Los asuntos del espíritu no son abordables con la mente.
Esto se puede tomar como un axioma. No es demostrable, pero tampoco es rebatible. Sencillamente “no es negociable”.
Los asuntos del espíritu no son asuntos de la inteligencia racional. En este sentido, lo peor que puede pasar es que tú no estés de acuerdo. Pues sólo puedo decirte que lo siento.
No quiero decir con esto que la formación religiosa no sea importante, que lo es; ni que el estudio de la doctrina no sea importante, que lo es; ni que asistir en el colegio a clases de religión sea inútil, que no lo es. Sólo digo que todas estas iniciativas son simplemente “divulgación religiosa”, que no tienen a nivel espiritual prácticamente ningún impacto, salvo que vaya acompañada de una política coercitiva del tipo “si no cumples los mandamientos de Dios, irás al infierno. Si no mueres en gracia de Dios, no entrarás en el cielo”. En este caso, se puede conseguir algo sobre la base del acojonamiento de las gentes, pero esto termina siendo un engañabobos, que ya no asusta ni a los niños de teta.
Esto, más o menos es como las artimañas de nuestras madres, cuando éramos pequeños, que para acostarnos y dormirnos, nos decían “como no te duermas, va a venir el coco y te comerá”. Con esa terrorífica amenaza, no quedaba más remedio que apretar los ojos y tratar de dormir. Pero una vez que nos enteramos que los reyes magos son los padres y que los niños no vienen de París, este tipo de triquiñuelas religiosas, por muy sostenidas que estén por los curas “como no vayas a misa los domingos te va a castigar Dios”, sólo tienen efecto en incautos, torpes y sólo temporalmente en los tiernos infantes de catequesis de comunión.
Shock testing
Este es un procedimiento muy utilizado en la industria aeronáutica, sobre todo militar: un proyectil es disparado a partir de un avión hacia tierra (suelo), y la impulsión del retroceso (del avión) es medida por censores de vibraciones ubicados sobre la carrocería, y conectados a registradores gráficos. De esta forma, se puede saber y con ello diseñar, células del avión, que soporten este tipo de stress estructural.
De forma parecida, Dios, que conoce nuestra débil naturaleza, nos suele someter en nuestra vida a algún tipo de “shock testing” para zamarrearnos y hacernos ver que “aquí estoy, en tu corazón”.
Si uno recuerda su propia historia, y es sincero consigo mismo, podrá recordar algún momento en el que esto le sucedió. Y no me estoy refiriendo a ninguna aparición de la Virgen, y de ángeles trompeteros envueltos entre nubes, anunciando la llegada de Jesucristo a nuestra vida. Esto es mucho más sutil, aunque habitualmente envuelto en un acontecimiento al menos moderadamente traumático o al menos emotivamente impactante. Me estoy refiriendo a un accidente, una enfermedad, una experiencia de “pérdida”, bien sea amorosa o económica o en relación a la muerte de un ser querido.
En la vida de los seres humanos siempre existen experiencias que nos marcan de un modo especial. Otra cosa es que no sepamos leer el mensaje que se nos ha querido transmitir, que es lo que suele pasar habitualmente.
Parece ser que el factor común de estos test de impacto que hace Dios con nosotros, están basados en experiencias de sufrimiento, o al menos, emocionalmente violentas. Son todo menos experiencias divertidas. Son vivencias a veces dramáticas, donde pierdes algo muy querido, salud personal, la vida de seres amados, la hacienda, tu relación de pareja, etc. Y tras el clásico ¿por qué, Dios mío, me ha sucedido esto? Dios habla al corazón, pero siempre está la mente al quite, para hacernos entender que Dios no está en las tragedias; “cómo puede Dios consentir esto o aquello”… decimos los estúpidos. Así que, tras secarnos las lágrimas y culpar a Dios de todas nuestras miserias, volvemos a nuestra vida, ignorando lo que se nos quiso decir desde lo alto.
Sólo para aquellos para los que estas experiencias son interpretadas como experiencias de “desapegos”, el efecto pretendido de Dios, de “llamada”, puede tener algún efecto.
Estamos tan adheridos a las cosas temporales, somos tan fervientes adoradores de Chronos, que sólo con experiencias de impacto, con experiencias de choque, en el supuesto de que así las interpretemos, “podemos caer en la cuenta”.
Caer en la cuenta
Este es el auténtico objetivo de una experiencia de choque, “caer en la cuenta”. ¿Qué significa esto? Simplemente conseguir que el alma despierte de su letargo.
Caer en la cuenta, o darse cuenta, o “ser consciente de…”, son sinónimos de despertar, de abrir los ojos y contemplar una nueva realidad, que la mente y sus fantasmas nos mantienen oculta, enredándonos en las gilipolleces de todos los días.
Una cosa es saber algo sobre algo. Otra bien distinta es ser consciente de eso que supuestamente hemos aprendido. Es como cuando éramos estudiantes, y nos teníamos que estudiar un temario para un examen. Recuerdo que muchos de mis compañeros de carrera “no pegaban ni clavo”, es decir, no estudiaban hasta una semana antes del examen parcial. Tras el atracón del examen, una semana después, incluso si lo habían aprobado, no se acordaban de casi nada, porque lo habían memorizado, pero no lo habían asimilado. Para eso, uno debe estudiar todos los días, para que los conocimientos vayan calando y haciéndose íntimamente suyos.
Caer en la cuenta es prácticamente lo mismo, “mutatis mutandi”; uno puede aprender, porque lo pone el catecismo y el cura lo dice en misa de una todos los domingos, que “Dios le ama”; pero de eso, a “ser consciente, tomar conciencia de que Dios te ama”, hay un abismo prácticamente insalvable. Ese abismo es el que separa la mente “el yo apañao que tenemos para bandearnos por aquí”, del alma, es decir, de nosotros mismos.
Aviso. Si todo lo que vengo refiriendo en las entradas anteriores sobre el “yo apañao”, sobre el “agujero del yo”, que nos explicaba Fidel Delgado en sus seminarios, o Consuelo Martín en los suyos y sus libros, no se entiende o no se admite, entonces, de poco va a servir todo lo que explique en esta entrada y las que vendrán a continuación. Porque todo consiste en “caer en la cuenta de que…”
“Yo soy lo que mi pensamiento ha elaborado sobre mí”.
En otras palabras, “yo soy la película que me he montado”, que por proceder de mí, es rigurosamente falsa, pero estoy tan apegado a ella, tan adherido a “mis cosas”, a “mi supuesta realidad”, que he terminado por creérmelo a pies juntillas. Si además, los colegas de mi tribu, me dicen que efectivamente, mis ensoñaciones sobre mí son literalmente reales, “que no hay más cera que la que arde”, que decimos, lo tenemos crudo para desmontarnos la película que con tanto esfuerzo nos hemos elaborado a lo largo de los años, salvo que una experiencia traumática, un bofetón bien dado por el Altísimo, nos deje tan chocados, que al final logremos, pues eso, “caer en la cuenta”.
Por eso, cuando Dios viene a nosotros, no suele hacerlo con buenas maneras, sino a lo bestia, porque no hay otra forma de que despertemos. Es lo que decimos en España “caerse del guindo”.
El guindo es un árbol que aparentemente parece fuerte, y uno, si le gusta trepar por las ramas, se puede subir, hasta que creyendo estar sostenido por una sólida madera, de repente, la rama se parte, y el hostión (o golpe) que uno se mete contra el suelo, “le hace caer en la cuenta” de que ese árbol es pura fachada de robustez, cuando en realidad es muy débil.
Pues más o menos.
Es así que en muchas ocasiones, no le queda otra a Dios que hacernos caer del guindo, con el consabido golpe brutal que eso supone, dado que vivimos en un permanente estado de alucinación mediática.
Ejemplos de experiencias de choque
Si uno repasa la vida de grandes hombres y mujeres que dieron el paso de entrar por la senda de la Vida Interior, los comienzos suelen estás asociados a experiencias fuertes, como por ejemplo, la Biblia revela la vocación de Abram, con el mandato de Yaveh de salir de su tierra, y el amago de matar a su único hijo Isaac. O Moisés con la brutal experiencia de la esclavitud de los Judíos en Egipto, o Saulo de Tarso y la caída en el camino de Damasco, o la mismísima pasión de Cristo, como paradigma de lo que supone “morir a la vida para nacer a la Vida, para resucitar”.
O ejemplos tremendos como San Francisco de Asis o San Ignacio de Loyola, cuyas conversiones fue fruto del impacto emocional y físico de la guerra, o Teresa de Jesús, tras sufrir casi una muerte en vida que la dejó varios días en estado catatónico, y etc, etc.
Es decir, a Dios no le queda otra que agitar nuestro árbol violentamente para que logren desprenderse los frutos podridos y las hojas muertas.
Los mercaderes del templo
Supongo que cuantas veces los cristianos o los católicos hemos escuchado este pasaje, donde Jesús despliega un cabreo y una furia jamás imaginada contra los mercaderes del templo, no nos hemos dado por aludidos, en la medida en que nos reconocemos cumplidores de los mandamientos de la ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia, y además ponemos una equis en la declaración de la renta para financiar a la Iglesia católica. Es decir, un buen católico practicante que frecuenta religiosamente los sacramentos, no tiene por qué temer la furia del Altísimo.
Te invito, amigo, a releerlo una vez más, y además en dos versiones, la digamos sinóptica de Mateo, Marcos y Lucas, que vienen a exponer el mismo escenario, y luego la versión de Juan, que es ligeramente diferente.
12 Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas. 13 Y les dijo: «Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de Oración. ¡Pero vosotros estáis haciendo de ella una cueva de bandidos!»
Mt 21, 12-13
15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; 16 y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»
Jn 2 15-16
Mt 21, 12-13
15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; 16 y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»
Jn 2 15-16
Este pasaje, que también relatan Lucas (Lc 19, 45-48) y Marcos (Mc, 11, 15-19), en los mismos términos que Mateo, es muy duro, si nos lo atribuimos a nosotros. Es decir, parémonos a pensar que este pasaje va dirigido a nosotros, a cada uno de nosotros, a ti y a mí.
Lo sagrado y lo profano no está fuera de nosotros, no es un templo de piedra lo sagrado, ni lo que está fuera de él lo profano, según el significado etimológico de la palabra profano. Es nuestro más íntimo interior lo que es sagrado y lo que se puede profanar utilizándole para mercadear. Los latigazos de Jesús, además de hacia los mercaderes de Jerusalem, van dirigidos a nosotros, si hemos convertido nuestro templo sagrado, que es nuestra alma, nuestro espíritu, y su fachada exterior, que es nuestro cuerpo, en una cueva de ladrones, donde nuestro único interés es el crecimiento de nuestros negocios de este mundo.
No obstante el pasaje de Juan añade un pequeño matiz; Jesús no manda a todos a la calle con sus mercaderías a base de latigazos, sino que a los que vendían palomas, les reprende más suavemente invitándoles a retirar sus jaulas con una recomendación, “quitad esto de aquí”. En el primer caso, echando a los cambistas a golpes, Jesús arremete contra los que hacen de su vida el monumento a su avaricia, soberbia y ambición, a costa de robarles sus bienes y sus derechos a los demás; son los fabricantes de miseria, los que se asientan en su propio reino, y para ellos su reino económico es todo lo que existe. Contra ellos, contra los que convierten tanto sus propios corazones, como nuestro mundo, nuestro Planeta, en una cueva de ladrones, que sólo se mueven por su propia ambición, a estos, Jesús les echa sin contemplaciones de Su casa. “Retiraos de mí todos los agentes de injusticia”.
A los segundos, los que se dedican a vender palomas, que por otra parte son ofrendas que se utilizan en los sacrificios del Templo, a esos, Jesús les amonesta sugiriéndoles que “quiten eso de aquí”. En este caso nos encontramos el común de las gentes, que, aún cumpliendo con nuestras obligaciones religiosas y ciudadanas, nuestro templo interior está todavía ocupado con muchas cosas de este mundo; muchas preocupaciones, muchos intereses, muchos apegos afectivos. Queremos hacerle un sitio a Dios en nuestra alma, pero permanece ocupada con demasiadas cosas de este mundo, incluso de “bona fides”, con buena fe, sin mala intención, sin interés de hacer daño ni engañar, como los cambistas. Pero seguimos sin tener nuestro templo vacío.
Dios sólo puede reinar en templos vacíos, vacíos de ambición, de avaricia, de apegos, de inquietudes, e incluso, vacíos de parafernalias religiosas. Porque, que no se nos pase por alto una cosa, que Jesús arremetió contra un estado de cosas, cambistas y mercaderes en el templo, con el consentimiento implícito y explícito de las autoridades eclesiásticas. Resulta que los sacerdotes no veían mal el mercadillo que tenían montado. Es más, el evangelista Marcos, que sitúa el hecho tras la entrada triunfal en Jerusalem, refiere la reacción de los sumos sacerdotes y escribas, “… y buscaban como podían matarle”, (Mc 11, 18). Es decir, el clero, ¡los responsables religiosos!, pensaban: “este nos está hundiendo el negocio”…
Meister Eckhart dedica uno de sus famosos sermones, precisamente a reflexionar sobre este pasaje, y lo tituló “el templo vacío”. Nos introduce en una reflexión inquietante, en una verdad incómoda. Porque expone, sin anestesia, cómo Dios nos pide el vaciado total de nuestro ser… si queremos seguirle y ser perfectos. Y en cualquier caso, nos lanza una seria amenaza si nos comportamos como los cambistas. Y a los responsables del culto parece como si les preguntara… ¿qué estáis haciendo con la Casa de mi Padre?
Resumiendo, pregúntate, si tu vida está lo suficientemente apegada a las cosas de este mundo, como para necesitar un tratamiento de choque, una experiencia de choque, como para necesitar que Jesús entre a latigazos en tu interior para echar todos esos personajillos que vimos en la entrada pasada, la 42, que te han convertido en una piltrafa humana, sólo dedicada a buscar y rendir el máximo beneficio de tu ambición por tus cosas de este mundo.
Si fuera así, si te sintieras como el hijo pródigo que se presenta ante su padre lleno de harapos y con más mierda en el cuerpo que un jamón, que se dice, entonces podrás comprender por qué a Dios no le queda otra que organizarnos unas pruebas violentas para “hacernos caer en la cuenta” de que su Divina Realidad habita en nosotros.
Lo positivo de las tribulaciones
Los curas, que otra cosa podrán ser, pero tontos no, se han dado perfecta cuenta de todo esto, y saben que a veces no queda otra que organizar un shock-test para incitar a la conversión de las gentes, de su propia gente. Como quiera que a la Iglesia se le emperejiló (es decir, se le metió entre ceja y ceja, es decir, resolvió), cristianar a los niños nada más nacer, resulta que somos católicos salidos de fábrica, sin opción a negarnos.
Otra cosa es que realmente lo sintamos y lo vivamos. Tanto es así, que al final, lo que nos encontramos realmente es algo parecido a casi nada en relación a la vivencia de la fe, salvo que cada cual, cuando tiene capacidad de decidir, decida seguir a Jesús, pero no de modo inercial, con las orejas de burro colocadas en sus ojos para no torcer la vista del buen camino. Es decir, sin queriendo, nuestros templos se han llenado de mercaderes dedicados exclusivamente a sus asuntos, pero eso sí, cumpliendo el precepto dominical.
En cierto modo, la secularización de la sociedad está poniendo a la gente en su sitio, y el agresivo laicismo actual que denuncia el Papa en relación a España, tiene un aspecto positivo, agitar el árbol de la Iglesia hasta el extremo de soltar de sus ramas los frutos podridos y las hojas secas.
Es por eso que cuando la gente muy piadosa ella, se escandaliza del voraz laicismo de hoy día, si te digo la verdad, puede que sea hasta una bendición de Dios, fíjate lo que te digo; porque esto lo único que está haciendo es sacar a la gente del armario de la hipocresía en este caso, dejando vacíos los templos, y convirtiendo a los católicos en una minoría sociológica, que es lo que siempre hemos sido, si por católico nos refiriéramos a los auténticos seguidores de Jesús. Porque lo demás, así haya propiciado aupar al Vaticano a las más altas cotas de poder no ha sido otra cosa que una descomunal farsa sostenida durante muchos siglos en los que la Iglesia ha estado pringada entre intrigas palaciegas y crímenes políticos de lo más miserables.
Bendito laicismo, si con ello, la Iglesia queda sometida a una severa purga, que falta le hace. No es nada
Experiencias de choque programadas
Pues bien, volviendo a las experiencias de choque, en una sociedad como la nuestra, la parte espiritualmente inteligente de la Iglesia católica, ha comprendido que no queda otra para que los parroquianos caigamos en la cuenta de lo que supone vivir el cristianismo. Y en este sentido en los últimos cincuenta años, más o menos, se vienen organizando una serie de vivencias programadas para laicos, con las que se consigue, al menos, agitar las conciencias de la gente que las vive.
Son vivencias cortas, habitualmente de fin de semana, en las que el doctrino se ve sometido a una serie de vivencias programadas de modo secuencial, que tienen como fin, tocar el corazón, hasta tomar conciencia de que Jesús de Nazareth es algo más que un objeto de culto en las celebraciones de los curas, sino que es el Espíritu Santo que habita lo más íntimo de nuestro ser.
Para que una experiencia de choque tenga resultado, tiene que saber tocar los tres componentes de la psique, lo irracional (o afectivo), lo racional (o intelectual) y lo suprarracional (o espiritual).
Es importante el componente afectivo, porque, querámoslo o no, nos movemos al antojo de los sentimientos; somos volátiles sentimentales, y una carga emocional fuerte nos deja tiritando y vulnerables para las experiencias más profundas. Si no, si lo afectivo no interviene, entonces casi seguro que lo racional tomará el mando de la situación, lo que será sinónimo de fracaso total del experimento.
También es importante lo racional, la reflexión intelectual, entre otras cosas, porque si a la razón no se le da un motivo para “aceptar pulpo como animal de compañía”, que es el objetivo de estas experiencias de choque, el fracaso está también garantizado. Esto es -hay que decirle a la razón-, “relájate y goza”, y no te preocupes, que no te la voy a meter doblada, que se dice.
Es decir, hay que conseguir que nuestra lagartija, nuestra vaca y nuestro neocortex, con todos sus personajes referidos en la entrada 42, se tumben al sol, y no se solivianten demasiado, mientras se actúa donde hay que actuar, que es en el alma, situada en el plano suprarracional.
Si el objetivo de la experiencia de choque es un repaso y puesta al día de las verdades del catecismo, para ese viaje no hacen falta estas alforjas. Se trata de despertar el alma dormida, anestesiada, inconsciente. Es el alma, nuestra propia y más íntima identidad, que jamás antes ha aparecido por ninguna parte en nuestra pasada vida, la auténtica protagonista de la película. Es preferible si no, organizar cursos de catecumenado de adultos y nos quitamos de follones.
Si las experiencias de choque no logran hacer descubrir la vida interior de los que las viven, el fracaso será total, así salgan aplaudiendo con las orejas y con lagrimones en los ojos de lo que han llorado.
En este sentido, la efectividad real de estas experiencias, pues hay que reconocer que es relativa. Las gentes salen encantadas de la vida, con muchas ganas de salir pitando hacia el camino de la Verdad que parece han encontrado, pero esto tiene el mismo efecto que el descorche de una botella de champan, que todo el gas, o casi todo se va en los primeros segundos tras soltar el tapón.
Estas experiencias no están pensadas para, al terminar, correr una carrera de cien metros lisos, sino una maratón de 42,2 Km. Sólo hay que leer la parábola del sembrador, para darse cuenta del triste destino de aquella semilla que prende entre abrojos, las piedras o el camino.
Ahora uno cae en la cuenta del por qué de la frase de Jesús “muchos son los llamados…” (Mt 22, 14).
Personalmente yo he vivido dos experiencias de choque, que considero francamente aleccionadores de lo que he escrito hasta ahora. Una es el Fin de Semana de Encuentro Matrimonial (EM) y otra, Cursillos de Cristiandad (CC). Hay varias iniciativas más en este sentido, pero sólo quiero hablar de las que yo he vivido en primera persona.
No obstante, tengo que decir el significado para mí, en ambos casos no fue el de experiencias de choque en el sentido que las he descrito, dado que reconozco que como tal experiencia, en mi caso no fue una vivida de este modo, sino un despertar a lo espiritual en el largo recorrido de mi infancia; es decir, llegué a mi edad adulta, consciente de mi realidad espiritual.
Voy a explicar estas dos vivencias en orden cronológico a como Paloma (mi esposa) y yo los vivimos, la primera (EM) en 1988, a los siete años de casados, y la segunda, (CC) hace tres años, en 2007.
Encuentro Matrimonial
http://www.encuentromatrimonial.com/
http://www.wwme.org/,
http://www.encounter.org/index3.html
Este es un movimiento que surgió en el seno de la iglesia Católica allá por los años sesenta finales, y que se ha desplegado por todo el mundo, preferente por Norte, Centro, Sudamérica, y Europa, y acoge a parejas no exclusivamente católicas, sino de cualquier religión. La condición para vivirlo es hacerlo en y como pareja con la persona amada.
El objetivo de este movimiento es cultivar la relación de pareja como matrimonio. En el caso de los cristianos, y especialmente de los católicos, el paradigma es el matrimonio como sacramento, o la expresión del amor de Dios a los seres humanos a través de una pareja, hombre y mujer, que se ama, como Cristo amó a los suyos y a su Iglesia.
Se basa sobre todo en el fomento entre la pareja de lo que se denominan “las tres vías de Presencia” del uno en el otro, y de Dios en sus vidas, a saber, la sexualidad, el diálogo de la pareja y la espiritualidad matrimonial, expresada en la oración en pareja, que no se trata de rezar juntos (que también), sino de vivir el estado de oración, es decir, tener presencia de Dios en nuestras vidas, tanto de modo individual como en pareja. Estos tres atributos son la perfecta expresión del matrimonio como sacramento.
Encuentro Matrimonial inicia su andadura en cada pareja mediante el denominado “Fin de Semana (FDS) de Encuentro Matrimonial” (Weekend Marriage Encounter). Es una vivencia de fin de semana, comenzando un viernes por la noche y terminando el domingo por la tarde.
Se centra en la comunicación a través de los sentimientos, con el fin de lograr identificarlos, compartirlos y aprender a tenerlos bajo control, pues de lo contrario, son ellos los que nos manejan a su antojo. Un conjunto de trece charlas van desgranando poco a poco los elementos claves de la vida de relación de pareja, hasta lograr construir el edificio afectivo, racional y espiritual de la vida en pareja.
Los temas que se abordan son esencialmente de sentido común, a saber: aprender a identificar sentimientos, el encuentro con nosotros mismos, el matrimonio según el mundo, los temas de conflicto entre la pareja, el valor de la escucha y de la confianza, para concluir que el amor no es un sentimiento sino una decisión que tomamos plenamente conscientes. Seguidamente se aborda el plan de Dios para el matrimonio, explicado lo suficientemente alejado de los detalles específicamente doctrinales del catolicismo, como para poder ser aceptados como una evidencia tanto humana como divina, por cualquier persona, con independencia de sus creencias particulares. Por último, en el caso del Fin de Semana organizado por la Iglesia Católica, se aborda el domingo, el matrimonio como sacramento, que ya es específicamente cristiano y católico.
La dinámica es a base de charlas de aproximadamente una hora, impartidas por una pareja y un sacerdote (o pastor protestante o rabino judío), y una pregunta que se hace a la pareja y comparten ellos privadamente. No hay puesta en común; el Fin de Semana es exclusivamente para la pareja.
El Fin de Semana se puede vivir y es organizado tanto por la Iglesia católica, como por una gran cantidad de confesiones protestantes, así como existe un Encuentro Matrimonial judío, y hasta el mundo islámico también puede vivirlo.
http://www.jewishmarriage.org/
http://en.wikipedia.org/wiki/Marriage_Encounter
http://users.eastlink.ca/~nertamid/JME.HTM
Para nosotros, mi esposa Paloma y yo, vivir el Fin de Semana supuso tomar conciencia de algo maravilloso, que somos cristianos de primera categoría, que nuestro sacramento tiene igual valor que el del orden sacerdotal, en la figura del obispo, que es cuando alcanza su valor pleno, y que el hecho de estar casados, no sólo no nos invalida para vivir nuestra fe plenamente, sino que nos catapulta como apóstoles de un mensaje que en nuestra propia identidad como pareja, supone la encarnación del amor de Dios a los seres humanos a través de nosotros, una pareja de un hombre y una mujer que se ama intensamente.
Cursillos de Cristiandad
http://www.cursillosdecristiandad.org/
Paloma y yo vivimos Cursillos hace tres años.
El cursillo de cristiandad, tal y como yo lo he vivido parecen estar orientados a facilitar el arranque de un proceso de iniciación cristiana, para aquellos que pretenden abrir su corazón sinceramente a Jesús y vivir según Él nos enseñó. Este movimiento como otros tales como Comunión y Liberación, carismáticos, neocatecumenales, etc, persiguen un objetivo similar, por no decir idéntico, pero que difieren en la forma de llevarlo a cabo.
El movimiento está lógicamente basado en el magisterio de la Iglesia católica. Es un movimiento católico para católicos que se encuentran en estado más o menos de tibieza, para despertar en ellos el deseo de crecer en la fe. Está también extendido internacionalmente por toda Europa y América, preferentemente.
La dinámica del cursillo se parece en parte al Fin de Semana de Encuentro Matrimonial, en tanto consiste en charlas, compartir en grupo y eucaristías. No hay sin embargo momentos demasiado largos de reflexión personal salvo que un quiera, por la noche o de madrugada, o en ratos libres, retirarse a la capilla para orar en silencio.
El contenido del curso consiste en un fin de semana de tres días (se aprovecha un puente de viernos o de domingo), en el que se imparten tres grandes enfoques, encuentro conmigo mismo, encuentro con Dios y encuentro con el Mundo. En total suponen catorce charlas relacionadas con los siguientes temas que pretenden conseguir “llenarte la mente de ideas y de fuego el corazón”. En concreto:
#1.- Presentación.
#2.-El Ideal, presentación el ideal como conjunto de aspiraciones y preferencias que centra nuestra vida, decide nuestra voluntad y te impulsa a conectarte con la realidad.
#3.- El estado de Gracia, una exclamación compatible con lo que se entiende en Ciencia como principio antrópico, es imposible la Sabiduría sin mirar a Dios. En otras palabras, es bastante difícil vivir dándole la espalda a Dios.
#4.- Jesús, Una revelación sorprendente de la figura del Maestro como amigo, como hombre, como Dios encarnado que nos da todo lo que es suyo, y asume para sí lo único que es nuestro, nuestros pecados.
#5.- Iglesia. No es una estructura de poder, aunque la imagen externa sea esa, sino el mismo Jesucristo, y con Él somos todos, hijos de Dios.
#6.- Aceptar el amor de Dios. Fe es aceptar, Fe es confiar, saber que estamos en buenas manos, que está sucediendo lo que tiene que suceder, lo mejor que nos puede pasar. Es en suma la respuesta positiva del hombre a Dios.
#7.- Formación. La necesidad de formación, como el continuo proceso personal de maduración en la Fe y de unión con Jesús, según la voluntad del padre con la Gracia del Espíritu.
#8.- Sacramentos. o de cómo el ser humano obtiene, recibe la Gracia de Dios, alcanza ese estado de Gracia que le permite que Dios mismo habite en su interior con toda su plenitud y realidad. Son las vías de que Dios se sirve para descender a Jesús del madero para que pueda resucitar en nuestro corazón.
#9.- El pecado. Tanto más pecado cuanto más consciente somos de lo que cometemos y tanto más grave cuanto más repercute en la vida de los demás.
#10.- Acción. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Jn 17. 21. Se nos invita a dar testimonio de palabra y de obra mediante una acción razonable, decidida, entusiasta y sobrenatural.
El testamento de Jesús. Expresado en Juan capítulo 15.
“Permaneced en mí”
“Sin mí no podéis hacer nada”
“Os digo esto para que mi alegría esté en vosotros y llegue a plenitud”
“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”
“Ya no os llamo siervos”
“Sin mí no podéis hacer nada”
“Os digo esto para que mi alegría esté en vosotros y llegue a plenitud”
“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”
“Ya no os llamo siervos”
“Os llamo amigos porque os he enseñado todas las cosas de mi Padre”
Sin mí no podéis hacer nada (Jn 15 4). Nuestra vida es inútil, tan y como revelan los hechos de un mundo que vive en el Infierno que generó soberbia. Ese es el pecado original de todos nosotros, pretender que podemos sobrevivir sin Dios en nuestro interior.
Este permaneced en mí, sin mí no podéis hacer nada, como los sarmientos se secan sin la vid es algo de lo que “me he dado cuenta” hoy como nunca antes. Ha sido un conjunto de acontecimientos encadenados que me ha hecho comprender que la amistad de Dios y con los hombres es el “Octavo Sacramento” que es la manifestación del Amor.
#11.- El cristiano en el Mundo. Un Mundo que clama ser liberado del infierno en el que vive. Y los cristianos tenemos mucho que ver en esta tarea. La mies es mucha y los obreros pocos.
#12.- Fermentación evangélica de los ambientes. Llaman ambiente al conjunto de personas, ideas, valores y circunstancias que concurren en un determinado tiempo y lugar.
#13.- Comunidad cristiana. La Comunidad cristiana, es el núcleo de personas comprometidas y reunidas en Cristo como fermento en la masa del mundo con la cual está en contacto. O núcleo de cristianos que saben, que experimentan lo que es vivir en Gracia.
#14.- Obras de compromiso Para finalizar, se nos explicaron lo que son las obras de compromisos o prácticas cotidianas de piedad para fomentar y crecer nuestra Fe, tales como la lectura de la liturgia de las horas, el evangelio, la oración personal, la Eucaristía frecuente, el rosario y demás.
Cursillos fue una iniciativa promovida preferentemente por Sebastián Gayá en 1947, tras una peregrinación organizaba con miles de jóvenes a Santiago de Compostela, en España. Iniciándose con una experiencia de tres días, el cursillista es sometido a una profunda revisión de su vida personal y cristiana. El movimiento se mantiene posteriormente a través de las reuniones semanales que se llevan a cabo en las parroquias, denominadas ultreias.
Más allá de estas experiencias, fiat lux, según y cómo
Tanto en el caso de Encuentro Matrimonial, como de Cursillos, la experiencia que vemos es la de que de estas experiencias de choque la gente suele salir “encantada de la vida”. Quien más y quien menos, a no ser que tenga un corazón de piedra, no puede resistirse a la mirada de su esposo/a que le ofrece el “Encuentro”, o con la mirada de Jesús, que le tiende la mano y te dice “Cuento contigo”.
Tanto en Encuentro Matrimonial como en Cursillos, la comunidad que sostiene el movimiento, dispone de una estructura de organización humana que permite a las nuevas parejas en un caso o a los denominados cursillistas en otro, incorporarse a grupos de diálogo, a ultreias y demás grupos para profundizar en todo lo vivido en el fin de semana. En Encuentro Matrimonial se dice que la pareja que ha vivido el Fin de Semana, empieza a vivir “el primer día del resto de su vida”. Y en Cursillo, se empieza a vivir el “cuarto día”, que es también, el resto de la vida.
Sin entrar más en detalles ni en una experiencia ni en otra, me resta por decir que, una vez esparcida la semilla, lo que sea de ella, depende no del entusiasmo que uno experimenta en la salida, pues se sale como en una nube, transfigurado, sino del lento y constante caminar en el día a día, paso a paso, superando todos los días no pocas dificultades y no pocas tentaciones que nos invitan a retroceder y volver a nuestra antigua vida.
Aquí es donde se bifurcan los llamados, que hemos sido todos, de los elegidos, que son aquellos que saben decir “Sí”.
Digamos que estas experiencias tienen como gran valor provocar, siempre que el que las vive lo acepte, el “FIAT LUX”, ver la luz, o al menos un pequeño destello que nos permite traspasar la espesa nube del desconocer que nos separa de la Divina Realidad que habita en nuestro interior, ya se sabe, lo de la séptima puerta.
La experiencia demuestra que este proceso se produce realmente en un pequeño porcentaje de personas que viven las experiencias de choque. Para la mayoría son experiencias bonitas, emotivas, que consiguen recolocar esquemas mentales, pero sólo eso, porque lo difícil es traspasar la espesa barrera de la mente, hasta conseguir desbloquear el acceso que conduce al interior de nosotros mismos. La mente es una perfecta guardiana de la puerta, colocada por nuestro “yo apañao”, el de la vida cotidiana, lagartijas, vacas y personajillos incluidos, que darán una dura batalla antes de rendirse a la evidencia de que sólo son frutos de nuestro pensamiento y de nuestra carga genética.
Esto, de ninguna forma resta valor a estas experiencias, que recomiendo encarecidamente si se quiere descubrir el precioso mundo de la relación de pareja vivida en toda su plenitud, y/o la relación con Jesús de Nazareth dentro del escenario católico, al que estamos razonablemente acostumbrados.
No obstante lo dicho, en mi opinión, todas estas experiencias sólo pueden mostrar la puerta de acceso abierta. El paso para entrar es decisión personal. Por otra parte, por mucho que sean experiencias programadas, lo que suceda o no suceda es un proceso exclusivamente interior, bien en la pareja, bien individualmente. Y por último, no nos engañemos, si hablamos en términos de “puertas de emergencia”, la puerta que estas experiencias abren es la quinta en el caso de EM y la sexta en CC, es decir, la puerta que abre el camino a la práctica religiosa convencional. Ver la entrada 31.- Puertas de emergencia.
En el caso de Encuentro Matrimonial la puerta que se ofrece es la quinta, la que ofrece el paso al desarrollo de la afectividad madura, casi con independencia de las prácticas religiosas. Es la puerta que nos ofrece un horizonte de crecimiento en la relación de la pareja, en el amor humano; si bien es cierto que ya desde el principio, apunta maneras para que la pareja pueda encaminarse hacia la séptima puerta, indicando la existencia de una “Tercera vía de presencia”, donde a la pareja se le ofrece la posibilidad de vivir su vida en intimidad profunda con Dios, pero es solo un poste indicativo de una dirección que señala un horizonte aún muy lejano.
En el caso de Cursillos de Cristiandad, al estar totalmente orientado a la práctica religiosa, es, y creo que no pretende otra cosa, una iniciativa de “Sexta puerta”, es decir, iniciar al doctrino en la práctica de los sacramentos y de las buenas obras. Y como los sacramentos que se pueden practicar son solo dos, porque los otros cinco sólo se reciben una vez en la vida (en principio), de lo que se trata es de que el cursillista se habitúe en la vida diaria a recibir la Eucaristía y la Penitencia, más la práctica de un conjunto de oraciones diarias, como es el Santo Rosario, o alguna de la oración de la Liturgia de las Horas. En otras palabras, Cursillos es un movimiento orientado a propagar la práctica de los mandamientos de la Ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia. Es decir, práctica de buenas obras (ley de Dios) y una saneada práctica religiosa con frecuentación de la liturgia. En realidad este ha sido siempre el argumento de la Iglesia como forma de iniciar el camino y de seguir por la senda convencional en compañía de la comunidad y dirigido por los pastores, los sacerdotes. Por eso creo que es una experiencia de iniciación cristiana. La séptima puerta sólo se intuye, en su caso, pero el Cursillo no va de eso. Es decir, no es un movimiento de espiritualidad profunda.
Movimiento Oasis
No quiero terminar sin mencionar un tercer movimiento, en el que Paloma y yo nos hemos incorporado hace unos años, y que no tiene un enfoque que arranque de experiencias de choque, sino de un proceso de crecimiento espiritual progresivo y muy orientado a la juventud. Se trata del Movimiento Oasis.
http://si-oasis.foroactivo.com/movimiento-oasis-c5/
El Movimiento Oasis se constituyó en Roma el 1 de noviembre de 1950, día de la proclamación del dogma de la Asunción de Nuestra Señora. Le dio vida un grupo de estudiantes, chicos y chicas, que apoyaron la propuesta del padre Virginio Rotondi, S.J., de comprometer la propia juventud para lograr el ideal de la santidad. Después del discernimiento de la Congregación para la Doctrina de la Fe (entonces Santo Oficio), obtuvo el reconocimiento en 1952. El mismo año Pío XII dirigió a los miembros recibidos en audiencia especial en Castel Gandolfo, un discurso programático que, todavía hoy, es la magna charta del Movimiento. Después de Pío XII no han faltado, por parte de otros Pontífices, palabras de reconocimiento y de ánimo para su acción pastoral. El Movimiento participa de la vida de la Iglesia a nivel internacional, nacional, diocesano y parroquial. Desde junio de 1992 también lo ha acogido la Iglesia ortodoxa ucraniana.
http://www.conoze.com/doc.php?doc=4288
Este sí es un movimiento que apunta otras maneras en lo relativo a la espiritualidad, pues hasta donde nosotros lo hemos podido constatar, ofrece al joven un camino de Oración. Esto es muy importante. Como veremos en futuras entradas, la vida de fe se puede vivir de tres formas, de una forma estrictamente ritual, orientada a la estricta práctica de ritos religiosos. La segunda es de modo sacramental, tomando conciencia del significado de cada sacramento (esto hace Cursillos). La tercera es de modo espiritual, focalizada en lo esencial de la relación del ser humano con Dios, que es la Oración, o estado de presencia constante de Dios (nada que ver con la práctica de rezos y jaculatorias).
Conclusión
La conclusión que yo personalmente hago de todas estas iniciativas, y refiero estas tres Encuentro Matrimonial, Cursillos de Cristiandad y Movimiento Oasis, porque las he vivido en primera persona (hay otra muchas), es que suponen una forma de provocar algo así como el “encendido del reactor nuclear”. Tratan de que se den las condiciones de “volumen, presión y temperatura” como se estudia en física, para facilitar el encendido del núcleo.
Pero no depende sólo de las circunstancias que rodean el proceso, dado que lo fundamental es la situación en la que se encuentre el combustible, que es el hondón del ser, de la persona, y la disposición consciente o inconsciente de todo nuestro ser para que ese mensaje traspase la barrera de los sentimientos (que se quedan en lo bonito), y la barrera del pensamiento (que se queda en las consideraciones teológico – filosóficas), para alcanzar al alma dormida, a la novia que es invitada a pasar a la estancia más íntima, donde Dios, el amado, habita y la espera.
Ninguna de estas experiencias de choque puede pretender ser “experiencia de séptima puerta”, porque ver la séptima puerta es una experiencia absolutamente personal entre Dios y tú. Se puede indicar su existencia, pero la toma de conciencia, “Fiat lux”, es algo que sólo sucede en la intimidad del Ser, nadie puede empujarte a entrar.
El choque para entrar por la séptima puerta no puede ser algo inteligentemente programado, pues sólo depende de la relación entre Dios y tú.
Es por eso, que el “sí quiero”, sólo lo puede pronunciar ante el esposo una mujer que además sea virgen.
Mañana te lo explico.
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