Hágase tu voluntad y no la mía. Mt 26, 42
Momento clave de la Pasión en el que el yo individual de Jesús trató por última vez de revelarse para finalmente rendirse al destino.
Y Jesús fue simplemente Dios encarnado. No quedaba ya nada del ser humano que tuvo que luchar contra las tentaciones del desierto.
El Amor es simplemente la expresión de la Voluntad de Dios, sea la que sea; suceda lo que suceda.
Dios Es lo Que Es. Lo que sucede en la matriz espacio temporal es Su manifestación.
La Creación y la Vida del ser humano es como una película. El guión está escrito desde siempre. Lo que sucede es lo escrito. Los que no saben de qué va esto, lo llaman predestinación. Los sabios, lo llaman “libertad”.
Todos somos actores interpretando un papel. La diferencia entre el sabio y el necio es que el sabio es consciente de su condición de actor interpretando un papel y el necio no es consciente de ello. O no lo sabe, o no lo quiere saber. Por eso, para el necio, la creencia en lo de la película le supone creer que está atado de pies y manos.
Por eso…
29 ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. 30 En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. 31 No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. Mt 10, 29-31
El sabio es consciente de que su “Unidad de Carbono” es sólo eso, un soporte físico para la expresión del Amor de Dios. Es Templo del Espíritu Santo, sólo eso, un templo de carne y mente, que no sirve para otra cosa que para Él expresándose al mundo.
Amaos como Yo os he amado. Porque Él es quien ama, Él es quien obra, Él es quien realiza. Nosotros no hemos de hacer nada, para que nada quede sin cumplirse. Nosotros somos simples pinceles en manos del pintor que elabora la obra de arte de la Creación. El sabio es plenamente consciente de eso, de esa realidad. Hasta el extremo de que es consciente de que por no haber ni siquiera hay un sabio. Simplemente Es Quien Es, el Único que Existe, la Consciencia.
Así que el devenir de la Historia ha sido, es y será expresión del Amor de Dios a sus creaturas, en el largo proceso de aprendizaje hacia el Ser. En ese largo proceso de aprendizaje, los “yoes individuales” que somos las creaturas llamadas inteligentes, hemos de adquirir la conciencia de que nada nos separa del Creador, salvo nosotros mismos, lo que creemos ser y no somos, y que la tradición judeocristiana ha denominado la desgracia del pecado original. Ese denominado “pecado original” no es otra cosa que la creencia de que somos seres individuales y que “podemos” hacer… ¿qué?... algo que llamamos Historia.
Por tanto, todo el rosario de desgracias que venimos padeciendo los humanos es la más viva expresión del Amor de Dios con mayúsculas. Porque acaso es la única forma de que caigamos en la cuenta de que sin Él no somos más que simples y etéreas pompas de jabón. Ni existirá jamás un mundo feliz sin la plenitud de la Consciencia.
La historia de Israel es el relato del género humano representado por un pueblo de pastores cuyo devenir es una mezcla de confianza y desconfianza frente al Eterno, denominado por ellos en este caso, Yaveh. Toda clase de desgracias, destierros, guerras, esclavitud, hambrunas, cautiverios y fugaces destellos de paz reflejan la actitud y las consecuencias de esa misma actitud del ser humano frente a Dios. Jerusalem, la ciudad sagrada ha sido y es un lugar tan santo como castigado. Es la expresión del Amor de Dios, donde Él se manifiesta tanto en la dicha como en el sufrimiento.
Los profetas anunciaban el mesías que liberaría a su pueblo de la esclavitud. Lógicamente ni entendieron a los profetas, ni entendieron al mesías, porque tan apegados estaba el ser humano a su “yo individual” que nunca quiso entender el objeto del proceso de liberación que vino a anunciar Jesús de Nazareth, creyendo que tan sólo se trataba de liberarse de los pueblos vecinos que les mantenían oprimidos. Jamás entendieron el “deja todo lo que tienes, dáselo a los pobres, toma tu cruz y sígueme”. Ni se percataron de qué significaba “venga a nosotros tu Reino”, o “hágase tu voluntad y no la mía”.
No se dieron cuenta ni ellos, ni nosotros, ni la inmensa mayoría de los cristianos que en el mundo han sido, incluidos una gran cantidad de prelados. Sólo los iluminados han sabido comprender el mensaje de Jesús, mensaje que no está escrito en los tratados de Teología.
Esto es muy fuerte decirlo, y será lógicamente negado por los doctores de la Iglesia, pero su negativa no tiene la mayor importancia, porque lo único que vale es la palabra escrita en el Corazón.
Cuando el corazón humano es despertado y toma conciencia de que él virtualmente no existe, jamás existió como tan, sino que sólo existe la Conciencia, que sólo existe Dios expresado en cada uno de nosotros, y que hablar en primera persona, tanto del singular como del plural, es tan sólo una forma de hablar para entendernos, el hecho de la Redención, empieza a tener algún sentido, porque es entonces cuando el Alma, liberada de las ataduras de un artefacto físico como es su Unidad de Carbono que le permite deambular por aquí, entiende qué es el Amor. Y lo que sucede, sucede porque ha de ser así, y lo que hace, lo hace, porque también ha de ser así.
Lo bueno y lo malo son sólo juicios de valor de nuestras Unidades de Carbono. Por eso Jesús insiste tantas veces en que no juzguemos, porque estos juicios son los que hacen este mundo irrespirable, e impresiona de ser un valle de lágrimas, porque con nuestros juicios en eso lo convertimos.
Lo bueno, lo que juzgamos como bueno, lo es según para quien, y lo malo, lo que consideramos malo, lo es también según para quien. Así que ni siquiera Jesús permitió que le llamaran maestro bueno, porque sólo Uno es Bueno, Dios.
El guión de la película sigue su curso, y nosotros seguiremos viéndola, contemplándola, e incluso actuando en ella, con lo que de nosotros queda en el mundo, que no es gran cosa.
Ni siquiera serás sabio, porque simplemente ya no eres. Sólo existe Él en ti. Y actúa a través de ti en este mundo.
La felicidad no es otra cosa la certeza de que todo lo que sucede es lo que ha de ser. Todo es perfecto, porque es pura manifestación de Dios.
De esta forma, tu voluntad, o lo que tú creías que era tu voluntad, es en realidad la manifestación de Dios, es simplemente “Amor”.
La felicidad es simplemente esto, ser consciente de que ya estás en Casa.
Epílogo
Puede que te haya extrañado esta entrada sobre el Amor. Puede que creyeras que iba a hablar de la carta magna del Amor, de San Pablo en 1 Corintios 13. Ese texto es el conocido texto de cómo el amor se expresa…
4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; 5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; 6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. 7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. 1Cor 13. 4-7
Esta es la expresión del Amor. Pero el Amor, sólo se alcanza y somos conscientes de que no hay dos, de que no soy yo quien existe, sino Dios en mí, y “yo” sólo soy un ensueño que sirve para que los demás ensueños aprendan a Ser en Él.
No tengo intención de cambiarte los esquemas. Así que si no has entendido nada de lo que he escrito. No te preocupes.
Esto también está dentro del guión de la “peli”.
La Paz esté contigo.
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