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Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
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Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

domingo, 3 de julio de 2011

111.- El Canto del Señor




Presento en este capítulo, el mensaje místico de uno de los textos antiguos más importantes de la Sabiduría Universal, de la Filosofía perenne, el Bhagavad Gita, o Canto del Señor, texto esencial del Hinduismo. Y así comienzo el abordaje de una serie de textos fundamentales para comprender cómo el mensaje de Dios es esencialmente único, universal, y cómo absolutamente ninguna de las religiones tradicionales puede erigirse en la única verdadera versus las demás, que son consideradas falsas. Lo de falso y verdadero sólo puede calificarse en la medida en que el mensaje encamine al alma humana hacia la unión con Dios o le disperse en chorradas varias. En este sentido, todas las religiones tienen aspectos verdaderos y aspectos decididamente falsos, porque todas contienen en sus entrañas el trigo de la Verdad, pero también la cizaña de la mentira. Jesús de Nazareth advierte de esto claramente, por lo que los cristianos no podemos rasgarnos las vestiduras por aceptar que también nosotros tenemos en el seno de nuestra religión cizaña incrustada. Es consustancial con toda obra humana, aunque en origen proceda de Dios mismo. La mera intervención de los seres humanos contamina todo a su paso, hasta lo más sagrado. ¡Qué se le va a hacer!

Introducción al Canto del Señor.

El texto del Gita está tomado de la Edición de Consuelo Martín, comentada por Shankara. Ed. Trotta, colección Paradigma, Madrid 2009, 6ª edición.

El Bhagavad Gita (El Canto del Señor), es un texto ancestral de 700 versos, que contiene la síntesis de la filosofía Veda, los principios del hinduismo.

La traducción a las lenguas occidentales de estos textos es bastante complicada. Escritos en sánscrito, el significado de muchas de las ideas no tienen un equivalente fácilmente traducible en lenguaje occidental, por lo que hay que proceder por analogías semánticas.

El trasfondo de la idea esencial que comienza en el Gita y termina en el Vedanta advaita (no dualidad), supone todo el proceso de maduración de la filosofía upanishádica (Upanishad), que se basa en la Unidad del Ser del hombre, con el Ser Absoluto; es decir, la unión, la fusión del atman (alma humana) con Brahman (Dios). Es una síntesis entre piedad y sabiduría.

En el hinduismo, los textos se diferencian en dos tipos, a saber, los textos tradicionales (Smriti) y los textos de la revelación (Sruti).

Los textos revelados del hinduismo constituyen las Upanishad; algo parecido a la Biblia judeocristiana. El Bhagavad Gita no está considerado formalmente un texto revelado, sino parte de una epopeya, el Mahabarata, y por tanto, incluido dentro de los textos tradicionales.

Las Upanishad constituyen 200 libros, la literatura sagrada del hinduismo. La tradición cree que son textos muy antiguos, de alrededor del año 3000 antes de Cristo. Los historiadores los ubican mucho después, en torno al siglo VI AC.

El Siglo VI AC fue una época espléndida en todos los sentidos. Es la fecha en la que se puede ubicar lo que se podría denominar la primera revolución filosófica mundial, donde las filosofías de Oriente y Occidente se encontraron, y personajes como Confucio, Lao Tse, Buda, Zoroastro, Sócrates o Herodoto, se dieron cita en este más o menos amplio segmento de tiempo. Frente a la religión oficial instaurada en todos estos reinos entre el Mediterráneo y el Extremo Oriente, donde las castas sacerdotales dominaban con mano de hierro las conciencias de las gentes, los filósofos, pensadores y digamos, teólogos de la época, desplegaron una filosofía revolucionaria, que provocó en el caso del Hinduismo la escisión en varias ramas, las fundamentales, el budismo y el jainismo. En el seno del Hinduismo, las Upanishad es la reacción mística a la escuela oficial de los brahmanes. Hasta entonces, los vedas eran politeístas. La doctrina Upanishad defiende la existencia de una única divinidad, como también era la doctrina judaica y zoroastriana.

Brahma se expresa, se manifiesta  bajo tres entidades, Brahma (el Creador), Vishnu (el conservador) y Shiva (el destructor). La salvación consiste en comprender que la realidad eterna es igual al atman, el alma de cada individuo.

Todo ser tiene su dharma, para lo que es creado. Es el concepto que está abordado en la entrada anterior "110.- El dharma y la sabiduría". La metafísica de las Upanishad, evolucionó hasta su forma más avanzada que es el Vedanta advaita (Vedanta significa últimos versos vedas, y advaita, no dualidad). El Vedanta corresponde a la época de Shankara, en el Siglo VI después de Cristo.

La escuela Advaita toma como textos canónicos 108 versos de las Upanishad, denominados "Canon Muktika".

Si los Upanishad son textos sagrados, basados en la revelación, el Gita es un texto tradicional, que forma parte de la epopeya  Mahabarata. Esta epopeya consta de 18 cantos o "parvas", un inmenso poema sobre la región de Bharata, y la lucha de los príncipes por gobernar el preciado reino de Hastinapura, junto al río Ganges. La enemistad entre los hijos de cada uno de los príncipes pretendientes al trono, acaba en una impresionante contienda, que da lugar a la epopeya, que contiene 200.000 versos.

El Bhagavad Gita es un Canto que está formado por los versos 25 a 42 del 6º libro del Mahabarata. No es un texto formalmente Smriti (revelación, que revela lo desconocido), pero de facto se le considera un texto sagrado, pues levanta el velo de la ignorancia. Se le ubica escrito también en el Siglo VI AC, por un narrador denominado Vyasa o el intérprete.

Los protagonistas del Mahabarata eran los Kshatriyas o casta real, emparentados con los dioses. Krishna, el Sabio, era un Kshatriya, no un brahman; por eso el Gita no forma parte de las Upanishad, pues estos libros están escritos por brahmanes. Pero de facto, dado el contenido místico que tiene, se le considera un Upanishad más.

Los Kshatriyas, estaban escindidos en dos bandos, los pandavas, entre los que se encuentra el guerrero Arjuna, y los descendientes del rey ciego Dhritarastra, los kurus. Así que el Mahabarata es la guerra entre los pandavas y los kurus, en su lucha por la conquista del trono de Hastanipura, codiciado por sus inmensas riquezas naturales.

La victoria vendrá de la mano de aquel que respete el dharma. Es la sentencia divina sobre la contienda.

Krishna, héroe de Dvaraka, tiene relación con los dos bandos, los kurus y los pandavas. Así que decide entregarle a los kurus, su ejército y a los pandavas, él mismo, que se une a sus filas, de modo que luchará del lado de Arjuna, el General de los ejércitos pandavas. La guerra, según el Mahabarata, se sitúa en el 3102 AC.

El Bhagavad Gita relata el diálogo mantenido entre Krishna y Arjuna, en los albores de la batalla, estando ya ambos en el carro de combate, listos para iniciar la contienda.

De repente Arjuna siente un profundo desánimo y decide no pelear, ante el estupor de sus tropas, los pandavas. Es en el carro de batalla donde Arjuna y Krishna sostienen el diálogo filosófico que relata el Bhagavad Gita. De esta narración, se deriva la devoción en el Hinduismo hacia Krishna, al que se le considera la manifestación de Vishnu, el avatar de Brahma, equivalente al Cristo de los cristianos. Se podría con ello asemejar el Baghavad Gita como el Evangelio del Hinduismo.

El texto del Gita comienza con la siguiente frase: "entonces, al ver el ejército de los pandavas" (I, 2), y en un momento dado, Arjuna proclama "Govinda, no voy a luchar". Y se quedó en silencio (II, 9).



Idea de Dios

Los diálogos que narra el Gita son una declaración sobre Dios y lo divino. Esta declaración se presenta en aproximaciones sucesivas, según el nivel de maduración del ser humano. Así, se da un primer nivel sensorial, para evolucionar hacia un nivel racional, posteriormente intuitivo y por fin, contemplativo. Según estos niveles, la objetivación de Dios varía según el sujeto. En cualquier caso, los niveles inferiores son pasos previos para llegar al final, que es la contemplación.

El ser humano parte siempre de una concepción dual de la existencia. "Yo" frente a lo demás. Esta es la primera dualidad, la derivada del simple hecho de adquirir una conciencia del "yo" frente a todo lo demás que existe, y que no soy yo. Y además, se añade la temporalidad, "yo" a lo largo del tiempo; fui, soy y seré, tres estadios que pueden ser diferentes en su esencia y en sus atributos. Así existió un "yo" joven que ya no es, existe un "yo" maduro ahora, y existirá previsiblemente un "yo" anciano, que aún no es. Y en cualquier caso, lo que existió, existe y existirá es un elaborado mental, no necesariamente cierto.

De igual forma que el hombre se imagina a sí mismo, se imagina a Dios, a imagen y semejanza suya. Dios es en principio un elaborado de la mente, que debe ser erradicado, vaciado de contenido, porque está basado en supuestos que nada tienen que ver con la Divina Realidad, porque cualquier creación del pensamiento, y Dios es una de ellas, sólo sirve para "andar por casa", para hacer un apaño temporal y circunstancial; un concepto envasado al vacío, un Océano pretendidamente encerrado en una botella. Es por eso que las teologías son sólo juegos de niños.

Sólo la intuición de un infinito inabarcable es lo que permite siquiera comenzar el camino de la Unión verdadera, de la "no dualidad".

En el Canto, Krishna personifica a Dios; es el avatar, el sabio en el que Dios se manifiesta al mundo. No actúa por sí mismo, sino a través de infundir a Arjuna el valor necesario para enfrentarse a su desafío.

Todo el proceso hacia la unión, hacia la "no dualidad", comienza con la lucha, entre "yo" y los de mi casa, entre yo y yo mismo (y todos los fantasmas y personajes que me pueblan) [Ver entrada 42.- Equipaje para este mundo].

En este sentido, las similitudes con las enseñanzas de Jesús de Nazareth son asombrosas:
34 «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. 35 Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; 36 y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. (Mt 10:36)

El segundo paso supone comprender la "Unión", la no dualidad como una realidad, aunque viole las supuestas leyes de la naturaleza y la evidencia que perciben nuestros sentidos y nuestra mente.

El tercer paso es la sabiduría del desapego, el yoga sapiencial del desapego, que culmina con el cuarto y definitivo paso, que es el "olvido de mi" y de "lo mío". Así Dios resulta ser, en palabras del Maestro Eckhart, "el fruto de la Nada".

Todo termina en la perfecta y brillante quietud del alma "el atman", establecida en lo Absoluto. Final de la búsqueda. Dios y el alma, una misma esencia, un mismo Ser. Krishna y Arjuna, Cristo y el ser humano, uno solo, un brillante esplendor, la buena gracia, la Eu-caristía. Todos los términos conducen a una misma Realidad "no dual". Es lo que tiene la Sabiduría perenne.


Los comentarios de Shankara.

La edición de Consuelo Martín, incorpora los comentarios de Shankara (788-820 DC) al Gita. Así, el libro va desgranando los versos del Gita intercalándolos con comentarios del sabio, lo que permite una mayor comprensión del texto original.

En este sentido, Shankara introduce tres sentencias, al hilo de la narración.

La primera sentencia es: "la vida centrada en el deseo esclaviza". El que desea lo que posee, al extremo de sufrir por su pérdida, en realidad no posee el objeto, sino que está poseído por él, pasando de ser dueño a esclavo.

La segunda sentencia : "el rechazo o la ambición son subjetivos", y no pueden ser percibidos por los demás, salvo por el comportamiento que inducen.

La tercera es que "nadie se libera de la acción por el simple hecho de abstenerse de obrar", por lo que la renuncia es carencia de deseos ante la acción, y no la simple inactividad. Por esto, nadie llega a la Libertad mediante un intento de la voluntad.

La liberación no es el resultado de un plan trazado hacia un objetivo final pensado por uno mismo. No es un acto de la voluntad, un "quiero liberarme" y "lo conseguí". Nadie consigue nada. Es un don gratuito que se recibe, donde tan sólo es necesaria una actitud, la disponibilidad a desprenderse de absolutamente todo.

Pero esto, dicho así, no parece que sea posible, ni siquiera adquirir esa disponibilidad a ser despojado de todo. Por ello, Shankara extrae del Canto tres etapas fundamentales en el caminar.

La primera etapa, expuesta en el Capítulo V, la renuncia a las obras, supone abrazar "la práctica religiosa, deseando un resultado". Es el estadio del común de las gentes durante toda su vida, y además el que está institucionalizado en el conjunto de religiones para el común de los fieles, la práctica religiosa. Es una etapa muy primitiva, pero hay que pasar por ella, con el único objetivo de superarla y dejarla atrás.

La segunda etapa es la dedicación a las obras de Dios (Capítulo XII.- el camino del amor divino). Con esta fase comienza la dura etapa del desapego.

La tercera etapa es la llegada al momento de firmeza en la Verdad, la disipación de la ignorancia.

Visto de otra forma, se podría hablar de tres sendas, que en realidad son una sola; la de las obras, la de la devoción y la de la Sabiduría. En terminología cristiana, hablaríamos de la fase ascética o purgativa (obras), la fase iluminativa (devoción) y la fase mística o unitiva (Sabiduría).

Según este triduo, el Baghavad Gita está dividido en tres secciones, la primera aborda el hombre como individualidad; la segunda aborda a Dios como Ser Universal y la tercera, la unión entre ambos, la "no dualidad".

A la senda de las obras (el hombre como individuo, la vía ascética), el Gita la denomina la senda del karma-yoga (karma significa acción, deber, actos condicionados, y yoga significa unión, la vía que conduce a la "no dualidad", a la unión con lo Absoluto). La senda del karma-yoga supone en esencia "la renuncia al fruto de las obras", el desprendimiento, quemar el deseo en el fuego de la Sabiduría. Las obras son acontecimientos que suceden en el tiempo; nacen y mueren en la temporalidad. Su valor depende de la intención. La acción requiere dejar de ser egoísta. Es la renuncia al beneficio propio, al fruto de la acción para uno mismo.

No cuentan las obras en sí mismas, sino el desapego al beneficio propio, que con ellas se puedan conseguir. Porque el egoísmo conduce a la separación, a lo mío frente a lo tuyo, a mantener la individualidad. Se trata por tanto de encontrar la "inacción" en la acción, o como reza una sentencia Tao, no hacer nada, para que nada quede sin hacer.

La senda de la devoción se denomina en el Canto el Bhakti-yoga (donde bhakti significa "devoción a Dios"). Es la vía realizadora del que valora los sentimientos. La vía del sentir es más sutil que la de la mera acción, pero es subjetiva. Arjuna entra en el bucle siento, pienso y en consecuencia, me comporto. Pero sólo la mente estable puede abrirse al amor, sin distorsiones reforzadoras. La estabilidad induce serenidad; y la contemplación de la Verdad es la causa de la estabilidad emocional.

Tránsito entre dos estados

En términos generales, la sabiduría perenne plantea la vida humana como en tránsito entre dos estados. En origen el hombre se sitúa en el estado de la individualidad, que separa, dando prioridad a lo propio frente a lo que no lo es, lo que es fuente de todos los males que padece el mundo desde sus orígenes. El objetivo final es alcanzar otro estado, el de la "no dualidad", aquel en el que, superadas las barreras del desconocimiento, los espejismos fabricados por nuestra capacidad sensitiva y racional, alcanzamos el estado de unicidad.

En latín y las lenguas derivadas, la partícula "est" o "st", está mayoritariamente incorporada a todas las palabras que significan quietud, no movimiento, permanencia. Así tenemos las palabras establecer, estado, estación, estable, estilo, estadio. El tránsito de un estado a otro supone una transformación, un proceso evolutivo, una etapa dinámica (dina: significa fuerza, la que se aplica para pasar de un estado a otro). Así, el camino, la senda, el proceso que ha de experimentar el atman, el alma humana para pasar del estado dual al estado no dual, es lo que se expresa en la Vida Interior, una experiencia de permanente transformación, donde nada es estable, porque está evolucionando, está avanzando, es dinámico.

En ese tránsito entre los dos estados, todo lo material ha de perder su valor temporal, para quedar centrada la atención del atman, en Dios. Esto obliga a dejar todas las cosas (deja todo lo que tienes y sígueme, le propuso Jesús al joven rico).

La tercera senda se denomina en el Canto como jñana-yoga, o la senda de la sabiduría (jñana significa sabiduría). Es el tercer camino y el más arduo. Se empieza a vivir cuando se vive la verdad descubierta, la unidad entre el alma y el amado.

Tres momentos para la Sabiduría

En el devenir del ser humano, la Sabiduría puede experimentarse en tres momentos, por así decir.

El primer momento es cuando se intuye la Verdad, se presiente, y uno empieza a darse cuenta de que lo que consideraba hasta entonces sabiduría, es simple aunque amplio conocimiento intelectual (que es lo que todo el mundo entiende, por otra parte). Pero esto no es la Sabiduría. Siempre se entiende que un sabio es alguien que sabe mucho sobre muchas cosas, cuando en realidad un sabio puede ser en el extremo un simple analfabeto. Es decir, cuando se intuye la Verdad, uno se da cuenta de hasta qué punto ha vivido toda su vida en el error, en la ignorancia. Cuando la Verdad se intuye tras la nube del desconocer, comienza a verse claro cuál es el camino. Hasta entonces, por mucho que te expliquen, por mucho que se lea, sólo se puede imaginar obtusamente de qué va el asunto.

La intuición de la Verdad, abre el camino hacia lo no manifestado, hacia lo místico, hacia un algo de verdad en la proclamación de "todos somos uno". Se intuye que posee algo de sentido. Se presiente que amar a Dios  sólo tiene un camino, amar a los demás, porque Dios está en los demás.

En un comentario de mi propia cosecha, y esto lo he expresado en la entrada 109.- Corpus, cuando te das cuenta de que además de estar Jesús en el sagrario, donde realmente está es en el corazón de cada ser humano con el que te cruzas por la calle, comienzas a darte cuenta de qué va eso de la Eu-caristía, y entonces comprendes que Dios no es "Algo allí arriba" (que también), sino la esencia vital de las personas, el elan vital de la gente de carne y hueso (que no sabe que Dios habita en ellos). Pero si intuyes esto, entonces el camino del amor de Dios queda expedito para expresarlo a través del amor a los demás. ¿Qué genera esto? Simplemente el derribo de las murallas de egoísmo que nos separan. Cuando ves al otro como un ser en el que Dios habita, igual que habita en ti, evidencias que no hay diferencias entre tú y el otro, que sois la misma esencia, el mismo Ser.

Aunque esto tan sólo se intuya, la persona habrá dado un paso decididamente de gigante en su peregrinar hacia el estado de no dualidad. Actuará o comenzará a actuar desinteresadamente, siempre que ese presentimiento de Unidad esté presente. Porque el amor sólo se puede vivir, si se vive o al menos se presiente la Unidad de los seres humanos en Dios. Esta actitud, esta vivencia es en sí misma expresión de la auténtica Sabiduría, pues se vive la Verdad como fe.

Sin embargo, en este estadio, se viven errores psicológicos, tales como el personalismo, o la creencia de que todo es un logro personal.

El segundo momento se denomina discernimiento (en sánscrito viveka). Es un proceso de sosiego de la mente, por la que ésta acepta pasar a un segundo plano, y así y el alma comienza a prepararse para la contemplación. El resultado de este proceso el una cada vez mayor "armonía" vital, un estado estable tanto mayor cuanto que el alma, con una mente que acepta ya su papel, empieza a experimentar el desapego; se empieza a poner a Dios en todo lo que se hace y en todo lo que sucede. Los conceptos de bien y mal se desdibujan al darse cuenta el atman, que son conceptos subjetivos y no reales.

Se comienza a dejar de buscar en las obras los afectos. Se deja de buscar la recompensa, el fruto de la acción, y así se entiende el sentido de la renuncia que deja de ser un sacrificio penitencial para purgar los pecados (en plan expiatorio), para verse como la consecuencia directa del amor.

Se comienza a intuir "lo que Es". Y esto es el comienzo de la contemplación. Es un giro de la mente sobre sí misma (metanoia), que llevado a la plenitud, sitúa al atman en el reino de la Sabiduría, donde la Unidad ya no se presiente, sino que se empieza a vivir plenamente.

El tercer momento es ya la no dualidad. Lo infinito no cabe en lo individual. Sucede como cuando el aire que contiene un globo, al estallar este, se mezcla con el aire que lo envuelve. El resultado es lo que denominamos la felicidad, que no es un sentimiento, sino un estado del Ser, el estado de no dualidad, el destino del ser humano. Esto no lo puede captar la mente, que ya ha quedado tan atrás, que sólo sirve exclusivamente para los asuntos domésticos. 

Hace falta el tercer ojo. En terminología de chakras esto hace referencia al sexto, el situado en la frente. Es el ojo contemplativo, el que ve más allá. En su momento entraremos en la descripción del cuerpo sutil.

Mientras la dualidad es una percepción plenamente racional, la no dualidad es exclusivamente espiritual, supra racional. Esto es lo que hace entre en el terreno de la Sabiduría.

La naturaleza es el campo de lo que es posible conocer, y la mente, como materia, sólo puede abarcar el ámbito de lo material.

La trama de la naturaleza está constituida por tres atributos o "gunas"; la armonía (satta), la pasión (raja) y la torpeza (tamas). Estas gunas atan el espíritu al cuerpo, y por ellas los seres se aferran a sus obras. Lo propio de la Sabiduría es ver en la existencia pasajera y cambiante lo inmutable. Por ello es sabio quien de la mano de la naturaleza aprende a discernir lo absoluto hasta identificarse con ello, pero sin acudir al elaborado mental de un dios personal.


De la libertad

El Baghavad Gita habla  de la acción justa, la acción liberadora y la renuncia, lo que Shankara asocia a la vía directa de la liberación.

El descubrimiento de la Verdad libera al alma de la actuación convencional. Krihsna le aconseja a Arjuna que abandone la práctica y los deberes, porque este es el camino de la liberación de todas las ataduras. Para Krishna no están instituidas las normas sociales ni religiosas, de igual forma que para Jesús de Nazareth, son casos idénticos en este sentido.

La libertad no implica ninguna conducta predeterminada, porque sólo existe una ley, el Amor. Pero sólo se alcanza la libertad cuando la persona se experimenta a sí misma no separada del Todo.

La unión con el Todo, la simboliza el Canto en el árbol sagrado, con las raíces hacia arriba y las ramas hundidas en la tierra. En su ansia de ascender, en palabras de Consuelo Martín, los sabios han cortado las ramas que les arrastraban a la manifestación, para permanecer firmes como un árbol abierto a los cielos infinitos. Hasta llegar al equilibrio de la mente iluminada por la revelación de la Verdad, la vida humana es un moverse por lar ramas.

La Verdad es siempre un misterio a pesar de su radiante claridad. Hasta que no es revelada plenamente, la Verdad es oscura, y requiere de la virtud de la fe a ciegas para recorrer el camino. Quien comprende esto, alcanza la Sabiduría, o mejor, la Sabiduría le es regalada, y con ella, culminan todas sus obras.

Arjuna nos representa a todos nosotros, a todo aquel ser humano con vocación sincera por comprender, por alcanzar la plenitud, el cual, ante el comienzo del gran combate contra los de su propia casa (los kurus, es decir, las pasiones, los vicios, los fantasmas y personajillos de nuestro cerebro, nuestro zoológico mental, son también familia suya), duda y se desanima. Pero la presencia de Krishna, el Ser divino, el avatar de Dios le imprime la fuerza y el valor para recorrer el camino hacia la perfecta y brillante quietud, la unión con el Absoliuto, la no dualidas, el advaita.

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