Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

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Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

Noche Oscura

Entre las azucenas olvidado





José Alfonso Delgado
Madrid, Marzo – Mayo de 2010

Introducción

El pensamiento de San Juan de la Cruz ha generado en mí, desde que era bien pequeño, un gran poder de atracción. Junto con Santa Teresa, mi madre me leía las poesías y me explicaba los diferentes libros que ambos místicos escribieron para describir el camino de perfección.

Estoy tan alineado con su pensamiento, que para mí la vida no tiene otro sentido que recorrer el camino por ellos descrito.

Ahora bien, tal y como lo describen, y a quien van dirigidos sus textos, todo indica que la condición sine qua non para entrar, recorrer el camino y llegar a la cumbre de la perfección, es ingresar en una orden religiosa, a ser posible de clausura, donde es posible llevar la disciplina ascético-mística de su pensamiento hasta las últimas consecuencias. Y aún con todo, en ese escenario de retiro espiritual, la empresa es harto dificultosa. No digamos nada si a alguno se le ocurre practicar la ascética sanjuanista en medio de los trajines de este mundo, como es el caso del común de los mortales, entre los que me encuentro. La probabilidad de dar siquiera los primeros pasos se antoja, si no imposible, al menos erizada de una gran cantidad de dificultades.

No obstante, como más allá de las impresiones subjetivas que la lectura de Juan y Teresa pudiera generar, creo firmemente que existe un punto de referencia inamovible: el camino hacia Dios es Universal, y está trazado para que cualquier ser humano, con independencia de su condición y su confesión religiosa, pueda recorrerlo, y consiga llegar a la perfección.

Esa sentencia podríamos decir que es la variable independiente de todo el discurso, porque si no fuera así, la posibilidad de conseguir recorrer este camino, esta senda, que nadie duda que sea estrecha, estaría reducida a unos cuantos elegidos, lo que parece por otra parte cierto, a juzgar por el éxito que este pensamiento tiene en el común de las gentes, que no ha oído jamás hablar de él.

La principal dificultad que plantea la filosofía teresiana y sanjuanista es la escasa penetración que tiene en la Iglesia a nivel del común de los creyentes. Eckhart se enfrentó con serios problemas ante la inquisición, por proclamar sus sermones místicos a las gentes sencillas, pues la bula papal “in agro dominico”, de Juan XXII promulgada para condenar a Eckhart, lo hacía argumentando entre otras cosas, la confusión que generaba en esas “gentes sencillas”.

La verdad, no sabría decir qué proporción de católicos conocen el pensamiento de San Juan de la Cruz, pero creo que más bien exiguo, si quitamos una proporción no demasiado significativa de los consagrados que, me imagino, lo habrán estudiado en su proceso de formación. Pero una cosa es conocerlo por haberlo estudiado, y otra bien distinta vivirlo.

Puede haber personas que sin conocerlo explícitamente lo vivan, y no sepan que lo están viviendo; otras que lo conocen en plan académico a tenor de sus estudios teológicos, pero ni rastro de intención por dar el paso, y otras que lo conocen y lo viven, siendo conscientes de que lo viven. El primero de los grupos puede ser importante, el segundo también, pero el tercero me temo que supone una insignificante minoría; de hecho yo no conozco a nadie, y me he relacionado con mucha gente que trata de seguir comprometidamente los pasos de Jesús.

No sé lo que sucede en el interior de los conventos (excepto en el Carmelo donde me imagino que son leídos y estudiados), pero fuera de ellos, la hipótesis más probable es que tanto Juan de la Cruz como Teresa de Jesús son unos perfectos desconocidos, no como tales santos, que sí son bastante populares aunque sólo sea de oídas, sino como místicos con un pensamiento concreto expresado en sus obras que, además por tratarse de autores del Siglo XVI, son bastante difíciles de leer por el castellano antiguo en el que escriben.
Dicho esto como aviso preliminar, vamos a lo importante, el pensamiento de Juan de la Cruz.

El pensamiento de San Juan de la Cruz está reflejado en un conjunto de poesías que son posteriormente comentadas por él mismo en sendos tratados de teología mística, la Subida al Monte Carmelo – La Noche Oscura, y Cántico espiritual – Llama de amor viva.
Después de muchos años de rondar la lectura de este monumento místico, me he lanzado por fin a ello, lo que me está produciendo la sensación de estar leyendo y meditando la descripción de un camino ya conocido desde hace muchos años, pero donde estoy descubriendo detalles que realmente desconocía del pensamiento de Juan de la Cruz, y que me están abriendo nuevas perspectivas, las cuales, sumadas a lo aprendido hasta la fecha, tanto dentro como fuera del ámbito cristiano, está generando nuevos y sorprendentes horizontes.

No pretendo ni quiero hacer una reflexión racional de lo que estoy leyendo, lo que sería una soberana memez por mi parte, pues sólo está al alcance de la gente docta que sabe mucho, lo que no es mi caso.

Sólo deseo, a tenor de la lectura de los diferentes Capítulos de los cuatro textos: Subida-Noche, Cántico-Llama, meditar y profundizar en sus contenidos, hasta hacerlos explícita e íntimamente míos, como de hecho ya están de un modo implícito.

No me empeño en un despliegue sistemático, ni en un comentario de textos, sino tan sólo de plasmar ideas y pensamientos fruto más que de la reflexión, de la meditación, aunque estas reflexiones no tengan ni orden ni concierto.

Quizás al final, lo escrito tenga algún sentido para mí.

No me cabe duda de ello.

El Tratado Subida-Noche, básicamente se centra en los dos aspectos fundamentales de la vida interior, por una parte el camino ascético (activo) que San Juan describe en la Subida, y por otra la vía mística (pasiva) que describe en la Noche Oscura.

A modo de una síntesis absoluta, San Juan describe en la Subida el ofrecimiento de Jesús al joven rico, “vende todo lo que tienes”. Y lo que describe en la Noche Oscura es “toma tu cruz y me sigues”.

La Subida se centra en el dominio de los apetitos. Habla de sus efectos deletéreos en el alma, y de cómo es absolutamente imprescindible lograr dominarlos.

La situación del alma cuando decide decir “sí” a la llamada es lamentable. Es como la pinta que traería el hijo pródigo cuando regresó de aquel país, de aquella manera, maloliente, con harapos, sucio y lleno de llagas; y con unos vicios adquiridos que le imposibilitaban poder vestirse con el traje de fiesta. Así que el padre, tras los abrazos y los besos, le haría ver que debía someterse a una limpieza integra de todo su cuerpo, hasta que no quedara una mota de suciedad, porque una novia o un novio, no se puede poner el traje de la boda con su amado/a si está sucio y hediondo.

Y el proceso de limpieza es doloroso. Primero tiene que decidir quitarse él mismo los harapos que lleva puesto, hasta quedarse desnudo del todo. Pero luego, su cuerpo desnudo está tan sucio que precisa que los mayordomos y sirvientes del padre le restrieguen bien con cepillos de cerdas para quitarle toda la porquería. Por último, el propio padre se encargará de curarles las heridas y pústulas que cubren su cuerpo, con alcohol y desinfectante, lo que escuece bastante y duele.

Este es el efecto del pecado, y de cómo afea el alma hasta el extremo de dejarla irreconocible.

San Juan repasa todo lo relativo a los apetitos y aprehensiones del alma, como esa suciedad que impiden acceder al banquete. Es absolutamente necesario desnudarse de todos los apetitos, quitarse los harapos. Y este es un esfuerzo personal. Es la noche activa de los sentidos. Y de todo esto trata la Subida en su libro primero.

En los libros segundo y tercero de la Subida San Juan acomete la purgación o purificación de algo mucho más íntimo si cabe a nosotros, que son las potencias: el entendimiento, la memoria y la voluntad. Es la noche oscura de las potencias, esto es, de nuestros talentos, de las capacidades que Dios nos ha dado y que tenemos que negociar con ellas para sacarle rentabilidad y poder ofrecerle beneficios.
Todas las habilidades y recursos de que dispone el ser humano, tanto sirven para hacer el bien, como para hacer el mal. Con el entendimiento podemos levantar una gran empresa que permita mejorar las condiciones de vida de nuestra comunidad, con obras de ingeniería maravillosas, o con implantaciones de sistemas de financiación que hagan llegar la prosperidad a una ciudad o un país, o componer una obra de arte, pintura, música, poesía, o podemos usar ese mismo entendimiento para el enriquecimiento personal, o para atacar militarmente a una población indefensa, o componer y realizar pornografía por poner un ejemplo de creaciones deleznables. Con la memoria, podemos recordar e imaginar los acontecimientos con el fin de mejorar, de concebir otro mundo posible, de perdonar, de amar, o podemos albergar el rencor, el resentimiento y el deseo de venganza y de codiciar lo que no nos corresponde. Y con la voluntad podemos hacer realidad con nuestro esfuerzo tanto lo imaginado y pensado como bueno, como lo imaginado y concebido como malo.
Es por ello que, nuestras potencias, que por sí mismas no son ni buenas ni malas, dependiendo de la intencionalidad, adquieren una moralidad positiva o negativa. El alma que da el paso hacia la cumbre del Monte Carmelo, ha de someter sus potencias a un proceso de transformación total, de modo que sean transformadas en absoluta virtud.

Virtud es una palabra que deriva del latín “vir”, hombre, de donde viene también viril y virilidad, y que expresa los dones  atributos de los hombres libres y poderosos, frente al “homo”, referido al siervo y esclavo. Con el paso de los siglos, se ha ido consolidando como referencia a las cualidades del ser humano.

Pues bien, San Juan de la Cruz despliega en el segundo y tercer libro el proceso de transformación de las tres potencias del alma en su correspondiente virtud. Así transforma el entendimiento en fe, la memoria en esperanza y la voluntad en amor.

El proceso de transformación del entendimiento en fe pasa por aceptar el tránsito entre la luz aparente de la inteligencia, a la oscuridad de la fe. Esto supone una renuncia capital al uso del atributo más importante del ser humano como especie inteligente, que es su capacidad de razonar, a cambio de un progresivo sometimiento a la fe en Alguien que aceptamos nos guíe por cañadas oscuras. En este proceso, el alma pasa de la noche, donde aún se puede ver algo con las pupilas totalmente midriáticas, a la oscuridad, donde es imposible ver absolutamente nada. Y aún así caminar confiando en la mano invisible de nuestro guía.

El proceso de transformación de la memoria en esperanza supone pasar de recordar lo pasado, como lastre en cuanto recuerdos negativos, llenos de juicios y de rencor, o imaginar el futuro como proyección de deseos también negativos, o sentidos como positivos, pero llenos de imperfecciones, en pura esperanza, que es una proyección de la fe en el futuro. Bástele a cada día su afán t confiar en que el Espíritu de Dios nos conducirá por cañadas oscuras hacia verdes praderas y fuentes de agua cristalina.

El proceso de transformación de la voluntad en amor es el paso total de nuestro reino al Reino de los Cielos, de tratar de que se haga nuestra voluntad a dejar que se cumpla Su voluntad. Es materializar la sublime declaración “fiat voluntas tua”. Pero este proceso sigue basándose en el desapego a todo lo nuestro, a los bienes sensibles, a los gozos, a los bienes espirituales y sobrenaturales; en suma, consiste en despegarnos de todo lo que supone adhesión a cualquier cosa que no sea Dios.

San Juan de la Cruz no se refiere con todo esta a convertirnos en seres insensibles, inexpresivos a los sentimientos, como estatuas marmóreas que no se inmuten ante nada, o simples pasotas a los que le resbala todo.

Insiste San Juan en que la clave radica en “reconocer” en las criaturas a Dios, y descubrirle en todos los acontecimientos. Es como proclama en el cántico espiritual “y yéndolos mirando / vestidos los dejó con su hermosura”. Porque parece como si recrearnos en la belleza de la naturaleza fuese malo. Lo que es malo es apegarse a esa belleza de esa criatura como tal. Lo que hay que evitar es el apego a las criaturas, no el gozo de ver en ellas la manifestación de Dios.

En este sentido, incluso los fenómenos espirituales pueden interferir el avance. El apego a las consolaciones que de cuando en cuando nos envía el Señor para reponer nuestras exiguas fuerzas, sería como si al recorrer el desierto, y viésemos un oasis, nos aferráramos a él. El oasis sirve para lo que sirve; para beber, refrescarnos y luego continuar con nuevas energías, pero sería una trampa mortal si quisiéramos hacer de él nuestra morada.

Por eso, San Juan recomienda no regodearse en las experiencias sentidas como sublimes, y mucho menos ensalzarnos como si fuera una recompensa de Dios a nuestro esfuerzo. No merecemos nada. Todo es gratuito, de balde.

De igual forma, San Juan recomienda tener mucho cuidado con los apegos a las imágenes, a los templos y oratorios, a los lugares de culto y a las ceremonias. Para mucha gente son apoyos importantes para mantener la fe, pero para el alma que desea volar, suponen un lastre insoportable. Llega el momento en que ni aquí ni en Jerusalem adoraremos al Padre, sino en Espíritu y verdad, dice Jesús. Esto conduce a la sentencia de Mateo 6, entrad en vuestro aposento y allí en lo escondido, vuestro Padre que ve lo escondido os recompensará.

Es la llamada al camino del silencio interior, a la oración contemplativa, en cualquier sitio exterior, pero sobre todo en el único sitio interior posible, en lo más secreto y escondido del alma, donde las palabras y pensamientos no puedan entrar.

Uno de los grandes descubrimientos que uno puede hacer cuando lee a San Juan de la Cruz es su asombroso conocimiento de las Sagradas Escrituras, pero sobre todo el profundo simbolismo místico que fue capaz de extraer de sus capítulos y versículos. San Juan de la Cruz fue capaz de seleccionar magistralmente, a lo largo de toda su obra, centenares de citas del antiguo y nuevo testamento, que leídas en clave personal, en primera persona, describen como ningún otro texto el camino del alma hacia Dios. Los Salmos, por ejemplo resultan ser una guía de la vida interior absolutamente asombrosa. El Cantar de los cantares describe casi con un punto de erotismo, la relación íntima del alma con Dios, como la de la esposa con su Amado. Y así podríamos citar el libro de Job o de las lamentaciones, como el relato de la Noche Oscura del alma. Y qué decir de la asombrosa teología mística de San Pablo que se oculta a lo largo de sus cartas.

Y pasamos al segundo componente de esta obra dual, la Noche Oscura del Alma, donde San Juan se centra en la descripción del significado de cada uno de los versos plasmados en las liras del poema.

Introduce la Noche advirtiendo lo que él llama las imperfecciones de los principiantes y aprovechados, describiendo los “pecados capitales del espíritu”. Soberbia, avaricia, gula, envidia, lujuria, codicia, ira, que en clave espiritual pueden hacer muchísimo daño al alma que termine creyéndose superior en virtud a los demás.

La Noche Oscura, es así, el proceso de la total humillación, de llegar al extremo de la nada, de la muerte del yo.

Se podría decir que la Subida describe los beneficios del alma al vender todo lo que tiene, como reacción voluntaria al escuchar la predicación del Maestro; pero la Noche Oscura supone “tomar la cruz”, es decir, someterse al mismísimo proceso de la pasión, donde ya no será el alma la que haga nada, sino que en clave pasiva (por ello es pasión), padecer el proceso final de purificación, como el madero es purificado por el fuego hasta quedar convertido en cenizas.

La Noche Oscura es un proceso absolutamente espectacular e inefable. San Juan lo explica, hasta donde le es posible explicarlo mediante versos de un poema sublime, cuyo significado trata de esclarecer en las dos primeras estrofas, hablando de escalas, disfrazadas, a oscuras, segura, casa sosegada, etc.

La diferencia, en mi parecer, entre Subida y Noche, radica en que Subida se puede explicar, pues resulta ser un tratado de teología ascética, y más o menos, la mente puede hacer una aproximación, no sin esfuerzo, a su auténtico significado. Pero en la Noche, nada de esto sirve. Aquel que no haya experimentado a Dios dentro de sí no podrá entender nada de lo que San Juan trata de relatar en este impresionante monumento místico, colmado de secreta sabiduría, no alcanzable por mente humana.

Quedéme y olvidéme,
el rostro récliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado

San Juan sólo relata el significado de las dos primeras estrofas. Parece ser que se encontraba cansado de escribir, y dejó el texto sin concluir. Es decir, la Noche oscura es una obra inacabada.

O acaso eso pueda parecer, y ha debido ser así, porque el significado de las seis estrofas restantes, no hay forma humana de describirlo. Simplemente no se puede, si el alma no ha experimentado en sí el significado de las dos primeras.

Y si ha vivido la experiencia de las dos primeras estrofas, entonces, las seis restantes tienen un significado evidente.
Quedarme y olvidarme de mí, reclinar mi rostro en el pecho de mi amado, dejar que todo cese y dejar mí cuidado entre las azucenas olvidado es la descripción más sublime de la unión íntima del alma con Dios.

Esto o se experimenta, o huelga seguir hablando y escribiendo.

Está bien así.


Tabla de contenido

Introducción  
Libro primero: de los apetitos  
Resumen de los capítulos  
# Capítulo 1  Noches de la vida interior  
# Capítulo 2  Causas de la noche oscura  
# Capítulo-3  Noche del sentido: privación de los apetitos  
# Capítulo-4  Mortificación de los apetitos  
# Capítulo-5  Alegorías de la Biblia  
# Capítulo-6  Daños de los apetitos al alma  
# Capítulo-7  Modo en que los apetitos atormentan al alma  
# Capítulo-8  Tercer daño que deja ciega al alma  
# Capítulo-9  Deseos que ensucian el alma  
# Capítulo-10 Apetitos que entibian y enflaquecen  
# Capítulo-11 Necesidad de carecer de todos los apetitos  
# Capítulo-12 Apetitos que bastan para causar daño  
# Capítulo-13 Modo de entrar en la noche del sentido  
# Capítulo-14 Declara la segunda canción:  
Meditación personal  
Libro segundo. Purificación de las tres potencias  
La noche activa de la fe  
Resumen  
# Capítulo-1 A oscuras y segura  
# Capítulo-2 Las tres partes de la noche  
# Capítulo-3 La fe como virtud  
# Capítulo-4 Consejos para conducirse en la noche oscura  
# Capítulo-5 La unión de semejanza  
# Capítulo-6 Las tres virtudes y el vacío de las potencias  
# Capítulo-7 Desapropiación, desnudez y vacío de todo  
# Capítulo-8 Nada de lo conocido sirve para la unión con Dios  
# Capítulo-9 Entendimiento vacío  
# Capítulo-10 Sobre las aprehensiones
# Capítulo-11 Desapego de los conocimientos sobrenaturales  
# Capítulo-12 Aprehensiones de la fantasía  
# Capítulo-13 De la meditación a la contemplación  
# Capítulo-14 El discurso deja de tener sentido  
# Capítulo-15 Tránsito entre la meditación y la contemplación  
# Capítulo-16 Aprehensiones pasivas  
# Capítulo-17 Cuando Dios habla a través de los sentidos  
# Capítulo-18 Ataque a los directores espirituales  
# Capítulo-19 No fijar esperanzas en tales conocimientos  
# Capítulo-20 La inteligencia no es segura  
# Capítulo-21 Contra las revelaciones particulares  
# Capítulo-22 Con Cristo, la Palabra está toda ya revelada  
# Capítulo-23 Aprehensiones espirituales  
# Capítulo-24 Luz de Gloria  
# Capítulo-25 Introducción a las revelaciones  
# Capítulo-26 De las revelaciones intelectuales  
# Capítulo-27 Manifestación de los secretos escondidos  
# Capítulo-28 De las locuciones interiores  
# Capítulo-29 De las palabras sucesivas  
# Capítulo-30 De las palabras interiores formales  
# Capítulo-31 De las palabras sustanciales  
# Capítulo-32 De los sentimientos interiores  
Libro Tercero  
La noche activa de la memoria y la voluntad  
Resumen  
# Capítulo-1 La purificación de la memoria  
# Capítulo-2 Dejar hacer a Dios  
# Capítulo-3 Inconvenientes de la memoria  
# Capítulo-4 Uso inmoderado de los recuerdos  
# Capítulo-5 La paz interior y el olvido de la memoria  
# Capítulo-6 Déjate en paz  
# Capítulo-7 Aprehensiones imaginarias de la memoria  
# Capítulo-8 Daños del conocimiento sobrenatural  
# Capítulo-9 2º daño: El peligro de la vanidad  
# Capítulo-10 3er daño: del demonio con las aprehensiones  
# Capítulo-11 4º daño: El impedimento de la unión  
# Capítulo-12 5º daño: juzgar bajamente a Dios  
# Capítulo-13 Descanso del espíritu  
# Capítulo-14 Aprehensiones del entendimiento  
# Capítulo-15 Sobre la devoción a las imágenes de los templos  
# Capítulo-16 Inicio de la noche activa de la voluntad  
# Capítulo-17 Sobre el gozo  
# Capítulo-18 Gozo en los bienes temporales  
# Capítulo-19 Del daño en el gozo de los bienes temporales  
# Capítulo-20 Del provecho en los desapegos  
# Capítulo-21 Del gozo en los bienes naturales  
# Capítulo-22 Del daño en el apego a los bienes naturales  
# Capítulo-23 Del desapego de esos bienes naturales  
# Capítulo-24 Del placer sin apego  
# Capítulo-25 Del daño en el apego de los bienes sensibles  
# Capítulo-26 Del desapego de los bienes sensibles  
# Capítulo-27 De los bienes morales  
# Capítulo-28 Daños en el gozo vano de bienes espirituales  
# Capítulo-29 Provecho del desapego de los bienes espirituales  
# Capítulo-30 De los bienes sobrenaturales  
# Capítulo-31 Daños en el gozo de los bienes sobrenaturales  
# Capítulo-32 Provechos en el desapego de los bienes sobrenaturales  
# Capítulo-33 De los bienes espirituales  
# Capítulo-34 Continuación del capítulo anterior  
# Capítulo-35 De los objetos de devoción  
# Capítulo-36 De las imágenes (cont)  
# Capítulo-37 Del auténtico sentido de las imágenes  
# Capítulo-38 De los templos y oratorios  
# Capítulo-39 Del desapego de los templos y oratorios  
# Capítulo-40 Del desapego de los lugares de culto  
# Capítulo-41 De los lugares de culto (cont.)  
# Capítulo-42 Del por qué de determinados lugares sagrados  
# Capítulo-43 Del apego a las ceremonias  
# Capítulo-44 Allí, en lo escondido  
# Capítulo-45 De la predicación  
Noche oscura  
(Noche oscura del espíritu)  
Noche pasiva del sentido  
Comienza la declaración de las canciones que tratan del modo y manera que tiene el alma en el camino de la unión del amor con Dios  
# Capítulo-1 De las imperfecciones de los principiantes  
# Capítulos 2 a 8. De los pecados capitales del espíritu. De las señales en que se conocerá que el espiritual va por el camino de esta noche y purgación sensitiva
# Capítulo 9 Las tres señales  Del modo que se han de haber estos en esta noche oscura  
# Capítulo-10 De la sequedad  
# Capítulo-11 Declaración de los tres versos de la canción  
De los provechos que causa en el alma esta noche  
# Capítulo-12 El conocimiento de sí mismo  
# Capítulo-13, El fruto de la sequedad  
# Capítulo-14 Lecciones aprendidas  
Noche pasiva del espíritu  
# Capítulo-1 Pasa el tiempo entre noche y noche  
# Capítulo-2 Las imperfecciones de los aprovechados  
# Capítulo-3 La verdadera noche  
# Capítulo 4 La Gran Declaración  
# Capítulo-5 Contemplación: noche, pena y tormento del alma  
# Capítulo-6 Del profundo vacío  
# Capítulo 7 Otras aflicciones de la voluntad  
# Capítulo 8 De otras penas que afligen al alma  
# Capítulo 9 Noche encubridora de esperanza  
# Capítulo 10 Metáfora del madero purificado  
# Capítulo 11 Vehemente pasión de amor divino
# Capítulo 12 Como purga a los ángeles del Cielo  
# Capítulo 13 Conciencia de la ausencia del bien  
# Capítulo 14 Salí sin ser notada  
# Capítulo 15 Canción segunda  
# Capítulo 16 Dios va librándote de ti a oscuras y segura  
# Capítulo-17 La contemplación secreta  
# Capítulo 18 De la sabiduría secreta como escala  
# Capítulo 19 Los primeros cinco grados de la escala  
# Capítulo 20 los otros cinco grados de la escala  
# Capítulo 21 El alma disfrazada: las tres libreas  
# Capítulo 22 Dichosa ventura  
# Capítulo 23 De un admirable escondrijo  
# Capítulo 24 Sosiego y quietud  
# Capítulo 25 Canción tercera
  
INDICE DE CITAS BÍBLICAS  

Dibujo del Monte Carmelo





San Juan de la Cruz representó en varios dibujos de un modo esquemático su pensamiento sobre el Monte Carmelo. Su transcripción es como sigue:
De abajo arriba, se lee en primer lugar cuatro grupos de versos verticales que exponen las siguientes normas:
1
Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
 Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
 Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
 Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.
 2
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
 Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
 Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
 Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.
 3
Cuando reparas en algo
dejas de arrojarte al todo.
 Para venir del todo al todo,
has de dejarte del todo en todo.
 Y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer.
4
En esta desnudez halla él
Espíritu su descanso, porque
No conociendo nada, nada le fatiga
Hacia arriba y nada le oprime
Hacia abajo porque está en
El centro de su humildad

Luego vemos tres caminos, uno central recto y dos a cada lado.

El de la izquierda puede leerse “camino del espíritu de imperfección del cielo. Gloria, gozo, saber, consuelo, descanso.

El de la derecha dice: camino del espíritu de imperfección del suelo. Poseer, gozo, saber, consuelo, descanso

La senda vertical central es la senda del Monte Carmelo, del espíritu de perfección: nada, nada, nada, nada, y aún en el monte, nada.

Escrito horizontalmente escrito y boca abajo, se puede leer: ni esotro – ni esotro – ni esotro – ni esotro – ni esotro – ni esotro. Estos seis “ni esotro” se refieren por el trazo de las líneas a los cinco géneros de bienes del cielo enumerados en el camino de la izquierda, y además al cielo como englobando cuanto sigue.

Referido al camino de la derecha, se lee horizontalmente ni eso – ni eso – ni eso – ni eso – ni eso – ni eso. Afectan a los bienes del suelo.

Escrito sobre la serie de “ni esotro”, se lee “Cuanto más tenerlo quise, con tanto menos me hallé”. Y sobre la serie de “ni eso”, leemos “cuanto más buscarlo quise, con tanto menos me hallé”.

A la izquierda, verticalmente se lee: “cuando ya no lo quería téngolo todo sin querer”. Y a la derecha verticalmente también: “cuando menos lo quería téngolo todo sin querer”.

Encima está el arco de frutos, virtudes y dones. De izquierda a derecha se puede leer: paz, gozo, alegría, deleite, sabiduría, justicia, fortaleza, caridad y piedad.

En la mitad superior a la izquierda se lee: “no me da gloria nada”. Y a la derecha “no me da pena nada”.

En el círculo que figura en la cima es el símbolo de Dios, donde se lee un texto del profeta Jeremías en latín: “Introduxi vos in terram Carmeli ut comederetis fructum eius et bona illius Hier 2”, que se traduce como “Luego os traje a la tierra del vergel, para comer su fruto y su bien. Llegasteis y ensuciasteis mi tierra, y pusisteis mi heredad asquerosa.” (Jer. 2. 7)

Dentro del círculo se leen las palabras proféticas: Sólo mora en este monte honra y gloria de Dios.

En lo más alto, bordeando la línea o arco final se lee: ya por aquí no hay camino porque para el justo no hay ley: él para sí se es ley.

Hay varios manuscritos del Monte, no sólo de San Juan, sino de otros autores que hicieron copia del original. Entre ellos, el más conocido es el de Diego de Astor, discípulo del Greco y grabador de la moneda Real, que dibujó un Monte en una edición príncipe de la Subida, en Alcalá, en 1618.

Subida al Monte Carmelo

Estructurada en tres libros, el primero de ellos, consta de quince Capítulos dedicados en exclusividad a los apetitos.

La mortificación de los apetitos es condición indispensable para siquiera imaginar poder iniciar el camino de ascenso hacia la cumbre del Monte que es la unión del alma con Dios.

San Juan habla en estos primeros compases de la Subida de dos noches, la primera es la purgación de la parte sensitiva del alma, y la segunda es la purgación de la parte espiritual del alma.

La primera noche es la que han de recorrer los principiantes. La segunda pertenece a los “ya aprovechados”.

Los resúmenes son de Alain Delaye, con anotaciones personales, extraídas de mi lectura de los textos originales de S. Juan de la Cruz..

 Alain Delaye es el autor de una tesis de doctorado sobre La fe en Juan de la Cruz (éd. du Carmel - 1975), y de una obra sobre el budismo: Zen lo esencial (éd. Accarias - l'Originel - 1989).

Libro primero: de los apetitos

Resumen de los capítulos

Comienza el libro con la declaración de la primera canción:

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada ;

El alma, en esta canción sale, por amor a Dios, inflamada en su amor, en una noche oscura, donde se camina a tientas, pero aún se puede ver algo. Y se sumerge en la noche y la recorre, estimulado por el amor que despierta haber descubierto a Dios dentro de sí “con ansias en amores inflamada”. Es el estímulo sensitivo que necesita el alma para iniciar la andadura. De otra forma es prácticamente imposible iniciar el ascenso por la vía directa, la central que se describe en el esquema.

Tras salir de esta noche del sentido, el alma se siente sosegada, tranquila, y además, sin que ningún apetito de la carne ni de otra cosa se lo pueda impedir, porque han sido dominados, “salí sin ser notada”.

Y todo esto lo experimenta el alma como una “dichosa ventura”.

Esta es la declaración del efecto que produce en el alma verse sometida a la depuración de los sentidos y al desapego de los apetitos, absolutos impedimentos para iniciar el camino.

En saliendo de la primera noche, el alma se queda con sólo la fe, única herramienta para continuar su proceso de purificación, a través de los tres pilares, fe, esperanza y caridad. Sólo en el abandono total de uno mismo en aquel en quien confía, se puede emprender el ascenso a través de las noches del espíritu, auténtica purificación del alma.

Como hemos dicho, los Capítulos del primer libro hablan del combate total hacia los apetitos.

# Capítulo 1  Noches de la vida interior

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡ oh dichosa ventura !,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

Para que un alma llegue al estado de perfección, ordinariamente ha de pasar primero por dos maneras principales de noches, que los espirituales llaman purgaciones o purificaciones del alma. Y aquí las llamamos noches, porque el alma, así en la una como en la otra, camina como de noche, a escuras.

La primera noche o purgación es de la parte sensitiva del alma, de la cual se trata en la la presente canción, y se tratará en la Primera parte deste libro ; y la segunda es de la parte espiritual, de la cual habla la segunda canción que se sigue, y désta también trataremos en la Segunda y Tercera parte cuanto a lo activo, porque en cuanto a lo pasivo será en la Cuarta.

Esta cuarta parte, constituye de hecho el tratado de la Noche oscura.

Quiere, pues, en suma, decir el alma en esta canción, que salió - sacándola Dios - sólo por amor del, inflamada en su amor en una noche oscura, que es la privación y purgación de todos sus apetitos sensuales acerca de todas la cosas exteriores del mundo... sosegados ya y dormidos los apetitos en ella.

Y esto dice que le fue dichosa ventura salir sin ser notada, esto es, sin que ningún apetito de su carne ni de otra cosa se lo pudiese estorbar.

Y esto fue dichosa ventura, meterla Dios en esta noche, de donde se le siguió tanto bien, en la cual ella no atinara a entrar, porque no atina bien uno por sí solo a vaciarse de todos los apetitos para venir a Dios.

Este capítulo y los que siguen conciernen a la noche de los sentidos en su globalidad. Juan de la Cruz no distingue todavía los aspectos activo y pasivo como lo hará a partir del capítulo trece. Además, insiste sobre el aspecto feliz de la ventura pues, la habiendo vivido, el precio que pagar le parece ligero frente al amor que la motiva y a los bienes que trae.

# Capítulo 2  Causas de la noche oscura

En una noche oscura

En este capítulo, Juan de la Cruz explica que la noche de que habla tiene tres causas y tres partes, y por qué.

Estas tres partes de noche todas son una noche; pero tiene tres partes como la noche, porque la primera, que es la del sentido, se compara a prima noche, que es cuando se acaba de carecer del objeto de las cosas; y la segunda, que es la fe, se compara a la medianoche, que totalmente es oscura ; y la tercera, al despidiente, que es Dios, la cual es ya inmediata a la luz del día.

La diversidad de las fases de la noche se explica por aquella de las etapas del recorrido. El espiritual se transforma adelantando, lo que implica una serie de purificaciones y de metamorfosis. Estas fases sin embargo constituyen une sola noche, pues hay a su opacidad una sola causa : la contemplación oscura de Dios.

# Capítulo-3  Noche del sentido: privación de los apetitos

Trata de la primera causa de la noche del sentido, que es la privación del apetito en todas las cosas, y explica por qué se llama noche, porque las potencias se quedan pasivas y sin nada, a oscuras y sin nada.

Juan de la Cruz recuerda aquí que en la noche oscura de que habla, se puede, como en la noche física, distinguir tres partes: 

-    La primera que es la del sentido, es comparada a la prima de la noche, que es cuando cesa la vista de todo objeto sensitivo ,
-    una segunda parte que es comparada a la media noche que es más interior y más oscura, y
-    una tercera parte que es el antelucano, que es ya lo que está próximo a la luz del día... y ésta es comparada a Dios.

# Capítulo-4  Mortificación de los apetitos

Trata de lo necesario que es para el alma pasar de verdad por esta noche oscura, que consiste en la mortificación de los apetitos por las criaturas, hasta llegar a ser conscientes de que todo ser de las criaturas, comparado con Dios, es literalmente “nada”.
Toda hermosura es nada, toda gracia, toda belleza son nada. Toda bondad de criatura es nada. Toda sabiduría es nada. Todo señorío, toda libertad es nada. Todos los deleites son “nada”. Todas las riquezas son “nada”.

Nada – nada – nada – nada – nada – nada.

# Capítulo-5  Alegorías de la Biblia

Prosigue mostrando mediante las Sagradas Escrituras lo necesario que es atravesar esta noche oscura para la mortificación de todas las cosas. En este sentido, San Juan demuestra poseer un conocimiento total de la Biblia. Así leída, la Biblia resulta ser la mejor alegoría, la mejor parábola con la que Dios nos ha podido explicar en qué consiste el camino de regreso a casa. Es como decía Ignacio Larrañaga, que para empaparnos del contenido espiritual de la Biblia, tenemos que leerla en primera persona. El pueblo de Israel es el alma humana y su proceso de purificación, desde Abraham hasta el mismísimo Jesucristo. Es la antropología para Dios en un “cómo le explico yo a estos de qué va el proceso de regreso.

# Capítulo-6  Daños de los apetitos al alma

Trata de los daños que causan los apetitos en el alma, uno privativo y otro positivo.
-    El privativo: El primero de los daños suponen la privación de Dios, y
-    El positivo: El segundo envuelven al alma en una indolencia nefasta, pues generan en ella cansancio, tormento, oscuridad, suciedad, flaqueza y heridas.

Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen. (Jer 2,13)

Estos daños lo causan cualesquiera apetitos desordenados a los que nos dejemos arrastrar.

# Capítulo-7  Modo en que los apetitos atormentan al alma

Aborda el modo como los apetitos atormentan al alma.

La segunda manera de mal positivo que causan al alma los apetitos es que la atormentan y afligen, a manera del que está en tormento de cordeles abareado a alguna parte, de lo cual hasta que se libre no descansa.

Por lo cual, habiendo Dios lástima de estos que con tanto trabajo y tan a costa suya andan a satisfacer la sed y hambre del apetito en las criaturas, les dice por Isaías: Todos los que tenéis sed de apetitos, venid a las aguas, y todos los que no tenéis plata de propia voluntad y apetitos, daos prisa ; comprad de mí y comed.

Este venir a la grosura es salirse de todos los gustos de criatura, porque la criatura atormenta y el espíritu de Dios recrea. Y así nos llama El por san Mateo diciendo:"Todos los que andáis atormentados, afligidos y cargados con la carga de vuestros cuidados y apetitos, salid de ellos, viniendo a mí, y yo os recrearé." (Mt 11,28-29)

La argumentación se pone aquí sobre el terreno de la libertad: calmar el corro de sus deseos equivale a librarse de ellos, a descargarlos, a conocer un estado de ligereza y de descanso.

# Capítulo-8  Tercer daño que deja ciega al alma

El tercer daño que los deseos causan en el alma es que la ciegan. En efecto, el alma que es cautiva de sus deseos, está en tinieblas según su inteligencia, entorpecida según su voluntad y endurecida según su memoria. No tiene pues capacidad para recibir la ilustración de la sabiduría de Dios, como tampoco la tiene el aire tenebroso para recibir la del sol.
¡ Oh, si supiesen los hombres de cuánto bien de luz divina los priva esta ceguera que les causan sus aficiones y apetitos, y en cuántos males y daños les hacen ir cayendo cada día. !
Después de la esclavitud, la ceguedad: la multiplicidad brumosa de los objetos de deseo oscurece la mirada del alma y la impide ver la luz solar de Dios.


# Capítulo-9  Deseos que ensucian el alma

Muestra cómo los deseos son capaces de ensuciar al alma y desfigurarla.

# Capítulo-10 Apetitos que entibian y enflaquecen

Los apetitos entibian y enflaquecen el alma... Y así, el alma que tiene la voluntad repartida en menudencias es como el agua que, teniendo por donde se derramar hacia abajo, no crece para arriba, y así no es de provecho.

El alma no recogida en un solo apetito de Dios pierde el calor y vigor en la virtud. Lo cual entendiendo bien David dijo hablando con Dios: "Yo guardaré mi fortaleza para ti." (Ps 58,10)

Los apetitos son también como las sanguijuelas, que siempre están chupando la sangre de las venas ; porque así las llama el Eclesiástico, diciendo : "Sanguijuelas son las hijas - esto es, los apetitos - siempre dicen : Daca, daca." (Prov 30,15)

¡Es gran lástima considerar cuál tienen a la pobre alma los apetitos que viven en ella, cuán desgraciada para consigo misma, cuán seca para los prójimos y cuán pesada y perezosa para las cosas de Dios !

Total, ceder siempre a sus envidias, es dilapidar su energía dejándose vampirizar por ellas. Después de que, se instala une suerte de torpor, de inercia espiritual.

# Capítulo-11 Necesidad de carecer de todos los apetitos

De cómo es necesario que el alma carezca de todos los apetitos, por mínimos que sean. Para entendernos, el alma, para entrar en la divina unión, ha de morir a todo lo que vive, poco o mucho, chico o grande; el alma ha de quedar sin codicia a todo ello, y tan desasida, como si ello no fuese para ella, ni ella para ello.

Aquí San Juan de la Cruz introduce una explicación bastante sólida de uno de los párrafos más complejos de San Pablo en 1 Cor 7.

29 Os digo, pues, hermanos: El tiempo es corto. Por tanto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen. 30 Los que lloran, como si no llorasen. Los que están alegres, como si no lo estuviesen. Los que compran, como si no poseyesen. 31 Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa. 32 Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. 33 El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer; 34 está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. 35 Os digo esto para vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino para moveros a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin división. 36 Pero si alguno teme faltar a la conveniencia respecto de su novia, por estar en la flor de la edad, y conviene actuar en consecuencia, haga lo que quiera: no peca, cásense.

La cita de San Juan es entre los versículos 29 al 31. Yo la extiendo hasta el 36, por lo que a mí me alude como persona casada.
Es en estas referencias donde uno se da cuenta hasta qué punto toda la Biblia es una alegoría, una forma de explicar con ejemplos de la vida diaria, lo que ha de experimentar el alma para caminar hacia Dios. Así, los que están alegres, como si no lo estuvieran, los que están casados, como si no lo estuvieran, no es sino una forma de explicar cómo debemos usar las cosas, las situaciones y los bienes de este mundo con total desapego, tanto como si no lo las tuviésemos. Es la pobreza afectiva total, aunque por razón de estar en este mundo, tengamos bienes con los que desarrollar nuestra existencia. Es un argumento total contra la lectura de la Biblia al pie de la letra. Simplemente no tiene sentido; incluso llega a ser ridícula.

# Capítulo-12 Apetitos que bastan para causar daño

Responde a otra pregunta, a saber, cuáles son los apetitos que bastan para causar en el alma los referidos daños. Y San Juan lo explica claramente:

Basta cualquier apetito para causar daño al alma, tanto privativo como positivo. Basta cualquiera para causar todos los cinco daños: cansancio, tormento, oscuridad, suciedad, flaqueza y heridas, o alguno de ellos.

El daño privativo, San Juan lo atribuye a los apetitos voluntarios, materia de pecado mortal. Mientras que los voluntarios materia de pecado venial, causan en el alma todos los daños positivos juntos.

# Capítulo-13 Modo de entrar en la noche del sentido

Trata de la manera en la que el alma ha de entrar en esta noche del sentido. Y explica dos maneras, una activa y otra pasiva.

-    Manera activa: La activa trata sobre lo que el alma puede hacer y hace de su parte para entrar.
-    Manera pasiva: La pasiva es en lo que el alma no hace nada, sino Dios. Ya advierte San Juan que este modo pasivo lo abordará en su cuarto libro, que es el que luego será su tratado sobre La Noche Oscura, continuación de la Subida al Monte Carmelo.
Y da unos avisos o recomendaciones, tales como

#1 el deseo de imitación a Cristo en toda la vida.

#2 Lo segundo, desechar cualquier gusto a los sentidos, salvo para dar Gloria a Dios.

#3 Lo tercero es el objetivo de apaciguar las cuatro pasiones naturales: gozo, esperanza, temor y dolor, de cuya concordia y pacificación salen todos los bienes.

#4 Lo cuarto es optar por lo más dificultoso, lo más desabrido, lo más trabajoso, el mayor desconsuelo, no desear nada; en suma el total desapego por las cosas de este mundo.

Y así tienen sentido los versos escritos verticalmente en la base del esquema del monte Carmelo:

1
Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
 Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
 Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
 Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.


2
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
 Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
 Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
 Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

# Capítulo-14 Declara la segunda canción:

Con ansias en amores inflamada.

De esta forma el alma entra y sale de esta noche oscura del sentido.

No se puede hacer esto porque sí, sin un motivo. El motivo es el ansia de unión con Dios. Es lo que motiva el alma a emprender el camino.

¡Oh dichosa ventura!
Salí sin ser notada
Estando ya mi casa sosegada.

San Juan toma la metáfora de esta salida, en el recuerdo de su cautiverio en Toledo, del que se fugó “sin ser notado” gracias a la vista gorda que hizo su prisionero.

Es en suma, liberarse de los apetitos, como salir de una cárcel donde pasamos nuestros días y nuestras horas malamente, aunque en primera instancia sintamos placer, gozo, contento y disfrute. Son sensaciones efímeras que, como dice Santa Teresa, dejan siempre un regusto de amargura.

Es por eso que salir de la cárcel de los sentidos, deja el alma, “mi casa” sosegada.

Para vencer todos los apetitos y negar los gustos de todas las cosas - con cuyo amor y afición se suele inflamar la voluntad para gozar de ellos - era menester otra inflamación mayor de otro amor mejor, que es el de su Esposo, para que, teniendo su gusto y fuerza en éste, tuviese valor y constancia para fácilmente negar todos los otros. y no solamente era menester para vencer la fuerza de los apetitos sensitivos tener amor de su Esposo, sino estar inflamada de amor y con ansias.

Lo que Juan de la Cruz no dice aquí, pero que es implícito, es que este amor ansioso que el alma experimenta en su sensibilidad, tiene su fuente en Dios y luego forma parte de la noche pasiva: aquella que depende del obrar divino. A pesar de su intención de tratar aparte lo que se refiere a la noche activa y a la pasiva, Juan de la Cruz no puede pues impedirse de hablar de este última tanto es difícil tratarlas separadamente.

Meditación personal, de mi cosecha.

La lectura de este primer libro, a mí personalmente me plantea por una parte un deseo de experimentar este desapego, pero por otro me parece tan imposible liberarme de todo lo que me rodea, que casi resulta ser una locura. Me viene a la mente el contexto en el que escribe San Juan de la Cruz, para los hermanos de la Orden de los descalzos, que retirados del mundo, se centran es esta vida de desapego, donde su único objetivo es ora et labora, pero fuera de las luces del mundo, del demonio y de la carne, aunque en ellos también las tentaciones están presentes. Pero si en ellos se manifiestan, qué no es para nosotros, los que vivimos en este mundo, en medio de los trajines, y sometidos a todo tipo de tentaciones de consumo de todo tipo de apetitos.

Sin minorar la presión del mundo sobre las gentes del Siglo XVI, ahora, en el Siglo XX y XXI, vivimos los mortales del mundo desarrollado bajo la implacable presión del mercado que nos obliga ineludiblemente a consumir lo que necesitamos y lo que no necesitamos con el fin de mantener la rueda de la economía en movimiento y así todos podamos tener un trabajo para obtener unos recursos que nos permitan cubrir nuestras necesidades y nuestras apetencias, sometidos a una publicidad implacable.

El ciudadano del mundo desarrollado es una célula que vive gracias a que un descomunal cuerpo social le abastece de todo lo que necesita y de lo que no necesita. Nuestra dependencia de este entramado social es total y absoluta, de modo que como náufragos de una isla no sobreviviríamos una semana, o de hacerlo, sería aprendiendo la dolorosa lección de carecer de todo y de tener que abastecernos de lo imprescindible por nuestros propios medios, y no mediante el uso de la tarjeta de crédito.

En este escenario de consumo compulsivo, la propuesta de San Juan, que es la misma que la de Jesús, San Pablo, San Agustín, San Francisco, Santa Teresa, Eckhart, y de todo aquel que experimente la vía directa, impresiona de irrealizable.

Y sin embargo así tiene que ser. No hay otra. Porque no podemos servir a dos señores. Porque para que “venga a nosotros su reino”, primero ha de irse el nuestro.

Este es el sentido de la penitencia, del ayuno, de la mortificación, de “hacer muerte”, para que nuestro “yo apañao” sujeto a los trajines de este mundo, pueda ser anulado y así permitir que el alma se exprese liberada de las cadenas que los apegos a las cosas le provocan. Porque le obligan a ir un día tras otros al pozo de Jacob para, como la samaritana, tener que tomar su dosis diaria de apetitos, que por mucho que beba, jamás le quitarán la sed completamente.

En este proceso, nos pasamos toda nuestra vida, y sin demasiado éxito, porque las presiones mediáticas son tan fuertes, que sólo si se cae en la cuenta de este hecho, de esta necesidad, se pueden comenzar a dar pasos.

Vivimos en un mundo acomodado a dar satisfacción a todos los apetitos imaginables, y además sin un coste económico demasiado elevado. Y si uno se da cuenta, cuanto más nos abandonamos al gozo sensual, al relajo de las costumbres, al ceder a las apetencias, es como el deportista que se abandona en el sillón. Cuanto más tarda en reaccionar, más se deteriora el organismo, de modo que si decidiera tras mucho tiempo volver a entrenar, el coste sería tan abrumador, que “mira, vamos a dejarlo”.

Porque el cuerpo y el alma se acomodan, y cualquier esfuerzo produce “cansancio”, y en extremo “tormento”. La voluntad se “oscurece”, el alma desentrenada queda “sucia”, “enflaquece” (o engorda de grasa, de lastre), y al final, te sientes “herido” en tu orgullo y autoestima, porque no eres capaz de esforzarte por nada.

Te abandonas por nada, por satisfacer unas apetencias que al final lo único que te producen es un ligero sentimiento de placer, para dejar paso a la amargura de saberte un cubo de basura, sin fuerzas para nada, salvo para seguir hundiéndote en la ciénaga de tu propia pobreza y suciedad como ser humano.

Y todo eso sin llegar a ambicionar las cosas que te impulsan, para conseguirlas, a hacer daño a terceros. Esto es harina de otro costal.
Si uno lo ve con claridad, el lenguaje de San Juan de la Cruz, lejos de ser áspero, es el único que puede describir la urgencia de llevar a cabo una limpieza y depuración integral del alma, un vaciado absoluto de las pasiones atenazantes.

Si a todas estas inclinaciones naturales, las calificáramos de “pecados”, veríamos cómo el sacramento de la reconciliación tiene sentido. Cosa que, ciego de mí, no lo vi hasta que viví los cursillos de cristiandad, por esa idea deformada que me inculcaron en mi niñez del pecado como algo despreciable, que lo es, y que me hacía despreciable.

Hay un abismo entre el desprecio de uno mismo y el desprecio de uno mismo. Entre sentirte merecedor del mayor castigo y desprecio por Dios y los demás, y ese desprecio mayestático, en tanto te relaciona con la majestad de Dios. Es un sentirte nada frente al Todo, y no un despojo inservible, sin valor alguno.

Jesús habla de la negación de uno mismo, del vacío total de un alma que por otra parte es hermosa y está regalada con gran cantidad de talentos, creada a imagen y semejanza de Dios.

Dios no hace basura. Somos agradables y hermosos ante Dios, pero eso lleva consigo el reconocernos nada ante Él. Porque, como dice Meister Eckhart, Dios en nosotros es el fruto de nuestra nada.

Jesús habla de que no podemos presentar una ofrenda en el altar si tenemos cuentas con nuestro hermano. De la misma forma, de nada sirve una ofrenda en el altar, si tenemos pendiente cuentas de conciencia con nuestro Dios. Esto da sentido al sacramento y pasa de ser una obligación impuesta por los curas, a un acto sagrado, sublime.

Y así todo comienza a tener sentido.

Libro segundo. Purificación de las tres potencias

La noche activa de la fe

Resumen

El libro segundo aborda los medios para avanzar en el camino de unión con Dios, mediante una vida basada en las tres potencias del alma, la memoria, el entendimiento y la voluntad.

Estas tres potencias, declaradas así por la tradición cristiana, suponen  la expresión de las tres virtudes fundamentales, la esperanza, la fe y la caridad.

Para San Juan de la Cruz, la base de la fe es el entendimiento, la de la esperanza es la memoria y la de la caridad es la voluntad. Y de esto tata el segundo libro.

En este libro, San Juan pasa a describir los asuntos del espíritu, habiendo quedado ya la casa sosegada, con los apetitos sometidos a la voluntad, primera expresión real del amor de Dios.

Y comienza el libro con la segunda estrofa del poema de la Noche Oscura:

A oscuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡ oh dichosa ventura !,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada ;

# Capítulo-1 A oscuras y segura

Comienza la descripción de esta segunda canción. Comienza así:

En esta segunda canción canta el alma la dichosa ventura que tuvo en desnudar el espíritu de todas las imperfecciones espirituales y apetitos de propiedad en lo espiritual... sólo estribando en pura fe y subiendo por ella a Dios. Que por eso la llama aquí escala y secreta... porque escala y penetra hasta lo profundo de Dios.

El alma va disfrazada, porque ya ni el mundo, ni el demonio ni la carne la pueden reconocer. Y va segura, porque sale  vestida con la armadura de la fe, una fe ciega en aquel en quien confía plenamente y sabe que la conducirá por el largo camino de subida.

Pero va a oscuras, porque si en la noche, por muy profunda que sea, aún se pudiera ver algo, en la oscuridad no puede verse absolutamente nada. En la noche del sentido, aún el alma puede ver por sí misma algo. En la del espíritu, no puede ver nada, porque sólo la fe puede guiarla, como un ciego es guiado por su lazarillo. Y como el lazarillo es tal Señor, el alma se siente segura, a pesar de no saber ni qué le ocurre, ni qué le ocurrirá, porque su excelso guía sabe a dónde ha de conducirla.

Es por ello que es evidente el aserto de que Dios no es un mensaje para la mente sino para el corazón.

Tras los ímpetus de los primeros tiempos, “con ansias en amores inflamada”, el alma se sosiega, “quedando ya su casa sosegada”, porque para entrar en la noche del espíritu, todas las potencias han de quedar en calma, negando el gusto y el apetito, incluso por lo espiritual.

El alma ha de quedar desnuda, totalmente, en pura fe, sencillez y humildad, con el suelo totalmente humillado, para que la nueva simiente pueda fructificar sin riesgo de que ningún abrojo dificulte su crecimiento.

A oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

# Capítulo-2 Las tres partes de la noche

La primera, que es la del sentido, ya descrita en el libro primero, es similar a la prima noche, tras el crepúsculo vespertino, donde aún los mínimos resplandores de un sol ya ocultado hace una hora, aún pudieran derramar una muy tenue luz azimutal.

La segunda noche la compara con la media noche, que es la más interior, la más profunda y oscura. Es donde el alma se ve más indefensa y donde necesita una total confianza en su sagrado guía, que es la que describe el segundo libro.

Y la tercera noche, que es la que San Juan denomina el “antelucano” expresión de la época que significa “ante luz”, antes de la luz, la noche postrera, que anuncia la aurora, y esta es comparada con las primeras luces que Dios le regala al alma tras haberla sometido a el impresionante proceso de depuración y perfección.

# Capítulo-3 La fe como virtud

Ensalza la fe como la virtud de la confianza ciega en alguien que sabe que te va a conducir por camino seguro, aunque tú no puedas ver nada. Pone como ejemplo la nube oscura que protegía al pueblo de Israel en el desierto.

19 Se puso en marcha el Ángel de Yahveh que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, 20 poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran trabar contacto unos con otros en toda la noche. (Éxodo 14, 19-29)
La nube representa la fe, una nube tenebrosa y oscura para el alma, pero que paradójicamente le alumbra. Es la mano amiga que te conduce.

# Capítulo-4 Consejos para conducirse en la noche oscura

El alma ha de vaciarse de todo lo que puede caer en ella perfectamente y voluntariamente, ahora sea de arriba, ahora de abajo... siempre se ha de quedar como desnuda y a oscuras, así como el ciego, arrimándose a la fe oscura, tomándola por guía y luz, y no arrimándose a cosa de las que entiende gusta y siente y imagina.

Lo más alto que se puede sentir y gustar... de Dios dista en infinita manera de Dios y del poseerle puramente. Isaías (Is 64,4) y San Pablo (1 Cor 2,9) dicen:

Lo que Dios tiene aparejado para los que le aman, ni ojo jamás lo vio, ni oído lo oyó, ni cayó en corazón ni pensamiento de hombre.
 
Y así, grandemente se estorba una alma para venir a este alto estado de unión con Dios cuando se ase a algún entender, o sentir, o imaginar, o parecer... a lo que va es sobre todo eso, aunque sea lo más que se puede saber o gustar ; y así, sobre todo se ha de pasar al no saber.

De donde el venir aquí es el salir, saliendo de sí muy lejos de ese bajo para esto, sobre todo alto.

Por tanto, ha de desear el alma con todo deseo venir a aquello que en esta vida no puede saber ni caer en su corazón; y dejando atrás todo lo que temporal y espiritualmente gusta y siente y puede gustar y sentir en esta vida, ha de desear con todo deseo venir a aquello que excede todo sentimiento y gusto. Y, para quedar libre y vacía para ello, en ninguna manera ha de hacer presa en cuanto en su alma recibiere espiritual o sensitivamente.

Y de esta manera, a oscuras, grandemente se acerca el alma a la unión por medio de la fe, que también es oscura, y de esta manera le da admirable luz la fe.

Volvemos a encontrar los aforismos del primer libro:

Por venir a gustarlo todo, saberlo todo, serlo todo, no quieras tener gusto en nada, saber algo en nada, ser algo en nada (I,13) . 

Eso se acerca al mensaje que Margarita Porete  nos ha dejado en su principal obra: "El Espejo de las almas sencillas y aniquiladas". 

NOTA IMPORTANTE:
Margarita Porete, o Marguerite Porrette, o la Porette, es una mística de la corriente de las beguinas nacida hacia 1250 y quemada en 1310 por herejía, por negarse a retirar de la circulación su libro El Espejo de las Almas Simples. Nacida a mediados del siglo XIII, Margarita Porete formó parte de las beguinas, una importante corriente piadosa a la cual pertenecieron también Hadewych de Amberes y Heilwige Bloemart. Estas mujeres piadosas se consagraron a Dios y a la buenas obras, sin vivir forzosamente en comunidad ni obeceder a una regla. Margarita vivía en la región del Hainaut; se la presenta como una "religiosa muy sabia". Expresó su misticismo en un libro titulado Mirouer des simples ames anientis et qui seulement demourent en vouloir et desir d’amour (traducido en español como El Espejo de las Almas Simples). Allí presentaba el Amor del Alma tocada por Dios, y hacía hablar al Amor y a la Razón en diálogos alegóricos.

# Capítulo-5 La unión de semejanza

Juan de la Cruz toca aquí la cuestión de la unión del alma con Dios, precisando:

Ahora sólo trato de esta unión total y permanente según la sustancia del alma y sus potencias en cuanto al hábito oscuro de unión; porque en cuanto al acto después   diremos, con el favor divino, cómo no puede haber unión permanente en las potencias en esta vida, sino transeunte.

Y así, cuando hablamos de unión del alma con Dios, no hablamos de esta unión sustancial que siempre está hecha, sino de la unión y transformación por amor del alma con Dios, que no está siempre hecha, sino sólo cuando viene a haber semejanza de amor. Y por tanto, esta se llamará unión de semejanza... la cual es cuando las dos voluntades, conviene a saber, la del alma y la de Dios, están en uno conformes, no habiendo en la una cosa que repugne a la   otra.

Renacer en el Espíritu Santo en esta vida es tener un alma semejante a Dios en pureza, sin tener en sí alguna mezcla de imperfección; y así se puede hacer pura transformación por participación de unión, aunque no esencialmente.

Y así el alma es como una vidriera, en la cual siempre está embistiendo o, por mejor decir, en ella está morando esta divina luz del ser de Dios por naturaleza, que habemos dicho.

En dando lugar al alma, que es quitar de si todo velo y mancha de criatura... luego queda esclarecida y transformada en Dios, y le comunica Dios su ser sobrenatural de tal manera, que parece el mismo Dios y tiene lo que tiene el mismo Dios. Y se hace tal unión cuando Dios hace al alma esta sobrenatural merced, que todas las cosas de Dios y el alma son unas en transformación participante; y el alma más parece Dios que alma, y aun es Dios por participación.

Juan de la Cruz juzga pues importante recordar y precisar aquí el objetivo y el efecto de la noche del espíritu, a saber la unión con Dios que transforma, diviniza. Esta unión no se debe concebir en un futuro lejano, sino en un presente inmediato, por lo tanto que la noche misma de la fe la efectúa.

# Capítulo-6 Las tres virtudes y el vacío de las potencias

Las tres virtudes teologales, hacen el vacío y oscuridad cada una en su potencia: la fe en el entendimiento, la esperanza en la memoria y la caridad en la voluntad.

La fe nos dice lo que no se puede entender con el entendimiento.

La esperanza pone a la memoria en vacío y tiniebla de lo de acá y de lo de allá... hace vacío, pues es de lo que no se tiene, y no de lo que se tiene.

La caridad, ni más ni menos, hace vacío en la voluntad de todas las cosas, pues nos obliga a amar a Dios sobre todas ellas, lo cual no puede ser sino apartando el afecto de todas ellas, para ponerle entero en Dios.

Y así, todas estas tres virtudes ponen al alma en oscuridad y vacío de todas las cosas.

Y así como en la Noche sensitiva damos modo de vaciar las potencias sensitivas de sus objetos visibles según el apetito para que el alma salga de su término al medio, que es la fe, así en esta Noche espiritual daremos, con el favor de Dios, modo como las potencias espirituales se vacíen y purifiquen de todo lo que no es Dios y se queden puestas en la oscuridad destas tres virtudes, que son el medio y disposición para la unión del alma con Dios.

Y hase de tener advertencia que ahora especialmente voy hablando con los que han comenzado a entrar en estado de contemplación. 

Con las virtudes teologales, Juan de la Cruz aborda un tema esencial en su obra. Las presenta aquí bajo el aspecto del despego que operan, la fe libra la inteligencia de sus conocimientos parciales, la esperanza descarga la memoria de sus recuerdos fragmentarios, y la caridad libera la voluntad de sus afecciones particulares. Estas tres virtudes apuntan a Dios ante todas cosas. Pero este despego, precisa, no puede efectuarse sino una vez entrado en el estado de contemplación, es decir cuando Dios mismo ha empezado a encargarse de la purificación de la psique humana . 

Esto es sumamente importante, porque “entender” esto supone que el alma ha comenzado a entrar en el terreno de la contemplación. Y sin ánimo de jactarme por ello, yo diría que algo se me está quedando.

Notamos al paso que la esperanza, vacía también la memoria de los conocimientos y esperas concerniendo la vida futura, eso para inclinarla a esperar el Dios aquí presente.

# Capítulo-7 Desapropiación, desnudez y vacío de todo

Repitiendo la palabra evangélica sobre la puerta angosta y el camino estrecho que lleva a la vida (Mt 7,14) , Juan de la Cruz insiste aquí sobre el despojo necesario al alma que quiere tomarlo. Habla de desapropiación, de desembarazo, de desnudez.

Se ve claro que, no sólo de todo lo que es de parte de las criaturas ha de ir el alma desembarazada, mas también de todo lo que es de parte de su espíritu ha de caminar desapropiada y anihilada.

Y así, querría yo persuadir a los espirituales cómo este camino de Dios no consiste en multiplicidad de consideraciones, ni modos, ni maneras, ni gustos (aunque esto en su manera sea necesario a los principiantes), sino en una cosa sola necesaria, que es saberse negar de veras, según lo exterior e interior.

Para animar este renunciamiento, da el ejemplo de Cristo que no tuvo, durante su vida, lugar donde reclinar su cabeza (Mt 8,20) y todavía menos durante su agonía y muerte. Además, añade: Cierto está que al punto de la muerte quedó también anihilado en el alma sin consuelo y alivio alguno, dejándole el Padre así en intima sequedad según la parte inferior, por lo cual fue necesitado a clamar diciendo : ¡ Dios mío, Dios mío !, ¿ Por qué me has desamparado ?" (Mt 27,46); lo cual fue el mayor desamparo sensitivamente que había tenido en su vida; y así, en él hizo la mayor obra que en toda su vida con milagros y obras había hecho ni en la tierra ni en el cielo, que fue reconciliar y unir al género humano por gracia con Dios.

El espiritual debe pues entender el misterio de la puerta y del camino de Cristo para unirse con Dios... Y cuando viniere a quedar resuelto en nada, que será la suma humildad, quedará hecha la unión espiritual entre el alma y Dios, que es el mayor y más alto estado a que en esta vida se puede llegar. No consiste, pues, en recreaciones y gustos y sentimientos espirituales, sino en una viva muerte de cruz sensitiva y espiritual esto es, interior y exterior.

El único comentario que se podría añadir a este texto es la palabra evangélica   "Si el grano no muere, no produce fruto...", o parafraseando a Eckhart Tolle: “El sentido de la vida es saber morir antes de morir, para comprobar que la muerte no existe” 

Ver a Cristo clavado en la cruz no debe motivar el sentido, sino el espíritu, para vernos a nosotros mismos en esa situación, clavados en la cruz de nuestras miserias, de nuestros imponderables, que nos han atenazado durante toda nuestra vida, que nos han tenido aprisionados, asfixiados, para en una situación de abandono total, lograr morir a todo eso, para comprobar que realmente la muerte no es muerte sino una profunda transformación, de nuestras potencias naturales (a las que hemos estado clavados durante toda nuestra vida), en auténtica virtud, por la que esa muerte se transforma en auténtica vida. Este es el sentido de nuestra resurrección.

# Capítulo-8 Nada de lo conocido sirve para la unión con Dios

Antes de que tratemos del propio y acomodado medio para la unión de Dios, que es la fe, conviene que probemos cómo ninguna cosa criada ni pensada puede servir al entendimiento de propio medio para unirse con Dios, y cómo todo lo que el entendimiento puede alcanzar, antes le sirve de impedimento que de medio, si a ello se quisiese asir.

Habemos de advertir que, entre todas las criaturas superiores ni inferiores, ninguna hay que próximamente junte con Dios ni tenga semejanza con su ser, porque, aunque es verdad que todas ellas tienen, como dicen los teólogos, cierta relación a Dios y rastro de Dios - unas más y otras menos...-, de Dios a ellas ningún respecto hay ni semejanza esencial, antes la distancia que hay entre su divino ser y el de ellas es infinita.

Por tanto, ninguna noticia ni aprehensión sobrenatural en este mortal estado le puede servir de medio próximo para la alta unión de amor con Dios, porque todo lo que puede entender el entendimiento y gustar la voluntad y fabricar la imaginación es muy disímil y desproporcionado a Dios.

Luego, claro está que al entendimiento ninguna destas noticias le puede inmediatamente encaminar a Dios, y que para llegar a El antes ha de ir no entendiendo que queriendo entender, y antes cegándose y poniéndose en tiniebla que abriendo los ojos para llegar más al divino rayo.

Y de aquí es que la contemplación por la cual el entendimiento tiene más alta noticia de Dios llaman Teología mística, que quiere decir sabiduría de Dios secreta, porque es secreta al mismo entendimiento que la recibe ; y por eso la llama san Dionisio rayo de tiniebla.
Después de haber insistido sobre la transcendencia de Dios en relación a todo lo criado, Juan de la Cruz declara que no obstante eso, Dios se comunica a la inteligencia humana, y resume esta paradoja de una transcendencia que se da a conocer en el oxímoro del "rayo de tiniebla".

# Capítulo-9 Entendimiento vacío

De lo dicho se colige que, para que el entendimiento esté dispuesto para esta divina unión, ha de quedar limpio y vacío de todo lo que puede caer en el sentido, y desnudo y desocupado de todo lo que puede caer con claridad en el entendimiento íntimamente sosegado y acallado, puesto en fe, la cual es sola el próximo y proporcionado medio para que el alma se una con Dios.

Juan de la Cruz apoya eso sobre varias citaciones de la Escritura, entre otras cosas el salmo Ps 17, v 10 y s.: "La oscuridad puso debajo de sus pies ; y subió sobre los querubines y voló sobre las plumas del viento; y puso por escondrijo las tinieblas y el agua tenebrosa."

# Capítulo-10 Sobre las aprehensiones

En este corto Capítulo, Juan de la Cruz hace el inventario de todos los conocimientos que nuestra inteligencia puede aprehender:

- Las aprehensiones naturales, por vía corporal o intelectual. 

- Las aprehensiones sobrenaturales por vía corporal (sentidos exteriores o interior, es decir la imaginación) y por vía espiritual. Las espirituales son de dos maneras: particulares (visiones, revelaciones, palabras y sentimientos espirituales), y general, oscura, que es la contemplación que se da en fe. En ésta habemos de poner al alma, encaminándola a ella por todas esotras, comenzando por las primeras, y desnudándola de ellas.

# Capítulo-11 Desapego de los conocimientos sobrenaturales

Tanto el Capítulo precedente era corto, tanto éste es largo, y eso a pesar de que haya sido muy abreviado, nos dice el mismo Juan de la Cruz. Explica esta extensión diciendo que lo que dice aquí debe aclarar lo que desarrollará después.

El tema es el de los conocimientos sobrenaturales que afectan al alma por vía de los sentidos corporales exteriores. La intención es disuadir ésta de prestar a estos conocimientos algún interés. Las razones dadas son las siguientes:

1) La visión corporal o el sentimiento en alguno de los otros sentidos - como en toda otra comunicación interior - si viene de Dios, produce su efecto en el espíritu cuando parece o se siente, sin que se necesite esperar que el alma delibere si lo quiere o no.
2) Si se le da atención e importancia, resultan para el alma seis inconvenientes:

El primero, que se le va disminuyendo la fe... y así apártase del medio de la unión de Dios.

Lo segundo que no vuela el espíritu a lo invisible.

Lo tercero es que va el alma teniendo propiedad en las tales cosas y no camina a la verdadera resignación y desnudez de espíritu. 

Lo cuarto, que va perdiendo el efecto de ellas y el espíritu que causan en lo interior, porque pone los ojos en lo sensual de ellas, que es lo menos principal.

Lo quinto, que va perdiendo las mercedes de Dios.

Lo sexto es que abre puerta al demonio.

Por tanto, siempre conviene al alma desecharlas a ojos cerrados, sean de quienes fueren.

Escribiendo este Capítulo que se encuentra en la pura línea de su pedagogía del despego, Juan de la Cruz hace varias alusiones al "Libro de las moradas" de santa Teresa de Ávila. Por lo tanto, podemos estimar que piensa en ella y en sus numerosas visiones cuando acaba escribiendo: Se tenga cuidado de nunca las admitir, si no fuese algo con algún muy raro parecer, y entonces no con gana ninguna de ello. Este parecer, Teresa lo ha pedido y obtenido a menudo de sus confesores. Entra pues en la categoría de excepción, enfocada probablemente a causa de ella, por Juan de la Cruz.

# Capítulo-12 Aprehensiones de la fantasía

Antes de hablar de las visiones imaginarias, Juan de la Cruz prefiere hablar de las aprehensiones naturales de la imaginación y de la fantasía, las cuales dice, no son un medio proporcionado para alcanzar la unión con Dios.

Y así, a estas dos potencias pertenece la meditación, que es acto discursivo por medio de imágenes, formas y figuras, fabricadas e imaginadas por los dichos sentidos ; así como imaginar a Cristo crucificado o en la columna o en otro paso, o a Dios con grande majestad en un trono, o considerar y imaginar la gloria como una hermosísima luz.

Aunque a los principiantes son necesarias estas consideraciones y formas y modos de meditaciones para ir enamorando y cebando el alma por el sentido, y así le sirven de medios remotos para unirse con Dios... Pero ha de ser de manera que pasen por ellos y no se estén siempre en ellos, porque de esa manera nunca llegarían al término.

Porque, cuanto el alma se pone más en espíritu, más cesa en obra de las potencias en actos particulares, porque se pone ella, más en un acto general y puro.

Por lo cual es lastima ver que hay muchos que, queriéndose su alma estar en esta paz y descanso de quietud interior donde se llena de paz y refección de Dios, ellos la desasosiegan y sacan afuera a lo más exterior.

A estos tales se les ha de decir que aprendan a estarse con atención y advertencia amorosa en Dios en aquella quietud, y que no se den nada por la imaginación ni por la obra de ella, pues aquí descansan las potencias y no obran activamente, sino pasivamente, recibiendo lo que Dios obra en ellas. Y, si algunas veces obran, no es con fuerza ni muy procurado discurso, sino con suavidad de amor, mas movidas de Dios que de la misma habilidad del alma.

El alma necesita pasar de comprender con el entendimiento y sentir con la imaginación, para lo que es necesaria la fantasía, a aceptar por la fe sin comprender y a actuar sin saber por qué. Esto no se puede conseguir de repente, por lo que las aprehensiones de fantasía sirven como aproximación, pero no se puede el alma asentarse en ellas.
 
# Capítulo-13 De la meditación a la contemplación

En las zancadas del Capítulo precedente, donde Juan de la Cruz ataca el problema de la oración de quietud, ese da los signos que indican cuando este tipo de oración se produce y la conducta que tener. Notamos al paso que sobrepasamos aquí el tema de la noche activa sobre la pasiva. Mas cómo tratar de la una sin la otra? Juan de la Cruz no cesará, a lo largo de su tratado, de operar estas inevitables digresiones.

En lo que concierne el paso de la meditación a la contemplación y las señales que permiten saber cuándo se necesita dejar el ejercicio de la primera por la quietud de la segunda, Juan de la Cruz da tres de ellas al espiritual:

La primera es ver en sí que ya no puede meditar ni discurrir con la imaginación, ni gustar de ello como de antes solía; antes halla ya sequedad en lo que de antes solía fijar el sentido y sacar jugo.

La segunda es cuando ve no le da ninguna gana de poner la imaginación ni el sentido en otras cosas particulares, exteriores ni interiores. 

La tercera y más cierta es si el alma gusta de estarse a solas con atención amorosa a Dios sin particular consideración, en paz interior y quietud y descanso, y sin actos y exercicios de las potencias... sino sólo con la atención y noticia general amorosa que decimos, sin particular inteligencia y sin entender sobre qué.

Estas tres señales ha de ver en sí juntas por lo menos el espiritual para atreverse seguramente a dejar el estado de meditación y del sentido y entrar en el de contemplación y del espíritu.

Y no basta tener la primera sola sin la segunda, porque podría ser que no poder ya imaginar y meditar en las cosas de Dios como antes fuese por su distracción y poca diligencia ; para lo cual ha de ver también en sí la segunda, que es no tener gana ni apetito de pensar en otras cosas extrañas.

Ni tampoco basta ver en si la primera y segunda señal, si no viere juntamente la tercera, porque, aunque se vea que no puede discurrir ni pensar en las cosas de Dios y que tampoco le da gana pensar en las que son diferentes, podría proceder de melancolía o de algún otro jugo de humor puesto en el cerebro o en el corazón... Contra lo cual ha de tener la tercera, que es noticia y atención amorosa en paz.

# Capítulo-14 El discurso deja de tener sentido

Consciente de la importancia de las señales que acaba de dar, Juan de la Cruz prosigue con el mismo tema en este Capítulo e intenta mostrar su conveniencia.

Por lo que se refiere a la primera señal, que consiste en el asco por la meditación y el discurso, indica que todo el bien espiritual que el alma debía encontrar en las cosas de Dios por esta vía es ya adquirido en sustancia y que la práctica repetida de la meditación acaba por engendrar en el alma la costumbre de la contemplación.

Porque es de saber que el fin de la meditación y discurso en las cosas de Dios es sacar alguna noticia y amor de Dios, y cada vez que por la meditación el alma la saca, es un acto, y así como muchos actos en cualquiera cosa vienen a engendrar hábito en el alma, así muchos actos de estas noticias amorosas que el alma ha ido sacando en veces particularmente vienen por el uso a continuarse tanto, que se hace hábito en ella. Lo cual también Dios suele hacer en muchas almas sin medio destos actos - a lo menos sin haber precedido muchos - poniéndolas luego en contemplación; y así, lo que antes el alma iba sacando en veces por su trabajo de meditar en noticias particulares, y por el uso se ha hecho y vuelto en ella en hábito y sustancia de una noticia amorosa general, no distincta ni particular como antes. Por lo cual, en poniéndose en oración, ya, como quien tiene allegada el agua, bebe sin trabajo en suavidad, sin ser necesario sacarla por los arcaduces de las pesadas consideraciones y formas y figuras; de manera que luego en poniéndose delante de Dios se pone en acto de noticia confusa, amorosa, pacífica y sosegada, en que está el alma bebiendo sabiduría y amor y sabor.

Aquí San Juan de la Cruz acude al mismo símil que Santa Teresa utiliza para explicar los cuatro grados de oración, que explica en “el libro de la Vida”, la del hortelano que comienza sacando el agua trabajosamente del pozo (oración vocal), después por arcaduces (la meditación), después por riego tendido (contemplación) y por último, dejando que la lluvia empape la tierra (quietud).

El alma pues no puede privarse de esta doble señal: asco por la meditación y paz de la contemplación. Le es necesaria esta noticia o advertencia amorosa en general de Dios. Y es porque, si el alma entonces no tuviese esta noticia o asistencia en Dios, seguirse hía que ni haría nada ni tendría nada el alma, porque, dejando la meditación, mediante la cual obra el alma discurriendo con las potencias sensitivas, y faltándole también la contemplación, que es la noticia general que decimos, faltarle hía necesariamente al alma todo exercicio acerca de Dios.

Pero conviene aquí saber que esta noticia general de que vamos hablando es a veces tan sútil y delicada, mayormente cuando ella es más pura y sencilla y perfecta y más espiritual e interior, que el alma, aunque está empleada en ella no la echa de ver ni la siente.
Y por tanto se queda el alma a veces como en un olvido grande, que ni supo dónde se estaba ni qué se había hecho, ni le parece haber pasado por ella tiempo. De donde puede acaecer que se pasen muchas horas en este olvido, y al alma, cuando vuelve en sí, no le parezca un momento o que no estuvo nada.

Y la causa deste olvido es la pureza y sencillez desta noticia, la cual ocupando al alma así la pone sencilla y pura y limpia de todas las aprehensiones y formas de los sentidos y de la memoria por donde el alma obraba en tiempo, y así la deja en olvido y sin tiempo. De donde al alma esta oración le parece brevísima, porque ha estado unida en inteligencia pura, que no está en tiempo, y es la oración breve de que se dice que penetra los cielos (Si 35,21) , porque es breve porque no es en tiempo, y penetra los cielos porque el alma está unida en inteligencia celestial... Lo cual dice David haberle a él acaecido, volviendo en sí del mismo olvido, diciendo : Recordé y halléme hecho como el pájaro solitario en el tejado (Ps 101,8) . Solitario dice, es a saber, de todas las cosas enajenado y abstraído ; y en el tejado, es a saber, elevada la mente en lo alto. Y así, se queda el alma como ignorante de todas las cosas, porque solamente sabe a Dios sin saber cómo. De donde la Esposa declara en los Cantares : "Ego dormio et cor meum vigilat" (Cant 5,2) . Como si dijera : aunque duermo, mi corazón vela.

Pero es de saber que no se ha de entender que esta noticia ha de causar por fuerza este olvido... basta que el entendimiento esté abstraído de cualquiera noticia particular, ahora temporal, ahora espiritual, y que no tenga gana la voluntad de pensar acerca de unas ni de otras, porque entonces es señal que está el alma empleada.

Cuando juntamente se comunica esta noticia a la voluntad - que es casi siempre -, poco o mucho no deja el alma de entender que está empleada y ocupada en esta noticia, por cuanto se siente con sabor de amor en ella, sin saber ni entender particularmente lo que ama. Y por eso la llama noticia amorosa general.

Juan de la Cruz termina su Capítulo excusándose por su extensión: este género de explicación es raramente dado, dice, y era necesario insistir en ello. Hay ahí en efecto consejos importantes para conducirse en la oración. Está tocado también un problema que hará después gastar mucha tinta: el de la contemplación adquirida. No entraremos en el detalle de estos debates. Notamos simplemente que la posición de Juan de la Cruz es equilibrada: equilibrio proveniendo sin duda de su experiencia personal. La resumiremos así : la práctica de la meditación, es decir el uso del discurso religioso en la oración, es una etapa importante que no se puede corto-circuitar. Tanto menos cuanto su práctica conduce al establecimiento de una relación simple y silenciosa con Dios, que Juan de la Cruz llama contemplación. Aquella sin embargo puede realizarse sin largos preámbulos meditativos. Se produce entonces como una suerte de intervención de Dios. Sea lo que sea, que se trate de una contemplación obtenida al término de un uso prolongado de la meditación o sobreviniendo como una gracia imprevista, la contemplación es un conocimiento confuso, amoroso y sosegado que los espirituales deben saber identificar y al cual deben abandonarse.

# Capítulo-15 Tránsito entre la meditación y la contemplación

Volviendo sobre su explicación de la contemplación como hábito adquirido por la práctica repetida de la meditación, Juan de la Cruz precisa en este Capítulo que, en los principios, este hábito no es todavía bien establecido, de manera que los que comienzan a tener esta noticia amorosa en general nunca hayan ya de procurar de tener más meditación, porque a los principios que van aprovechando, ni está tan perfecto el hábito de ella que, luego que ellos quieran, se puedan poner en el acto della, ni por le semejante, están tan remotos de la meditación que no puedan meditar y discurrir algunas veces naturalmente como solían por las formas y pasos que solían, hallando allí alguna cosa de nuevo. Antes a estos principios, cuando por los indicios ya dichos echan de ver que no esté el alma empleada en aquel sosiego y noticia, habrán menester aprovecharse del discurso hasta que vengan en ella a adquirir el hábito que habemos dicho en alguna manera perfecto, que será cuando todas las veces que quieren meditar luego se quedan en esta noticia y paz sin poderlo hacer ni tener gana de hacerlo.

De manera que muchas veces se hallará el alma en esta amorosa o pacífica asistencia sin obrar nada con las potencias... y muchas habrá menester ayudarse blanda y moderadamente del discurso para ponerse en ella. Pero, puesta el alma en ella, ya habemos dicho que el alma no obra nada con las potencias ; que entonces antes es verdad decir que se obra en ella   y que esta obrada la inteligencia y sabor, que no que obre ella alguna cosa, sino solamente tener advertencia el alma con amor a Dios, sin querer sentir ni ver nada. En lo cual pasivamente se le comunica Dios, así como al que tiene los ojos abiertos, que pasivamente, sin hacer él más que tenerlos abiertos, se le comunica la luz ; y este recebir la luz que sobrenaturalmente se le infunde es entender pasivamente.

De donde se sigue claro que, como el alma se acabe de purificar y vaciar de todas las formas e imágenes aprehensibles, se quedará en esta pura y sencilla luz, transformándose en ella en estado de perfección, porque esta luz nunca falta en el alma.

Aprenda el espiritual a estarse con advertencia amorosa en Dios, con sosiego de entendimiento... que es lo que nuestro Señor nos pide por David, diciendo : "Aprended a estaros vacíos de todas las cosas y veréis como yo soy Dios" (Ps 45,11).

# Capítulo-16 Aprehensiones pasivas

Este Capítulo trata de las visiones y aprehensiones que se presentan pasivamente a la imaginación sin que esa haga nada para concebirlas. Pueden provenir de Dios, nos dice Juan de la Cruz, pero también de otras fuentes. Sean lo que sean, el entendimiento no se ha de embarazar ni cebar en ellas, ni las ha el alma de querer admitir ni tener, para poder estar desasida, desnuda, pura y sencilla, sin algún modo y manera, como se requiere para la unión.

Evocando la experiencia mística de Moisés (Nb 12,6s) , al cual Dios hablaba "boca a boca", Juan de la Cruz concluye que se da a entender claro que en este alto estado de unión, no se comunica Dios al alma mediante algún disfraz de visión imaginaria o semejanza o figura, ni la ha de haber ; sino que boca a boca, esto es, esencia pura y desnuda de Dios, que es la boca de Dios en amor, con esencia pura y desnuda del alma, que es la boca del alma en amor de Dios.

Por lo que es de las visiones, añade, si vinieran de Dios, de todos modos harán su efecto y no es requerido aceptarles y complacerse en ellas. Eso no puede más que crear un apego perjudicial al alma. Total, es preferible y más seguro morar en la oscuridad y que sola la fe, que también es oscura, sea luz a que nos arrimemos.

# Capítulo-17 Cuando Dios habla a través de los sentidos

Juan de la Cruz explica aquí la razón que Dios tiene de comunicarse por los sentidos, y más precisamente por las visiones imaginarias. Es, dice, que va perfeccionando el hombre a la manera del hombre, de lo más bajo y exterior hasta lo más alto e interior. Eso dicho, añade, el alma no debe admitir las revelaciones y visiones imaginarias aunque sea Dios que se las ofrece, y eso por dos razones: la una es porque, en toda hipótesis, Dios produce su efecto en el alma, y la otra es que, haciendo así, uno se libera del riesgo y de la pena que hay en discernir las malas visiones de las buenas, lo que no es siempre fácil.

# Capítulo-18 Ataque a los directores espirituales

En este Capítulo, Juan de la Cruz continua sobre el mismo tema de las visiones y revelaciones, pero ataca a los directores espirituales que las recomiendan. Hacen daño a las almas, dice, por dos razones. Primero no las lleva por camino de humildad dándoles ocasión de creerse alguien o algo. Luego, quédanseles las almas puestas en aquellas aprehensiones, y no edificadas en fe, y vacías y desnudas y desasidas de aquellas cosas, para volar en alteza de oscura fe.

Total, falta de humildad, de desapego y de fe, este triple defecto debería retener a los directores espirituales de dar alguna importancia a este género de cosas y de favorecerlas.

# Capítulo-19 No fijar esperanzas en tales conocimientos

Continuando sobre el tema de las visiones y palabras divinas, Juan de la Cruz muestra ahí que quien le da importancia puede equivocarse en su interpretación. Da por eso varios ejemplos sacados de la Biblia en los cuales se ve Dios anunciar o prometer una cosa, y el que recibe el anuncio o la promesa equivocarse sobre el modo de su realización. Concluye que no hay que cebar ideas falsas y esperanzas vanas desde tales conocimientos y que es mejor atenerse a la pureza de espíritu en fe oscura, que es el medio de la unión.

# Capítulo-20 La inteligencia no es segura

Por otra parte, aunque las palabras y profecías de Dios sean siempre verdaderas, su cumplimiento es a veces sometido a condiciones. Y cuando esas cambian, la realización de las profecías se encuentra afectada. Juan de la Cruz da aquí varios ejemplos sacados de la Biblia y concluye: no hay que asegurarse en su inteligencia, sino en fe.

# Capítulo-21 Contra las revelaciones particulares

En este largo Capítulo, Juan de la Cruz prosigue con su argumentación contra las revelaciones particulares que ciertos tientan obtener de Dios. Se ocupa, partiendo de argumentos sacados de la Biblia de mostrar que a Dios no le gusta que se trata con él de esta manera. A veces, dice, condesciende a responder, pero hay en este género de cosas la ocasión para las almas de muchas ilusiones y tentaciones. Total, para hablar globalmente, se ve no gustar Dios de que quieran las tales visiones, pues da lugar a que de tantas maneras sean engañadas en ellas. Luego, es menester atenerse a lo que dicen la simple razón y el evangelio.

# Capítulo-22 Con Cristo, la Palabra está toda ya revelada

Cristo es el Verbo, es la Palabra. Por eso, tras Cristo, Dios no tiene por qué revelar nada más, porque con Cristo todo está ya revelado.
Este Capítulo responde a una objeción: la Biblia nos muestra un cierto número de hombres de Dios interrogando a este y obteniendo de él revelaciones. Entonces porque no seguir haciéndolo? Respuesta : Bajo la antigua ley, sí, mientras la fe no era todavía fundamentada en Jesus-Cristo. Pero ya que está fundada la fe en Cristo y manifiesta la Ley evangélica en esta era de gracia, no hay para qué preguntarle de aquella manera, ni para qué Él hable ya ni responda como entonces, porque en darnos como nos dio a su Hijo, que es una palabra suya - que no tiene otra -, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola palabra, y no tiene más que hablar.

El Capítulo se acaba con el consejo de no fiarse a sí mismo en materia de experiencia religiosa, pero de someter sus experiencias a una mirada ajena, en particular a gente experimentada. Este consejo se dobla con un consejo a los directores espirituales que no deben molestar a las almas. Encamínenlas en la fe, enseñándolas buenamente a desviar los ojos de todas aquellas cosas, y dándoles doctrina en cómo han de desnudar el apetito y espíritu de ellas para ir adelante, y dándoles a entender cómo es más preciosa delante de Dios una obra o acto de voluntad hecho en caridad que cuantas visiones y comunicaciones pueden tener del cielo, pues éstas ni son mérito ni demérito.

# Capítulo-23 Aprehensiones espirituales

Se trata en este Capítulo de las aprehensiones espirituales del entendimiento, es decir de inteligencias, visiones, revelaciones y palabras espirituales comunicadas por Dios directamente, sin el intermedio de los sentidos. Destas, pues, nos conviene desembarazar aquí el entendimiento, encaminándole y enderezándole por ellas en la noche espiritual de fe à la divina y sustancial unión de Dios; porque no se le impida el camino de la soledad y desnudez que para esto se requiere de las cosas.

# Capítulo-24 Luz de Gloria

Juan de la Cruz aborda aquí las visiones espirituales por vía sobrenatural que pueden ser, dice, de sustancias corporales o incorporales. Las primeras son procuradas por el medio de una luz derivada de arriba, las otras gracias a una luz más elevada que se llama luz de gloria (visiones de almas, de ángeles, de la esencia misma de Dios). Pero, añade, es imposible tenerlas en nuestra condición mortal.

Existen sin embargo algunos casos excepcionales en que Dios las acuerda a personas que deben tener un gran papel espiritual. Da por ejemplo Moisés delante de quien Dios hizo pasar su gloria, Elías que la percibió en el Horeb en un dulce silbo de brisa, y san Pablo que fue raptado al tercer cielo. En todos estos casos, Dios debió intervenir para preservar la vida de los visionarios.

Por lo que se refiere a las visiones más comunes, Juan de la Cruz da de ellas una descripción: Es como si se le abriese una clarísima puerta, y por ella viese una luz a manera de un relámpago, cuando en una noche oscura súbitamente esclarece las cosas y las hace ver clara y distintamente y luego las deja a escuras, aunque las formas y figuras de ellas se quedan en la fantasía; lo cual en el alma acaece muy más perfectamente, porque de tal manera se quedan en ella impresas aquellas cosas que con el espíritu vio en aquella luz, que cada vez que advierte las ve en sí como las vio antes... y es de manera que ya aquellas formas de las cosas que vio nunca jamás se le quitan del todo del alma, aunque por tiempo se van haciendo algo remotas.

El efecto que hacen en el alma estas visiones es quietud, iluminación y alegría a manera de gloria, suavidad, limpieza y amor, humildad e inclinación o elevación del espíritu en Dios.

Sin embargo, a pesar de estas reflexiones alentadoras, Juan de la Cruz repite su consejo de atenerse a la sola fe, pues, dice, es ella, esta noticia oscura amorosa, que sirve en esta vida para la divina unión, como la lumbre de gloria sirve en la otra de medio para la clara visión de Dios.

Estas visiones, por cuanto son de criaturas con quien Dios ninguna proporción ni conveniencia esencial tiene, no pueden servir al entendimiento de medio próximo para la unión de Dios; y así conviene al alma haberse puramente negativa en ellas para ir adelante por el medio próximo, que es la fe. De donde, de aquellas formas de tales visiones que se quedan en el alma impresas, no ha de hacer archivo ni tesoro el alma, ni ha de querer arrimarse a ellas... porque, aunque es verdad que la memoria de ellas incita al alma a algún amor de Dios y contemplación, pero mucho más incita y levanta la pura fe y desnudez a escuras de todo eso, sin saber el alma como ni de dónde le viene. Y así, acaecerá que ande el alma inflamada con ansias de amor de Dios muy puro, sin saber de dónde le vienen ni qué fundamento tuvieron, y fue que, así como la fe se arraigó e infundió más en el alma mediante aquel vacío y tiniebla y desnudez de todas cosas o pobreza espiritual - que todo lo podemos llamar una misma cosa -, también justamente se arraiga e infunde más en el alma la caridad de Dios. De donde, cuanto más el alma se quiere escurecer y anihilar acerca de todas las cosas exteriores e interiores que puede recibir, tanto más se infunde de fe y, por consiguiente, de amor y esperanza en ella, por cuanto estas tres virtudes teologales andan en uno.

# Capítulo-25 Introducción a las revelaciones

Este breve Capítulo introduce los que siguen y se refieren a las revelaciones. Juan de la Cruz distingue en ellas las noticias intelectuales y las manifestaciones de secretos y misterios escondidos de Dios.

# Capítulo-26 De las revelaciones intelectuales

Juan de la Cruz aborda aquí las revelaciones intelectuales, a saber las inteligencias de verdades desnudas comunicadas al entendimiento. Son, dice, de dos maneras:

-    unas acaecen al alma acerca del Criador,
-    otras acerca de las criaturas.

Y aunque las unas y las otras son muy sabrosas para el alma, pero el deleite que causan en ella estas que son de Dios no hay cosa a qué le poder comparar, ni vocablos ni términos con qué le poder decir, porque son noticias del mismo Dios y deleite del mismo Dios; que, como dice David, "no hay como Él cosa alguna" (Ps 39,6). Porque acaecen estas noticias derechamente acerca de Dios, sintiendo altísimamente de algún atributo de Dios, ahora de su omnipotencia, ahora de su fortaleza, ahora de su bondad y dulzura, etc.; y todas las veces que se siente se pega en el alma aquello que se siente. Que, por cuanto es pura contemplación, ve claro el alma que no hay como poder decir algo de ello, si no fuese decir algunos términos generales que la abundancia del deleite y bien que allí sintieron les hace decir a las almas por quien pasa.

Y aunque, a veces, en las tales noticias palabras se dicen, bien ve el alma que no ha dicho nada de lo que sintió, porque ve que no hay nombre acomodado para poder nombrar aquello. Y así san Pablo, cuando tuvo aquella alta noticia de Dios, no curo de decir nada, sino decir que no era lícito al hombre tratar de ello (2 Cor 12,4).

Estas noticias divinas que son acerca de Dios nunca son de cosas particulares, por cuanto son acerca del sumo Principio, y por eso no se pueden decir en particular... y estas altas noticias no las puede tener sino el alma que llega a unión de Dios, porque ellas mesmas son la mesma unión, porque consiste en tenerlas en cierto toque que se hace del alma en la divinidad, y así el mismo Dios es el que allí es sentido y gustado ; y, aunque no manifesta y claramente como en la gloria, pero es tan subido y alto toque de noticia y sabor que penetra la sustancia del alma... Aquellas noticias saben a esencia divina y vida eterna.

Hay algunas noticias y toques destos que hace Dios en la sustancia del alma que de tal manera la enriquecen, que no solo basta una de ellas para quitar al alma de una vez todas las imperfecciones que ella no había podido quitar en toda la vida, mas la deja llena de virtudes y bienes de Dios.

Y le son al alma tan sabrosos y de tan íntimo deleite estos toques, que con uno de ellos se daría por bien pagada de todos los trabajos que en su vida hubiese padecido, aunque fuesen innumerables.

Y a estas altas noticias no puede el alma llegar por alguna comparación ni imaginación suya, porque son sobre todo eso; y así, sin la habilidad del alma las obra Dios en ella. De donde, a veces, cuando ella menos piensa y menos lo pretende suele Dios dar al alma estos divinos toques, en que le cause ciertos recuerdos de Dios ; y éstos a veces se causan súbitamente en ella solo en acordarse de algunas cosas, y a veces harto mínimas.

Otras veces acaecen en alguna palabra que dicen u oyen decir, ahora de la Escritura, ahora de otra cosa.

Y por cuanto estas noticias se dan al alma de repente y sin albedrío de ella, no tiene el alma que hacer en ellas en quererlas o no quererlas, sinon háyase humilde y resignadamente acerca de ellas, que Dios hará su obra como y cuando El quisiere.

Y en estas no digo que se haya negativamente como en las demás aprehensiones, porque ellas son parte de la unión en que vamos encaminando al alma, por la cual la enseñamos a desnudarse y desasirse de todas las otras... porque estas mercedes no se hacen al alma propietaria, por cuanto son hechas con muy particular amor de Dios que tiene con la tal alma, porque el alma también se le tiene a El muy desapropiado.

La segunda manera de noticias o visiones de verdades interiores es muy diferente desta que habemos dicho, porque es de cosas más bajas que Dios y en éstas se encierra el conocimiento de la verdad de las cosas en sí y el de los hechos y casos que acaecen entre los hombres.

Las personas perfectas o las que ya van aprovechando en perfección muy ordinariamente suelen tener ilustración y noticia de las cosas presentes o ausentes ; lo cual conocen por el espíritu que tienen ya ilustrado y purgado.

Por lo que se refiere a estas revelaciones, Juan de la Cruz vuelve aquí a su estrategia habitual: Diré que haya gran cuidado en negarlas siempre, queriendo caminar a Dios por el no saber.

# Capítulo-27 Manifestación de los secretos escondidos

Este Capítulo habla de la manifestación de secretos escondidos, secretos concerniendo sea Dios en si mismo (su Trinidad, su unidad), sea lo que es en sus obras. Estas revelaciones no se hacen sólo con palabras, sino también con muchas suertes de figuras, imágenes y semejanzas... Prestan mucho a ilusión, y aunque no lo hiciesen, sería más preferible para el alma atenerse a la oscuridad de la fe. Total, de todas ellas se debe guardar el alma para caminar pura y sin error en la noche de la fe a la unión.

# Capítulo-28 De las locuciones interiores

Este Capítulo es destinado a introducir los siguientes que conciernen las locuciones interiores. Precisa que existen tres suertes de ellas: las palabras sucesivas que el espíritu recogido forma en sí mismo, las palabras formales que recibe de fuera, que sea recogido o no, y las palabras sustanciales que efectúan lo que significan en la sustancia del alma.

# Capítulo-29 De las palabras sucesivas

Se trata aquí de las palabras sucesivas que llegan cuando el espíritu está recogido y reflexiona sobre algunas cosas. Estas palabras, él las saca de su reflexión bajo la inspiración del Espíritu Santo, pero le parece que proceden de una tercera persona. Juan de la Cruz pide de no hacerles caso y de no buscarlas, porque pueden prestar a confusión y vanidad.

Porque lo que no engendra humildad y caridad y mortificación y santa simplicidad y silencio...? qué puede ser? Digo, pues, que esto puede estorbar mucho para ir a la divina unión, porque aparta mucho al alma, si hace caso de ello, del abismo de la fe en que el entendimiento ha de estar oscuro, y oscuro ha de ir por amor en fe y no por mucha razón.

El entendimiento no puede hallar otro mayor recogimiento que en fe, y así no la alumbrará el Espíritu Santo en otra cosa más que en fe, porque cuanto más pura y esmerada está el alma en fe, más tiene de caridad infusa de Dios.

En estas palabras sucesivas, se le comunica sabiduría de una o dos o tres verdades... y en la otra se le comunican toda la Sabiduría de Dios generalmente, que es el Hijo de Dios, que se comunica al alma en fe.

En el abismo de la fe, sobrenatural y secretamente enseña Dios al alma y la levanta en virtudes y dones como ella no sabe.
Quedemos, pues, en esta necesaria cautela... Que no hagamos caudal de nada de estas palabras sucesivas, sino sólo de saber enderezar la voluntad con fortaleza a Dios, obrando con perfección su ley y sus santos consejos, que es la sabiduría de los santos.

# Capítulo-30 De las palabras interiores formales

Trata de las palabras interiores formales, es decir dichas formalmente al espíritu por un tercero. Se diferencian de las precedentes porque pueden llegar fuera de toda reflexión y de todo recogimiento.   De hecho, no hacen un gran efecto en el alma. Juan de la Cruz aconseja de no hacerles más caso que de la palabras sucesivas, porque, demás de que ocuparía el espíritu de lo que no es legítimo y próximo medio para la unión de Dios, que es la fe, podría facilísimamente ser engañada... La principal doctrina es no hacer caso dello en nada.

# Capítulo-31 De las palabras sustanciales

Este Capítulo no es muy largo, pero es importante. Trata del tercer género de palabras que el alma puede oír interiormente: las palabras sustanciales. La particularidad de la palabra sustancial es que hace efecto vivo y sustancial en el alma... imprime sustancialmente en ella aquello que ella significa.... hace sustancialmente en el alma aquello que le dice. Tal como si nuestro Señor dijese al alma: "No temas", luego sentiría gran fortaleza y tranquilidad... Y a este talle hace locuciones a algunas almas, sustanciales, y son de tanto momento y precio, que le son al alma vida y virtud y bien incomparable, porque le hace más bien una palabra de estas que cuanto el alma ha hecho toda su vida .

Acerca déstas, no tiene al alma que hacer ni que querer, ni que no querer, ni que desechar, ni que temer. No tiene que hacer en obrar lo que ellas dicen, porque estas palabras sustanciales nunca se las dice Dios para que ella las ponga por obra, sino para obrarlas en ella. Y digo que no tiene que querer ni no querer, porque ni es menester su querer para que Dios las obre, ni basta con no querer para que dejen de hacer el dicho efecto; sino háyase con resignación y humildad en ellas. No tiene que desechar, porque el efecto dellas queda sustanciado en el alma y lleno del bien de Dios, al cual, como le recibe pasivamente, su acción es menos en todo.

Y así, estas palabras sustanciales sirven mucho para la unión del alma con Dios, y cuanto más interiores, más sustanciales son, y más aprovechan. Dichosa el alma a quien Dios la hablare. "Habla, Señor, que tu siervo oye" (I R 3,10).

# Capítulo-32 De los sentimientos interiores

Este Capítulo, nos dice Juan de la Cruz, es un poco fuera de contexto porque trata de un tema que será reanudado más lejos, a saber de los sentimientos interiores que Dios comunica al alma. Sin embargo, habla de estos aquí porque pueden redundar en la inteligencia en conocimiento, es decir en un subidísimo y sabrosísimo sentir de Dios.

Estos sentimientos son de dos suertes según que son comunicados por Dios a la voluntad o en la sustancia del alma. No dependen de las obras de ésta o de reflexiones que puede tener, pero le son dadas gratuitamente, sin motivo aparente. Sin embargo, algunas buenas disposiciones no son inútiles.

De hecho, el alma no tiene nada que hacer ni buscar. Háyase resignada, humilde y pasivamente en ellas; que, pues pasivamente las recibe de Dios, El se las comunicará cuando El fuere servido, viéndola humilde y desapropiada... El provecho que estas noticias hacen es grande, porque todos estos toques son de unión, la cual pasivamente se hace en el alma.

Libro Tercero
La noche activa de la memoria y la voluntad

Resumen

En que se trata de la purgación de la Noche activa de la memoria y voluntad. Dase doctrina cómo se ha de haber el alma acerca de las aprehensiones de estas dos potencias para venir a unirse con Dios, según las dichas dos potencias, en perfecta esperanza y caridad. 
# Capítulo-1 La purificación de la memoria

Este Capítulo introduce los siguientes, precisando de que van hablar. Después de haber largamente disertado sobre la purificación de la inteligencia por la fe, Juan de la Cruz aborda aquí la de la memoria y de la voluntad: las dos otras facultades espirituales del alma. Precisa que se extenderá menos porque lo esencial ha sido dicho en los dos libros precedentes y porque no es posible que si el espiritual instruyere bien al entendimiento en fe según la doctrina que se le ha dado, no instruya también de camino a las otras dos potencias en las otras dos virtudes, pues las operaciones de las unas dependen de las otras.

La instrucción concernirá primeramente la memoria que puede tener tres objetos: naturales, imaginarios y espirituales; y luego se tratará de las afecciones de la voluntad, con que se concluirá este Libro Tercero de la Noche activa espiritual.

# Capítulo-2 Dejar hacer a Dios

Juan de la Cruz empieza este Capítulo trayendo una precisión a lo que va a decir. Eso no concierne, dice, los principiantes en la vía espiritual que necesitan conocimientos discursivos y apoyos sensibles, concretos, para avanzar. Estas personas deben ejercitarse a la meditación y a la reflexión. Lo que es dado aquí es una doctrina para pasar más allá de estos ejercicios de la meditación hasta la contemplación y la unión con Dios. Conviene para eso desembarazar el alma de sus conocimientos y de sus operaciones habituales para dejar lugar a la infusión y a la acción de Dios.

Y así, siendo verdad que a Dios el alma antes le ha de ir conociendo por lo que no es que por lo que es, de necesidad para ir a El ha de ir negando y no admitiendo hasta lo último que pudiere negar de sus aprehensiones, así naturales como sobrenaturales.   Por lo cual así lo haremos ahora en la memoria, sacándola de sus limites y juicios naturales y subiéndola sobre sí, esto es, sobre toda noticia distinta y posesión aprehensible, en suma esperanza de Dios incomprehensible.

Las noticias naturales en la memoria son todas aquellas que puede formar de los objetos de los cinco sentidos corporales, que son : oír, ver oler, gustar y palpar, y todas las que a este talle ella pudiere fabricar y formar. Y de todas estas noticias y formas se ha de desnudar y vaciar, y procurar perder la aprehensión imaginaria de ellas, de manera que en ella no le dejen impresa noticia ni rastro de cosa, sino que se quede calva y rasa, como si no hubiese pasado por ella, olvidada y suspendida de todo.

Dios no tiene forma ni imagen que pueda ser comprehendida de la memoria, de aquí es que, cuando está unida con Dios, se queda sin forma y sin figura, perdida la imaginación y embebida la memoria en un sumo bien, en grande olvido, sin acuerdo de nada.

Este olvido es tal que el alma necesita a veces hacerse violencia para acordarse de algo, nota Juan de la Cruz. Sin embargo, precisa, eso ocurre sobretodo en el principio de estos toques de unión en la memoria. Después, estas suspensiones desaparecen y Dios asegura el mismo los recuerdos necesarios . Poseyendo ya Dios las potencias como ya entero señor de ellas por la transformación de ellas en sí, El mismo es el que las mueve y manda divinamente según su divino espíritu y voluntad...

 Y de aquí es que las obras de las tales almas sólo son las que convienen y son razonables, y no las que no convienen ; porque el espíritu de Dios las hace saber lo que han de saber, y ignorar lo que conviene ignorar, y acordarse de lo que se han de acordar sin formas o con formas y olvidar lo que es de olvidar, y las hace amar lo que han de amar y no amar lo que no es en Dios.

Es verdad que Dios la ha de poner en este estado sobrenatural, mas que ella, cuanto es en sí, se ha de ir disponiendo, lo cual puede hacer naturalmente, mayormente con la ayuda que Dios va dando ; y así, al modo que de su parte va entrando en esta negación y vacío de formas, la va Dios poniendo en la posesión de la unión.

El modo necesario para que activamente la memoria, cuanto es de su parte, se ponga en esta noche y purgación es que ordinariamente el espiritual tenga esta cautela : En todas las cosas que oyere, viere, o oliere, gustare o tocare, no haga archivo ni presa de ellas en la memoria, sino que las deje luego olvidar... de manera que no le quede en la memoria alguna noticia ni figura de ellas, como si en el mundo no fuesen, dejando la memoria libre y desembarazada.

# Capítulo-3 Inconvenientes de la memoria

Este Capítulo señala tres inconvenientes que se producen cuando el alma utiliza los conocimientos que ha memorizado. Primero, hay el de caer en muchos errores, juicios inadecuados y pérdidas de tiempo. Luego, los conocimientos de la memoria engendran apetitos, temores, esperanzas, gozos vanos... de todos los cuales daños no habrá quien bien se libre, si no es cegando y oscureciendo la memoria acerca de todas las cosas... y mejor se vence todo de una vez negando la memoria en todo.

El tercer inconveniente es que el uso de la memoria impide la unión divina. Total, mejor es aprender a poner las potencias en silencio y callando para que hable Dios... Aquí a todas las cosas cerramos la memoria, haciendo que quede callada y muda, y sólo el oído del espíritu en silencio a Dios, diciendo con el profeta : "Habla, Senor, que tu siervo oye" (1R 3,10) .

Estése, pues, cerrado sin cuidado y pena... No pierda el alma cuidado de orar y espere en desnudez y vacío, que no tardará su bien. 
# Capítulo-4 Uso inmoderado de los recuerdos

Este breve  Capítulo trata del daño que puede causar el demonio por la vuelta de los conocimientos memorizados. Esta referencia al demonio, frecuente en la época de Juan de la Cruz, tiene de hecho el fin de mostrar cuantas tristezas, aflicciones y vanos gozos pueden nacer para los espirituales de un uso inmoderado de los recuerdos, y la disipación que puede entonces producirse, haciéndolos también grandemente distraer del sumo recogimiento, que consiste en poner toda el alma, según sus potencias, en sólo el bien incomprehensible.

# Capítulo-5 La paz interior y el olvido de la memoria

Este  Capítulo trata del daño privativo que constituye el uso de la memoria en cuanto al bien moral y al bien espiritual. El bien moral consiste a controlar las pasiones y los apetitos. Ahora bien, si se dejan los recuerdos, nunca le nacen al alma turbaciones de la memoria, porque, olvidadas todas las cosas, no hay cosa que perturbe la paz ni que muevan los apetitos, pues, como dicen, lo que el ojo no ve, el corazón no lo desea. Por otra parte, si este bien moral, esta moderación de las pasiones falta, el alma es incapaz del bien espiritual, que no se imprime sino en el alma moderada y pacificada.

Fuera de eso, si el alma retiene y hace caso de las aprehensiones de la memoria,   visto que no puede ser atentiva sino a una cosa a la vez, no es posible que sea libre por el incomprehensible que es Dios.

# Capítulo-6 Déjate en paz

Este Capítulo es un pequeño tratado de sabiduría en lo que muestra el gran sosiego y la tranquilidad de espíritu que adviene al alma que pone en descanso la agitación de su memoria, disponiéndola así a ser movida por el Espíritu de Dios.

En efecto, en el olvido y vacío de todos los pensamientos y noticias de la memoria... el alma goza de tranquilidad y paz de animo... y en esto tiene gran disposición para la sabiduría humana y divina y virtudes... Líbrase de muchas sugestiones y tentaciones y movimientos del demonio... y tiene en sí, mediante este olvido y recogimiento de todas las cosas, disposición para ser movida del Espíritu Santo y enseñada por El.

Pero, aunque otro provecho no se siguiese al hombre que las penas y turbaciones de que se libra por este olvido y vacío de memoria, era gran ganancia y bien para él ; pues que las penas y turbaciones que de las cosas y casos adversos en el alma se crían de nada sirven ni aprovechan para la bonanza de los mismos casos y cosas, antes de ordinario no sólo a éstos, sino a la misma alma dañan. Por lo cual dijo David : "De verdad, vanamente se conturba todo hombre" (Ps 38,7) , porque claro está que siempre es vano el conturbarse, pues nunca sirve para provecho alguno, y así, aunque todo se acabe y se hunda y todas las cosas sucedan al revés y adversas, vano es el turbarse, pues, por eso, antes se dañan más que se remedian. Y llevarlo todo con igualdad tranquila y pacífica, no sólo aproveche al alma para muchos bienes, sino también para que en esas mesmas adversidades se acierte mejor a juzgar de ellas y ponerles remedio conveniente.

De donde, conociendo bien Salomón el daño y provecho desto dijo : "Conocí que no había cosa mejor para el hombre que alegrarse y hacer bien en su vida" (Si, 3,12) ; donde da a entender que en todos los casos, por adversos que sean, antes nos habemos de alegrar que turbar, por no perder el mayor bien que toda la prosperidad, que es la tranquilidad del ánimo y paz en todas cosas adversas y prósperas, llevándolas todas de una manera.

# Capítulo-7 Aprehensiones imaginarias de la memoria

A más memoria, menos esperanza. A menos memoria, más esperanza.

Este Capítulo trata de las aprehensiones imaginarias sobrenaturales que la memoria puede retener en sí, a saber de las visiones, revelaciones, palabras y sentimientos que llegan a ella por vía sobrenatural. Juan de la Cruz repite aquí su argumento básico contra todo apego a conocimientos particulares, a saber que el alma más presa hace en alguna aprehensión natural o sobrenatural distinta y clara, menos capacidad y disposición tiene en si para entrar en el abismo de la fe, donde todo lo demás se absorbe, porque ningunas formas ni noticias sobrenaturales que pueden caer en la memoria son Dios, y de todo lo que no es Dios se ha de vaciar el alma para ir a Dios; luego también la memoria de todas estas formas y noticias se ha de deshacer para unirse con Dios en esperanza, porque toda posesión es contra esperanza, la cual, como dice san Pablo, es de lo que no se posee (He 11,1) .

De donde, cuanto más la memoria se desposee, tanto más tiene de esperanza, y cuanto más de esperanza tiene, tanto más tiene de unión de Dios, porque acerca de Dios, cuanto mas espera el alma, tanto más alcanza, y entonces espera más cuando se desposee más, y cuando se hubiere desposeido perfectamente, quedará con la posesión de Dios en unión divina.

# Capítulo-8 Daños del conocimiento sobrenatural

Este breve Capítulo hace el inventario de los daños que los conocimientos sobrenaturales pueden hacer en el alma. Hay cinco:

1.    Puede equivocarse,
2.    Concebir vanidad,
3.    Dejarse colocar en la trampa por el demonio,
4.    Desviar de la esperanza que une a Dios y
5.    Jugar bajamente de ese.

Todo eso debería convencerla de no prestar atención a estas noticias. El primer riesgo concierne pues la posibilidad de equivocarse respecto a ellas. De hecho, todo cuanto ellas son en sí no le pueden ayudar al amor de Dios tanto cuanto el menor acto de fe viva y esperanza que se hace en vacío y renunciación de todo.

# Capítulo-9 2º daño: El peligro de la vanidad

Trata, a propósito de las aprehensiones precedentes, del segundo peligro que concierne la vanidad. El que hace caso de ellas tiene la ocasión en la mano de pensar que ya es algo, pues tiene aquellas comunicaciones sobrenaturales. Así nace el orgullo espiritual y el desprecio del prójimo que no las tiene. Es entonces parecido al fariseo del evangelio que agradecía de no ser como los demás hombres. 
De hecho, la virtud no está en las aprehensiones y sentimientos de Dios, por subidos que sean... sino en mucha humildad. Todas las visiones y revelaciones y sentimientos del cielo no valen tanto como el menor acto de humildad, la cual tiene los efectos de la caridad... Pues, conviene a los espirituales que no les hinchan el ojo estas aprehensiones sobrenaturales, sino que las procuren olvidar para quedar libres.

# Capítulo-10 3er daño: del demonio con las aprehensiones

Está aquí la cuestión del tercer daño que el demonio puede causar por medio de las aprehensiones imaginarias de la memoria. Se trata de hecho del apego que puede nacer en el alma por lo que concierne el gusto, sabor y deleite en el sentido acerca de las mismas cosas de Dios, para que el alma, enmelada y encandilada en aquel sabor, se vaya cegando con aquel gusto y poniendo los ojos más en el sabor que en el amor, y que haga más caso de la aprehensión que de la desnudez y vacío que hay en la fe y esperanza y amor de Dios. Además, añade Juan de la Cruz, no es necesario para eso que el demonio se meta en el asunto.

# Capítulo-11 4º daño: El impedimento de la unión

El cuarto daño que el alma puede recibir de las aprehensiones sobrenaturales de la memoria es impedirle la unión. Juan de la Cruz dice haber ya hablado de eso y no se extiende. Así, para que el alma se venga a unir con Dios en esperanza, ha de renunciar toda posesión de la memoria.

# Capítulo-12 5º daño: juzgar bajamente a Dios

Quinto y último daño posible: juzgar de Dios baja e impropiamente. Es cosa muy fácil juzgar del ser y alteza de Dios menos digna y altamente de lo que conviene a su incomprehensibilidad... porque las criaturas, ahora terrenas, ahora celestiales, y todas las noticias e imágenes distintas, naturales y sobrenaturales, que pueden caer en las potencias del alma, por altas que sean ellas en esta vida, ninguna comparación ni proporción tienen con el ser de Dios, por cuanto Dios no cae debajo de género y especie... Que por eso dice san Juan que ninguno jamás vio a Dios (1,18) ; e Isaías, que no subió en corazón de hombre cómo sea Dios (64,4).

# Capítulo-13 Descanso del espíritu

En este Capítulo, Juan de la Cruz completa su reflexión precedente mostrando que además de evitar los cinco daños de los que ha hablado, el hecho de rechazar las aprehensiones imaginarias de la memoria lleva un gran descanso y una quietud para el espíritu. Pues entonces, ella no tiene más a preocuparse de saber si son buenas o malas y lo que hay que hacer con ellas. El tiempo así reservado puede entonces emplearse a un más util ejercicio que es el de dirigir la voluntad a Dios y buscar la desnudez y pobreza espiritual.
Eso dicho, Juan de la Cruz vuelve sobre una objeción que se podría hacerle, a saber: si Dios acuerda comunicación a la imaginación humana, debe tener sus razones. Por qué sería necesario privarse de ellas? Su respuesta, la adivinamos, es siempre la misma: no ha que complacerse en estos conocimientos los cuales, si vienen de Dios, hacen necesariamente su efecto en el alma. Si ésta se para a ellas, corre los riesgos enumerados más arriba.

El Capítulo se acaba sobre una reserva en la cual Juan de la Cruz reintroduce una distinción entre aprehensiones imaginarias fugitivas y aprehensiones formales (visiones, palabras, sentimientos o revelaciones) que se graban profundamente en el alma. Estas últimas, según él, merecen un tratamiento un poco diferente.

Cuando acaeciere a alguna alma tener en sí las dichas figuras formalmente, bien podrá acordarse de ellas para el efecto de amor que dije, porque no le estorbarán para la unión de amor en fe, como no quiera embeberse en la figura, sino aprovecharse del amor, dejando luego la figura, y así, antes le ayudará.

Por lo que es diferenciar estas aprehensiones formales, mas bien raras, de las otras que no lo son,   puédense conocer por los efectos. 
# Capítulo-14 Aprehensiones del entendimiento

Juan de la Cruz habla aquí para terminar de los conocimientos puramente espirituales, es decir que no pasan por los sentidos y la imaginación. De hecho, ha ya hablado de estos en el Capítulo veinticuatro de su segundo libro, como aprehensiones del entendimiento. Aquí, trata de ellos en cuanto pueden caer en la memoria. Pero, quiere ser breve.

Recuerda primero que este género de noticias es de dos maneras: unas increadas y otras de criaturas. Estas últimas, dice, son formales, es decir son comunicadas al alma por una forma.

Cuando le hicieren buen efecto se puede acordar de ellas, no para quererlas retener en sí, sino para avivar el amor y noticia de Dios ...   Mas de las increadas digo que se procure acordar las veces que pudiere, porque le harán grand efecto, pues, como allí dijimos, son toques y sentimientos de unión de Dios, que es donde vamos encaminando al alma, y desto no se acuerda la memoria por alguna forma, imagen o figura que imprimiesen en el alma, porque no la tienen aquellos toques y sentimientos de unión del Criador, sino por el efecto que en ella hicieron de luz, amor, deleite y renovación espiritual, etc., de las cuales, cada vez que se acuerda, se renueva algo desto. 
# Capítulo-15 Sobre la devoción a las imágenes de los templos

Este Capítulo cierra lo que concierne la memoria y recapitula el modo que el espiritual debe tener tocando esta facultad. Juan de la Cruz empieza por dar de nuevo su principio básico concerniéndola:

Pues lo que pretendemos es que el alma se una con Dios según la memoria en esperanza, y que lo que se espera es de lo que no se posee... cuanto más el alma desaposesionare la memoria de formas y cosas memorables que no son Dios, tanto más pondrá la memoria en Dios y más vacía la tendrá para esperar dél el lleno de su memoria ; lo que ha de hacer, pues, para vivir en entera y pura esperanza de Dios, es que todas las veces que le ocurrieren noticias, formas e imagenes distintas, sin hacer asiento en ellas vuelva luego el alma a Dios en vacío de todo aquello memorable con afecto amoroso, no pensando ni mirando en aquellas cosas más de lo que le bastan las memorias de ellas para entender y hacer lo que es obligado si ellas fuere de cosa tal ; y esto sin poner en ellas afecto ni gusto, por que no dejen efecto de sí en el alma ; y así, no ha de dejar el hombre de pensar y acordarse de lo que debe hacer y saber, que, como no haya afecciones de propiedad, no le harán daño.

Este Capítulo se acaba con una reserva concerniendo las imágenes propuestas por la lglesia en el culto. Juan de la Cruz piensa que su uso es útil. Con tal que la memoria no repare en ellas más que para esto, siempre le ayudarán a la unión de Dios, como deje volar al alma (cuando Dios la hiciere merced) de lo pintado a Dios vivo, en olvido de toda criatura y cosa de criatura.

# Capítulo-16 Inicio de la noche activa de la voluntad

Juan de la Cruz aborda aquí la última parte de su pedagogía purificadora, aquella concerniendo la voluntad. Toma por hilo director el primer mandamiento: "Amarás a Dios de todo tu corazón, de toda tu alma y de toda tu fortaleza !" (Dt 6,5) precisando que en él se contiene todo lo que el hombre espiritual debe hacer para que de veras llegue a Dios por unión de voluntad por medio de la caridad. Por eso, dice, el alma ha de purgar la voluntad de todas sus afecciones desordenadas, de donde nacen los apetitos, afectos y operaciones desordenadas... Estas afecciones o pasiones son cuatro, es a saber : gozo, esperanza, dolor y temor. De hecho, no se trata de suprimir estas pasiones, cosa imposible, mas de ponerlas en obra de razón en orden a Dios.

Todo el negocio para venir a unión de Dios está en purgar la voluntad de sus afecciones y apetitos, porque así, de voluntad humana y baja, venga a ser voluntad divina, hecha une mesma cosa con la voluntad de Dios.

Estas cuatro pasiones tanto más reinan en el alma y la combaten cuanto la voluntad esta menos fuerte en Dios y más pendiente de criaturas, porque entonces con mucha facilidad se goza de cosas que no merecen gozo, y espera lo que no aprovecha , y se duele de lo que, por ventura, se había de gozar, y teme donde no hay que temer.

Están tan aunadas y tan hermanadas entre sí estas cuatro pasiones del alma, que donde actualmente va la una, las otras también van virtualmente... si la voluntad se goza de alguna cosa, consiguientemente a esa mesma medida la ha de esperar, y virtualmente va allí incluido el dolor y temor acerca de ella, y a la medida que de ella va quitando el gusto, va también perdiendo el temor y dolor de ella y quitando la esperanza... Total, donde fuere tu esperanza, irá tu gozo, y temor, y dolor.

Todo eso aflige al alma con sus prisiones y no la deja volar a la libertad y descanso de la dulce contemplación y unión. Que, por eso, te dijo Boecio que, si querías con luz clara entender la verdad, echases de ti los gozos y la esperanza y temor y dolor, porque, en cuanto estas pasiones reinan, no dejan estar al alma con la tranquilidad y paz que se requiere para la sabiduría que natural y sobrenaturalmente puede recebir.


# Capítulo-17 Sobre el gozo

Juan de la Cruz empieza a tratar allí del gozo, del cual distingue dos suertes: activa y pasiva. El gozo activo es un contentamiento de la voluntad con estimación de alguna cosa que tiene por conveniente... es cuando el alma entiende distinta y claramente de lo que se goza... Hay otro tipo de gozo, el gozo pasivo, en que se puede hallar la voluntad gozando sin entender cosa clara y distinta de qué sea el tal gozo, no estando en su mano tenerle o no tenerle. Ahora diremos del gozo en cuanto es activo y voluntario de cosas distintas y claras.

El gozo puede nacer de seis géneros de cosas o bienes, conviene a saber : temporales, naturales, sensuales, morales, sobrenaturales y espirituales, acerca de los cuales habemos de ir por su orden poniendo la voluntad en razón, para que no embarazada con ellos deje de poner la fuerza de su gozo en Dios... La voluntad no se debe gozar sino sólo de aquello que es gloria y honra de Dios, y la mayor honra que le podemos dar es servirle según la perfección evangélica.

# Capítulo-18 Gozo en los bienes temporales

Trata del gozo proviniendo de los bienes temporales, es decir de las riquezas, estatutos, niños, padres, matrimonios... Sería vano alegrarse de ellos, visto que no renden mejor servidor de Dios, y peligroso de atarse a ellos, pues entonces causan el olvido de Dios. Es por eso que el Evangelio señala   "Cuán dificultosamente entrarán en el reino de los cielos los que tienen riquezas". (Mt 19, 23) Y que David   dice : "Si abundaren las riquezas, no pongaís en ellas el corazón." (Ps 61,11) Si por alguna vía se sufre gozarse en ellas, es cuando se expenden y emplean en servicio de Dios ; pues de otra manera no sacará de ellas provecho.

Igualmente, hay poca razón alegrarse de los niños, de una mujer ou de un marido, añade Juan de la Cruz, si no sirven a Dios y no ayudan a servirlo.

Total, la piedra de toque de un gozo particular sano es su acuerdo fundamental con la gloria y el servicio de Dios. Queda precisar en qué consiste esta gloria. Si, come lo dice Gregorio de Nazianze, "La gloria de Dios, es el hombre vivo", entonces todo lo que ayuda al hombre a alcanzar su plenitud, contribuye a esta gloria.

# Capítulo-19 Del daño en el gozo de los bienes temporales

Este Capítulo trata de los daños que hay poniendo su gozo en los bienes temporales. Juan de la Cruz dice que son tales que si debía enumerarlos todos , ni tinta ni papel bastaría, y el tiempo sería corto... Todos estos daños tienen raíz y origen en un daño privativo principal que hay en este gozo, que es apartarse de Dios. Se pueden repartir en cuatro categorías según el grado de alejamiento de Dios que provocan.

El primer daño es un oscurecimiento del espíritu en lo que concierne las cosas de Dios, oscurecimiento que afecta también la capacidad del alma en lo que se refiere al conocimiento de la verdad y al juicio de cada cosa.

El segundo daño deriva del primero. Proviene del hecho que habiendo dejado la brida al gozo en los bienes criados, el apetito de estos bienes se dilata y se extiende, y por consiguiente el alejamiento de Dios aumenta. Todo el espíritu y el deseo del alma corren entonces hacia las cosas temporales... y se   van más apartando de la justicia y de las virtudes.

El tercer grado deste daño privativo es dejar a Dios del todo, por no faltar a las cosas y bienes del mundo . Produce avaros insaciables a quienes   Dios, por Jeremias, decía : "Dejáronme a mí, que soy fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas, que no pueden tener aguas." ( Jr 2,13)

El cuarto grado de este daño es transformar el dinero en ídolo hasta hacer olvidar completamente a Dios. Los que llegan aquí se vuelven en siervos que el Dinero persigue a muerte, haciéndoles vivir muriendo, en penas y miserias sin número, alejando el gozo de su corazón.

# Capítulo-20 Del provecho en los desapegos

Después de haber hablado de los daños que procura el apego a las cosas temporales, Juan de la Cruz trata en este Capítulo de los provechos que hay en desapegarse de ellos. La primera cosa que hay que ver es que no se debe abrir la puerta a un principio de apego, pues entonces, pasa uno rapidamente del poco al mucho.

El que lo poco evita no caerá en lo mucho ; mas en lo poco hay gran daño, pues está ya entrada la cerca y la muralla del corazón y como dice el adagio : el que comienza, la mitad tiene hecho. Por lo cual nos avisa David diciendo que, «aunque abunden las riquezas, no les apliquemos el corazón» (Ps 61,11)

Lo cual , añade Juan de la Cruz, aunque el hombre no hiciese por su Dios, por los provechos que temporalmente se le siguen había de libertar perfectamente su corazón de todo gozo acerca de lo dicho... En quitar el gozo de los bienes temporales adquiere virtud de liberalidad, la cual en ninguna manera se puede tener con codicia. Además desto, adquiere libertad de ánimo, claridad en la razón, sosiego, tranquilidad y confianza pacífica en Dios...

Adquiere mas gozo y recreación en las criaturas con el desapropio dellas, el cual no se puede gozar en ellas si las mira con asimiento de propiedad, porque éste es un cuidado que como lazo ata al espíritu en la tierra y no le deja anchura de corazón ; en el desasimiento de la cosas, adquiere más clara noticia de ellas para entender bien las verdades acerca dellas, así natural como sobrenaturalemente ; por lo cual las goza muy diferentemente que el que está asido a ellas, con grandes ventajas y mejorías.

Gózase, pues, éste en todas las cosas, no teniendo el gozo apropiado a ellas, como si las tuviese todas ; y esotro, en cuanto las mira con particular aplicación de propiedad, pierde todo el gusto de todas en general ; éste, en tanto que ninguna tiene en el corazón, las tiene, como dice San pablo, todas en gran libertad (2 Cor 6,10), esotro, en tanto que tiene dellas algo con voluntad asida, no tiene ni posee nada, antes ellas le tienen poseído a él el corazón, por lo cual, como cautivo, pena... a esotro todo se le suele ir en dar vueltas y revueltas sobre el lazo a que está asido y apropiado su corazón.

Hay otro provecho muy grande y principal en desasir el gozo de las criaturas, que es dejar el corazón libre para Dios, que es principio dispositivo para todas las mercedes que Dios le ha de hacer, sin la cual disposición no las hace.

# Capítulo-21 Del gozo en los bienes naturales

Este Capítulo trata del gozo que se saca de los bienes naturales, es decir de la belleza y de otras cualidades corporales y morales como la inteligencia, la discreción y otros dones del espíritu. Juan de la Cruz pide no sacar vanidad y no servirse de ellos para seducir al prójimo y apartarle a Dios. Si uno debe alegrarse con ellos, dice, es porque son gracias y reflejos de Dios, el cual es en Sí todas esas hermosuras y gracias eminentísimamente en infinito...

# Capítulo-22 Del daño en el apego a los bienes naturales

Juan de la Cruz describe en este Capítulo seis daños que provocan el apego a los bienes naturales.

El primero es vanagloria, presunción, soberbia y desestima del proximo ; porque no puede uno poner los ojos de la estimación en una cosa que no los quite de las demás.
El segundo es que mueve el sentido a complacencia y deleite sensual y lujuria.
El tercero es hacer caer en adulación y alabanzas vanas.
El cuarto es general, porque se embota mucho la razón y el sentido del espíritu.
El quinto es distracción de la mente en criaturas.
El sexto es que el espíritu tenga tedio grande y tristeza en las cosas de Dios.

Hecha esta enumeración, Juan de la Cruz vuelve al segundo daño concerniendo la exacerbación de la sensualidad.

El atractivo poderoso que exerce la hermosura natural puede en efecto causar daños grandes, pues que cada día por esta causa se ven tantas muertes de hombres, tantas honras perdidas, tantos insultos hechos, tantas haciendas disipadas, tantas emulaciones y contiendas, tantos adulterios, estupros y fornicios cometidos.

Concluyamos, pues, poniendo el documento necesario contra esta ponzoña, y sea que, luego que el corazón se sienta mover de este vano gozo de bienes naturales, se acuerde cuán vana cosa es gozarse de otra que de servir a Dios.

# Capítulo-23 Del desapego de esos bienes naturales

Después de haber tratado de los daños del apego a los bienes naturales, Juan de la Cruz trata aquí de las ventajas que tiene el espiritual a desapegarse de ellos.

No aficionándose a ninguno por los bienes naturales aparentes, que son engañadores, le queda el alma libre y clara para amarlos a todos racional y espiritualmente, como Dios quiere que sean amados. En lo cual se conoce que ninguno merece amor si no es por la virtud que hay en él. Y cuando de esta suerte se ama, es muy según Dios y aun con mucha libertad; y si es con asimiento, es con mayor asimiento de Dios, porque entonces, cuanto más crece este amor, tanto más crece el de Dios, y cuanto más el de Dios, tanto más este del prójimo.

Hay otro gran provecho en negar este género de gozo, y es que causa en el alma grande tranquilidad y evacua las digresiones, y hay recogimiento en los sentidos, mayormente en los ojos.

De los dichos provechos se sigue el último, que es un generoso bien del alma, tan necesario para servir a Dios como es la libertad del espíritu.

# Capítulo-24 Del placer sin apego

Este Capítulo aborda el placer que uno puede probar desde los bienes sensibles, a saber de lo que se puede aprehender por los cinco sentidos y la imaginación. Juan de la Cruz nota dos fuentes, sea externa, de la parte de las cosas exteriores comunicadas a los sentidos, sea interna, mediante alguna comunicación recibida de Dios. En los dos casos, se trata de utilizar el placer entonces probado para ir a Dios, sin apego.

Dije con advertencia que, si parase el gozo en algo de lo dicho, sería vanidad, porque cuando no para en eso, sino que luego que siente la voluntad el gusto de lo que oye, ve y trata, se levanta a gozar en Dios y le es motivo y fuerza para eso, muy bueno es... y en esta manera se puede usar, porque entonces sirven los sensibles al fin para que Dios los crió y dio, que es para ser por ellos más amado y conocido.

Como podemos verlo en este último texto, Juan de la Cruz no condena los placeres sensibles, mas solamente el apego que uno puede llevar a ellos. Si estos placeres, que no pueden hacer conocer ni sentir a Dios, precisa, son referidos a él como a su fuente, se integran perfectamente en el paso espiritual.

# Capítulo-25 Del daño en el apego de los bienes sensibles

Juan de la Cruz hace aquí el inventario de los daños que recibe el alma que persigue los bienes sensibles y que se complace inmoderadamente en ellos sin referirlos a Dios. En lo que concierne las cosas visibles: distracción, codicia y desestabilización. Del placer de oír cosas inútiles proviene la distracción de la imaginación, la movilidad de los pensamientos, la palabrería, los juicios inciertos. De complacerse en los perfumes viene el horror de los pobres y de las cosas humildes de la vida. Del placer inmoderado en el sabor de las carnes, la golosina, la borrachera, la ira, las pulsiones carnales, la intemperancia y las enfermedades. Por el sentido del tacto, el placer que uno busca en él engendra la molicie, la lujuria, un espíritu de confusión e insensibilidad acerca de la conciencia y del espíritu, por cuanto debilita mucho la razón y la pone de suerte que ni sepa tomar buen consejo ni darle, y queda incapaz para los bienes espirituales y morales, inútil como un vaso quebrado.

# Capítulo-26 Del desapego de los bienes sensibles

Después de haber aconsejado de tomar apoyo sobre los bienes sensibles para levantarse hacia Dios, después de haber señalado los riesgos que hay en apegarse a estos últimos, Juan de la Cruz muestra aquí, en una exposición bastante platónica, los provechos espirituales que el alma recibe en la negación de los placeres sensibles.

El primer provecho, dice, es que el alma, apartando su gozo de las cosas sensibles, cesa de distrarse en ellas y se recoge en Dios. El segundo es que se espiritualice reduciendo el ejercicio de su parte animal. El tercero es que   se dispone a recibir en cambio de los gozos sensibles, un gozo espiritual y sabrosa advertencia y contemplación de Dios, es decir una noticia de Dios gozosa y gustosa, casta, pura, espiritual, alegre y amorosa.

Total, antes de poder utilizar los bienes sensibles sin daño para ir a Dios, es útil para el espiritual de saber privarse de ellos y entrar en una noche del gozo muy favorable a la contemplación de Dios.

No se puede negar que Juan de la Cruz manifiesta cierta ambivalencia con respecto a los placeres sensibles y a las cosas que los procuran. Unas veces aconseja usar de ellos come bases para levantarse hasta Dios, otras alejarse de ellos para hacerlo sin tropiezo. ¿Cuándo integrarlos?   ¿Cuándo alejarlos? La respuesta se debe buscar en el grado de apego que uno tiene por ellos.

# Capítulo-27 De los bienes morales

Este Capítulo trata de los bienes morales, a saber de las virtudes. Juan de la Cruz piensa que estos bienes merecen que uno se alegre de tenerlos porque consigo traen paz y tranquilidad, y recto y ordenado uso de la razón...y que no puede el hombre humanamente en esta vida poseer cosa mejor... y por esto los filósofos y sabios y antiguos príncipes las estimaron y las alabaron y procuraron tener y ejercitar... Ama Dios tanto estos bienes morales, que sólo porque Salomón le pidió sabiduría para enseñar a los de su pueblo y poderle gobernar justamente, instruyéndole en buenas costumbres, se lo agradeció mucho el mismo Dios, y le dijo que, porque había pedido sabiduría para aquel fin que El se la daba y más lo que no había pedido, que eran riquezas y honra.

Sin embargo, añade Juan de la Cruz, el cristiano debe alegrarse de estos bienes morales no por las ventajas temporales que procuran, sino en vista de Dios, porque ayudan a servirlo y honrarlo con las buenas obras y las virtudes. Total, debe subordinarlos al amor de Dios. 
# Capítulo-28 Daños en el gozo vano de bienes espirituales

En este Capítulo, Juan de la Cruz enumera siete daños ligados al gozo vano que los espirituales pueden tomar en los bienes morales.

El primero es vanidad, soberbia, vanagloria y presunción, al ejemplo del fariseo del evangelio que se glorificaba de sus buenas obras. 
El segundo daño comúnmente va encadenado de éste, y es que juzgan a los demás por malos e imperfectos comparativamente. 
El tercer daño es que, como en las obras miran al gusto, comúnmente no las hacen sino cuando ven que de ellas se les ha de seguir algún gusto y alabanza..

El cuarto daño se sigue déste, y es que no hallarán galardón en Dios, habiéndole querido hallar en esta vida de gozo o consuelo, o de interés de honra o consuelo.

Estos dos últimos daños, nota Juan de la Cruz, son muy derramados . Hay tanta miseria acerca deste daño en los hijos de los hombre, que tengo para mí que las más de las obras que hacen públicas, o son viciosas, o no les valdrán nada, o son imperfectas delante de Dios, por no ir ellos desasidos de estos intereses y respetos humanos... unos quieren que se las alaben, otros que se las agradezcan, otros las cuentan y gustan que los sepa fulano y zutano y aun todo el mundo... Para evitar este daño, conviene pues esconder la obra, que sólo Dios la vea. Y no sólo esconderla a los otros, sino a sí mismo según lo que pide Jesús en el evangelio: "No sepa su siniestra lo que hace tu diestra." (Mt 6,3)

El quinto daño es no avanzar sobre el camino de perfección.

El sexto es engañarse, estimando las obras agradables más que las desagradables.

El séptimo y último daño es que, mientras el hombre no apaga el gozo vano en las obras morales, es incapaz de recibir consejo e instrucción razonable respecto a lo que debe hacer, pues no toma jamás el consejo del prójimo por mejor que el suyo.

Total, hay en todo eso un amor propio que enfría el amor de Dios.

# Capítulo-29 Provecho del desapego de los bienes espirituales

Después de los daños, los provechos que recibe el alma en desapegarse de los bienes morales:

El primero es que se preserva de mucha ilusión y de la jactancia.

El segundo es   que obra de manera más justa, más apropiada. El sabio pone sus ojos en la sustancia y provecho de la obra, no en el sabor y placer de ella, y así, no echa lances al aire, y saca de la obra gozo estable sin tributo de sinsabor.

El tercero es que se hace pobre de espíritu.

El cuarto es que obra con suavidad, humildad y prudencia, sin impetuosidad ni presunción, sin ser afectado por el gozo que prueba y la estimación que tiene de su obra.

El quinto provecho es que se hace agradable a Dios y a los hombres y se libra de la avaricia y gula y acedia espiritual y de la envidia espiritual, y de otros mil vicios.

# Capítulo-30 De los bienes sobrenaturales

Este Capítulo trata de los bienes sobrenaturales, a saber de los que son al servicio de los hombres como el poder de sanar, la facultad de hacer milagros, la profecía, el conocimiento y el discernimiento de los espíritus, el don de las lenguas... Dos suertes de provechos provienen de estos bienes: temporal (curar los enfermos, hacer ver los ciegos, cazar los demonios, predecir el futuro...) y espiritual, que es que Dios por estas obras es conocido y servido por aquel que las hace o aquellos por quienes se hacen.

El primer provecho merece poco o no el gozo del alma, pues no supone necesariamente la caridad, mas el segundo sí, en la medida en que esa es implicada. La voluntad puede entonces en efecto unirse a Dios por estos bienes sobrenaturales y uno puede alegrarse de ellos.

# Capítulo-31 Daños en el gozo de los bienes sobrenaturales

Juan de la Cruz nota aquí tres daños que pueden provenir del gozo que uno saca de los bienes sobrenaturales.

El primero es de engañar a los demás y a sí mismo. Eso llega cuando gozándose en ellos, uno quiere apropiárselos y utilizarlos a tiempo y a destiempo.

Debe, pues, el que tuviere la gracia y don sobrenatural, apartar la codicia y el gozo del exercicio dél, descuidando en obrarle, porque Dios, que se le da sobrenaturalmente le moverá también sobrenaturalmente cómo y cuando le deba exercitar. Por otra parte uno puede simular tenerlos. De aquí salen los hechiceros, los encantadores, los mágicos, aríolos y brujos.

El segundo daño que puede venir de este primero es detrimento acerca de la fe, el cual puede ser en dos maneras : la primera, acerca de los otros ; porque poniéndose a hacer la maravilla o virtud sin tiempo y necesidad, podrá ser no salir con ella y engendrar en los corazones menos crédito y desprecio de la fe. En la segunda manera... porque haciendo él mucho caso destos milagros, se desarrima mucho del hábito sustancial de la fe, la cual es hábito oscuro..

Y así, no es de condición de Dios que se hagan milagros, que, (como dicen) cuando los hace, a más no poder los hace. Y por eso reprendía Jesús à los fariseos, porque no daban crédito sino por señales.

El tercer daño es que comúnmente por el gozo destas obras caen en vanagloria o en alguna vanidad... lo cual se ve en haber reprendido nuestro Senor a los discípulos por haberse gozado de que se les sometían los demonios.

# Capítulo-32 Provechos en el desapego de los bienes sobrenaturales

Hay dos provechos en desapegarse del gozo relativo a las gracias sobrenaturales. El primero es engrandecer y ensalzar a Dios, el segundo es ensalzar el alma a si mesma. Dios es ensalzado pues el alma que pone su gozo en él solo afirma así su excelencia y su grandeza que sobrepasa toda gracia sobrenatural. Por otra parte, más Dios es creído y servido sin señales, más es ensalzado. Al mismo tiempo, el alma lo es también pues, apartando su voluntad de todos los testimonios y señales aparentes, se ensalza en una muy pura fe, la cual Dios derrama y aumenta en un grado mucho mas intenso. Y en el mismo tiempo, le acrecenta las dos otras virtudes teologales, a saber la caridad y la esperanza... En todo eso, hay un provecho admirable que importa esencialemente y directamente para la unión perfecta del alma con Dios.

# Capítulo-33 De los bienes espirituales

Juan de la Cruz anuncia al principio de este Capítulo que es importante pues trata de los bienes espirituales, es decir de estos que son lo más aptos a encaminar el espíritu hasta la unión divina. Estos bienes son todos aquellos que mueven y ayudan para las cosas divinas y el trato del alma con Dios, y las comunicaciones de Dios con el alma. Son de dos suertes: los unos sabrosos, los otros penosos, y cada categoría se subdivide en dos: los bienes claros, distintos, y los oscuros, confusos. Juan de la Cruz, por cuidado de método, entiende hablar solamente de los bienes sabrosos que son de cosas claras y distintas.


# Capítulo-34 Continuación del capítulo anterior

En este Capítulo, Juan de la Cruz vuelve a llamar lo que a dicho precedentemente concerniendo las aprehensiones del entendimiento y de la memoria, a saber que el alma debe dirigir a Dios el gozo de la voluntad que prueba con ellos.

# Capítulo-35 De los objetos de devoción

Los bienes espirituales que puede dar gozo a la voluntad son de cuatro clases:

Primero las imágenes, retratos de santos, oratorios y ceremonias. La persona devota de veras, en lo invisible principalmente pone su devoción, y pocas imagenes ha menester y de pocas usa. Lo mismo por los objetos de piedad (los rosarios). Es nuestra vana codicia de suerte y condición, que en todas la cosas quiere hacer asiento, y es como la carcoma, que roe lo sano, y en las cosas buenas y malas hace su oficio... Si tú empleases el apetito y gozo solo en agradar a Dios, no se te daría nada por eso ni por esotro.

# Capítulo-36 De las imágenes (cont)

Prosigue sobre el tema de las imágenes. Juan de la Cruz precisa que su cualidad estética importa poco, visto que no son más que medios para estimular la devoción. Aconseja también de evitar los sitios de peregrinación cuando hay gran gentío que causa   distracciones.

# Capítulo-37 Del auténtico sentido de las imágenes

Siempre hablando de las imágenes, este Capítulo invita a utilizarlas como trampolines visibles hacia el invisible, sin pararse a su aspecto sensible, ornamental.

# Capítulo-38 De los templos y oratorios

Juan de la Cruz dice la misma cosa de los oratorios y sitios dedicados a la oración, a los cuales no hay que atarse. El corazón debe de ir a Dios y amarle y olvidarse de todas las cosas por su amor... porque la causa por la que Dios ha de ser servido es sólo por ser Él quien es y no interponiendo otros fines.

# Capítulo-39 Del desapego de los templos y oratorios

Juan de la Cruz continua aquí hablando de los sitios de oración (iglesias, oratorios) invitando a desatarse del entorno que proponen, porque el puro espíritu muy poco se ata a nada de esos objetos, sino sólo en recogimiento interior y trato mental con Dios.
Apoya este consejo en el diálogo de Jesús con la Samaritana que le preguntaba cuál era el lugar más favorable para orar : el templo o la montaña. A lo que Jesús respondió que los que agradan al Padre son los que le adoran en espíritu y verdad.
Juan de la Cruz aconseja sin embargo, de seguir el ejemplo de Jesus que se retiraba en lugares desiertos para orar. Es buen lugar solitario, y aun áspero, para que el espíritu sólida y derechamente suba a Dios no impedido ni detenido en las cosas visibles, aunque alguna vez ayudan a levantar el espíritu, mas esto es olvidándolas luego y quedándose en Dios.

# Capítulo-40 Del desapego de los lugares de culto

Este Capítulo clava un poco más el clavo del desapego con respecto a los lugares de culto. La causa, pues, por qué algunos espirituales nunca acaban de entrar en los gozos verdaderos del espíritu, es porque nunca acaban ellos de alzar el apetito del gozo destas cosas exteriores y visibles... El templo vivo, es el recogimiento interior del alma...

Para purgar la voluntad del gozo y apetito vano en esto y enderezarlo a Dios en tu oración, solo mirar que tu conciencia esté pura, y tu voluntad entera en Dios, y la mente puesta de veras en él, y escoger el lugar más apartado y solitario que pudieres... porque, si se hace el alma al sabor de la devoción sensible, nunca atinará a pasar a la fuerza del deleite del espíritu, que se halla en la desnudez espiritual mediante el recogimiento interior.

# Capítulo-41 De los lugares de culto (cont.)

El inconveniente de este apego a ciertos lugares de culto es que impide al espiritual de entrar en lo vivo del recogimiento del alma, y adquirir las virtudes con fuerza; cuanto a lo exterior, le causa no acomodarse a orar en todos los lugares, sino en los que son a su gusto. 
# Capítulo-42 Del por qué de determinados lugares sagrados

Tres maneras de lugares hallo por medio de las cuales suele Dios mover la voluntad a devoción. La primera es algunas disposiciones de tierras y sitios, que con la agradable apariencia de sus diferencias, ahora en disposición de tierra, ahora de árboles, ahora de solitaria quietud, naturalmente despiertan la devoción ; y déstos es cosa provechosa usar cuando luego enderezan a Dios la voluntad en olvido de los dichos lugares.

La segunda manera es de algunos lugares donde Dios suele hacer algunas mercedes espirituales muy sabrosas a algunas particulares personas, de manera que ordinariamente queda inclinado el corazón de aquella persona que recibió allí aquella merced a aquel lugar donde la recibió... Todavía es bueno ir - como vaya desnudo del apetito de propiedad - a orar allí algunas veces.

La tercera manera es algunos lugares particulares que elige Dios para ser allí invocado y servido, así como el monte Sinaí, donde dio Dios la ley a Moisés... y también el monte Horeb donde apareció a nuestro padre Elías... la causa por que Dios escoge estos lugares más que otros para ser alabado, Él se la sabe. Lo que a nosotros nos conviene saber es que todo es para nuestro provecho.

# Capítulo-43 Del apego a las ceremonias

Juan de la Cruz la toma aquí al apego que tienen algunos a las ceremonias y a las maneras meticulosas de ejecutarlas. Les echa en cara su confianza en los ritos más que en Dios.

# Capítulo-44 Allí, en lo escondido

Prosigue su argumento escribiendo: Sepan, pues, éstos que cuanta más fiducia hacen de estas cosas y ceremonias, tanta menor confianza tienen en Dios, y no alcanzarán de Dios lo que desean... De esta manera, pues, se han de enderezar a Dios las fuerzas de la voluntad y el gozo della en las peticiones, no curando de estribar en las invenciones de ceremonias... Porque Dios es de manera que, si le llevan por bien y a su condición, harán dél cuanto quisieren; mas si va sobre interés, no hay hablarle.

Juan de la Cruz entonces vuelve a llamar que Jesús, en lo que concierne las peticiones que hacer a Dios, no enseñó más que las siete pedidas del Padre Nuestro que cubren todas nuestras necesidades y recomendó por otra parte utilizar pocas palabras, porque nuestro Padre celestial sabe lo que nos conviene... Y las ceremonias con que él nos enseñó a orar sólo es una de dos: o que sea en el escondrijo de nuestro retrete... o, si no, a los desiertos solitarios, como él lo hacía, y en el mejor y más quieto tiempo de la noche.

# Capítulo-45 De la predicación

En este último Capítulo de la Subida, Juan de la Cruz aborda la cuestión de la predicación. Por lo que concierne al predicador mismo, dice,

Por más alta que sea la doctrina que predica y por más esmerada la retórica, y subido el estilo con que va vestida, no hace de suyo ordinariamente, más provecho que tuviere de espíritu... Cuanto el predicador es de mejor vida, mayor es el fruto que hace, por bajo que sea su estilo y poca su retórica y su doctrina común, porque del espíritu vivo se pega el calor. 

Sin embargo, añade Juan de la Cruz, el buen estilo y el buen lenguaje no se deben despreciar.

Así se acaba o mejor queda no acabado el libro de la Subida del Monte Carmelo. Lo esencial sin embargo ha sido dicho, que es de no cargarse con nada y de ir a Dios lo más directamente posible. Notamos también que este libro tiene una seguida prevista por Juan de la Cruz mismo: la Noche oscura, en el cual el autor aborda de nuevo el tema de la noche bajo su aspecto de purificación pasiva.

E. Drewerman llamaba a uno de sus recientes libros: "Dios inmediato", caracterizando así el paso de todo místico que se lleva sin rodeos, sin intermediarios, hacia el Absoluto que lo ha traído. No cabe duda que la Subida del Carmelo se inscribe en esta dinámica que ilustra bien la senda de la nada puesta delante de la obra. Este sendero, tanto como el poema de la noche, constituye el hilo director del tratado y permite comprender su exigencia y su vigor.



Noche oscura

(Noche oscura del espíritu)

Juan de la Cruz ha comentado dos veces su poema de la Noche : en la Subida del monte Carmelo y en la Noche oscura. En la Subida, considera la vía espiritual desde el punto de vista activo: el de las iniciativas que el espiritual debe tomar; en la Noche, desde el punto de vista de una purificación de la cual no escoge ni los tiempos, ni los modos. Esa implica de hecho dos etapas que llama: noche de los sentidos y noche del espíritu. La primera toca la conciencia en sus facultades periféricas, la segunda en su profundidad más secreta. Pero existe entre ellas un denominador común: la acción íntima de Dios que trabaja el alma por el medio de una contemplación oscura y que consume.

El comentario de la Noche ha sido escrito para ayudar al espiritual a reconocer esta acción de Dios en él y a dejarle obrar. Se trata de salvar un paso, una crisis de crecimiento, de aceptar una refundición de sí. Esto no se hace sin dolor, pero desemboca sobre una libertad y una unión dichosa.

La Noche fue escrita por San Juan de la Cruz de corrido, sin capítulos, lo cual supone siempre un problema para los editores y una dificultad añadida a los lectores; por eso, en la edición princeps (Alcalá de Henares 1618) el texto está dividido en dos libros con catorce y veintidós capítulos, que separa las dos noches pasivas, la del sentido (Libro primero) y la del espíritu (Libro segundo).

Toda la obra “Noche” se refiere a la noche oscura en su aspecto pasivo.

El Libro primero comienza con el comentario de la primera estrofa. Se compone de una introducción breve, tres unidades fuertes de sentido que constituyen el cuerpo del libro y un apéndice final.

Capítulo 1: Introducción: trato sensible de Dios con el alma en la fase previa.
Cap. 2-7: Necesidad de la noche, demostrada por los vicios y miserias.
Cap. 8-11: Realización, tiempo experiencias y actitudes.
Cap. 11-13: Frutos, conocimientos de Dios y de sí, virtudes.
Cap. 14: Apéndice, diferentes y formas de realización.

El libro segundo explica la noche del espíritu, comentándolo también la primera canción del poema, aunque lo hace con nuevo horizonte y mayor profundidad. El corazón del libro está en los catorce primeros capítulos que introducen y comentan la primera canción. El comentario de la segunda estrofa (Cap. 15-24) se presenta como síntesis de menor envergadura.

Cap. 1: Introducción, trato generoso de Dios con el alma en el intermedio.
Cap. 2-3: Necesidad, las raíces de los vicios.
Cap. 4-10: Realización, experiencias varias, conflictos y naturaleza.
Cap. 11-14: Frutos, potenciamiento del amor y libertad.
Cap. 15-24: Propiedades (2ª canción): segura y secreta escala, disfrazada.
Cap. 25: Apéndice: anuncia y presenta la tercera estrofa.

Noche pasiva del sentido

Comienza la declaración de las canciones que tratan del modo y manera que tiene el alma en el camino de la unión del amor con Dios 
En las dos primeras canciones se declaran los efectos de las dos purgaciones espirituales de la parte sensitiva del hombre y de la espiritual. En las otras seis se declaran varios y admirables efectos de la iluminación espiritual y unión de amor con Dios.

1. En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡ oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada ;

2. a escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡ oh dichosa ventura !,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada ;

3. en la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5. ¡ Oh noche que guiaste !,
¡ oh noche amable mas que el alborada,
¡ oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el amado transformada !

6. En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

7. El aire del almena
cuando yo sus cabellos esparcía,
son su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía. 
8. Quedéme y olvidéme,
el rostro récliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Antes de empezar a explicar las canciones de su poema, Juan de la Cruz recuerda que "el alma las dice estando ya en la perfección, que es la unión de amor con Dios", es decir después de haber atravesado los trabajos y angustias della senda estrecha de la vida.

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡ oh dichosa ventura !,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada ;

Cuenta el alma en esta primera canción el modo y manera que tuvo en salir según el afección de sí y de todas las cosas... para venir a vivir vida de amor dulce y sabrosa con Dios. Y dice que este salir de sí y de todas las cosas fue une noche oscura, que aquí entiende por la contemplación purgativa, la cual causa en el alma la dicha negación de si misma y de todas las cosas.... Esta noche de contemplación purificativa hizo adormecer y amortiguar en la casa de su sensualidad todas las pasiones y apetitos.

Dice, pues, el verso:

En una noche oscura,

# Capítulo-1 De las imperfecciones de los principiantes

En esta noche escura comienzan a entrar las almas cuando Dios las va sacando de estado de principantes, que es de los que meditan en el camino espiritual, y las comienza a poner en el de los aprovechantes, que es ya el de los contemplativos, para que, pasando por aquí, lleguen al estado de los perfectos, que es el de la divina unión del alma con Dios.

Es, pues, de saber que el alma, después que determinadamente se convierte a servir a Dios, ordinariamente la va Dios criando en espíritu y regalando, al modo que la amorosa madre hace al niño tierno, al cual al calor de sus pechos le calienta, y con leche sabrosa y manjar blando y dulce le cría, y en sus brazos le trae y le regala ; pero, a la medida que va creciendo, le va la madre quitando el regalo y, escondiendo el tierno amor, pónele el amargo acíbar en el dulce pecho y , abajándole de los brazos, le hace andar por su pie, por qué, perdiendo las propiedades de niño, se dé a cosas más grandes y sustanciales. La amorosa madre de la gracia de Dios... eso mismo hace con ella, porque la hace hallar dulce y sabrosa la leche espirtual sin algún trabajo suyo en todas las cosas de Dios... Por tanto, su deleite halla pasarse grandes ratos en oración... y sus consuelos usar de los sacramentos y comunicar en las cosas divinas... pero se han muy flaca e imperfectamente en ellas... como flacos niños.

# Capítulos 2 a 8. De los pecados capitales del espíritu

Juan de la Cruz analiza entonces algunos de los defectos que tienen estos principiantes para quienes, aparentemente, todo va bien, pero que, a pesar de su fervor, no progresan de prisa. Utiliza por eso la lista tradicional de los vicios capitales. Estos defectos son: 
1) Una cierta vanidad que sacan de su estado que tienen gana de mostrar y de dar en ejemplo, mientras que los verdaderos espirituales son humildes y esconden los dones que les hace Dios.

2) Una forma de avaricia espiritual por la cual quieren cada vez más conocimientos y consejos, mientras un mínimum basta.

3) Una forma de lujuria que se complace en los gustos sensibles, los cuales se vuelven fácilmente sensuales.

4) Una tendencia a la ira que los lleva a enfadarse contra los defectos presumidos del prójimo, mientras deberían mostrarse pacientes.

5) Una tendencia a la gula espiritual que les hace cercar siempre más sabores y consolaciones en la oración y los ejercicios religiosos.

6) y 7) Una tendencia a la envidia y a la tristeza espiritual cuando ven que los otros progresan y aún los preceden sobre la vía de la virtud, o que ellos mismos no progresan tan pronto como quisieran.

En breve, estos principiantes son muy imperfectos. Y por eso es muy útil para ellos que Dios ponga manos a la obra para sacarlos de todas estas niñerías.

En una noche oscura

Esta Noche, que decimos ser la contemplación, dos maneras de tinieblas causa en los espirituales o purgaciones, según las dos partes del hombre, conviene a saber, sensitiva y espiritual;   y así, una noche o purgación será sensitiva, con que se purga el alma según el sentido, acomodándolo al espíritu, y la otra, es noche o purgación espiritual, con que se purga y desnuda el alma según el espíritu, acomodándole y disponiéndole para la unión de amor con Dios.

Pues, como el estilo que llevan estos principiantes en el camino de Dios es bajo y que frisa mucho con su propio amor y gusto, queriendo Dios llevarlos adelante y sacarlos de este bajo modo de amor a más alto grado de amor de Dios... ciérrales la puerta y manantial de la dulce agua espiritual que andaban gustando en Dios todas la veces y todo el tiempo que ellos querían... y los deja tan a escuras, que no saben por dónde ir con el sentido de la imaginación y el discurso, porque no pueden dar un paso en meditar como antes solían y déjalos tan a secas que no hallan jugo y gusto en las cosas espirituales... Dios los desarrima del dulce pecho y, abanjándolos de sus brazos, los veza a andar por sus pies.

De las señales en que se conocerá que el espiritual va por el camino de esta noche y purgación sensitiva

# Capítulo 9 Las tres señales

Para evitar de confundir esta noche con otros fenómenos: tibieza espiritual, indisposición corporal, depresión... Juan de la Cruz da tres señales que deben verificarse simultáneamente.

1) El gusto que falta para las cosas de Dios falta también para las cosas criadas. Si no, podría tratarse de una falta de determinación en el camino espiritual.

2) Aunque uno esté en la sequedad y el disgusto, se acuerda de Dios con solicitud y cuidado de servirlo.   Si no podría tratarse de un estado depresivo el cual afecta la totalidad del siquismo y no solamente su parte sensitiva.

De hecho, "la causa de esta sequedad es porque muda Dios los bienes y fuerza del sentido a el espíritu... y este que va recibiendo el manjar, anda fuerte y más alerto y solícito que antes en el cuidado de no faltar a Dios." Como el alma está desconcertada por este cambio, ella no toma   conciencia en seguida de eso.   Sin embargo, "si a los que esto acaece se supiesen quietar, descuidando de cualquiera obra interior y exterior sin solicitud de hacer allí nada, luego en aquel descuido y ocio sentirán delicadamente aquella refección interior... que obra en el mayor ocio y descuido del alma; que es como el aire, que, en queriendo cerrar el puño, se sale... Dios hace entonces obra quieta, delicada, solitaria, satisfactoria y pacífica, muy ajena de todos esotros gustos primeros que eran muy palpables y sensibles ; porque es la paz esta que dice David que habla Dios en el alma para hacerla espiritual (Ps 84,9). Y de aquí es la tercera señal.

3) Esta señal es "el no poder ya meditar ni discurrir en el sentido de la imaginación". De facto, Dios se comunica entonces "con acto de sencilla contemplación".

Juan de la Cruz acaba con estas tres señales diciendo que el destete purificador de la noche de los sentidos es variable en intensidad y en duración según los sujetos. Incluso con algunos, dice, Dios trabaja en punteado : ejercitando por momentos su acción, y luego suspendiéndola.

Del modo que se han de haber estos en esta noche oscura

# Capítulo-10 De la sequedad

En el tiempo, pues, de las sequedades de esta Noche sensitiva... padecen los espirituales grandes penas, no tanto por las sequedades que padecen como por el recelo que tienen de que van perdidos en el camino, pensando que se les ha acabado el bien espiritual y que los ha dejado Dios... Estos, en este tiempo, si no hay quien los entienda, vuelven atrás, dejando el camino o aflojando, o a lo menos se estorban de ir adelante...

Los que desta manera se vieren, conviéneles que se consuelen perseverando en paciencia, no teniendo pena; confíen en Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazón le buscan... Que dejen estar el alma en sosiego y quietud, aunque les parezca claro que no hacen nada y que pierden tiempo... Sólo lo que aquí han de hacer es dejar el alma libre y desembarazada y descansada de todas las noticias y pensamientos, no teniendo cuidado allí de qué pensarán y meditarán, contentándose sólo con una advertencia amorosa y sosegada en Dios.

# Capítulo-11 Declaración de los tres versos de la canción

Juan de la Cruz insiste entonces para recordar que "a los principios comúnmente no se siente este amor, sino la sequedad y vacío". Sin embargo dice , "en medio de aquellas sequedades y vacíos de las potencias es un ordinario cuidado y solicitud de Dios", y el alma se   cura allí de muchas imperfecciones. De dónde el verso siguiente :

¡ Oh dichosa ventura !

La dichosa ventura es para ella de estar sacada fuera de las trampas y de las molestias criadas por las facultades sensitivas y la imaginación.

Salí sin ser notada

Esta salida secreta se hace, dice Juan de la Cruz por "la angosta puerta de esta noche del sentido, del cual se despoja y desnuda el alma par entrar en ella, juntándose en fe, que es ajena de todo sentido, para caminar después por el camino estrecho, que es la otra noche del espíritu, en que después entra el alma para caminar a Dios en pura fe, que es el medio por donde el alma se une con Dios."

De los provechos que causa en el alma esta noche

# Capítulo-12 El conocimiento de sí mismo

El primero y principal provecho que causa esta seca y oscura noche de contemplación es el conocimiento de sí y de su miseria... ve que de suyo no hace nada ni puede nada.

Sin embargo, alumbra Dios a el alma, dándole también conocimiento de la grandeza y excelencia de Dios... instruyéndola en su divina Sabiduría..

De manera que ya tenemos que de esta noche seca sale conocimiento de sí primeramente, donde, como de fundamento, sale estotro conocimiento de Dios. Dice, pues, David, así: "En la tierra desierta, sin agua, seca y sin camino parecí delante de ti para poder ver tu virtud y tu gloria." (Ps 62,3).

Y de aquí nace el amor del prójimo; porque los estima y no los juzga como antes solía.

Del conocimiento de sí mismo surge comprender que todos somos uno.

Nácele al alma tratar a Dios con más comedimiento y más cortesía.

Hay otro provecho muy grande en esta noche para el alma, y es que se ejercita en las virtudes de por junto, como en la paciencia y longanimidad... en la caridad de Dios... y la fortaleza.

En esta noche consigue el alma estos cuatro provechos que habemos dicho, conviene a saber: delectación de paz, ordinaria memoria y solicitud de Dios, limpieza y pureza del alma y el ejercicio de virtudes... consigue también libertad de espíritu, en que se van granjeando los doce frutos del Espíritu Santo. También aquí admirablemente se libra de las manos de los tres enemigos : demonio, mundo y carne.
¿A quién enseñará Dios su ciencia, y a quién hará oír su audición? A los destetados de la leche, a los desarrimados de los pechos. (Is 28,9)

Así, del conocimiento de uno mismo, sale el conocimiento de Dios. Como decía San Agustín, Conózcame yo, Señor, y te conoceré a ti.
Los deleites, con ser motivo de consuelo, no son el medio de conocer a Dios, sino la sequedad y el desarrimo de todo lo sensible y sensitivo.

Seca también el alma en las sequedades, alcanza humildad espiritual, virtud contraria a la soberbia. Y de ahí nace el amor al prójimo, porque le estima y no juzga, como antes solía.

# Capítulo-13, El fruto de la sequedad

En la sequedad de la noche el alma termina por no encontrar gusto y sabor que solía. Desta forma va purificando los vicios derivados de los pecados capitales del espíritu. Porque donde no reina el apetito y concupiscencia, no queda perturbación, sino paz y consuelo de Dios, paciencia y longanimidad; limpieza y pureza del alma. Como dice el salmista: “Mi alma desechó las consolaciones, tuve memoria de Dios y hallé consuelo y ejercíteme, y desfalleció mi espíritu. Y medité la noche de mi corazón, y barría y ejercitaba mi espíritu. (Ps 76, 3-7)

El alma se hace mansa para consigo y para con el prójimo.

Cuanto menos piensa comunica Dios al alma suavidad espiritual. Y consigue libertad de espíritu., en que se van granjeando los doce dones del Espíritu Santo.

Así pus, ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada. Es decir, salí de los lazos y sujeción de mis apetitos sensitivos y afecciones, sin ser notada, es decir, sin que los dichos tres enemigos me lo pudiesen impedir.

Y así, sosegándome por continua mortificación de las cuatro pasiones del alma: gozo, dolor, esperanza y temor, y durmiéndose la sensualidad por las sequedades sufridas, cesando sus operaciones discursivas, y apaciguados todos los habitantes de mi mente, la parte inferior de mi alma, de mí mismo, salí sin ser notada…

estando ya mi casa sosegada

# Capítulo-14 Lecciones aprendidas

Los deseos y pasiones del alma estando sosegados, endormecidos por esta noche purificadora, el alma comienza entonces " el camino y vía del espíritu, que es de los aprovechantes y aprovechados, que por otro nombre llaman vía iluminativa o de contemplación infusa, con que Dios de suyo anda apacentando y reficionando al alma, sin discurso ni ayuda activa de la misma alma."

Cuánto tiempo dura esta noche? Es muy variable dice Juan de la Cruz. Eso depende de lo que hay que purificar en el alma y del grado de amor al cual Dios quiere levantarla. La prueba puede ser fuerte o ligera, breve o duradera, en puntillados... Pero para "pasar a tan dichoso y alto estado como es la unión de amor", suele ser en general intensa y larga.

Noche pasiva del espíritu

# Capítulo-1 Pasa el tiempo entre noche y noche

Juan de la Cruz empieza esa parte de su tratado, precisando que entre la noche del sentido y del espíritu pasa "harto tiempo y años" . Durante este tiempo, el espiritual "como el que ha salido de una estrecha cárcel, anda en las cosas de Dios con mucha más anchura y satisfacción del alma y con más abundante e interior deleite que hacía a los principios, antes que entrase en la dicha noche, no trayendo atada ya la imaginación y potencias al discurso... con gran facilidad halla luego en su espíritu muy serena y amorosa contemplación y sabor espiritual, sin trabajo del discurso." Este sabor, añade, recae sobre sus facultades sensitivas y ocasiona a veces raptos, éxtasis y otros fenómenos perturbadores por el cuerpo. Pero son allí cosas debidas à la flaqueza. Los que han atravesado la segunda noche del espíritu no los tienen más.

# Capítulo-2 Las imperfecciones de los aprovechados

Como lo había hecho para los principiantes, Juan de la Cruz nota entonces las imperfecciones de los avanzados. Esas son debidas al hecho que la noche de los sentidos no ha purificado el alma profundamente, sino ha dejado en ella raíces que hacen obstáculo a la unión con Dios. Habla entonces de confusión de espíritu (hebetudo mentis) de rudeza natural, de falta de atención y de aplicación de espíritu. Este espíritu pues "conviene que se ilustre, clarifique y recoja por la penalidad y aprieto de aquella noche".

“Conviénele al alma entrar en la segunda noche del espíritu, donde desnudando al sentido y espíritu perfectamente de todas estas aprehensiones y sabores, le han de hacer caminar en oscura y pura fe, que es propio y adecuado medio por donde el alma se une con Dios.”

# Capítulo-3 La verdadera noche

La noche de los sentidos, termina por decir, no es más que un comienzo muy imperfecto de noche. La verdadera, profunda noche, es la del espíritu en la cual el sentido mismo acaba de purgarse. "De donde en esta noche que se sigue se purgan entrambas partes juntas."
Los aprovechados, como los principiantes, se conducen puerilmente: "Entienden de Dios como pequeñuelos, y hablan en Dios como pequeñuelos, y saben y sienten de Dios como pequeñuelos, por no haber llegado a la perfección, que es la unión del alma con Dios, por la cual unión, ya como grandes obran grandezas en su espíritu, siendo ya sus obras y potencias más divinas que humanas."

Para que lleguen a eso, "Dios desnúdales las potencias y afecciones y sentidos, así espirituales como sensitivos, así exteriores como interiores, dejando a escuras el entendimiento, y la voluntad a secas, y vacía la memoria, y las afecciones del alma en suma aflicción, amargura y aprieto... Todo lo cual obra el Señor en ella por medio de una pura y oscura contemplación." Juan de la Cruz vuelve a tomar, para explicar eso, la primera canción de su poema, pero hace entonces su aplicación a la noche del espíritu.

# Capítulo 4 La Gran Declaración

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡ oh dichosa ventura !,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

San Juan de la Cruz efectúa una entrada magistral en la noche pasiva del espíritu, mediante una imponente declaración de principios, que deja con la boca abierta, pues entre la primera estrofa de la Noche, y la declaración que sigue, se encierra absolutamente todo el sentido del proceso de purificación espiritual a la que Dios somete al alma. 
       
Entendiendo ahora esta canción a propósito de la purgación contemplativa o desnudez y pobreza de espíritu (que todo aquí casi es una misma cosa), podémosla declarar en esta manera, y que dice el alma así :

En pobreza, desamparo y desarrimo de todas las aprehensiones de mi alma, esto es, en oscuridad de mi entendimiento y aprieto de mi voluntad, en aflicción y angustia acerca de la memoria, dejándome a escuras en pura fe, la cual es noche oscura para las dichas potencias naturales, sólo la voluntad tocada de dolor y aflicciones y ansias de amor de Dios, salí de mi misma, esto es, de me bajo modo de entender, y de mi flaca suerte de amar, y de mi pobre y escasa manera de gustar de Dios sin que la sensualidad ni el demonio me lo estorben.                                                         

Mi entendimiento salió de sí, volviéndose de humano y natural en divino, porque, uniéndose por medio de esta purgación con Dios, ya no entiende por su vigor y luz natural, sino por la divina Sabiduría con que se unió. Y mi voluntad salió de si, haciéndose divina, porque, unida con el divino amor, ya no ama bajamente con su fuerza natural, sino con fuerza y pureza del Espíritu Santo, y así, la voluntad acerca de Dios no obra humanamente ; y, ni más ni menos, la memoria se ha trocado en aprehensiones eternas de gloria.

En una noche oscura

# Capítulo-5 Contemplación: noche, pena y tormento del alma

Esta noche oscura es una influencia de Dios en el alma que la purga de sus ignorancias e imperfecciones... que llaman los contemplativos contemplación infusa, o mística teología, en que de secreto enseña Dios a el alma y la instruye en perfección de amor, sin ella hacer nada ni entender cómo. Esta contemplación infusa, por cuanto es sabiduría de Dios amorosa, hace dos principales efectos en el alma, porque la dispone purgándola et iluminándola para la unión de amor de Dios.

¿Por qué llamar a esta luz divina una noche oscura? pregunta Juan de la Cruz. Y responde : "por dos razones : la primera es que esta Sabiduría excede las capacidades del alma y la segunda es que esa misma alma es muy imperfecta." Por eso "san Dionisio y otros místicos teólogos llaman a esta contemplación infusa rayo de tiniebla." La pena del alma viene de su inadaptación a una luz que sobrepasa su poder de visión y que hiere sus ojos enfermos.

Juan de la Cruz habla aquí de una verdadera pasión y agonía del alma, provocada por la contemplación purificadora que "desnudándola de sus afecciones habituales y propiedades... la destrica y descuece la sustancia espiritual, absorbiéndola en una profunda y honda tiniebla, que el alma se sienta estar deshaciendo y derritiendo en la haz y vista de sus miserias con muerte de espíritu cruel." A eso se añade el sentimiento de haber perdido a Dios, y eso definitivamente.

# Capítulo-6 Del profundo vacío

Por lo que es de ella misma, "el alma siente en sí un profundo vacío y pobreza de tres maneras de bienes que se ordenan al gusto del alma, que son temporal, natural y espiritual, viéndose puesta en los males contrarios, conviene a saber: miserias de imperfecciones, sequedades y vacíos de las aprehensiones de las potencias y desamparo del espíritu en tiniebla. .. todo la cual hace Dios por medio desta oscura contemplación... purgando al alma, aniquilando y vaciando o consumiendo en ella todas las afecciones y hábitos imperfectos que ha contraído toda la vida. Es una grave pasión que el alma padece aquí, en la purgación del fuego desta contemplación... Pero "en esto humilla Dios mucho al alma para ensalzarla mucho después." Mientras tanto sin embargo , "no halla consuelo ni arrimo en ninguna doctrina ni en maestro espiritual."

Esta purificación, como la precedente, puede ser más o menos fuerte, más o menos larga, y admite períodos de alivio en los cuales la contemplación, de oscura y dolorosa, se hace luminosa y amorosa, dando al alma un presagio de la abundancia que la espera.   Sin embargo, mientras la purificación no esté terminada, el alma Siente que queda un trabajo que hacer y, cuando vuelve a sumirse en ella, halla de nuevo, de manera cada vez más dura, sus penas anteriores. Esas pueden acompañarse de olvidos, pues la memoria también es afectada por la purificación y pierde sus marcas.

Después de haber notado que el rayo de la contemplación es tan oscuro que el alma no lo ve, Juan de la Cruz añade que "cuando esta luz espiritual tiene que reverberar, esto es, cuando se ofrece alguna cosa que entender espiritual y de perfección o de imperfección - por mínimo átomo que sea, o juicio de lo que es falso o verdadero - luego la ve y entiende mucho más claramente que antes... De aquí es que con grande generalidad y facilidad conoce y penetra el alma cualquier cosa de arriba o de abajo que se ofrece." 
En eso se verifica lo que dice san Pablo : "El espiritual sonda todas las cosas hasta las profundidades de Dios" ; y el libro de la Sabiduría que afirma que esa "penetra por todas partes en razón de su pureza." 
        
# Capítulo 7 Otras aflicciones de la voluntad

Ésta es la propiedad de el espíritu purgado y aniquilado acerca de todas particulares afecciones e inteligencias que, en este no gustar nada ni entender nada en particular, morando en su vacío y tiniebla, lo abraza todo con grande disposición para que se verifique en él lo de san Pablo : "No habiendo nada y poseyendo todo" (2 Co 6,10) ; porque tal bienaventuranza se debe a tal pobreza de espíritu.
Resta, pues, que decir aquí que esta dichosa noche, aunque escurece el espíritu, no lo hace sino para darle luz para todas las cosas, y, aunque la humilla y pone miserable, no es sino para ensalzarle y levantarle, y, aunque le empobrece y vacía de toda posesión y afección natural, no es sino para que divinamente se pueda extender a gozar y gustar de todas las cosas de arriba y de abajo, siendo con libertad de espíritu general en todo.

Sin embargo, para llegar a eso, conviene ser desembarazado de toda afición particular. Uno puede entonces gustar "la delicadeza e intimo sabor del espíritu de amor, que contiene en sí todos los sabores... gustar los deleites del espíritu de libertad.

# Capítulo 8 De otras penas que afligen al alma

Antes de probar un despego que desemboca sobre un tal goce, el espiritual deba atravesar la desnudez de la noche oscura. Tan oscura "que las tinieblas que aquí padece son profundas y horribles y muy penosas, porque, como se sienten en la profunda sustancia de el espíritu, parecen tinieblas sustanciales." Al lado de esta oscuridad afectando principalmente el entendimiento, es necesario que la voluntad sea "purgada y anihilada, dejada en seco y en aprieto... en el fuego desta divina contemplación." Solo entonces puede gustar el sabor universal del amor.

Todas estas aflictivas purgaciones del espíritu, para reengendrarlo en vida de espíritu por medio desta divina influencia, las padece el alma, y con estos dolores viene a parir el espíritu de salud. Dejando la grosería de su primera paz, hecha más bien de insensibilidad y de indiferencia, viene a gustar la paz interior de Dios que traspasa todo sentido.

# Capítulo 9 Noche encubridora de esperanza

Tal es la obra que en ella hace esta noche encubridora de las esperanzas de la luz del día... Profunda es esta guerra y combate, porque la paz que espera ha de ser muy profunda; y el dolor espiritual es íntimo y muy delgado, porque el amor que ha de poseer ha de ser también muy íntimo y apurado, porque, cuanto mas íntima y esmerada y pura ha de ser la labor y tanto más fuerte cuanto el edificio más firme.

La contemplación es de sí "tan suave y tan amable" que el alma que la recibe no tiene nada más que desear. Es en ella en efecto y en la unión que se encuentran todos los bienes. Entonces, pregunta Juan de la Cruz : ¿ por qué tiene efectos tan penosos ?

# Capítulo 10 Metáfora del madero purificado

Responde por una metáfora que le es cara: esa del fuego que transforma el madero. El fuego material, dice, aplicado al madero, comienza a secarlo, haciéndole llorar su humedad, luego lo va poniendo negro, oscuro y feo y aun de mal olor, y finalmente lo inflama y lo esclarece hasta "transformale en sí y ponerle hermoso como el mismo fuego". Así pasa para el alma "acerca de este divino fuego de amor de contemplación". Este la purifica, hace salir al día sus imperfecciones, sus malos humores, y finalmente se incorpora en ella. 
Hay en este trabajo pausas, remisiones, durante la cuales el alma puede soplar un poco y ver los efectos positivos del trabajo que Dios hace en ella. Pero cuando este empieza de nuevo, atacando a zonas más profundas,   a "una raíz que queda, que no deja tener el gozo cumplido" el dolor es tanto más vivo. Total, si el alma sufre, es en razón de su imperfección, de su egocentrismo nativo, de su ignorancia y de su falta de amor. El fuego de amor divino de la contemplación lleva remedio a eso, lo que no va sin sufrimientos.

Pero, si Juan de la Cruz dice todo eso, es para que el espiritual se entienda y no añada a los dolores de la purificación, el de creerse perdido, abandonado de Dios. Para ayudarle, le hace valer lo que va a ser "el fruto de sus lágrimas y las propiedades dichosas" del trabajo que se hace en él. Para eso, se comenta el segundo verso :

con ansias, en amores inflamada

# Capítulo 11 Vehemente pasión de amor divino

Es cuestión aquí, dice, "del fuego de amor que, a manera de fuego material en el madero, se va prendiendo en el alma en esta noche de contemplación penosa... es une inflamación de amor en el espíritu, en que en medio de estos oscuros aprietos se siente estar herida el alma viva y agudamente en fuerte amor divino... este amor siendo infuso, es mas pasivo que activo, y así engendra en el alma pasión fuerte de amor... el alma lo que aquí hace es dar el consentimiento... Dios tiene tan destetados los gustos y tan recogidos, que no pueden gustar de cosa que ellos quieran. Todo lo cual hace Dios a fin de que, apartándolos y recogiéndolos todos para si, tenga el alma mas fortaleza y habilidad para recibir esta fuerte unión de amor de Dios, que por este medio purgativo le comienza ya a dar.

"Recogidos aquí, pues, en esta inflamación de amor todos los apetitos y fuerzas del alma, estando ella herida y tocada según todos ellos y apasionada", esta siente una gran sed de Dios que le hace decir : "con ansias en amores.   Hacésele a esta alma todo angosto ; no cabe en sí, no cabe en el cielo ni en la tierra, y llénase de dolores hasta las tinieblas que dice Job...

Por lo dicho echaremos de ver como esta oscura noche de fuego amoroso, así como a escuras va purgando, así a oscuras va al alma inflamando... Porque la limpieza de corazón no es menos que el amor y gracia de Dios, porque los limpios de corazón son llamados por nuetro Salvador bienaventurados, lo cual es tanto como decir enamorados, pues que bienaventuranza no se da por menos que amor. 
# Capítulo 12 Como purga a los ángeles del Cielo

Y que se purgue iluminándose el alma con este fuego de sabiduría amorosa muéstralo bien Jeremías donde dice: "Envió fuego en mis huesos y enseñóme."

Y este entendimiento de amor con unión destas dos potencias ; entendimiento y voluntad, que se unen aquí, es cosa de gran riqueza y deleite para el alma, porque es cierto que en la Divinidad y ya principios de la perfección de la unión de amor que espera ; y ansí, a este toque de tan subido sentir y amor de Dios no se llega sino habiendo pasado muchos trabajos y gran parte de la purgación. 
En este estado, precisa Juan de la Cruz, "aún las pasiones ayudan al espiritual a sentir amor apasionado... Y tal fuerza y brío suele cobrar... que con grande osadía, sin mirar en cosa alguna ni tener respeto a nada, en la fuerza y embriaguez en el amor y deseo, haría cosas extrañas e inusitadas por poder encontrar con el que ama su alma ... Esto tiene la fuerza y vehemencia del amor, que todo le parece posible."

A ese talle, pues, son las ansias de amor que va sintiendo esta alma cuando ya va aprovechada en esta espiritual purgación ; porque de noche se levanta (esto es, en estas tinieblas purgativas) según las afecciones de la voluntad, y con las ansias y fuerzas que la leona u osa va a buscar sus cachorros cuando se los han quitado y no los halla anda esta herida alma a buscar a su Dios... Y este es el amor impaciente, en que no puede durar mucho el sujeto sin recebir o morir." Podemos conocer aquí el estado del alma al principio del Cántico espiritual, cuando dice:

"¿ Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido ?"

# Capítulo 13 Conciencia de la ausencia del bien

¿De donde viene esta fuerza, esta impaciencia osada? pregunta Juan de la Cruz. Del amor que Dios comunica a la voluntad: "La propiedad del amor es quererse unir y juntar y igualar y asimilar a la cosa amada, para perficionarse en el bien de amor."   Respecto al entendimiento, habría más bien tendencia a padecer, pues ve claramente la flaqueza y la incapacidad del alma. En eso consiste, por otra parte, una parte de la purificación: "Las tinieblas y los demás males que el alma siente cuando esta divina luz embiste, no son tinieblas ni males de la luz, sino de la misma alma, y la luz le alumbra para que las vea... mas después de purgada con el conocimiento y sentimiento dellos, tendra ojos para que esta luz la muestre los bienes de la luz divina."

Total , "queda entendido como Dios hace merced aquí al alma de limpiarla y curarla con esta fuerte lejía y amarga purga...   escureciéndole las potencias interiores, y vaciándoselas acerca de todo esto, y apretándole y enjugándole las afecciones sensitivas y espirituales, y debilitándole y adelgazándole las fuerzas naturales de el alma acerca de todo ello (lo cual nunca al alma por si misma pudiera conseguir) haciéndola Dios desfallecer y desnudar en esta manera a todo lo que no es Dios naturalmente, para irla vistiendo de nuevo, desnudada y desollada ya ella de su antiguo pellejo, y así, se le renueve, comme el águila, su juventud (Ps 102,5 ), quedando vestida del nuevo hombre, que es criado, como dice el Apóstol, según Dios (Ep 4,24) . "

Mientras el entendimiento humano se hace divino, es lo mismo para la voluntad, la memoria y todos los afectos y apetitos del alma : todos son cambiados y divinamente transformados.

¡ oh dichosa ventura !,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada ;

Este sosiego, dice Juan de la Cruz, es la obra de Dios que paraliza en algún modo los movimientos naturales de las facultades para que no impidan el don que entonces hace al alma de los bienes sobrenaturales, por cuanto queda corta toda habilidad natural acerca de los bienes sobrenaturales que Dios por sola infusión suya pone en el alma pasiva y secretamente en el silencio.

# Capítulo 14 Salí sin ser notada

! Oh cuán dichosa ventura es poder el alma librarse de si misma, canta Juan de la Cruz. No se puede bien entender, si no fuera, a mi ver, el alma que ha gustado dello, porque vera luego claro cuán mísera servidumbre era la que tenía, y a cuántas miserias estaba sujeta cuando lo estaba a la obra de sus potencias y apetitos, y conocerá cómo la vida de espíritu es verdadera libertad y riqueza, que trae consigo bienes inestimables.

# Capítulo 15 Canción segunda

                                    a escuras y segura
                                    por la secreta escala, disfrazada,
                                    ¡ oh dichosa ventura !,
                                    a escuras y en celada,
                                    estando ya mi casa sosegada ;

La secreta escala, comenta Juan de la Cruz, es «la viva fe». Es ella que permite al alma avanzar en toda seguridad en el ambiente oscuro, penoso y angustioso de la noche del espíritu. Librada de sí misma, de la vida superficial que se lleva en el mundo y de las pulsiones alienantes que la solicitan (el demonio), el alma puede en adelante recibir sin impedimento lo que Dios le destinaba y ahora le comunica.

# Capítulo 16 Dios va librándote de ti a oscuras y segura

¡ Oh, pues, alma espiritual ! cuando vieres escurecido tu apetito, tus   afecciones secas y apretadas, e inhabilitadas tus potencias para cualquier ejercicio interior, no te penes por eso, antes lo ten a buena dicha, pues que te va Dios librando de ti misma, quitándote de las manos las potencias, con las cuales, por bien que ellas te anduviesen, no obraras tan cabal, perfecta y seguramente, a causa de la impureza y torpeza dellas, como ahora que, tomando Dios la mano tuya, te guía a escuras como a ciego a donde y por donde tú no sabes, ni jamás con tus ojos y pies, por bien que anduvieran, atinaras a caminar.

Juan de la Cruz expone entonces cómo la extrañeza de esta situación es inevitable para el alma. Como ella nunca ha experimentado aquella novedad que le hace salir y deslumbrar y desatinar de su primer modo de proceder, antes piensa que se va perdiendo que acertando y ganando, como ve que se pierde acerca de lo que sabía y gustaba, y se ve por donde no sabe si gusta. Así como el caminante, que, para ir a nuevas tierras no sabidas, va por nuevos caminos no sabidos ni experimentados, que camina no guiado por le que sabía antes, sino en dudas y por el dicho de otros, y claro esta que este no podría venir a nuevas tierras ni saber más de lo que antes sabía, si no fuera por caminos nuevos nunca sabidos, y dejados los que sabía. Ni más ni menos el que va sabiendo más particularidades en un oficio o arte siempre va a escuras, no por su saber primero, porque, si aquél no dejase atrás, nunca saldría dél ni aprovecharía en más ; de la misma manera, cuando el alma va aprovechando más, va a escuras y no sabiendo. Por tanto, siendo Dios aquí el maestro y guía deste ciego del alma, bien puede ella, ya que lo ha venido a entender, con verdad alegrarse y decir : a escuras y segura.

Juan de la Cruz nota de paso que el sufrimiento padecido entonces tiene una función pedagógica : "En el padecer se van ejercitando y ganando las virtudes y purificando el alma y haciendo más sabia y cauta." Luego, la noche suprime las tendencias al divertimiento y ayuda al alma a concentrar toda su atención en Dios. "De tal manera la absorbe y embebe en sí esta oscura noche de contemplación y la pone tan cerca de Dios, que la ampara y libra de todo lo que no es Dios ; porque, como está puesta aquí en cura esta alma para que consiga su salud, que es el mismo Dios, tiénela Su Majestad en dieta y abstinencia de todas las cosas."

Oh mísera suerte de vida, donde con tanto peligro se vive y con tanta dificultad la verdad se conoce !, pues lo más claro y verdadero nos es más oscuro y dudoso, y por eso huimos dello, siendo lo que más nos conviene.

Así, el hombre, si ha de acertar a ver por dónde va, tiene necesidad de llevar cerrados los ojos y de ir a escuras para ir seguro de los enemigos domesticos de su casa, que son sus sentidos y potencias!

Bien está, pues, el alma aquí escondida y amparada, aquí, en esta agua tenebrosa, que está cerca de Dios... está escondida y amparada de sí misma y de todos los daños de criaturas.

Por otra parte, para acabar bien de entender que esta tal alma va segura a oscuras, hay que ver que es por la fortaleza que esta oscura, penosa y tenebrosa agua de Dios, desde luego, pone en el alma ; que, en fin, aunque es tenebrosa, es agua, y por eso no ha de dejar de reficionar y fortalecer al alma en lo que más le conviene, aunque a escuras y penosamente.

Aquí todos los apetitos y fuerzas y potencias del alma están recogidas de todas las demás cosas, empleando su conato y fuerza sólo en obsequio de su Dios. Desta manera sale el alma de sí misma y de todas las cosas criadas a la dulce y deleitosa unión de amor de Dios, a oscuras y segura

# Capítulo-17 La contemplación secreta

por la secreta escala, disfrazada

"El alma llama aquí en este verso a esta escura contemplación por donde ella va saliendo a la unión del amor, secreta escala." Secreta, añade Juan de la Cruz, porque ni ella ni nadie sabe en el fondo de que se trata y porque, además, no puede decir nada de ella : "No halla modo ni manera ni símil que le cuadre para poder significar inteligencia tan subida y sentimiento espiritual tan delicado... Y no sólo por eso se llama y es secreta, sino porque también esta sabiduría mística tiene propiedad de esconder al alma en sí... el alma echa de ver claro que esta puesta alejadisima y remotisima de toda criatura, de suerte que le parece que la colocan en una profundísima y anchísima soledad, donde no puede llegar alguna humana criatura, como un inmenso desierto que por ninguna parte tiene fin, tanto más deleitoso, sabroso y amoroso, cuanto más profundo, ancho y solo.

Y así, viendo el alma en la iluminación de ella esta verdad, de que no se puede alcanzar ni menos declarar con terminos vulgares y humanos, con razón la llama secreta.

El profeta real deste camino del alma dice desta manera, hablando con Dios : "En el mar está tu via y tus sendas en muchas aguas, y tus pisadas no serán conocidas (Ps 76,19-20).

Este camino de ir a Dios es tan secreto y oculto para el sentido del alma como lo es para el del cuerpo el que se lleva por la mar, cuyas sendas y pisadas no se conocen ; esta propiedad tienen los pasos y pisadas que Dios va dando en las almas que Dios quiere llegar a sí, haciéndolas grandes en la unión de su Sabiduría, que no se conocen... Queda, pues, que esta contemplación que va guiando al alma a Dios es sabiduría secreta.

# Capítulo 18 De la sabiduría secreta como escala

Por otra parte, nota Juan de la Cruz, el alma llama a esta contemplación escala porque sube y baja. Las comunicaciones que verdaderamente son de Dios esta propiedad tienen, que de una vez levantan y humillan al alma ; porque en este camino el abajar es subir, y el subir abajar... Lo cual echará bien de ver el alma que quisiere mirar en ello como en este camino cuantos altos y bajos padece, y cómo, tras la prosperidad que goza, luego se sigue alguna tempestad y trabajo - tanto, que parece que le dieron aquella bonanza para prevenirla y esforzarla para la siguiente penuria... Y éste es el ordinario estilo y ejercicio del estado de contemplación hasta llegar al estado quieto.

Y luego, añade, si se llama escala, "es porque la contemplación es ciencia de amor, lo cual es noticia infusa de Dios amorosa, que juntamente va ilustrando y enamorando al alma, hasta subirla de grado en grado hasta Dios, su Criador."

# Capítulo 19 Los primeros cinco grados de la escala

Prosiguiendo sobre el tema de la escala de amor, Juan de la Cruz se libra entonces a un señalamiento de los varios grados de amor. Nota diez de ellos que son como las barras de esta escala.

1) Cuando empieza a subir esta escala de purgación contemplativa ... "desfallece el alma al pecado y a todas las cosas que no son de Dios por el mismo Dios... y pierde el gusto y apetito de todas las cosas.

2) Busca a Dios sin cesar... y en todas las cosas... cuando come, cuando duerme, cuando vela, cuando hace cualquier cosa, todo su cuidado es en el Amado, según arriba queda dicho en las ansias de amor.

3) El alma halla aquí calor para no desfallecer. "En este grado, las obras grandes por el Amado tiene por pequeñas, las muchas por pocas, el largo tiempo en que le sirve por corto, por el incendio de amor en que ya va ardiendo."

4) Aquí, el alma se fortifica en la paciencia gracias al amor. "Como dice san Agustín, todas las cosas grandes, graves y pesadas, casi ningunas las hace el amor."

5) El quinto grado de esta escala de amor hace al alma apetecer y codiciar a Dios impacientemente... En este grado el amante no puede dejar de ver lo que ama, o morir.

# Capítulo 20 los otros cinco grados de la escala

6) El sexto grado hace correr al alma ligeramente a Dios y dar muchos toques en él...La causa desta ligereza en amor que tiene el alma en este grado es por estar ya muy dilatada la caridad en ella, por estar aquí el alma poco menos que purificada del todo.

7) El séptimo grado de esta escala hace atrever al alma con vehemencia... Dios le da osadía y libertad. 

8) El octavo grado de amor hace al alma asir y apretar sin soltar... En este grado de unión satisface el alma su deseo, mas no de continuo.

9 ) El nono grado de amor hace arder al alma con suavidad. Este grado es el de los perfectos, los cuales arden ya en Dios suavemente, porque este ardor suave y deleitoso les causa el Espíritu Santo por razón de la unión que tienen con Dios.

10 ) El décimo y último grado de esta escala secreta de amor hace el alma asimilarse totalmente a Dios, por razón de la clara visión de Dios , que luego posee inmediatamente el alma... que sale de la carne. Total, este último grado no es de esta vida... Ya no hay cosa para el alma encubierta, por razón de la total asimilación.

Así, por esta escala secreta de amor , "se va el alma   saliendo de todas las cosas y de sí misma y subiendo a Dios ; porque el amor es asimilado al fuego, que siempre sube hacia arriba, con apetito de engolfarse en el centro de su esfera."

# Capítulo 21 El alma disfrazada: las tres libreas

Juan de la Cruz explica luego porque el alma sale «disfrazada». "La fe, dice, es una túnica interior de una blancura tan levantada, que disgrega la vista de todo entendimiento ", entre otros el del demonio. Y así, caminando vestida de fe, va bien protegida por ella, más que por todas las otras virtudes.

Luego, sobre esta túnica blanca de fe, se sobrepone aquí la alma el segundo color, que es una almilla de verde, por el cual es significada la virtud de la esperanza, con la cual, cuanto a lo primero, el alma se libra y ampara del segundo enemigo, que es el mundo... A la esperanza llama san Pablo yelmo de salud (1 Th 5,8) , que es una arma que ampara toda la cabeza y la cubre de manera que no la queda descubierto sino una visera por donde ver ; y eso tiene la esperanza, que todos los sentidos de la cabeza del alma cubre, de manera que no se engolfen en cosa ninguna del mundo ni les quede por donde les pueda herir alguna saeta del siglo ; sólo le deja una visera para que el ojo pueda mirar hacia arriba, y no más, que es el oficio que de ordinario hace la esperanza en el alma, que es levantar los ojos solo a mirar a Dios... Por esta causa, esta librea verde se agrada tanto el Amado del alma, que es verdad decir que tanto alcanza dél cuanto ella dél espera.

Sobre el blanco y verde deste disfraz y librea, lleva el alma aquí el tercero color, que es una excelente toga colorada ; por la cual es denotada la tercera virtud, que es caridad... Con esta librea de caridad, que es ya la del amor, se ampara y cubre el alma del tercer enemigo, que es la carne... y sale de sí y de todas la cosas criadas en la noche oscura.

Este, pues, es el disfraz que el alma dice que lleva en la noche de fe por esta secreta escala, y estas son las tres colores de él... la fe oscurece y vacía al entendimiento de toda su inteligencia natural, y en esto le dispone para unirle con la Sabiduría divina ; y la esperanza vacía y aparta la memoria de toda la posesión de criatura, y así, aparta la memoria de lo que se puede poseer y ponela en lo que espera... la caridad, ni más ni menos, vacía y aniquila las afecciones y apetitos de la voluntad de cualquiera cosa que no es Dios, y solo se los pone en El.
 
Resumimos lo que dice aquí Juan de la Cruz sobre las virtudes teologales. El espiritual debe enfrentarse, sobre el camino que le conduce a la unión con Dios, a tres enemigos : la carne, el mundo y el demonio.

La carne designa, como en san Pablo, el hombre viejo : centrado sobre él mismo, sus pequeños deseos, sus pequeños proyectos y sus pequeños provechos, sus miedos también de no conseguir. Es lo que otros espirituales, en un lenguaje más oriental, llaman el «ego» : fuente interna de todo egoísmo y luego de odio y de violencia.

El mundo es la realidad exterior como lugar de solicitaciones y de dispersión. Es el mundo del divertimiento de Pascal, cuyas mil facetas nos distraen y nos desvían de lo esencial, de la realidad profunda, de Dios.

El demonio en fin resume el conjunto de las fuerzas oscuras que nos arrastran a pesar de nosotros. Las pulsiones inconscientes (deseantes y violentas) que, más arriba de nuestros «egos», nos manipulan en oscuros e impersonales comportamientos.
Contra estos tres enemigos, Juan de la Cruz moviliza tres virtudes :

La fe, contra las fuerzas oscuras, alienantes, que toma apoyo sobre la fuerza oscura de Dios.

La esperanza, contra la potencia de dispersión del mundo, que recentra la mirada y el deseo sobre Dios sólo.

El amor, contra el egoísmo de la carne, que rechaza las fronteras del «ego» y de sus deseos, y tiene poder de realizar su disolución.

De donde la metáfora de las tres túnicas, blanca, verde y roja, que protegen de los tres enemigos del alma.

¡ Oh dichosa ventura !

# Capítulo 22 Dichosa ventura

Juan de la Cruz reprecisa aquí el propósito de su comentario : aclarar el sentido de la noche contemplativa para muchas almas que pasan por ella sin conocerlo, y decirles que dichosa ventura viven, a fin de animarlas con la esperanza cierta de los inmensos bienes que allí se encuentran :

a escuras y en celada

# Capítulo 23 De un admirable escondrijo

En estos escondrijos de contemplación unitiva se le acaban de quitar las pasiones y apetitos espirituales en mucho grado, y así, hablando de la porción superior del alma, dice luego este ultimo verso :

estando ya mi casa sosegada.


# Capítulo 24 Sosiego y quietud

Este sosiego y quietud desta casa espiritual viene a conseguir el alma habitual y perfectamente por medio de los actos de toques sustanciales de unión que acabamos de decir, y que en celada y escondido de la turbación del demonio y de los sentidos y pasiones ha ido recibiendo de la Divinidad. Pero no se puede venir a esta unión sin gran pureza, y esta pureza no se alcanza sin gran desnudez de toda cosa criada.

# Capítulo 25 Canción tercera

                                      en la noche dichosa,
                                      en secreto, que nadie me veía
                                      ni yo miraba cosa,
                                      sin otra luz y guía
                                      sino la que en el corazón ardía.

El amor solo que en este tiempo arde, solicitando el corazón por el Amado, es el que guía y mueve al alma entonces y la hace volar a su Dios por el camino de la soledad, sin ella saber cómo ni de que manera.

Aquí se interrumpe el comentario de la Noche oscura que Juan de la Cruz no ha continuado más allá de la tercera canción de su poema. El codice de Alba advierte en una nota que el Santo no escribió más porque murió. Notamos sin embargo que comentando las dos primeras, ha llenado su contrato que era, nos dice en introducción, de "declarar los efectos de las dos purgaciones de la parte sensitiva del hombre y de la espiritual". "Los efectos de la iluminación y unión de amor", evocados en las seis ultimas estrofas, los trata por otro lado en sus comentarios del Cántico espiritual y de la Llama de amor viva.

Acabamos por una observación sobre el tema central de este texto. Casi todo el comentario de la Noche trata de la prueba que constituye la acción purificadora de Dios sobre   la psique humana, por el lado de la contemplación. De tal modo que uno tiene la impresión que la prueba entera de la Noche se reduce al oscurecimiento y al secado que opera esta contemplación. Esta insistencia proviene sin duda de la comprobación que hizo Juan de la Cruz que muchas almas en la adversidad no entendían lo que les llegaba y , en su desamparo, no dejaban al obrar divino actuar correctamente. Luego ha querido   aclarar con fuerza este punto.

Eso no quiere decir que sola la acción divina es fuente de sufrimiento purificador sobre el camino espiritual. Juan de la Cruz mismo ha vivido los episodios más duros de su noche en la cárcel de Toledo, hambriento y agobiado de malos tratamientos. Las situaciones de desamparo por desgracia no faltan : enfermedades, accidentes, dificultades de todas suertes a nivel familial, social, profesional, pueden surgir sobre el camino del espiritual en marcha hacia Dios y darle ocasión y materia a purificación y a despego.

Lo que se necesita ver, sin embargo, es que en el seno de estas pruebas de origen exterior, se desarolla también, en derivación, en el secreto del corazón, una acción de Dios purificadora, y que el conjunto desemboca sobre el gozo y la paz de la unión. Es, en todo caso, lo que la continuación del poema de la Noche muestra claramente. Y también si no es comentada, conviene volver a ella para meditarla :

4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5. ¡ Oh noche que guiaste !,
¡ oh noche amable mas que el alborada,
¡ oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el amado transformada !

6. En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

7. El aire del almena
cuando yo sus cabellos esparcía,
son su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

8. Quedéme y olvidéme,
el rostro récliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.




INDICE DE CITAS BÍBLICAS

1 Cor 2,9  
1 Th 5,8  
2 Co 6,10  
2 Cor 12,4  
2 Cor 6,10  
Cant 5,2  
Dt 6,5  
Ep 4,24  
He 11,1  
I R 3,10  
Is 28,9  
Is 64,4  
Jer 2,13  
Jer. 2. 7
Jr 2,13  
Mt 11,28-29  
Mt 6,3  
Mt 7,14  
Mt 8,20  
Nb 12,6s  
Prov 30,15  
Ps 101,8  
Ps 102,5  
Ps 17, v 10 y s  
Ps 39,6  
Ps 45,11
Ps 58,10
Ps 61,11  
Ps 62,3  
Ps 76, 3-7  
Ps 76,19-20  
Ps 84,9  
Si 35,21  
Si, 3,12  



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