida sea un engaño de Dios, o simplemente que no hay un Dios que pueda o quiera engañar a nadie.
Porque "todo está bien", hasta la pseudoverdad de esta vida, hasta el hecho de que vivamos una ensoñación.
Este es el contrasentido de la lógica de Dios. Nos situa en un falso escenario, donde nada es lo que parece, para que "todo se cumpla según sus designios".
O como dice el Lao Tse. "El Tao nunca lleva a cabo ninguna acción, para que nada quede sin hacer".
Amigo, si no entiendes esto, no importa. Está bien así. No es momento de entenderlo. Y si intuyes que tiene sentido, ¡enhorabuena!
Hasta los malos de la película han de hacer su papel en este gran teatro del mundo. Tienen su sitio, pues el Sol sale tanto para justos como para injustos.
Los dogmas, son creaciones del pensamiento para intentar entender lo inefable.
Las prácticas y enseñanzas religiosas, son formas de calmar la inquietud de nuestro “yo individual”. Y está bien que sea así.
En este mesénquima crediticio se mueve el común de las gentes, que intenta creer lo que se puede, para huir de la mentira que sospecha es este mundo.
Y está bien que sea así.
Comprensión
En muy contadas ocasiones han surgido en la Historia personajes que han sido donados con lo que en Filosofía perenne se denomina Comprensión, Despertar, Conciencia. Han sabido ver que nada de lo que existe es real en sí mismo. Ni los humanos somos reales, sino sólo un sueño, y el mundo, el Confinador es un escenario virtual, al estilo de Mátrix, la película.
Ya lo he referido en bastante de las entradas anteriores. Los que han alcanzado la Comprensión de que sólo Dios existe, de que Él es Todo lo que Es, y nosotros somos un mero sueño con apariencia de “unidad inteligente de Carbono” (que muerto el perro se acabó la rabia, y el Ser eterno que habita en nosotros queda liberado, como el aire contenido en un globo que se pincha) forman un reducidísimo grupo universal de místicos contemplativos, que al proclamar estas cosas son tomados como auténticos gilipollas que están con un fuerte trastorno mental.
De ahí la frase de Kierkegaard, que aparece en la portada de este blog:
Ha habido seres humanos que han conectado con la Verdad, pero pasan desapercibidos:
“Al místico se le oye como se perciben ciertos gritos de pájaros, sólo en el silencio de la noche; por eso, con suma frecuencia un místico no adquiere importancia en medio del bullicio de su ambiente, sino mucho tiempo después, en el silencio de la Historia, para las almas afines a la suya, y que le escuchan.”
Y está bien que sea así.
"La Verdad es Dios" (Gandhi).
Lao Tse, Sankara, Buda, Rumi lo dijeron, y los humanos le han hecho caso “de aquella manera”.
El Buen Jesús lo proclamó de una manera especialmente convincente, echando por tierra la mentira de los sistemas religiosos ¿hasta entonces?
El resultado de su osadía ya lo sabemos. La mentira elaborada por el hombre, no pudo soportar la Verdad.
Lao Tse, Sankara, Buda, Rumi lo dijeron, y los humanos le han hecho caso “de aquella manera”.
El Buen Jesús lo proclamó de una manera especialmente convincente, echando por tierra la mentira de los sistemas religiosos ¿hasta entonces?
El resultado de su osadía ya lo sabemos. La mentira elaborada por el hombre, no pudo soportar la Verdad.
Pero la Verdad supo doblarle el brazo a la mentira.
Y tras Él, (si es que el tiempo realmente existiera) el mundo ha seguido su curso, pero de otra manera...
Todo está bien.
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