Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
Y para navegar por las entradas de la página principal, vete mejos a la página "Índice", porque así encontrarás las entradas por orden de incorporación al blog.

Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

miércoles, 1 de diciembre de 2010

40.- De vacas, lagartijas y demás zoológico mental (Primera parte)




Vivimos un tiempo de preparación para algo. Es el adviento, el eléusis, lo que se barrunta. La tradición cristiana insta a sus fieles a que hagan un repaso de sus vidas, se reconozca la culpabilidad de nuestro mal obrar y roguemos al Altísimo, se apiade de nuestras pobres fuerzas, para poder conmemorar un año más la Navidad, eso sí, bien provistos de munición culinaria y de regalos, que si no, y con esto de la crisis, las empresas no van a poder salir del atolladero en la que se encuentran. Así que entre misa y misa, a consumir que es lo que procede en estas fiestas.


Pero hagamos un intento de alejarnos un poco solo del mundanal ruido, y no exclusivamente en el rato de la misa dominical (en el caso de aquellos que sean practicantes), y tratemos de profundizar sobre lo que de verdad va esto de la Navidad, tomando una relativa perspectiva de lo que mandan los cánones; misas, vigilias y rosarios incluidos.


Vamos a ver con qué nos encontramos.


Como ya es habitual en este blog, la propuesta no por ser heterodoxa desde el punto de vista dogmático, no deja de ser, al menos eso creo yo, interesante.


Y, por supuesto, es simplemente una oferta de reflexión, que está a buen precio. No hay obligación de leer esta entrada, si uno alberga la más ligera sospecha de que este pueda ser un tema improcedente para estos tiempos pre navideños.

Hace tres años exactamente, en 23-25 de Noviembre de 2007, vivimos mi esposa Paloma y yo un seminario de fin de semana impartido por mi buen amigo Fidel Delgado.

Para mí fue una experiencia definitiva, porque al coincidir con el tiempo de Adviento, me dio la oportunidad de llevar a cabo una preparación para la Navidad, sencillamente diferente. 

La cosa no iba de lo tradicional, de lo ortodoxo, sino de algo más heterodoxo, pero no por ello, menos real e importante.

La cosa iba de hacer un ejercicio de...


"expansión de la consciencia"

Fidel tituló el seminario “Un amor anima todos los amores”

Desde que tuvimos la suerte de conocerle, yo he escrito un resumen meditado de todos los seminarios a los que hemos asistido. Así que lo que sigue es ese resumen, que te ofrezco, por si fuera de tu interés, sobre todo en un tiempo como estas cuatro semanas en las que los católicos celebramos el adviento de la Navidad.

Esta entrada al Blog, distribuida en dos partes, para no atragantar al personal con una lectura larga y densa, es el resultado de un mix entre las notas que yo tomé de su seminario, y mi reflexión personal al hilo de lo que fui escuchando.

Para empezar, desconecten sus móviles, por favor -comenzó rogándonos-.

“Siguiendo normas de Aviación Civil, se comunica a los señores pasajeros que no está permitido el uso de teléfonos móviles ni aparatos electrónico durante el vuelo, por el peligro que entrañan de interferir con los instrumentos de abordo”…

Desconectarnos del exterior, en los días que vivimos es casi impensable. El móvil, el GPS, el Correo electrónico, Google, el teléfono fijo, el ADSL, la radio, la televisión, el Messenger, el periódico, el correo ordinario.

Todas estas ligaduras externas creo conforman un tremendo cordón umbilical que nos mantiene permanentemente conectados con el mundo exterior, porque de otra forma… ¡qué susto! “Yo” solo en este mundo, sin mi mamá, sin mi papá, sin mis amigos, sin mi móvil, sin mi…

Fidel decía que el “yo”, viene a ser como un círculo que en realidad no es, un ascua girando. Mientras el propio está con la tea dando vueltas, vemos un círculo, que además si es de noche, como en la foto que tomé cuando estuve en Atenas, hasta es bonito, incluso espectacular. Pero en cuanto para, se fue…


Pues parece que si no estamos haciendo nada en especial, y sobre todo, si no tenemos el móvil conectado, y Google siempre dispuesto a responder a nuestros interrogantes, como que dejamos de existir. Necesitamos tener permanentemente problemas, y ver que existen problemas. ¡Qué sería de la prensa, y no digamos de la CNN si un día, en el mundo “no pasara nada”; sería un desastre, los teletipos dejando de echar humo. O a lo mejor era el notición del siglo… vaya usted a saber…

¿Cómo sería la vida antes del móvil, o de Google? Es que ni me la imagino.

Por tanto, primero tratemos de desconectar del mundo exterior.

Lo segundo sería reflexionar sobre el calado de los líos que nos sostienen y parecen que nos dan la vida. Porque, primer aserto, hemos de preguntarnos en qué medida nuestra vida se apoya en lo que sucede afuera de nosotros, o también cuenta algo lo que “continuamente” está sucediendo en nuestro interior.

Habría que revisar si todo lo que sucede afuera de nosotros no lo utilizamos como distracción de nosotros mismos.
Si no tuviéramos que rellenar el vacío que nos deja el móvil desconectado, sino que pudiéramos centrarnos en nosotros mismos, esta sería una buena alternativa. Por tanto, parodiando las instrucciones que se nos da antes de cada vuelo comercial, tratemos de no interferir con los instrumentos de a bordo de nosotros, al menos durante la duración de este vuelo; así que, móviles fuera…

Estados de la consciencia

La definición etimológica de “enajenado” es el interés en lo ajeno. Nuestra continua extroversión hacia el exterior.
 

¿Qué nos mueve a amar? La primera motivación es nuestro amor propio. Eso ya nos lo sugiere la Sagrada Escritura, amarás al prójimo “como a ti mismo”. Es un buen comienzo.

La segunda posibilidad es un “amor desenfocado”, no centrado en nada en concreto; como etéreo. Y la tercera y más atrayente, Algo al que hacer caso porque es una inspiración.

Parece ser que el asunto puede venir de cuál es el estado de consciencia en el que nos movemos preferentemente. En principio hay dos, marcados por la fisiología, la vigilia y el sueño (sueño, en el que nuestro organismo descansa de la paliza que durante la vigilia le atiza nuestro “yo” cotidiano, empeñado en sus asuntos). 


Pero hay un tercer estado, la contemplación, que si es bueno, no es el “yo” el que contempla, sino que sirve de pasarela para que la contemplación suceda a través del yo.

La contemplación es básicamente una consciencia sin forma. En cuanto el “Yo” se pone en medio, lo fastidia.

La vida diaria nos inunda con todos sus líos y problemas. Algunos problemas son objetivos pero una gran proporción son subjetivos, productos de nuestra imaginación, fantasmas de nuestro cerebro, que dependen de con qué gafas miramos la realidad que nos rodea. Es como si tuviéramos el cerebro metido en una caja. Está comprimido, agobiado, apretado.

Nos gustaría sacarlo, para estirar las circunvoluciones cerebrales un poco (igual que eso de estirar las piernas), pero solemos tener cierto reparo a ello, porque después tenemos que volver a comprimirlo, meterlo en la caja, para que focalice su atención en los asuntos de la vida diaria. Diría que de ahí puede venir el síndrome post vacacional, o en escala reducida el síndrome vespertino – dominical, cuando empezamos a ponernos de mal humor porque se acaba el fin de semana y tenemos que volver a comprimir el cerebro para que atienda al curro.

Total que todo pinta como si nuestra vida diaria (salvo excepciones que generan envidia), constriñera bastante nuestro cerebro, nuestro “yo”, nuestra vida interior.

Pero es así la vida, te regala un útero que te encapsula, pero más tarde o más temprano, la gestación se completa (el ciclo se completa) y te ves obligado a romper aguas, con los dolores de parto que supone el cambio radical de vida. Eso si no se produce ese cambio de modo dramático por un súbito acontecimiento.

De lo que se trata, por tanto, en pos de nuestra maduración como personas, es la expansión de la consciencia. Y no se trata de adquirir más conocimiento, ni de elucubrar, sino de VER la VER-DAD.

Y la luz con la que poder ver, nos la aporta, no nuestros pensamientos, que aquí no sirven, más bien estorban del todo, sino la Gran Consciencia, que ilumina la verdad a tu través.

Si sólo contase nuestro particular trabajo elaborado por nuestro “yo”, entonces el producto sería “nuestra verdad”. 


La Verdad con mayúsculas es lo que Él ilumina a través de tu mirada.

Este proceso de expansión de la consciencia llega al final de súbito, aunque puede tener síntomas premonitorios, como las contracciones de Braxton Hicks, que percibe la mujer gestante a partir de tercer trimestre del embarazo. Puede haber indicios, intentos, anhelos, ganas de empujar incluso, pero la iluminación llega cuando llega en su momento, cuando tiene que llegar, siempre que nosotros hayamos cuidado el producto de esta gestación consciente o inconscientemente, que no es otro que nuestro sincero deseo de aprender, de madurar y de expandir nuestra consciencia, en una palabra, de caminar en nuestro sendero de la Vida Interior hacia la Casa del Padre eterno.

Sin embargo, este encapsulamiento uterino que sentimos en la cotidianeidad de nuestros días y de nuestras horas son en el fondo alucinaciones nuestras. Los modelos de comprensión del mundo son cada vez más fugaces, cada vez más caducos. Están evolucionando constantemente, y no nos damos cuenta de ello.

Este escenario que nos pintaba Fidel a mi me dio la sensación de que, como siempre, parece como si hubiéramos nacido todos con un defecto de fábrica que nos obliga a estar buscando continuamente modos de vida y de comprensión de la realidad cotidiana y/o de la Realidad (con R mayúscula en tanto descubramos que existe). Las tradiciones sociales y religiosas nos presentan nuestra realidad personal llena de defectos, súper cutre, como si el Creador hubiese hecho con nosotros una chapuza suprema. Y así nos bandeamos, lamentándonos de nuestras miserias y limitaciones.

Y sin embargo “Vio Dios que era bueno…” Aunque bien es verdad que antes del desaguisado del pecado original, mitología judeocristiana (o interpretación judeocristiana del hombre en el mundo) que nos ha hundido en la miseria durante cuatro mil años (o más…).

Modelos de Realidad

El mundo sutil es difícil, por no decir imposible explicar sin el apoyo de modelos de representación con imágenes y conceptos extraídos de la vida diaria, de aquellos que conocemos y que hemos aprendido a comprender. Todo en nuestra mente son modelos de realidad. Esto también se cumple en relación con el mundo físico. Lo que sabemos, comprendemos y conocemos del mundo físico (lo que saben los científicos) son tan sólo modelos de realidad de sistemas externos a nosotros, de los que extraemos un conjunto reducido de variables, que relacionadas entre sí en nuestra mente nos permiten construir modelos de realidad que se comportan a nivel, tanto descriptivo, explicativo como predictivo como un “el mundo es como si…” En este concepto simple se basa la Sistémica como ciencia de lo global, de lo general del mundo físico, biológico y social que nos rodea. Ver el blog http://horizontetemporal.blogspot.com

Subiendo un escalón más hacia las esferas de lo sutil, de lo trascendente, con mayor razón hemos de acudir a símiles de los modelos de Realidad, para imaginarnos siquiera levemente de qué estamos hablando al mencionar lo sagrado, lo trascendente, la totalidad, el Tao, el Todo, Dios..

Todos los textos sagrados hablan sobre modelos de Realidad, siendo la Realidad con mayúscula lo trascendente, donde Dios habita, donde Es. La Biblia, texto sagrado judeo-cristiano es un modelo de Realidad, “para entendernos”. Es un libro lleno de símbolos, de parábolas, de ejemplos de “El Reino es como si…”.

Sería estúpido que la enseñanza de los textos sagrados se basara en entender su contenido “al-pie-de-la-letra”. Es como si abrazáramos una señal que indica "Calatayud 40 Km", como si Calatayud estuviera allí, cuando es sólo un indicativo de la dirección hacia donde está situada la ciudad y la distancia. Los Sacramentos, los Chakras son modelos de la Realidad intangible, para entendernos, símbolos de lo sagrado, de lo sutil, de lo espiritual. Lamentablemente la tendencia del adoctrinamiento religioso se arrima mucho, muchísimo a la interpretación literal, lo que supone un elevado nivel de confusión.

Además estos modelos son objetos de sugerencias, como los cencerros que vibran con frecuencias diferentes, “como si…” cada uno captara un aspecto diferente de la realidad o de la Realidad.

Pues para entendernos, Fidel nos propuso otra nueva forma de presentar lo impresentable, lo infinito, “para entendernos”. Nos presentó un delantal de servir con un extraño dibujo de corazones entrelazados de una forma muy ingeniosa, de modo que pudiéramos ver a la vez, nosotros mismos, la relación con los demás y la relación con el Eterno.


Convertir lo intangible en tangible supone renunciar a muchísimos niveles de resolución. Es como si para representar una foto de cuatro millones de píxeles, dispusiéramos en nuestra pantalla tan solo cuarenta píxeles. Por mucho que nos queramos imaginar la foto real, sólo podemos hacer una grosera aproximación. Es pasar de 4x10 elevado a 6 potencias de diez a 4x10. La realidad para nosotros es mucho más triste, pues Dios no se puede representar con 4 millones de píxeles, requiere un gúgol  o un gúgol-plex, que es lo mismo que decir 10 elevado a infinitos píxeles.
 



Un agujero en mi interior




 
Existen dos grandes principios ante los que uno se puede mirar al espejo.

Principio número uno. Yo soy el centro del Universo. Todo gira en torno a mí. Si esto fuera ridículamente cierto, ¿quedaría algo de mí para compartir con los demás? ¿Tendría algún sentido pensar en Él?

Principio número dos. Yo soy un cubo de basura, un pecador de la pradera. Si amo a Dios como a mí mismo, ¿cuál será el grado de cutrez de mi amor a Dios? Directamente proporcional a la mía. Es decir, si yo soy estricto, Dios será estricto, debe serlo. Si justiciero, idem; si bondadoso, también. Es decir, Dios hecho a mi imagen y semejanza.

Vemos que el corazón central, que representa “yo” tiene un agujero, que ni de lejos es un adorno, sino la causa de todas nuestras desdichas.

Un agujero en el Yo se traduce en el conjunto de “defectos de fábrica” con los que venimos al mundo, y además, los que acumulamos por educación y adhesión a la comunidad. Todo lo cual se traduce en miedos e inseguridades que sufrimos durante toda nuestra vida, y que tratamos de neutralizar con arquetipos de comportamiento, patrones, estereotipos de formas de movernos en la vida, máscaras forzadas para ser aceptados por los demás, para amortiguar ese miedo, mecanismos de defensa, que en extremo nos acercan peligrosamente a la psicopatología, y sobrepasando ese límite, nos introduce en el doloroso mundo de la psiquiatría.

Ese agujero, más o menos grande condiciona nuestra relación con los demás y en último extremo nuestra imagen de Dios, en su caso.


Se nos critica desde los púlpitos que pretendemos moldear a Dios a nuestro gusto y para nuestras necesidades. Pues entre eso por una parte, y las ofertas del supermercado espiritual por otra, tenemos ante nuestros ojos un muestrario de arquetipos de Dios, suficientemente amplio como para satisfecer los caprichos y necesidades de cada cual, desde el Dios severo de la tradición católica (al menos así lo conservan algunas movimientos, no todos, gracias a Dios), al Dios light de la New Age, si es que se le puede llamar Dios a lo que se han inventado.

Pero los agujeros no son del todo malos, según se mire. Caroline Miss, en su libro la Medicina de la Energía  indica cómo no hay cosa más rentable que una persona doliente compartiendo su tragedia con los demás. “Tú sufres, no te quejes que yo estoy sufriendo mucho más”. “Tú tienes una dolencia, no te quejes que mi dolencia sí que es fuerte”. Grupos de apoyo, que perpetúan la compasión, pueden ser de lo más rentable, no para lograr la cura, sino para vivir del cuento, en el que al final se convierte el agujero del “Yo”.

Desde que somos niños, aprendemos por las señales de nuestro cuerpo lo que necesitamos y cómo esas necesidades son cubiertas por nuestros cuidadores, madre, padre, familia, etc. Aprendes a reconocer a alguien que te quiere y que te da estabilidad. Si lloras, mamas, si tienes frío, te da calor, si quieres brazos, te abraza. Alguien hay que te sostiene. Abandonas el útero con una considerable dosis de esfuerzo, recorres el camino más peligroso de tu vida, el canal del parto, y te abandonas en brazos de aquel, aquella que te acoge. No eres tú, es ella, la autora de tus días, la que casi vive por ti, la que te guía, te alimenta de sí misma, te enseña, te cuida, te protege.

Hasta que te planteas explorar por ti mismo el escenario. Hasta entonces, para ti tu madre y tu padre lo son todo. De hecho dicen que llamamos a Dios Padre, además de por recomendación de Jesús, porque es la primera imagen de Dios que puede tener un ser humano, su padre, su “abba”, papaíto, las primeras sílabas inteligibles que puede balbucear con tan sólo meses de vida… “abba”.

A medida que vamos creciendo en edad y conocimiento, vamos tomando conciencia de nosotros mismos, y nace el “yo”, respecto del entorno. Dicen que el “yo” nos sale con muy pocos años de edad, tres, cuatro a lo sumo. Se nota en seguida que un niño aprende que algo es suyo y pelea por ello.

Y llegamos a adultos, con un “yo” bastante amueblado de ideas y toma de conciencia, autosuficiente. Y además podemos ocuparnos de otros, de una cría, y así repetir el ciclo de la vida.

En la medida en que vamos creciendo y nos consideramos cada vez más autosuficiente, es en la medida en que vamos prescindiendo de las atenciones de nuestros padres, ponemos incluso en duda su sabiduría, hasta considerarles incluso desfasados. Son las seis verdades de los hijos; a los siete años, “papá lo sabe todo”, porque sentimos admiración por los progenitores y el niño quiere ser como ellos, a los doce, “me parece que papá se equivoca en algunas cosas”, a los quince, “el viejo es un carroza”, a los veinte es ya evidente que la decepción paterna es irreversible, “el viejo está chocheando”, a los treinta, “no sé si consultárselo a mi padre”, y a los cuarenta o cincuenta, “qué razón tenía mi padre”, lo que se piensa cuando uno mismo se ve en el mismo trance de ser despreciado por sus hijos.
 

Es ley de vida, como se dice.

La otra cara de la autosuficiencia es que a su vez nosotros llegamos a ser capaces de cuidar de nuevas criaturas y asumir el rol de padres. Digamos que surge la experiencia del amor en sus tres vertientes, eros, filias o amistad y agapé o donación y entrega desinteresada.

Amor bioquímico




Ahora viene un asunto que puede romperle los esquemas a más de uno. se trata de examinar, cuales son los inductores de nuestro comportamiento, sobre todo del que nos saca de nuestras casillas y nos hace agresivos o una amenaza para los demás, desagradables, hoscos, ambiciosos y demás. En otras palabras, qué nos incude a pecar, en terminología católica.


Hablar de esto, yo, que soy católico, supone un encontronazo entre ciencia y fe, pues mi fe atribuye todos mis desaguisados a las tentaciones del diablo, empeñado en amargarme la vida y separarme de Dios. Esta es una forma de verlo, doctrinalmente correcta.


La otra es verlo desde una perspectiva neurofisiológica, en la que existen argumentos suficientes para justificar todas las putadas que nos hacemos los unos a los otros, pues resultan ser obra de las moléculas y de las conexiones neuronales del sistema reticular, límbico, neurovegetativo, de la corteza cerebral y de los neuropéptidos y demás hormonas que regulan los circuitos feed back de la endocrinología del organismo.

Esta lectura materialista puede quitar encanto al discurso, pero es riguro-samente cierta y comprobada mediante ensayos de deprivación y sobre estimulación. A ellas se deben las respuestas excitantes con subidón de adrenalina incluido o la agresividad de un subidón de serotonina. En esta línea, recientemente se ha descubierto la función que tiene la occitocina, no sólo en la inducción del parto, sino en el instinto maternal.

Realmente todo el complejo emocional y cognitivo, en el extremo, puede explicarse por el desarrollo anatómico, fisiológico y bioquímico de los vertebrados. De igual forma que todos los órganos del organismo han evolucionado desde que hace 650 millones de años apareció en el Planeta los organismos pluricelulares, el sistema nervioso ha sido uno de los que ha experimentado una evolución más destacada.

El cerebro ha evolucionado, ha aumentado su complejidad y su contenido informativo a lo largo de millones de años. Su estructura refleja todas las fases por las que ha pasado. El cerebro evolucionó de dentro a fuera. En lo hondo está la parte más antigua, el tallo encefálico, que dirige las funciones biológicas básicas, incluyendo los ritmos de la vida, los latidos del corazón y la respiración. 


Según un concepto provocativo de Paul MacLean, "el cerebro triuno", las funciones superiores del cerebro evolucionaron en tres fases sucesivas. Coronando el tallo encefálico está el complejo R (reticular), la sede de la agresión, del ritual, de la territorialidad y de la jerarquía social, que evolucionó hace centenares de millones de años en nuestros antepasados reptilianos. En lo profundo de nuestro cráneo hay algo parecido al cerebro de un cocodrilo.
Llamémosle cariñosamente “Lagarto Guancho” o nuestra lagartija. 



Rodeando el complejo R está el sistema límbico del cerebro de los mamíferos, que evolucionó hace decenas de millones de años en antepasados que eran mamíferos pero que todavía no eran primates. Es una fuente importante de nuestros estados de ánimo y emociones, de nuestra preocupación y cuidado por los jóvenes. Digamos que en esta capa del encéfalo se desarrolló el cerebro gregario, digamos que se nos coloca un cencerro de pertenencia al aprisco, al rebaño. No obstante, este desarrollo gregario de los mamíferos, tengamos en cuenta que el comportamiento comunitario se da ya en los invertebrados, especialmente en los insectos (abejas, hormigas y avispas), y también en los peces; es lo que se llama el comportamiento de enjambre (es típico el comportamiento de los bancos de peces que reaccionan al unísono ante la llegada de un depredador, tiburón, tintorera, etc . 
Asociemos este mesencéfalo con una simpática vaca lechera.





Y finalmente en el exterior, viviendo en una tregua incómoda con los cerebros más primitivos situados debajo, está la corteza cerebral, que evolucionó hace millones de años en nuestros antepasados primates. La corteza cerebral, donde la materia es transformada en consciencia, es el punto de embarque de todos los viajes cósmicos, tanto físicos como espirituales. Comprende más de las dos terceras partes y es el reino de la intuición y del análisis crítico. Es aquí donde tenemos ideas e inspiraciones, donde leemos y escribimos, donde hacemos matemáticas y componemos música, donde oteamos el exterior a nosotros y mediante nuestros sentidos externos elaboramos nuestros mo-delos de realidad para entender el mundo exterior, pero también donde tenemos la capacidad de hacer introspección “insight”, y enfocar las luces de esas gafas hacia nosotros mismos y explorar nuestra Vida Interior. La corteza regula nuestras vidas conscientes. Es lo que distingue a nuestra especie, la sede de nuestra humanidad. Como dice Carl Sagan, la civilización es un producto de la corteza cerebra.

Así, resumiendo, el cerebro humano se puede representar formalmente en este esquema:


La convivencia de estas tres capas es sumamente curiosa, porque resultaría ser como si viviéramos en una ciudad donde la red de tranvías fuera de tal modo que convivieran y dieran servicios tranvías tirados por caballos, de principio de siglo, tranvías de después de la guerra, años cincuenta y modernos tranvías con lineas futuristas.

Resultaría raro algo así. Bueno, en las calles de San Francisco, uno puede ver este contraste entre el Cable car y los modernos tranvías insonorizados. 
Así es que, como poco, nuestro cerebro resulta ser algo parecido a una atracción turística. El único problema es que es un problema de convivencia, pero que nos mantiene vivos, posibilita la perpetuación de la especie y nos permite pensar y cosas más elevadas aún.

Pero también resulta ser una causa bioquímica de tentaciones de pecar. Diríamos que el diablo está enredado entre el sistema reticular, el mesencéfalo y la corteza. O algo así. O que cada uno piense lo que quiera.

Dejemos aquí la exposición, para no saturar nuestra corteza cerebral, a propósito de lo expuesto.


Mañana, la segunda parte...






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