Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
Y para navegar por las entradas de la página principal, vete mejos a la página "Índice", porque así encontrarás las entradas por orden de incorporación al blog.

Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

domingo, 31 de octubre de 2010

32.- La Séptima Puerta



La séptima puerta es diferente a todas las demás. La séptima puerta, entre otras cosas no se puede identificar con ninguna escotilla de emergencia, ni hay que moverse del asiento para acceder a ella.

El rótulo de la séptima puerta, dice así:

“En caso de emergencia, permanezcan sentados, que es la mejor salida”.


 
Es decir, la séptima puerta es una puerta hacia el interior de uno mismo, no hacia el exterior del Confinador.

Las otras seis puertas, incluida la sexta que se refiere a la práctica religiosa convencional, son puertas supuestamente hacia el exterior de tu pequeño mundo, una huida de la situación que vives, pero en realidad no sales del Confinador; en el fondo sigues en él, porque todo lo exterior a nosotros forma parte del Confinador, porque simplemente forma parte de “todo lo que existe” regido por el continuo espacio-tiempo. 

La séptima puerta se abre a otra dimensión, fuera del tiempo y del espacio.

Se abre al desconocido mundo del interior de nosotros mismos.
Es la puerta hacia la Vida Interior, donde habita la Divina Realidad, sin que nosotros nos hayamos dado cuenta.

Si pensamos un poco, las seis salidas son salidas hacia afuera de nosotros, hacia “hacer”, hacia “practicar”, “entrenarnos”, “adquirir habilidades y conocimiento”, “celebrar actos de culto”. Son alternativas “exotéricas”, es decir, de nosotros hacia afuera, para buscar la solución afuera. Hago notar que el cuerpo físico que tratamos de mantener bello y joven está también fuera de nosotros, es la cubierta física, biológica que nos da el soporte físico para deambular por aquí, por el Confinador. Y las capacidades, conocimientos y habilidades, también son recursos para relacionarnos “hacia afuera”. Es “yo” frente a todo lo que me rodea, que es distinto de mí. Incluso la sexta puerta es vivida por el común de las gentes como una puerta hacia afuera, hacia un Dios que está ahí, en el templo, en el sagrario, en una imagen, en un santuario al que hay que peregrinar.

Fijémonos que tradicionalmente a los católicos se nos suele dividir en católicos practicantes y católicos no practicantes. Los primeros son en pocas palabras los bautizados (con partida de bautismo en mano), que van a misas los domingos. Los segundos son los bautizados que no van a misa. Y ya está; nos quedamos tan panchos. Los unos son los buenos y los segundos son los tibios y flojos en la piedad. Aquí está, creo yo, la razón de que el poeta musulmán tuviera razón al decir que los cristianos tenemos una fe tan sincera como ingenua. Inclusive, si uno es practicante de comunión diaria y al salir de la iglesia y bajar al arena del mundo está dispuestos a competir con la daga entre los dientes por un puñado de dólares, hace que lo que me advertía una persona muy querida (mi padre), “hijo, no te fíes de ese que es de comunión diaria”, puede que hasta tenga sentido.

Ser de comunión diaria es una rutina que puede ser expresión de la más elevada piedad, o de la más elevada hipocresía, según sea el interior de esa persona. "Por sus obras les conoceréis", no por sus prácticas religiosas. Y antes se atrapa a un mentiroso que a un cojo.

Si la vida de fe se reduce tan sólo a prácticas religiosas basada esencialmente en lo ritual, nos estaremos acercando peligrosamente al significado etimológico de “fanatismo”, que viene del latín “fanum”, templo, que significa, perteneciente al templo. Una excesiva avidez por lo ritual, sin Vida Interior, convierte la vida de fe en ceremonias huecas y vacías de contenido. Al fin y al cabo, el templo, por muy sagrado que sea, es tal sólo un edificio de piedra o ladrillo. La práctica religiosa basada principalmente en ritos, es la canalización de lo sagrado, por muy solemne que sean las ceremonias.

Llegará el día en que ni aquí ni en Jerusalem adoraréis al padre, sino en espíritu y en verdad, le dijo Jesús a la samaritana.

La séptima puerta, que es la que nos introduce directamente en la espiritualidad desnuda de todo, y  da sentido a todo lo demás, hasta al fitness y a las diversiones de fin de semana. 

La séptima puerta es la que da sentido a la propia Vida, y la que nos hace descubrir el sentido profundo que tiene la liturgia. 

La gran paradoja que sufrimos los que tratamos de buscar la verdad, radica en que el escenario que se nos muestra ante nuestros ojos es como un holograma, que según se mire, podemos ver una imagen u otra; del mismo modo, la educación y la tradición nos muestra una misma realidad pero con dos caras. A ver si me explico. La primera es la que literalmente se nos muestra en el proceso de aprendizaje, y que trata de transmitir a todo ciudadano que abre sus ojos de niño al mundo, de qué va esto. Y es más o menos como lo hemos descrito, los trajines de la vida diaria y los conocimientos necesarios para competir (honestamente) por un pedazo de pan o un puñado de dólares. “Fíat homo”. Hágase el hombre dentro de un Confinador vital.

Lo que no se nos dice es cómo salir de él, cómo trascender a él. Porque todo está diseñado para pasar nuestros días y nuestras horas dentro de él, lo mejor que se pueda.

Esto que viene a continuación es tremendamente importante:

La aventura de la séptima puerta sorprende nada más descubrir sus características, primero, porque así te desojes buscándola, no la vas a encontrar como podrías encontrar las otras seis. Segundo, si la descubres, sorprende descubrir dónde está, en ti mismo, en tu interior, en lo más profundo de tu ser; por lo que acceder a ella supone no moverte del sitio, 
seguir viviendo en el Confinador, que es donde el Creador te ha puesto mientras vivas esta vida física, donde has de permanecer, porque tienes una misión que cumplir. 
Luego la séptima puerta no supone ninguna huida de ninguna parte hacia ninguna parte; vas a seguir viviendo la vida que vives, en las mismas circunstancias que hasta ahora; entre otras cosas, tendrás que seguir pagando impuestos a Hacienda; se siente.

Tercero, sin que nada cambie en tu pequeño mundo (donde seguirás viviendo), la transformación interior que vas a experimentar es absolutamente indescriptible; el plano de la Realidad que se te abre ante tus ojos, es inimaginable.

Y como valor añadido a todo esto, descubrirás que muchas cosas que hasta ahora no tenían sentido, son tan evidentes que te preguntarás “cómo he sido tan ciego”.

Para que todo esto sea Real, el alma ha de experimentar la iluminación, una experiencia de la que se habla poco en la práctica religiosa convencional, porque para una fe ritual no es necesaria, pero para vivir la espiritualidad en plenitud, sí.

Esta es la base de la segunda parte de lo que pretendo exponer, “fiat lux”.

Recapitulación

1.- En resumen, en el fondo no se trata de salir de ninguna parte, sino de descubrir una Realidad dormida, "nosotros mismos", nuestra más íntima y profunda Realidad, donde Dios habita.

2.- Se nos ha dicho que hay que huir de este mundo . Unos lo ven desde el aspecto doctrinal (mundo, demonio y carne), enemigos del alma. Otros desde el aspecto utilitario de estar cansados de este trajín y escapar a unas vacaciones psicológicas con técnicas de descanso de la mente a base de mantras, técnicas de relax y música New Age, que te deja superlaxo. 

3.- Las supuestas alternativas de salida del Confinador  son de tres tipos, la primera alternativa se basa en la práctica de habilidades y adiestramiento basado en las capacidades estrictamente humanas. En torno a este adiestramiento, los occidentales hemos sido capaces de hasta desarrollar algo parecido a una religión sin Dios.

4.- La segunda y tercera alternativa, ambas entran en el ámbito de lo religioso, pues el objetivo de ambas es “religar”, volver a unir al ser humano con la divina realidad. Pero entre la segunda y la tercera hay serias diferencias.
 
5.- La segunda alternativa, que supone la sexta puerta, la vamos a denominar la vía “dogmático-litúrgica”. Se basa en abrazar una confesión religiosa concreta, el islam, el hinduismo, el sintoísmo, el catolicismo (o cualesquiera otras confesiones dentro de la esfera cristiana). Esta segunda alternativa se basa por una parte en aceptar una serie de dogmas, realizar una serie de prácticas religiosas y cómo no puede ser de otra manera, vivir dentro de una disciplina moral concreta. Estas tres asunciones están descritas en tres ramas de la teología, la teología dogmática, la teología litúrgica y la teología moral. Tomar esta alternativa supone la intervención imprescindible de los sacerdotes, como intermediarios entre Dios y los hombres, ya que a ellos se le encomienda la formación dogmática y moral, así como la administración y celebración de los actos litúrgicos, lo que está vedado al pueblo llano.

6.- La tercera alternativa, que supone la séptima puerta, consiste en tomar “la vía directa”, la que sitúa al ser humano, sea cual sea su procedencia étnica, cultural e incluso religiosa ante Dios, ante la Divina realidad. Es la vía “ascético-mística”. Está descrita por los místicos de todas las épocas, con independencia de la religión que profesen. Supone un punto de convergencia asombroso entre religiones, por lo demás, totalmente diferentes entre sí en las creencias y en las formas, si nos atenemos sólo al componente dogmático y litúrgico. Este hecho esencial en la Historia de la Humanidad, de que místicos de todas las épocas, al menos a través de sus escritos vivenciales, nos muestren que el camino directo hacia Dios es único y directo, nos aporta una luz, un rayo de esperanza, de que en algún momento, los seres humanos nos podríamos dar la mano, con independencia del hábito que vistiéramos nosotros y le intentemos poner al mismísimo Dios. Esta tercera alternativa, la desarrollan las teologías ascética y mística.

7.- Mientras la séptima puerta abre la vía directa, y permite que todos los seres humanos nos podamos dar la mano y caminar juntos hacia el Padre eterno, la sexta puerta abre una vía circunfleja, absolutamente condicionada por dogmas, creencias particulares, preceptos religiosos y prácticas rituales, que dividen y han dividido a la Humanidad en centenares de facciones mutuamente excluyentes, y habitualmente enemistadas unas con otras, al extremo de haber generado las guerras más sangrientas que el mundo ha tenido que sufrir y soportar. Mucho más se ha matado y masacrado en nombre de Dios que en nombre del diablo, no lo olvidemos.

Y ahora viene la pregunta del millón. ¿Para entrar por la séptima puerta, hace falta entrar primero por la sexta y darse una vuelta por los caminos que desde esa puerta se tienen que recorrer? ¿O un ser humano puede entrar directamente por la séptima?

En realidad sería lo mismo que se discutió en el Primer Concilio de Jerusalén, donde se planteaba a los gentiles la exigencia o no de que para ser cristianos, primero debían de circuncidarse para ser judíos y luego bautizarse, o directamente uno se bautizaba y listo.

La respuesta es complicada, porque si bien es verdad que realmente no es necesario entrar por la sexta para luego salir por la séptima puerta, la cuestión es que la posibilidad de que un ser humano encuentre la séptima puerta por sí mismo, por sí solo, es más bien remota, enredados, como estamos todos en nuestros asuntos de aquí abajo; y además, el mundo nos atrae hacia sus más sugerentes gilipolleces de una forma difícilmente eludibles.

Además, nadie puede caminar solo. Necesitamos una comunidad a la que pertenecer.
El problema es que, como los convoyes navales, que han de navegar a la velocidad del más lento de los buques para no deshacerse, las comunidades, en su conjunto, tienen que caminar a la velocidad del común de las gentes, que supone ir bastante despacio, y con criterio de mínimos.

En general lo que sucede es que, aquellos que por educación y tradición hemos abordado la sexta puerta de la religión y vivido en sus normas, pero en el proceso de maduración de la fe hemos tenido la increíble suerte de toparnos con personas profundamente espirituales que nos han indicado el camino de la séptima puerta, además de sentir esa inquietud interior que nos ha hecho tener todas nuestras potencias abiertas al infinito, nos damos cuenta de dónde está la auténtica salida del Confinador. Es entonces cuando toda la expresión exotérica religiosa (la litúrgica) se sitúa en el plano que le corresponde, adquiriendo pleno sentido y significado, pero dando paso a lo que  a partir de entonces va a adquirid plena importancia, la expresión esotérica, el camino que se abre tras la séptima puerta.

Con ninguna de las seis puertas primeras se sale realmente del Confinador. La sexta puerta te sitúa ante una serie de creencias y prácticas, pero dentro del Confinador, creencias, prácticas litúrgicas y un código de buenas costumbres, pero con tu espíritu anclado en el Confinador, con la esperanza de que algún día, después de la muerte, haya un premio o un castigo.

La séptima puerta es la única que te sitúa ante la auténtica salida de ti  mismo para encontrarte a Ti mismo, pero eso sí, a costa de “vender absolutamente todo lo que tenemos, dárselo a los pobres, tomar nuestra cruz, y seguir a Aquel que nos mostró esta puerta”, la séptima, no las otras seis. 

Las  seis primeras puertas son de factura humana. Son un apaño más o menos útil, bien para creernos los reyes del mambo (las cuatro primeras), bien para comenzar a vivir el amor hacia los demás (la quinta), bien para intuir la intervención de Dios en nuestras vidas (la sexta).
La séptima es de factura divina. 
Por eso, la séptima puerta es la única salida del Confinador.

Y ahora algo muy importante para seguir adelante:
El Confinador soy "yo" y todas mis cosas. Soy yo en mi pequeño mundo.
Salir de mi Confinador (que es diferente del tuyo que me lees), es vaciarme de mí mismo para dejar que mi templo vacío quede lleno de Aquel que me ha dado la existencia. Es morir a mi mismo para resucitar el alma que tengo dormida desde que me comí conscientemente la manzana que me hizo creer que yo podía valerme por mí mismo. Por eso el pecado original se transmite de generación en generación, porque es lo que te transmite el "Sueño del Planeta".

Los que hemos tenido la gran merced de descubrir esta séptima puerta, o mejor, se nos ha sido mostrada, en general seguimos acompañando a nuestras comunidades religiosas en su caminar por las vías establecidas en la sexta puerta, pero siendo conscientes de qué es lo que realmente tiene carta de naturaleza esencial para caminar hacia Dios, es decir, hacia nuestras más íntimas honduras. La sexta puerta dice que hay que caminar hacia allí arriba, hacia el Dios trascendente. La séptima puerta te dice que hemos de caminar hacia aquí, hacia lo más profundo de nuestro corazón, donde Dios habita, hacia el Dios inmanente.


Llegar al umbral de la séptima puerta es en el fondo el resultado de un proceso de maduración en la fe, que se produce al recorrer en comunidad los caminos que muestra la sexta puerta. Y al madurar y descubrir la séptima puerta, descubres algo que dijo nuestro Maestro Jesús, que todos los seres humanos (no sólo los católicos), somo uno. Porque o todos los seres humanos somo hijos de nuestro Padre celestial, o nadie lo es.

Yo no me atrevería a decir que los curas los domingos en misa de una no te dicen estas cosas. Si decir te las dicen, peeero... 

Hay que saber transmitir y hay que saber escuchar.

Y ni sabemos transmitir lo que decimos, ni escuchar lo que entra por nuestros oídos.

Para tomar conciencia de todo esto, la mente es un estorbo. No consiste en estudiar teología, sino en "desaprender" lo aprendido, quedarse desnudo de todo, de lo que sobra, de lo que adorna inútilmente toda nuestra vida.
En una palabra, volver a ser niño, como dice el Maestro Jesús, y volver a tener todos nuestros chakras abiertos, como dicen los maestros orientales, que en esto todos están de acuerdo.

En otras palabras, cruzar el umbral de la séptima puerta significa dejar nuestro templo vacío.

La llave de la Séptima Puerta tiene un nombre, por lo demás tan archiconocido como archidesconocido.

Se llama "Oración".




Vuelve a leer lo que leíste en la entrada 19 Sitúate en el umbral...
Porque orar es simplemente esto...
Imagínate…
En una noche oscura,
quedando ya tu alma sosegada,
sintiendo la hermosura,
con la mente callada,
de la infinita bóveda estrellada;
bañándote en la luz de las estrellas,
con todo tu ser abierto al infinito;
si percibes un estremecimiento...
ante la inmensidad total que te rodea,
al tomar conciencia de lo poco que tu ser y tu esencia constituyen,
ante el gran Universo que te cubre,
y un escalofrío recorre tu piel,
y las lágrimas brotan de tus ojos extasiados al contemplar tanta belleza,
lo creas o no, estás sintiendo en ese momento,
en ese instante eterno, el abrazo de Dios.

Él es mucho más que todo. Es tanto, que la mente resulta ser un estorbo para poder experimentar su presencia.

Ante tanta inmensidad, el alma sólo puede decir “Amén”, y callar, hacer silencio, y dejarse amar por la “Clara Luz en el vacío de la noche”.

Es Todo y lo demás, todo lo que existe, es nada.

Cuando esto sucede, cuando te sientes inundado de tanta belleza, abres los ojos y no ves nada, porque nada existe que no sea Él; porque no ves nada que no sea Él. Y las criaturas agachan la cabeza, y dando un paso atrás, dejan que Su Presencia se haga evidente en ti y en todo lo que te rodea; y tus ojos sólo ven el esplendor de una Luz ante la que el Sol queda totalmente eclipsado. Si has experimentado “eso”, has experimentado a Dios dentro de ti.

Si alguna vez has vivido algo así, aunque haya sido por un instante y casi ya ni te acuerdes, porque los asuntos de la vida cotidiana te absorben totalmente; si alguna vez sentiste algo así, te lo aseguro, experimentaste a Dios.

Y si experimentaste a Dios, aunque sólo fuera un instante, abriste los ojos a tu Vida Interior, y pudiste contemplar el camino hacia tu plenitud.


Mi más sincero agradecimiento a Fidel Delgado Mateo, buen amigo y mejor maestro de la vida, que nos enseñó a los que hemos tenido la suerte de conocerle, este precioso símil de las puertas de salida. 
 
*

sábado, 30 de octubre de 2010

31.- Fiat homo: puertas de emergencia


Cuando uno se encuentra en un habitáculo en el que se encuentra incómodo, siente claustrofobia o percibe una situación de peligro, trata de encontrar una puerta por donde salir al mundo exterior, bien para respirar aire puro, huir del peligro, o para dejar de experimentar esa desagradable sensación de ahogo. Cuando nos subimos a un avión, la tripulación, antes de despegar, nos recuerda dónde están situadas las puertas de salida, para, en caso de una toma de emergencia, poder abandonar la aeronave lo más rápidamente posible.

El Confinador puede llegar a oprimirnos tanto, con los problemas cotidianos de la vida, económicos, personales, sociales, familiares, etc., que a veces nos gustaría escaparnos hacia espacios abiertos, distraernos, tomar unas vacaciones, que en el fondo, las vacaciones, son un necesario intento de escapar del ahogo cotidiano que la vida de todos los días.

En nuestro instintivo intento de escapar, o al menos de liberar presión, nos hemos montado una serie de puertas de escape, a las que acudimos, a veces para tratar de escapar, o para en el fondo, sentirnos más cómodos aquí dentro.
Fidel Delgado plantea que habitualmente la vida nos ofrece seis puertas de emergencia de nuestro símil de Confinador.

Sería algo así como en un avión, que es nuestro pequeño mundo, dentro del gran Confinador, que es la realidad que vemos con nuestros ojos, el escenario del Show de Truman. Veremos que hay seis puertas de emergencia aparentes, que lo que hacen es sacarnos de nuestra pequeña vida (el avión), para abrirnos las puertas de nuevas posibilidades “dentro del confinador”, pero ampliando sus límites.

La primera puerta, la escotilla de emergencia del ala derecha, es la del conocimiento y el aprendizaje de habilidades. Supone adquirir habilidades, estudios, oficios. Nos embarcamos en aprender nuevos conocimientos, nuevas profesiones, formas de perfeccionamiento profesional. Todo lo necesario para tener la mente ocupada en múltiples ocupaciones… y medrar dentro del Confinador. No es en realidad una puerta de salida, sino una forma de conseguir un mejor asiento en el viaje hacia donde nos lleve el Confinador. O bien, nos abre nuevos horizontes de conocimiento de la realidad tangible, como los que adquiere el que estudio astrofísica, biología, física cuántica, arte, historia. Pero por mucho que ampliemos conocimientos y nos convirtamos en unos expertos en la materia que sea y tengamos una visión del mundo mucho más amplia que la que tiene el común de las gentes, seguimos dentro del Confinador. Porque nuestra vida sigue en él.

La segunda puerta, digamos  que  en el ala izquierda, está de moda con eso de una alimentación sana y práctica de ejercicio físico. Focalizamos en nuestro cuerpo casi el ideal de nuestra vida, mantener un peso adecuado, una piel sin arrugas, una salud envidiable, etc. Es una ayuda, a fin de cuentas el cuerpo es el soporte físico de nuestra existencia aquí abajo, y hemos de cuidarlo. Esta puerta en realidad no es una puerta de salida, sino una forma de ir en un asiento más confortable, con un cuerpo bien entrenado y sano. No está de más mantener el cuerpo sano. Ya se sabe “mens sana in corpore sano”. Pero todo queda en casa. Es un método para permanecer mejor, para sentirnos más cómodos en el Confinador.

La tercera puerta está en la parte posterior del costado derecho del avión; se basa en el control de la vida ordinaria. Por ella tratamos de adquirir más y más habilidades para tener nuestro pequeño mundo bajo control; libros de autoayuda, asistir a seminarios, hacer muchas prácticas de control mental. Cada vez hay más iniciativas sociales orientadas al aprendizaje de habilidades mentales para el dominio y control de uno mismo. No somos tontos, y desde bien antiguo, el ser humano es consciente de sus propios errores, y de que la visceralidad natural que hace que a poco que nos lleven la contraria nos enredamos en conflictos personales y sociales, es mal camino para solucionar realmente las cuestiones. Tenemos muchas guerras a nuestras espaldas como para comprender que la violencia no es la vía de solución de casi nada (aunque no todos están de acuerdo con esta afirmación, sobre todo los perros de la guerra). 
El hombre ha aprendido él solito, que las cuestiones sociales y políticas, más vale solucionarlas por la vía del diálogo social, que por la vía del enfrentamiento, aunque una buena guerra es un filón de suculentos negocios, primero por la venta de armas, segundo por las tareas de reconstrucción y tercero por el endeudamiento de los países beligerantes. Sólo tenemos que encender la televisión o leer el periódico para ver cómo es más política y socialmente correcto el camino de la negociación y los pactos, que el enfrentamiento. Y aunque los políticos, quizás debido a su baja talla humana, no hacen más que ofrecernos bochornosos espectáculos de enfrentamiento dialéctico, sin embargo, en general, la vida social transcurre dentro de unas razonables buenas formas, y el odio comenzamos a saberlo controlar, liberando nuestra adrenalina los domingos en el fútbol, porque empieza a estar mal visto manchar las calles de sangre. Luego hay que limpiarlas, y es muy engorroso y desagradable…

Del aprendizaje de estas técnicas, está el supermercado comercial llenito de ofertas a cuales más sugerentes, y a veces caras. Tenemos muchos cursos en oferta; por ejemplo, técnicas de coaching, de liderazgo, de gestión de recursos humanos, de resiliencia, de control mental, de psicoterapia, de relajación, de técnicas antiestrés, etc. Todas estas técnicas están basadas en el entrenamiento personal, en sacar lo que uno lleva dentro, en aprender técnicas mediante el aprendizaje de habilidades personales. Las escuelas de negocios están haciendo su particular agosto
Por ahí no es conveniente salir, porque en realidad no salimos del Confinador. Vuelve a ser una puerta falsa, si lo que pretendemos es salir de él, porque sigue quedando todo en casa, como en el caso de las otras dos puertas.

La cuarta puerta está en la parte anterior derecha del avión. Es en el fondo una continuación de la cuarta, pero con un truco añadido. Se centra en el desarrollo de técnicas de meditación.

A ver si me explico y no meto la pata demasiado. Me refiero al advenimiento de la Era de Acuario, y de irrupción de la New Age, todo ello relacionado con el fenómeno de la precesión de los equinoccios. 
Según esta creencia, la Era de Acuario marcaría un cambio en la conciencia del ser humano, que ya estaría empezando a notarse y que llevaría asociado un tiempo de prosperidad, paz y abundancia. Es por esta razón que una variedad de corrientes filosóficas y espirituales más nuevas o más antiguas relacionadas con estas ideas, son asociadas a la Nueva Era. Esto a menudo lleva a un confuso sistema de creencias no unificado, un agregado de creencias y de prácticas (sincretismo), a veces mutuamente contradictorias. Las ideas reformuladas por sus partidarios suelen relacionarse con la exploración espiritual, la medicina holística y el misticismo (entendido de "aquella manera", que se dice). También se incluyen perspectivas generales en historia, religión, espiritualidad, medicina, estilos de vida y música.

Para las religiones oficiales, la New Age se considera una seria amenaza, porque aparte de ignorar los dogmas, se presentan ante la sociedad como alternativa espiritual. Y en este sentido está teniendo bastante éxito, porque la gente interesada por esta megatendencia, parece estar encontrando una alternativa espiritual, más acorde con los tiempos que corren que las prédicas tradicionales de la religión oficial. La cruz de la moneda es el deseo de una religión a la carta, y además, una religión sin Dios (Energía cósmica, éter, etc...), y en este sentido está duramente denostada por el Vaticano, como camino de falsa luz hacia la perdición.

Es por ello que esta puerta es un poco confusa, pues en ella se hace propaganda de todo un conjunto de técnicas duales entre lo físico y lo espiritual, se potencian las técnicas de relajación, de control mental con fines anti estrés y todo eso. Y en torno a eso se ha desarrollado todo un supermercado de lo espiritual que va desde el uso del aerobic occidental hasta el yoga, tai chi y demás técnicas orientales. Pero entrañan un peligro, no por las técnicas en sí, que son totalmente lícitas, si se asocian a las religiones y sistemas de pensamiento originales, sino porque pueden confundir bastante al personal, en el sentido de que si no se está bien formado en el auténtico significado y finalidad de estas técnicas, podemos perdernos en un laberinto de tendencias sin un fin verdaderamente claro, salvo el pago de la mensualidad de la academia. Sectas y grupos con estricto ánimo de lucro y con fines nada honestos se mueven entre las comunidades de práctica zen, tao o budistas, trigo y cizaña mezclados, desvirtuando y adulterando lo que son filosofías y religiones de tradición milenarias.

Según Caroline Myss, el fenómeno New Age se cimenta en dos fenómenos importantísimos sucedidos a mediados del Siglo XX de modo casi simultáneo, la invasión del Tíbet por China y la apertura de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II. La invación del Tíbet provocó un éxodo de una importante cantidad de lamas y monjes que han recalado en Europa y Norteamérica. Por otra parte, el "aggiornamento" o "intento de...", que supuso el Concilio, dio pie a que los cristianos más lanzados nos aventuráramos a salir al mundo para darnos la mano con los demás habitantes del Planeta, para los que las puertas del Cielo, puede que ya no estuviesen según la Iglesia cerradas tan a cal y canto. 
Me encantó mi estancia en San Francisco en 1973 y danzar con los Hare Krisna en Girardelli square. Ese año leí "At the feet of the master" (a los pies del maestro) de Krisnamurthi, para mi uno de los libros más trascendentales que he leído en mi vida. 
De esta formala espiritualidad de Oriente y Occidente han tratado de darse la mano, no sin generar una seria preocupación y recelo en los guardianes de la pureza doctrinal de los correspondientes sistemas credenciales, ya que a esta aproximación la califican de sincretismo religioso y “gnosis”, uno de los enemigos habituales de la Iglesia católica.


Si estos dos acontecimientos los mezclamos (sin agitar, como el martini de James Bond) con el movimiento hippie, las películas de kung fu, el movimiento contracultural y antibélico contra la guerra del Vietnam de la juventud “primavera del 68”, los rebeldes sin causa y demás inconformistas con el stablishment, en una coctelera con un poco de LSD, cocaína y demás drogas delirantes, tendremos como resultado el “paz y amor” de la nueva era, amenizado con el mantra “Om” de los hindúes, pero en boca de los hippies y sus nietos postmodernos, y jóvenes antisistema haciendo amor libre y meditación en posición de loto. 

El espectáculo que uno puede observar con todo esto es bastante lamentable y confuso. Supone una banalización de una metafísica milenaria, sagrada y absolutamente respetable, como es el la filosofía oriental (budismo, zen, tao etc.), en manos de los nuevos mercaderes del templo de Dios, que jalean nuevas tendencias comerciales y espirituales, en el triste y suculento caldo de cultivo de las ovejas perdidas de Dios, ofreciendo un supermercado espiritual sincrético y a mogollón. 

Saber diferenciar las iniciativas honestas y fiables, de la legión de falsos profetas en la que, en mi opinión, parece haberse convertido la New age, es bastante difícil, y depende de la madurez de cada cual, razón por la que las religiones oficiales están seriamente preocupadas. Saber diferenciar de los nuevos invitados a las bodas los que llevan el traje adecuado de los que no, es una tarea bastante complicada.

De todas formas, Jesús da una indicación absoluta.

 «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego.  Así que por sus frutos los reconoceréis.
Mt 7, 15-20

Por sus frutos les conoceréis. Esta es la señal inconfundible. Porque el que busca el encuentro sincero con la Divina realidad, primero, no es que sea incompatible con tener un cutis terso, o un peso óptimo, o poder dormir por las noches, pero todo esto son añadiduras. 
De momento, acercarse a estas técnicas con el objetivo de salud y belleza, eso no tiene nada que ver con entrar en la senda de la Vida Interior. Absolutamente nada, es una burla a lo más sagrado de la vida humana (pero en esto Occidente es un consumado artista). 
Y el problema es que muchas iniciativas con el sello de “nueva era” están orientadas a una oferta comercial de productos de salud y belleza, amén de sosiego psicológico de esta vida tan trajinada. Hacer pranayama como método con el objetivo de una solución antiarrugas o anticelulitis, pues es simplemente una grotesca burla hacia esa noble práctica oriental que es el yoga.
Dicen los que realmente practican el yoga como estilo de vida, que en Oriente, la relación que existe entre el que enseña y el que aprende, es la de discípulo-maestro. El Occidente, la relación es la de alumno-profesor. Con esto está dicho todo.

La senda de la Vida Interior es algo mucho más serio y profundo que dar con un método de meditación para quitar los michelines de las caderas. Esto es simplemente asqueroso.

Por eso, “por sus frutos les conoceréis”.

Es por ello que esta puerta es ciertamente peligrosa, pues es la puerta de las sectas tipo dianética o de otras llenas de un aparente misticismo zen. Una secta (del latín: sequi, seguir) es, originalmente un término para referirse a comunidades filosóficas, religiosas o políticas, que a través de sus enseñanzas o sus ritos han roto con su comunidad de origen. Por ejemplo, el cristianismo es una secta surgida del judaísmo. Desde el punto de vista sociológico, es un grupo de personas con afinidades comunes (culturales, religiosas, políticas, esotéricas, etc). Como una de las posibles acepciones del término tiene connotaciones negativas, se ha sugerido el de NMR: nuevos movimientos religiosos.

Los nuevos movimientos religiosos son grupos religiosos, éticos y espirituales de reciente creación que aún no han sido integrados en ninguna de las religiones anteriormente existentes ni tampoco han sido reconocidos con la denominación de Iglesia o cuerpo religioso. Constituyen un auténtico laberinto del fauno, donde si entras puedes encontrarte con desagradables sorpresas, entre otras la de quedar atrapado y no poder salir. En este sentido, hay que ser muy conscientes del peligro que se corre, y es por eso que el recelo de las religiones oficiales, por esta parte, está más que justificado.
Esta cuarta puerta, que roza tangencialmente la espiritualidad profunda, en el fondo puede ser un desagradable espejismo, porque no hay ninguna Divina Realidad en el final del camino, sino creaciones extrañas y peligrosas.

La quinta puerta está en la parte posterior del costado izquierdo del avión, y que corresponde con la inteligencia emocional de Daniel Goleman. No está mal, y es un gran avance para muchas personas eso de controlar tus instintos y emociones. La psicología poco a poco ha ido investigando en algo que parecía olvidado a efectos del análisis de la inteligencia, la afectividad. 
En psicología se usa el término afectividad para designar la susceptibilidad que el ser humano experimenta ante determinadas alteraciones que se producen en el mundo sexual o en su propio yo. También se conoce como el amor que un ser humano brinda a alguien.
El desarrollo de la afectividad consciente es un primer gran paso que puede dar el ser humano en la búsqueda de su verdadera identidad. Porque la Inteligencia como la capacidad de entender, asimilar, elaborar información y utilizarla adecuadamente, y de procesar información, está íntimamente ligada a otras funciones mentales como la percepción, o la capacidad de recibir dicha información, y la memoria, o capacidad de almacenarla y procesarla. Pero la afectividad supone el desarrollo de la capacidad de amar. 

Hasta ahora, realmente, las puertas anteriores nos  muestran recursos para defendernos y conquistar el entorno del Confinador. No nos permiten salir, sino desarrollar habilidades para actuar adecuadamente dentro de él. 

Esta quinta puerta por la que podemos desarrollar la afectividad se comporta como un prolegómeno, un anticipo de lo que podría ser la puerta definitiva. En esta puerta podemos desarrollar, dentro del Confinador, las bases de lo que es el amor humano.

El amor humano se basa, según Platón en tres atributos, el eros o sexualidad, la philias o amistad, y el agapé o donación total. El desarrollo de la afectividad desde lo que son las capacidades humanas, a lo máximo que puede pretender es a desarrollar una sexualidad que no llegue ni a la violencia ni a la humillación, sino que se base en el respeto mutuo.
El primer atributo , que es el eros, la sexualidad, se basa en lo que en el budismo se denomina “amor afectivo”, es decir, que despierta el afecto, el “me caes bien”, “estoy a gusto contigo”, “hay química”. Este suele ser el detonante de una relación entre dos personas, y que puede desembocar en la atracción física, tradicionalmente entre hombre y mujer, o bien entre personas del mismo sexo. 

El segundo atributo, que es la amistad sincera tiene como cualidad lo que en el budismo se denomina “amor estimativo”, es un “te amo porque me haces feliz”. Es decir, te necesito, te deseo, porque soy feliz a tu lado. Esto es muy humano y razonable, pero siempre tendrá un componente posesivo, un componente interesado; apego lo llaman. Y por supuesto que una pareja se ama así. ¿Quién puede negar esto? Pero este componente es posesivo, a la larga generará una fuente tremenda de intransigencia y de exigencia, que termina en la típica expresión de los esposos que viven un conflicto. 

El tercer atributo, es la donación total, un “te doy mi vida”, “te amo porque deseo hacerte feliz”. Esto son  palabras mayores para una vida centrada en los trajines del Confinador. Volveremos a entrar en este tema, al hablar de la Lógica de Dios.
En suma, esta quinta puerta supone un buen comienzo; entrar por ella supone darse cuenta de que en el mundo existe algo más que uno mismo. Es un buen aprendizaje, pero no te permite salir del Confinador. Sigues incardinado en la rejilla espacio temporal.


Estos tres atributos, son los pilares de lo que en Encuentro Matrimonial, movimiento mundial orientado al crecimiento de la relación de pareja, al que pertenecemos mi esposa y yo, denomina las tres vías de presencia: la sexualidad, el diálogo y la espiritualidad matrimonial. Ya te hablaré de ello.

La sexta puerta es la que se centra en la práctica convencional de la religión. Es la religión de mínimos, centrada en prácticas religiosas. Esta sexta puerta puede ser una alternativa válida para salir del Confinador, sí y sólo sí toda esta práctica es consecuencia del descubrimiento de la Vida Interior, que veremos en la siguiente entrada. De no ser así, tiene francamente un valor relativo, salvo el que hemos dicho, un buen comportamiento religioso y moral, dentro del Confinador, manteniendo la esperanza de que después de la muerte viviremos una vida mejor junto a Dios, si superamos el examen final, que no es poco.
En la sexta puerta podemos aprender intelectualmente, con la mente, con la inteligencia, que “Dios nos ama”.

Sabemos que Dios nos ama, de la misma forma que sabemos que creó el mundo y etc. etc. “Soy amado por Dios” Este hecho es la raíz de todo lo demás que pueda acontecer al alma humana. Bien es verdad que acecha siempre la tentación de creernos protagonistas de nuestra vida de fe y comportarnos como si lo fuéramos. En este caso seguiremos cayendo en el pecado original, la soberbia.

Es la herejía pelagiana, el mundo centrado en mí mismo, en yo, yo y siempre yo. De alguna forma la soberbia de creernos merecedores y artífices de nuestros avances supone el más absoluto freno y bloqueo de cualquier avance de la vida espiritual, dado que por ese camino, la acción de Dios sería tan minorada, que prácticamente llegaría a ser inexistente, que es lo que realmente ha sucedido en la historia de la Humanidad.

La sexta puerta es camino válido, siempre que no se quede en la exclusiva práctica religiosa convencional, la aceptación de dogmas y la práctica de preceptos. 

La sexta puerta es la fe del joven rico, que es verdad, cumplía religiosamente todos los preceptos, pero no ve qué más puede hacer, porque todo está claro y legal en cumplir los mandatos y preceptos religiosos.

Jesús le alaba su actitud religiosa, pero le dice..,


 "sólo te falta un pequeño detalle"...

Y ahí se cayó el joven con todo el equipo.

Una religión de cumplimiento dominical, está bien, pero no es suficiente si se quiere emprender el viaje de salida del Confinador, al encuentro primero de uno mismo, y segundo, al encuentro real con Dios, en esta vida.

Porque vamos a adelantar la clave principal de este viaje. 
La salida del Confinador es literalmente “vivir el Reino de Dios en la Tierra”.

Esto, habitualmente no se suele explicar en misa dominical, centrada en ser buenos aquí, respetando todo lo respetable, para poder disfrutar de Dios en la vida eterna, minorar en lo posible nuestra estancia en el purgatorio, y que la Virgen Santísima se apiade de nosotros en este valle de lágrimas. Este es al menos el mensaje que percibo domingo tras domingo. Un mensaje de vida más o menos decente, centrada en purgar los pecados, para evitarnos una estancia nada cómoda y prolongada en el purgatorio, que nadie ha sabido explicar en qué consiste, pero parece que se conocen con bastante aproximación las duraciones de su estancia, según un detallado código penal y el catálogo de indultos por medio de las indulgencias.

Estas seis puertas son las alternativas habituales que la vida dentro del Confinador nos ofrece para resolver los problemas de claustrofobia que nos provoca vernos, sentirnos confinados a espacios tan ridículos como el de nuestro pequeño mundo. En ninguno de los casos se sale realmente del Confinador; tan sólo en el sexto caso, el camino de salida se intuye, una vez hayamos muerto, pero no antes.

Cuando uno, repasando su vida, observa cómo de buena fe y sincero corazón, ha tratado de vivir una vida recta, cumpliendo la ley de los hombres y los mandamientos de la divina Ley; se ha pasado toda su vida frecuentando los sacramentos, practicando rezos y haciendo prácticas religiosas a todo dar, y no obstante es consciente, barrunta que “algo” le falta; va a los asesores religiosos y por respuesta le dicen que “más de lo mismo”, se interroga sobre ¿qué más se puede hacer? Esta parece ser una pregunta sin respuesta.

En el otro extremo están los desencantados y decepcionados de lo religioso, y creyendo que no creen, dejan y abandonan todo lo que huela a incienso, como si hubiera sido todo un tremendo cuento chino, del que afortunadamente han despertado, hasta convencerse que “esto es lo que hay”, lo que ven mis ojos, y aquí me he de quedar hasta que se nos acabe el royo vital y nos vayamos directo al hoyo de donde nadie saldrá para contarlo. A estos no les falta “algo”, les falta “todo”. ¡La anestesia espiritual hace milagros!

Quiero sin embargo, romper una lanza por la sexta puerta, la de la práctica religiosa convencional. Porque lo de convencional no lo aporta la Iglesia, lo aportamos cada uno de nosotros, con un comportamiento ramplón, dado que, obsesionados por nuestros asuntos cotidianos, vemos esta práctica religiosa (sea de la religión que sea, aunque en mi caso, me refiero a la católica) vivida tan sólo como práctica, vacía de Vida Interior, no es que esté mal, pero es poco más que lo que uno se plantea para pagar la cuota del seguro de Vida eterna. No sé si eso sirve de mucho. Por eso, que esta práctica religiosa tenga un sentido más allá del “cumplo” y “miento”, depende realmente de la “respuesta del joven rico al desafío de Jesús”.

Todo radica en comprender el significado de “vende todo lo que tienes”.

De eso te hablaré a continuación  al tratar la séptima puerta, la "Vía directa".

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miércoles, 27 de octubre de 2010

30.- Fiat homo: la vida en el Confinador


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http://blogs.que.es/zenda-caballero/2010/4/2/el-tiempo-planck-y-razon

Nuestra vida, dentro del Confinador, ha pasado por diversas etapas, desde la Antigüedad hasta nuestros días. No siempre hemos tenido la misma conciencia de cuál era nuestra situación, ni de para qué estábamos aquí.

James Redfield, en su libro “Las nueve revelaciones” plantea una hipótesis de trabajo, tan plausible como cualquier otra, pero que a mi parecer, explica razonablemente bien, cómo ha evolucionado, en el común de las gentes, esto es importante, la conciencia de nuestra situación, y el deseo que se ha tenido en las diferentes épocas de permanecer o de salir del Confinador.

Según Redfield, la vida cotidiana nos concentra en el corto plazo de los problemas que la vida cotidiana nos plantea, de modo que concebir una dimensión a largo plazo parece ser una cualidad bastante difícil de alcanzar.
Si tomáramos conciencia de que en la vida las casualidades no existen, esto nos obligaría a ver la vida con una perspectiva mucho más amplia. Habitualmente la vida y el estudio de la Historia se centran en la descripción de los acontecimientos, el desarrollo tecnológico, las luchas políticas y las guerras, pero resulta muy complicado encontrar la relación de causalidad, más allá de la intencionalidad política o tendencias sociales de la época. La Historia no sólo es el estudio de esta evolución política, económica o social, sino la evolución del propio pensamiento.

A través de la comprensión de la realidad de las personas que nos han precedido podemos saber por qué miramos el mundo de la forma que lo hacemos, y cuál es nuestra contribución al futuro progreso. Esta comprensión tiene como efecto facilitar la clase de perspectiva histórica que sitúe su evolución en un contexto más amplio, de tal modo que los acontecimientos pasen de ser coincidencias al azar a sucesos prácticamente inevitables. Es decir, comprender por qué al final “vio Dios que todo era bueno”; que este mundo no es un  valle de lágrimas, sino que “nos parece”, lo vivimos “como si…” fuera un valle de lágrimas.

En la Edad Media la realidad de la época era definida por la Iglesia cristiana, con un inmenso poder y control sobre el pueblo llano. Ese mundo era fundamentalmente espiritual. Generó una realidad basada en su concepción de los planes de Dios para toda la Humanidad. La vida consistía en pasar una prueba espiritual. Los eclesiásticos explicaban que Dios ha situado la Humanidad en el centro del Universo, rodeado por la totalidad del Cosmos, con un único y exclusivo propósito, ganar o perder la salvación de las almas. En este desafío intervienen dos fuerzas antagónicas, dos enemigos irreconciliables, Dios y el demonio, el príncipe de las tinieblas, empeñado en arrancarnos del buen camino. Pero los pobres humanos no están solos en este jamás imaginado combate; ahí están los consagrados al sacerdocio, únicos capacitados para interpretar las Escrituras y señalar cada paso del camino que deben recorrer las pobres almas. Si siguen sus instrucciones, la recompensa está asegurada; si no, hay peligro cierto de perecer. Todo lo que sucede en el mundo, desde una buena cosecha hasta la enfermedad de un hijo está trazado bien como premio a las buenas obras o como castigo de Dios a las fechorías y desaguisados de las almas descarriadas y alejadas de la Iglesia; o bien como intervención explícita del diablo para interferirnos en nuestro camino hacia Dios. No existe el concepto de clima, fuerzas geológicas, o enfermedad. El mundo funciona exclusivamente por intervención de fuerzas espirituales.

Esta visión del mundo comienza a deshacerse en los siglos catorce y quince. El pueblo llano comienza a ver que los clérigos no son tan santos como parecían. Violan los votos de castidad y pobreza; aparecen escándalos desde el papado hasta los más alejados centros parroquiales. Miran para otro lado cuando los gobiernos violan las propias leyes a cambio de pingües beneficios en los donativos para construir las catedrales y basílicas cristianas, que por otra parte, todo hay que decirlo fueron grandes empleadoras para las gentes de la Edad Media y Moderna. Estos escándalos causas una creciente alarma social, en tanto que la gente creía que su única conexión con Dios eran esos eclesiásticos que ahora resultan ser incluso más pecadores que las personas a las que hacían sentirse despreciables. Lutero encabeza la primera rebelión manifiesta contra tamaña corrupción en el seno de la iglesia, y rompe con Roma. Se forman nuevas iglesias basadas en la idea de que cada persona debería poder acceder por sí misma a las sagradas escrituras e interpretarlas según su conciencia, sin intermediarios. Un rey inglés envuelto toda su vida con lio de faldas, hace de su capa un sayo, y para poderse divorciar tantas veces como desee, se erige en cabeza de su propia iglesia, sin despeinarse. Los eclesiásticos comienzan a retroceder; aquellos que han definido la realidad durante siglos empiezan a perder credibilidad. El mundo entero es puesto en tela de juicio. La visión del mundo expresada según el magisterio de la iglesia se hace añicos, aunque en su caída consigue enviar a la hoguera a no pocos científicos de la época.

Entra en escena ahora una “nueva religión”, la Ciencia. Y es ella la que poco a poco, lentamente consigue construir la visión del mundo que tenemos en la actualidad, pasando la Tierra de ser el centro del Universo a un alejado y remoto grano de “nada” dentro de un descomunal Cosmos en el que las distancias hay que medirlas en megaparsecs o en millones de años luz, y las propias galaxias, contadas a millares, con diámetros de decenas de miles de años luz, son a su vez granos de un Universo que escapa a nuestra comprensión. De este modo, los acontecimientos que nos afectan, tales como las cosechas, la enfermedad, la suerte o mala suerte, ya no son imputables a la voluntad de Dios o a la intromisión de Satanás, sino a las fuerzas de la Naturaleza que actúan de una determinada manera, beneficiándonos unas veces y perjudicándonos otras.

Y así comienza la Edad Moderna, con un creciente espíritu democrático que duda y rechaza que el poder del rey venga de Dios. La gente comienza a liberarse de la dictadura del clero, que ya no rige la vida de las gentes. Se ha perdido la certidumbre absoluta. Las gentes ya no quieren tener ningún grupo de control.

La Iglesia católica responde tachando lo que sucede como un ataque feroz del modernismo hacia la Cristiandad que nunca ha dejado de indicar el camino hacia Dios. El modernismo es calificado como la ambición de eliminar a Dios de la vida social (y creo que está teniendo bastante éxito). El término fue utilizado por la jerarquía eclesiástica para designar a un conjunto heterogéneo de escritores católicos, que querían hacer compatible su fe con los avances del conocimiento científico natural e histórico, invitando a reinterpretar las escrituras de una forma no literal.
Era necesario un método que generase consenso, una manera de sistematizar el nuevo mundo que teníamos delante de nosotros. Este ha sido el papel del Método Científico y del racionalismo filosófico. Con estas herramientas intelectuales, salieron una gran cantidad de exploradores que irían a este nuevo universo, con una misión histórica encomendada, la de descubrir cómo es el mundo que nos rodea, y qué sentido tiene el hecho de que nosotros, los seres humanos estemos vivos aquí. Una vez perdida la certeza del mundo regido por Dios, también se ha perdido la certeza de la propia naturaleza de Dios, pero parece existir la intuición de que los nuevos métodos de exploración van a conseguir explicarlo todo.

Pero esos exploradores que salieron para encontrar respuestas, han comenzado a volver con las manos no demasiado llenas de soluciones a los interrogantes planteados. Respecto del mundo material parece que saben bastante, pero del otro mundo a penas han conseguido nada. No han sido capaces de dar con la naturaleza de Dios; muchos incluso han concluido que eso de Dios ha sido una invención humana para resolver los problemas cuando no sabíamos nada del mundo físico, pero ahora, todo indica que es una quimera. Todo es mundo físico, no hay más allá. Afirman que Dios ha muerto.

Mientras tanto los exploradores buscaban respuestas, las gentes se dijeron ¿qué hacemos? Debemos acampar aquí y tratar de que nuestra estancia en este Planeta sea lo más confortable posible, así que “viva el desarrollo”, “viva la tecnología que nos facilite la vida”. Así que hace cuatrocientos años, los hombres decidieron quitarse de encima la sensación de estar aquí perdidos, para hacerse cargo de sus cosas aquí abajo. Y se lanzaron a conquistar definitivamente la Tierra. Pero este planteamiento ha comenzado a imponernos nuevos interrogantes. Sustituida por una seguridad económica y laica la seguridad espiritual, la incógnita sobre por qué estamos aquí, y qué pasa después de la muerte ha tratado de ser ignorado, pero no se ha conseguido erradicar como fuente importante y seria de preocupación. La respuesta de que después de la muerte no hay nada, en el fondo no termina de convencer a casi nadie, concluye Redfield.

Tomar conciencia de nuestro Confinador,  amplia la perspectiva histórica, pasando de lo que es el escenario de nuestra vida a lo que ha sido el milenio entero, haciendo comprender que los estadios por los que ha pasado la vida humana han sido necesarios para comprender el momento en el que nos encontramos en la actualidad. Una vez perfectamente instalados en este mundo (al menos el primer mundo a costa del tercero sumido en el subdesarrollo), es hora de volver a despertar los grandes interrogantes a los que ni los exploradores del mundo ni la gente corriente ha dado respuesta, y las respuesta de las religiones no son del todo convincentes. Además, tanto hemos estrujado al Planeta, que este ahora nos amenaza seriamente de que ya no puede más. Un más que probable cambio climático está amenazando nuestro modo de vida.

En los albores del Siglo XXI, inaugurado dramáticamente con el ataque a las Torres Gemelas,  el ser humano se sitúa ante un futuro que como poco impresiona de desconcertante, entre el deseo de evolucionar a cotas más elevadas de paz, pero con un dramático problema medioambiental, y otro no menos dramático, de resolver las raíces de las grandes injusticias que asolan el Planeta. Y todo ello, sin saber muy bien cuál es o será el papel que una resbaladiza divinidad tenga en todo esto, si es que tiene alguno, o simplemente sólo deja que las cosas sucedan mientras que los que creen en ella claman una apocalíptica misericordia.

¿Cómo se nos queda el cuerpo?

Cuestionarse estas cosas, como nos coja psicológicamente con el paso cambiado, como que fastidia un montón, tanto más cuanto que uno creía tener todas las cosas claras y todos los interrogantes resueltos.

Es eso de no saber dónde reclinar la cabeza.

Así que... es mejor no pensar, y seguir con nuestra vida y aferrarnos a nuestras creencias.


29.- Fiat homo: el culto a Cronos


http://bohemioss.blogspot.com/2008_11_01_archive.html

 
Una de las características del Confinador es que todo se desarrolla en la rejilla de cuatro dimensiones. Una de ellas, la cuarta dimensión es el tiempo.
En realidad no somos otra cosa que adoradores de Cronos, Saturno para los romanos, el dios del tiempo; y nuestras vidas sólo se mueven en la dimensión temporal con unos pocos grados de libertad en el espacio, donde todo comienza y todo acaba.

 
Nos pasamos la vida luchando en desaforada competencia por conseguir logros que al final quedan en poco más que nada. Podemos incluso tener éxito en nuestros particulares desafíos y conseguir una buena posición social y económica, con una saneada cuenta corriente, inversiones, patrimonio, una familia normal y unas relaciones sociales que hasta nos puede aupar a los estratos más elegantes y potentados. O no, y ser uno de los millones de parias que con menos de mil euros al mes, no nos llega el dinero a fin de mes.
Somos actores o figurantes del gran teatro del mundo. Y poco más.
Es una situación que se puede describir más o menos así: “yo” contra lo que me rodea, en angustiosa competencia por un trozo, aunque sea minúsculo, del pastel de la riqueza. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, ya se sabe.
En el fondo es a lo que nos dedicamos dentro del Confinador, que llega a ser tan raquítico para tantos como somos, que resultan inevitables las colisiones, como en los Confinadores de partículas subatómicas. Es decir, hablamos de los conflictos que surgen entre los humanos, a todos los niveles, familiares, sociales, políticos e internacionales.

 
Así visto, el mundo es como “una mala noche en una mala posada”, como lo cataloga Teresa de Jesús, donde hay días soleados, donde la cosa hasta parece propicia para buenos augurios y alguna que otra alegría, y otros donde la cosa se pone chunga.

 
Pero bueno, menos mal que los rituales religiosos nos hacen creer que “mañana será mejor”. Mañana se refiere a la otra vida. Mientras tanto hemos de aguantar las penas y disfrutar, si nos dejan, de las pocas alegrías que nos da este mundo.

 
De vez en cuando uno se pregunta, como en una ensoñación, qué es eso que le contaron de la redención y la salvación de las almas; qué es eso de la eternidad. Nos cuentan que al morir, nos entierran y resucitaremos el día del juicio. Mientras tanto, parece como si estuviéramos desde que morimos hasta que resucitemos para pasar el examen del juicio final, enterrados, más aburridos que una mona durante vaya usted a saber cuánto tiempo, cientos, miles de años quizás, hasta que este mundo se termine. A ver si se acaba pronto que me estoy aburriendo en la tumba. ¿O no?
No sabemos absolutamente nada. Estamos sujetos al tiempo y al espacio y creemos que el más allá es de igual forma, una eternidad interminable, de años infinitos, donde tampoco está claro qué haremos para no aburrirnos en el Cielo tocando con el arpa cánticos inspirados, o en el infierno, tratando de escapar de las llamas.

 
Se nos llena la boca de rituales, en los que repetimos como papagayos oraciones prefabricadas sin ser conscientes de ni una sola de las frases, donde se pide ayuda a la divinidad o divinidades (vírgenes y santos), para poder resolver nuestras cuitas y lograr nuestros deseos. Porque parece que en eso se resume rezar, en “pedir para que nos den”, que los dioses nos sean propicios.
Toda nuestra vida gira en torno al tiempo. Somos seres temporales, nos ocupamos de los asuntos temporales. Nacemos, crecemos, nos desarrollamos, envejecemos y por fin morimos. Todo está en función del tiempo. El presente, el ahora, es un instante imperceptible, un milisegundo que es en este instante, y un milisegundo después es ya pasado. La ejecución de nuestros actos es algo instantáneo, mientras que la planificación previa y la reflexión posterior están en el antes y en el después, que no existen en ningún caso.

 
De jóvenes contemplamos la vida por delante como un panorama lleno de posibilidades, nos marcamos metas e ideales, y proyectamos cómo conseguirlos a través de una preparación intensiva y larga. Nuestra juventud está anclada en el “yo seré”, y para ello me preparo, estudio, me formo. A medida que van pasando los años, nuestro cerebro programado como una máquina heurística concebida para un objetivo final, va contrastando el objetivo con los resultados, de modo que va regulando la intensidad del trabajo y del esfuerzo, hasta llegar a conseguir el fin deseado.
Es decir, funcionamos de un modo cibernético.

 
El concepto etimológico de Cibernética es muy antiguo. Fue una palabra de uso común en la Grecia clásica que se refiere al gobierno y control de navíos y hombres. Aunque tenga visos de modernidad y de robots, Internet y circuitos electrónicos, Platón en sus diálogos ya utilizaba el término (kibernetiké) para referirse a la acción del mando y control de las naves, barcos, así como a la de dirigir hombres y gobiernos. Por tanto, la palabra “cibernética” tiene una etimología perfectamente adecuada a lo que Norbert Wiener quería expresar. Si consultamos un diccionario de griego, vemos además de kibernetiké, otras diferentes palabras al respecto: (kibernao) significa en griego clásico dirigir, guiar, pilotar y (kibernesis) gobierno de un barco por medio del timón.
La palabra “Gobierno” procede directamente de (Kibernos).

 
Esta es la clave de nuestra vida, un avance continuo por un sendero establecido, por el que vamos gobernando nuestra nave (cibernesis) en tanto en cuanto sepamos a dónde queremos llegar, pues como dicen los viejos lobos de mar, parafraseando al propio Séneca…


“Ningún viento es favorable si no se sabe a qué puerto se quiere llegar”.
Lucio Anneo Seneca
 
STOP

 
Hemos llegado a un punto en el que se nos plantea un tema fundamental.
¿De dónde vengo, a dónde voy?... Lo de siempre.
Y aún más importante… ¿quién gobierna mi nave?

 
Eckhart Tolle, alemán graduado en Cambridge, y considerado internacionalmente un maestro espiritual contemporáneo, basa la exposición de sus enseñanzas en la importancia de vivir el presente. En su libro “El poder del Ahora”, invita a reflexionar cómo todo lo que sucede en la Vida Interior del ser humano, todo lo que es la espiritualidad es un continuo presente. No existe ni el pasado ni el futuro, sólo existe el ahora.


Dios no fue ni será, simplemente “Es”. “Yo soy el que Soy”, le reveló Yaveh a Moisés en el Sinaí. La eternidad es un instante infinito, no un tiempo infinitamente grande, no es un googolplex de años (10 elevado a 1000 años), o más. La eternidad simplemente “es”. Esta es otra de las constantes en todas las religiones, “bástele cada día su afán”, como dice Jesús de Nazareth. O bien:

No paséis el tiempo soñando con el pasado y con el porvenir; estad listos para vivir el momento presente. (Mahoma)
 
Pero existe una barrera entre la simplicidad del ser, y nosotros. Y esa barrera se llama pensamiento.


El filósofo Descartes creía que había encontrado la verdad fundamental cuando hizo su famosa aseveración: "Pienso, luego existo". De hecho había dado expresión al error básico: equiparar pensar con Ser e identidad con pensamiento. El pensador compulsivo, lo que quiere decir casi todo el mundo, vive en un estado de separación aparente, en un mundo enfermizamente complejo de problemas y conflictos continuos, un mundo que refleja la creciente fragmentación de la mente.
E. Tolle (El Poder del Ahora)
 
El pensamiento, don de Dios para desenvolvernos en este mundo, necesita el tiempo para comprender “todo lo que existe”, pero todo lo que existe aquí, en el mundo material, donde hay recuerdos y proyectos de futuro, y no puede ser de otra forma. Todo está bien. Pero si queremos siquiera imaginarnos algo más fuera del Confinador, el pensamiento deja de ser útil para convertirse en un obstáculo, y esto es porque la mente no es capaz de concebir la Eternidad, porque la Eternidad está fuera del espacio y del tiempo. La Eternidad “es”, no fue ni será. Y es en la Eternidad donde se expresa la vida del Espíritu, donde Dios habita.

 
Nuestra incapacidad natural para siquiera intuir la eternidad nos ha inducido a crear todo un modelo de la existencia basado en el tiempo. El tiempo es un concepto escurridizo, que ni siquiera los científicos lo tienen claro. Nadie tiene ya claro que el Universo haya tenido ni un principio, ni tenga un final, ni siquiera dimensiones que alguna vez se pueda conocer. Quizás sea eterno e ilimitado. ¿Por qué no? Quizás la idea de la creación es un concepto de los “adoradores de Cronos”. La razón estriba en que no podemos desprendernos conscientemente de la línea temporal que gobierna nuestras vidas. Esto hace que tan sólo imaginar la eternidad incluso de este mundo nos lo convierta en algo tan extraño como incomprensible. 

 
Y como estamos sujetos al principio de temporalidad, también caemos en la ingenuidad de que la propia historia de la Redención está también sujeta a la temporalidad. Es decir… Supongamos que teniendo en cuenta de que la fecha probable del nacimiento de Cristo fue en el año 7 AC (esto debido a los errores cometidos por Dionisio el exiguo en sus cálculos sobre el comienzo de la Era cristiana), por lo que el día de la Pascua, cuando murió fue, digamos un 20 de marzo del año 26 (fecha juliana 1730633.12727), luna llena, a las 15 horas, significaría que antes de ese momento, los que hubieran muerto no estarían redimidos, y los que después, según y cómo. Quizás sea así, tal y como nos explicaron en catequesis, pero me parece más probable que la Redención es una obra de Dios que sobrepasa los límites del tiempo y del espacio.


Pero eso es algo que para nuestras mentes racionales es demasiado; nos haría estallar el cerebro, por eso nos quedamos cómodamente confinados en el tiempo, tanto aquí en la tierra como allí, en el Cielo.

 
Por eso, el tiempo nos devora.