¿Qué es el Cielo?
La cosa va desde el paraíso donde todos seremos felices para siempre tocando el arpa junto toda la corte celestial, hasta un estado del Alma en constante presencia de Dios.
Cada religión se lo monta a su manera. Aunque en una cosa todas coinciden. El Cielo está arriba y el infierno está abajo. El cielo es azul y el infierno es rojo. En el cielo debe haber aire acondicionado y en el infierno un calor que te asas.
Y paso de seguir describiendo el imaginarium popular al respecto, consentido, si no estimulado por las organizaciones religiosas, porque todo lo que se haya podido decir en este sentido es rigurosamente falso. Nadie sabe cómo es, salvo que quiera dar una imagen popular que esté de acuerdo con la tendencia al control de las conciencias.
Nadie sabe cómo es el Cielo, porque ninguno de los mortales que vivimos ahora, y con los que nos podemos relacionar ha estado allí para contarlo, excepto aquellos casos, ciertamente excepcionales de videntes y demás personas con percepción extrasensorial. O también aquellas personas que han alcanzado las cotas más altas de la perfección espiritual. Pero a estos bienaventurados, la mente lo logra alcanzar qué quieren decir.
Para el común de las gentes, nadie sabe cómo es el Cielo, salvo que tomemos en consideración las palabras, el mensaje de Jesús de Nazareth.
“El Reino de los Cielos es como si…”
Si pasamos de representaciones plásticas que la tradición ha desplegado a lo largo de los siglos, y nos centramos por un momento en las palabras de Jesús, resulta que Cielo es equivalente a “Reino de los Cielos”.
A falta de otra forma más directa de explicar de que va eso del Reino de los Cielos, Jesús toma el método del símil, de la narración corta, de la parábola, para explicar a las gentes cómo es el Reino de los Cielos.
Y así despliega una considerable cantidad de parábolas.
Os traigo aquí una interesante página de Wikipedia, donde se enumeran todas las parábolas desplegadas por Jesús en su predicación. Está francamente bien, porque pone el título de la aprábola, el evangelista con el capítulo y versículos donde se encuentra y un link para acceder a algunas de ellas. Se incluyen las parábolas del Evangelio apócrifo de Tomás.
La cosa va desde el paraíso donde todos seremos felices para siempre tocando el arpa junto toda la corte celestial, hasta un estado del Alma en constante presencia de Dios.
Cada religión se lo monta a su manera. Aunque en una cosa todas coinciden. El Cielo está arriba y el infierno está abajo. El cielo es azul y el infierno es rojo. En el cielo debe haber aire acondicionado y en el infierno un calor que te asas.
Y paso de seguir describiendo el imaginarium popular al respecto, consentido, si no estimulado por las organizaciones religiosas, porque todo lo que se haya podido decir en este sentido es rigurosamente falso. Nadie sabe cómo es, salvo que quiera dar una imagen popular que esté de acuerdo con la tendencia al control de las conciencias.
Nadie sabe cómo es el Cielo, porque ninguno de los mortales que vivimos ahora, y con los que nos podemos relacionar ha estado allí para contarlo, excepto aquellos casos, ciertamente excepcionales de videntes y demás personas con percepción extrasensorial. O también aquellas personas que han alcanzado las cotas más altas de la perfección espiritual. Pero a estos bienaventurados, la mente lo logra alcanzar qué quieren decir.
Para el común de las gentes, nadie sabe cómo es el Cielo, salvo que tomemos en consideración las palabras, el mensaje de Jesús de Nazareth.
“El Reino de los Cielos es como si…”
Si pasamos de representaciones plásticas que la tradición ha desplegado a lo largo de los siglos, y nos centramos por un momento en las palabras de Jesús, resulta que Cielo es equivalente a “Reino de los Cielos”.
A falta de otra forma más directa de explicar de que va eso del Reino de los Cielos, Jesús toma el método del símil, de la narración corta, de la parábola, para explicar a las gentes cómo es el Reino de los Cielos.
Y así despliega una considerable cantidad de parábolas.
Os traigo aquí una interesante página de Wikipedia, donde se enumeran todas las parábolas desplegadas por Jesús en su predicación. Está francamente bien, porque pone el título de la aprábola, el evangelista con el capítulo y versículos donde se encuentra y un link para acceder a algunas de ellas. Se incluyen las parábolas del Evangelio apócrifo de Tomás.
http://es.wikipedia.org/wiki/Par%C3%A1bolas_de_Jes%C3%BAs
Pues resulta que las parábolas no son ni más ni menos que escenas de la vida normal, de aquí abajo, que describen situaciones de la vida cotidiana, donde suele haber un contraste entre la persona que se comporta, digamos bien, respecto de la que se comporta, digamos mal. La que hace lo correcto y la que no. Así que en términos generales, se podría concluir que el Reino de los Cielos no es ningún lugar paradisíaco donde las gentes matan el tiempo a base de largos paseos por el Edén celestial, sino la vida humana vivida bajo el compromiso del Amor. Es como decía un buen amigo mío fumador, "el Cielo debe ser un lugar donde se pueda fumar sin molestar a nadie con el humo", es decir, algo tan cercano a nosotros, como sí fuera nuestra propia vida, pero vivida en clave de Amor. Eso es el Cielo, según Jesús de Nazareth. Al menos es lo que nos explicó "para entendernos". El Cielo puede ser una realidad en nuestra vida y no sólo una incierta esperanza para cuando nos muramos, o incluso para cuando nos toque el juicio final vaya usted a saber en qué milenio de los que quedan por venir.
Luego, la otra vida será algo que la mente no puede alcanzar, así traten los teólogos de ir más allá de lo que la imaginación puede comprender.
Dios está en el Cielo. Y el Reino de los Cielos, donde Dios habita, está en toda expresión del amor, como muestran las parábolas.
Dios está en toda persona que vive y despliega en los demás el Amor que recibe del Padre.
Y el Reino de los Cielos, el Cielo es eso, ahora y siempre.
Y poco más hay que decir, salvo que el Cielo es el estado del Alma que vive en presencia de Dios, y por ello, ama como Él le ama, y ella, el alma, se deja amar.
Así que mira a tus adentros, a tu más profunda intimidad, donde Dios habita, porque allí está el Cielo, donde Dios habita. La cuestión es tomar conciencia de esa Divina Realidad que llevas dentro de ti, de ese tesoro, de esa perla escondida que está en lo más profundo de tu corazón.
Ahora, te propongo, como en la meditación sobre “Padre mío”, que cierres los ojos, hagas silencio interior y permanezcas durante diez, quince, treinta minutos así, y esperes la respuesta.
Que la Paz esté contigo.
*
Dios está en el Cielo. Y el Reino de los Cielos, donde Dios habita, está en toda expresión del amor, como muestran las parábolas.
Dios está en toda persona que vive y despliega en los demás el Amor que recibe del Padre.
Y el Reino de los Cielos, el Cielo es eso, ahora y siempre.
Y poco más hay que decir, salvo que el Cielo es el estado del Alma que vive en presencia de Dios, y por ello, ama como Él le ama, y ella, el alma, se deja amar.
Así que mira a tus adentros, a tu más profunda intimidad, donde Dios habita, porque allí está el Cielo, donde Dios habita. La cuestión es tomar conciencia de esa Divina Realidad que llevas dentro de ti, de ese tesoro, de esa perla escondida que está en lo más profundo de tu corazón.
Ahora, te propongo, como en la meditación sobre “Padre mío”, que cierres los ojos, hagas silencio interior y permanezcas durante diez, quince, treinta minutos así, y esperes la respuesta.
Que la Paz esté contigo.
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