Bienvenida

Hola, amig@.
Este es un blog dedicado a los caminos del ser humano hacia Dios. Soy cristiano, pero no pretendo dar una visión exclusivamente cristiana de estos temas.
Tampoco, y esto es muy importante, deseo que nadie tome lo que escribo como temas doctrinales. No imparto cátedra, líbreme Dios de algo que sólo está adjudicado a los sabios doctores con autoridad para impartir doctrina.
Lo mío es mi experiencia de vida y pensamiento, y lógicamente, puedo estar equivocado.
Dicho esto, y sin intención de cambiarle los esquemas a nadie, la pregunta que debes hacerte si quieres encontrar algo interesante en este blog es la siguiente:
"Si tengo y siento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
"Si no tengo o no experimento a Dios en mi vida, lo demás carece de importancia"
Si esta declaración va contigo, entonces, bienvenido seas.
Si no te dice nada, échale no obstante un vistazo; mal no creo que te haga, aunque sí puede que te haga rascarte la cabeza y plantearte cuestiones acaso "religiosamente incorrectas". Sobre todo ve a la entrada 19.- sitúate en el umbral
En cualquier caso, que la Paz esté contigo.
El título de blog "Todos los santos de Dios", afirma un convencimiento personal de que "todos los santos de Dios son todas aquellas personas de buena voluntad y sincero corazón, para los que Dios tiene sentido en su vida, aunque sean pecadores, aunque caigan una y otra vez, aunque incluso sean "ovejas perdidas de Dios", pero sienten algo dentro de sí que no saben lo que es, pero buscan el Camino de Regreso a Casa, con independencia de raza, nación y religión que pudieran profesar. Incluso aunque digan no creer. Si aman, y creen en la verdad, con todos sus defectos, forman la gran comunidad de Todos los Santos de Dios. Una Comunidad para los que Jesús de Nazareth vivió, murió y resucitó, aunque ni lo sepan, e incluso, ni lo crean.
Ya empezamos mal, desde el punto de vista doctrinal católico, pero no creo que esto a Dios le importe demasiado.

Si es la primera vez que entras, abre primero de todo la página "¿Quienes somos?, creo que te sorprenderás.
Luego consulta la página "Presentación del blog"
Y para navegar por las entradas de la página principal, vete mejos a la página "Índice", porque así encontrarás las entradas por orden de incorporación al blog.

Si, por otro lado, te interesa el pensamiento sistémico, te invito a que pases también a ver mi nuevo blog "HORIZONTE TEMPORAL", una visión sistémica del mundo para imaginar algo más allá de lo que pueden percibir nuestros sentidos.
Va de temas de aquí abajo, y de cómo plantearnos una forma holística de comprender los problemas que nos abruman en este mundo.

Correspondencia: alfonsoypaloma@gmail.com

viernes, 26 de noviembre de 2010

39.- El aprendiz



¿Recuerdas una encantadora película de Walt Dysney titulada “Fantasía”?

Se estrenó a finales de los cuarenta, algo después de Blancanieves.

 No tuvo inicialmente mucho éxito, pero ha terminado siendo uno de los grandes clásicos de la animación.

Merece la pena recordarla:


Sitio web del vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=RK_Px1h3304&feature=related

El aprendiz de brujo

Pues bien, De aquella película, que era una antología de los grandes éxitos de la música clásica, quiero hacer alusión al episodio del aprendiz de brujo. Para animar esta encantadora obra de Paul Duka, Walt Disney empleó las artes escénicas del incomparable Mickey Mouse. El motivo que sirvió de animación es sencillamente delicioso, como toda la obra interpretada por la orquesta filarmónica de Philadelphia y dirigida por Leopold Stokowsky. Mickey es un aprendiz del Gran Mago, que se siente sometido a trabajos rastreros, tales como llenar un aljibe de agua, mientas el mago crea grandes y espectaculares figuras con el humo que hace salir de su marmita.

En esto que el Mago siente sueño, se va a dormir, pero deja el gorro picudo encima de la mesa. Mickey que lo ve, de repente le viene a la cabeza una idea increíble. Qué pasaría si, una vez quedándose solo, toma el gorro del mago, se lo pone y, como tiene poderes mágicos, le da las órdenes oportunas a la escoba que usa para barrer, para que le haga el trabajo de acarrear agua.


Así que cae en la tentación, se pone el gorro y dicho y hecho, hace la magia necesaria para sacarle dos brazos a la escoba, y le ordena que vaya a tomar agua de la fuente, llene los cubos y los lleve hasta el aljibe, para llenarlo… y así, una vez llenado, podrá dormir plácidamente toda la noche.
Pero en esto que mientras está cómodamente sentado en el sillón y la escoba llenando, transportando y vertiendo el agua en el aljibe, Mickey se queda dormido y se produce el desastre. La escoba no para de llenar agua, mientras nuestro héroe cae en un profundo sueño que le hace imaginarse el mago más poderoso del mundo, dominando toda la naturaleza, el cielo, la tierra y el mar, tratando a los elementos como un gran ballet, un gran cortejo escénico, dominador de los océanos y de las tormentas a su voluntad.

Peeero…, el agua que hace horas ha rebosado el aljibe, porque la escoba no para de llenarlo con agua, cubre el piso y alcanza el sillón donde duerme Mickey, hasta que vuelca y le hace caer al agua.

 
La expresión de horror del ratoncillo travieso es increíble. Y a partir de aquí, la debacle. Trata de parar a la escoba, pero esta no le obedece. Rompe la escoba en trocitos con un hacha y de momento, pero tras unos pocos instantes de silencio, cada astilla de la escoba muerta se transforma en una nueva escoba programada para transportar agua. El final catastrófico es previsible. Todo se inunda. El caos llega al paroxismo, se forman vórtices de agua que pronostican un final dramático.

Pero en esto que, soliviantado por todo el estruendo, aparece el Gran Mago, el cual, con gesto indignado, hace callar a las aguas y las devuelve a sus lugares de origen.

Todo queda en calma.

Nuestro personajillo, absolutamente avergonzado, trata de humillarse ante el Mago; le devuelve el gorro mágico, le devuelve la escoba, toma los dos cubos de agua y casi de puntillas para no armar ni una sola nota de ruido trata de volver a su tarea.


El Mago le mira entre enfadado y con gesto de oculta misericordia, terminando el incidente con un escobazo en el culo del ratón, que le hace salir pitando de la estancia.


 

El aprendiz de dios

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero esta es de esas oportunidades donde reventaría si no te hiciese, querido amigo, una comparación absolutamente magistral entre Mickey y tú, o yo, o cualquiera de nosotros, de los seres humanos que en el mundo han sido.

¿Qué pasa si asociamos los trabajos de Micky con nuestros trabajos normales en este mundo, y el gorro del Gran Mago, con la puñetera manzana del árbol de la vida del Paraíso terrenal?

¿Qué pasa si a la tentación de la serpiente a Eva, le asociamos la sugerente idea de Micky de calzarse el gorro del Gran Mago, para jugar a ser brujo?

¿Qué pasa si asociamos el devenir de la Historia del género humano, con el progresivo desastre en que la hemos convertido, a base de embarcarnos en empresas de ambición, en ensoñaciones de grandeza, “dominarás la Tierra”, que se dice?

Hasta que la Tierra está empezando a pasar por encima de nosotros, como una apisonadora, como la legión de escobas que convirtieron el tranquilo taller de experimentos del Gran Mago, en un indescriptible caos acuático.

Hemos tratado de ser aprendices de dios, cuando el Plan de Dios era en de que nosotros fuéramos su misma esencia adornada de su Voluntad, lo que los estúpidos humanos hemos interpretados con servilismo. Dios pretendía actuar en el mundo a través nuestra, “amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. Pero nosotros hemos querido ser como Él, pero por nuestros medios, haciendo uso de falsos embrujos y sortilegios que han convertido este mundo en un infierno tecnológico, económico, político, social y ético. Y además, medioambiental.

El ensayo de tomar a hurtadillas el gorro del Gran Mago nos ha salido “como el culo”.

Y ahora ¿Qué hará el Gran Mago?

¿Vendrá de lo alto para resolver el desaguisado y mandarnos de un escobazo a  seguir con nuestras serviles actividades?

Un buen susto y reprimenda no nos vendría mal, para bajarnos los humos, todo hay que decirlo.

Pero sorprendentemente, lo que ha preferido hacer es llamar suavemente a nuestro corazón, y darnos una “segunda oportunidad”, una segunda venida, preguntándonos… “¿Me dejas un hueco en tu corazón? ¿me dejas nacer en tu pesebre?

No importa que esté sucio. Me conformo con el calor de tus bueyes, en el frio de tu noche.


*

miércoles, 24 de noviembre de 2010

38.- Venga a nosotros Tu Reino

  
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? 
 ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
 
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí!  ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
 
¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!

¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos --respondía--,
para lo mismo responder mañana!


Este soneto de Lope de Vega podría expresar la actitud que el alma humana mantiene ante el hecho cierto del “adveniat” (el adviento) que permanentemente Dios nos ofrece. “Mañana te abriré mi corazón, para lo mismo responder mañana”.

Introducción


Vive Dios que no quiero competir en doctrina con los que saben y tienen estudios. Lo que aquí expongo en mi honesta vivencia interior de lo que tradicionalmente los cristianos celebramos, o se supone celebramos en el próximo tiempo de adviento.

Espero no cometer demasiadas tonterías doctrinales en lo que sigue…

La tradición cristiano-católica celebra desde finales de Noviembre hasta la noche de Navidad un tiempo que denomina el “adviento”, que es el que empleamos para prepararnos a celebrar la llegada del Señor. Encendemos sucesivamente las cuatro velas de la corona de adviento, domingo tras domingo, mientras reflexionamos sobre aquel acontecimiento único en la Historia de la Humanidad, y preparamos nuestras casas con los belenes, adornos navideños y nuestra despensa con munición gastronómica “bastante”.

Los ciclos litúrgicos católicos anuales son tres, A, B y C, de modo que las lecturas de todo el año se repite cada tres. Pues bien, si agrupamos los primeros, los segundos, los terceros y los cuartos domingos de adviento, el mensaje que se nos transmite es el siguiente...

En los primeros domingos de los tres ciclos, el Evangelio está referido al momento de la segunda venida del Hijo del Hombre, y las advertencias de Jesús en relación a ese momento.

En los segundos domingos el Evangelio se centra en la figura de Juan, la voz que clama en el desierto, “preparad los caminos del Señor”.
Entre los segundos y terceros domingos, suele caer la festividad de la Inmaculada Concepción, donde se lee en todos los ciclos a Lucas 1, 26-38, que es el pasaje de la Anunciación.

En los terceros domingos, el mensaje evangélico está focalizado en “¿qué debemos hacer? Básicamente el mensaje fluctúa entre la figura de Juan como mensajero y la actitud de preparación para lo que ha de venir.

En los cuartos domingos, aparece María de forma variable, en el Ciclo “A”, se relata el sueño de José para aceptar el embarazo de María. En el ciclo “B”, se repite el pasaje de la Anunciación de Lucas 1, y en el Ciclo “C”, la visitación de María a Santa Isabel.

Con estos textos del Evangelio, a los cristianos se nos sugiere un periodo de “preparación” y de relativa penitencia para lo que ha de venir.

Por una parte recordamos aquellos acontecimientos que vivió el pueblo de Israel, desde un contexto que podría parecer histórico (lo que sucedió), no sin previamente advertirnos que todo ello se repetirá como segunda venida que es lo que se nos recuerda en primer lugar, el primer domingo de adviento.

Y de esta forma, año tras año, los católicos tratamos de prepararnos para vivir más o menos decentemente la Navidad, no sin antes tener que obedecer a los dictados del mercado del pavo y los turrones, y los obligados regalos de Santa Claus y de los Reyes Magos.

Esto es lo que podríamos denominar el significado externo, el vivido en la misa dominical y en el ambiente de mercadeo previo a la Navidad.

Pero ahora, pasemos a lo que realmente importa, el significado interior de estos mensajes de adviento que recibimos domingo tras domingo.

Adveniat regnun tuum

Venga a nosotros Tu Reino”, decimos en el Padrenuestro.

Adviento” significa advenimiento. Y advenimiento refleja “algo” que “ad-viene” hacia “ad”, nosotros.

El proceso del alma hacia Dios se suele comparar a un camino interior, al descubrimiento de nuestras moradas interiores. (Puedes echar una ojeada a la página "Las moradas del castillo interior" que tengo instalada en este blog).

Los místicos lo asemejan a la subida al Monte Carmelo (ver la página "Noche Oscura" en este blog), de San Juan de la Cruz; o al camino de perfección de Santa Teresa, o a las moradas de un Castillo Interior. En realidad todas esas comparaciones no son sino símiles, ejemplos, parábolas, para entendernos, para hacer un intento de comprender, hasta donde la mente, sin experimentar, puede comprender. 

Pero en realidad, el proceso no es un camino hacia Dios, sino la voluntad de Dios de llamar a nuestra puerta, o el de permitir que Dios “venga hacia”, “ad-veniat”, y entre en nuestro corazón, que se manifieste en nuestra vida, lo que supone que nuestro esfuerzo no es tanto el de un largo caminar, como el de una preparación de nuestra estancia, de nuestra alma para que Su Majestad reine y habite en nosotros.

En esta preparación para que “venga a nosotros Su Reino”, antes tenemos que rogar que “se vaya de nosotros nuestro reino”, porque ambos reinos, el suyo y el nuestro son incompatibles. Ahí es donde aparece el esfuerzo personal de luchar contra nuestras debilidades, contra todo aquello que nos mantiene apegados a “nuestro reino”, a nuestro pequeño mundo.

Al hilo de la liturgia de la Palabra del tiempo de Adviento, voy a exponer este proceso de preparación sobre tres pilares.

El primero es sobre la toma de conciencia de esa “segunda venida” que refiere la Palabra en los primeros domingos de Adviento.

El segundo es sobre la figura de Juan, que refieren los segundos y terceros domingos.

El tercero es sobre la figura de María, que más allá de su papel histórico, es para nosotros el ejemplo de cómo ella fue capaz de deshacerse de “su reino”, para acoger el “Reino de Dios”, para nosotros, aceptando el “fíat”, el “hágase en mi según Tu Palabra”.

La segunda venida

Como los humanos somos empedernidos adoradores de Cronos (ver la entrada 29), el dios del tiempo, solemos vivir o meditar la odisea de la redención en clave temporal. La primera venida, hace dos mil años, y la segunda venida Dios sabe cuándo. ¿Quizás en 2012, que está muy de moda, coincidiendo con el fin del calendario de largo conteo de los Mayas o con las profecías de San Malaquías? ¿Vendrá al son de trompetas y nos pillará a medio pagar la hipoteca del piso? ¿Nos pillará con el paso cambiado? ¡¿Te pillé?!

Más allá de las deslumbrantes y escatológicas escenas de la película 2012, yo creo que el tema no es para bromas. Fíjate que ni siquiera en una película tan apocalíptica como 2012, aparece Dios por ninguna parte.  Aparecen extraterrestres para ayudarnos a cruzar el ecuador galáctico. No sé qué idea nos hemos forjado los humanos de todo esto, pero Dios parece que en el imaginario popular del Siglo XXI está proscrito. Vale todo lo demás, menos Dios. Y una segunda venida tras tres días de oscuridad galáctica para que los supervivientes de la tragedia amanezcan en un nuevo mundo de paz y amor, tan material como este.

El cambio de milenio ha desatado un desaforado interés por las profecías del fin del mundo. Con la que han montado los profetas de 2012, ya tenemos correa para todo tipo de imaginaciones sobre el fin del mundo físico, donde curiosamente Dios no aparece por ninguna parte, para eso sí, como conejo que sacamos de una chistera, despertar a un mundo nuevo de paz y amor, los que sobrevivan al desastre final y logren pasar al otro plano de la galaxia tras los tres días de oscuridad (lo que es una soberana tontería astronómica). Pero nadie habla de espíritu. Nadie habla de la Divina realidad, porque lo que interesa es jalear la industria del miedo, que por cierto es la gallina de los huevos de oro, a base de taquillazos y merchandising. El miedo es una droga, de la que necesitamos nuestra dosis diaria para sentirnos vivos, y que adquirimos diariamente a través de los medios de comunicación y del más espectacular alucinador de mentes y conciencias, que es el cine. A lo sumo, los seguidores de la Nueva Era, sugieren un acelerado cambio de los valores humanos, que nos permitirán abandonar las estructuras de pecado, para “voilá”, “he aquí”, mira por donde, todos santos y puros.

Cuando el 21 de Diciembre de 2012 pase sin pena ni gloria, a no ser que los incipientes conflictos actuales en el Mar de China, nos compliquen la existencia, y todos los crédulos se queden con la mandíbula batiente al ver que no se ha producido el fin del mundo, y se sientan como ovejas sin pastor apocalíptico que le mantenga su dosis de susto diario, los jaleadores de la hecatombe estarán brindando con champán francés por la pila de millones que se habrán embolsado a base de la venta de este suculento producto que es el miedo colectivo.

No seamos ingenuos, por favor.

Recordemos el soneto de Lope de Vega. ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? ¿Por qué quieres venir a mí, Señor?

Hagamos el esfuerzo de considerar por un momento (con perdón de los doctrinólogos, en su caso), que esa “segunda venida” es la que Jesús nos propone para habitar en nuestro corazón, en lo más profundo de nuestro ser. Porque entre otras cosas, sólo así, la Redención, la Pasión y la Resurrección tienen sentido. De otra forma queda sólo como pura mitología religiosa, como el Gilgamesh de los sumerios, o una predicción escatológica de dudosa aplicación a nuestra vida personal, aquí y ahora.

Jesús nos habla del “fin de los tiempos”. Voy a traer a colación aquí, varias de las enseñanzas del Maestro Eckhart (1260-1328), uno de los más influyentes y controvertidos teólogos místicos de la Edad Media, al que citaré en bastantes ocasiones. Este monje dominico, explicaba cómo el fin de los tiempos no es otra cosa que vivir el presente en presencia perfecta de Dios. Es una transformación total de nuestra alma, el despertar del espíritu que “aspira” (la etimología de espíritu es “el que aspira a ser algo que aún no es”) ser en plenitud. Y ser es algo que está fuera del tiempo

Dios no ha sido, ni será; “Es”. (Soy el que es, le dijo a Moisés). Así que el fin de los tiempos no es otra cosa que nuestra propia muerte a todo lo temporal, para abrirnos a la Eternidad, donde el tiempo ya no existe.

Mientras exista el tiempo en nosotros, existirá el pecado, la imperfección. Mientras exista el tiempo en nuestras vidas, tenemos que velar, porque no sabemos ni el día, ni la hora.

Jesús llegará a nuestro corazón, pero lo hará llamando a la puerta. Y no sabemos ni el día ni la hora, porque los adoradores del tiempo creemos que llegará mañana, o pasado mañana o dentro de uno, dos, veinte años… ¿Cuándo?

Cuándo es “ahora”. Y ahora supone en este instante… si queremos, si le permitimos entrar en nuestro corazón. Así que nuestro adviento depende de que renunciemos al tiempo. Es una cuestión de voluntad, de decir “Sí” ahora. No mañana o pasado, sino “ahora”.

Cuando ese sí se produzca, habrá llegado para nosotros, “el final de los tiempos”, que es en ese estado ya de eternidad, donde y cuando Dios puede morar en nuestro interior, para que podamos ser Uno con Él.

Esta visión de las cosas puede resultar extraña, porque somos adoradores del tiempo, preocupados por lo que sucederá, y no por lo que sucede ahora.

Teresa de Calcuta, una de las grandes santas de todos los tiempos y que hemos tenido la fortuna de conocer en nuestra vida, refiere en uno de sus escritos cómo una novicia de la Orden, cuando fue a una de las casas de acogida que tenían en Kalighat, La India, tras tres horas de ayudar a curar  las heridas de uno de sus pobres exclamó: “estuve en contacto con el cuerpo de Cristo durante tres horas” . “Los pobres son pobres de hambre, ser y cobijo, pero también los ricos son pobres de amor por soledad, por ambición, porque sus defectos y pecados son el mayor signo de su pobreza espiritual. En todos ellos, ricos y pobres está Cristo llamando a nuestra puerta.
“Nosotras tocamos el cuerpo de Cristo en el pobre que necesita pan, pero también en el rico que necesita ser escuchado”.

Y ahora os pregunto: ¿qué sentido tiene preocuparnos por una hipotética segunda venida al final de los tiempos, si nos perdemos la conciencia, la contemplación de la segunda venida en cada uno que se cruce en nuestra vida necesitando nuestro amor?

Juan

¿Quién es Juan el Bautista, a parte de la figura histórica del hijo de Isabel?

Juan es todo aquel que nos anuncia con su vida y su palabra la Divina realidad. El que nos proclama el kerigma, como vimos en la entrada anterior.

Juan es aquel cuya voz clama en el desierto. El desierto es un lugar donde no hay nadie. Efectivamente, Juan clamaba en el desierto de Judea, pero esta frase tiene un significado mucho más profundo. Porque el auténtico desierto es el desierto que está poblado por seis mil millones de seres humanos, donde nadie escucha.

El desierto de Juan es el que existe donde reina un silencio entre diez mil personas juntas hablando sin parar, pero sin escucharse unos a otros. Nadie escucha, nadie lee aquello que no le interesa, porque todos estamos inmersos en nuestras ideas, en nuestros pensamientos, en nuestros esquemas mentales. Todos tenemos nuestro particular reproductor Mp3 de ideas a 120 decibelios, y vamos por la vida aislados por nuestros cascos de música de la realidad que nos rodea, la exterior, pero sobre todo de la interior, porque vivimos inmersos en nuestra particular realidad, la que nos hemos forjado a fuerza de discursos.

La voz de Juan es la voz del silencio, la que suena a 20 decibelios, es la voz del viento del desierto, el que puedes vivir y percibir sólo si logras acallar tu mente y simplemente contemplar la vida, con todas tus potencias sosegadas pero despiertas, en vigilia para poder percibir los auténticos “sonidos del silencio”, como reza la canción de Simon & Garfunkel, aquellos que proceden del más allá de las cosas.

Los cristianos tenemos la suerte de tener a los sacerdotes, no como meros administradores y dispensadores de sacramentos, y de oradores más o menos buenos en el púlpito.

El papel del sacerdote debería ser el de “maestro”. A mí me da envidia cuando los budistas y en general los orientales se refieren a los “maestros” zen o taoístas, de los que aprenden las técnicas de yoga o de meditación.

El sacerdote debía ser nuestro “maestro”, del que podamos aprender la actitud del espíritu para “allanar los caminos del Señor”, como predicaba Juan en el desierto. Poder acudir a ellos, como maestros, que por su humanidad afortunadamente “no son dignos de desatarle a Jesús las correas de las sandalias”, y por ello han de ser ejemplo cercano e imitable de santidad. Y como dice un viejo proverbio oriental “los que saben no hablan y los que hablan no saben”. No es cuestión de que sean crisóstomos, que tengan una boca de oro (crisos- stoma), sino que sea su propia vida la que nos hable de Dios. Y nosotros seamos capaces de escuchar, en el silencio de nuestro corazón; que eso significa “tener las velas encendidas”.

Pero además de los sacerdotes, Juan puede ser cualquiera de nosotros que haya experimentado a Dios en su vida, y que sea luz del mundo.

Tenemos que ser Juan para los demás. Si hemos dicho sí, ese sí tiene que ser luz para los demás, para las ovejas perdidas de Dios; simplemente “siendo” reflejo del amor de Dios.


María


Y por fin, María. Siempre María, la pobre aldeana de Nazareth. La pobre de Dios.

Dios, para hacer su obra salvadora, necesitó una mujer que fuera virgen, capaz de aceptar concebir en su seno a la propia Divinidad.

Eckhart decía en uno de sus sermones que tenemos que ser, nuestra alma tiene que ser “virgen” y “mujer”. Virgen, porque hemos de estar limpios, vacíos, inmaculados para acoger en nuestro seno a nuestro Dios. Y mujer, porque es la mujer la que concibe y da al mundo el fruto de la gestación.

La gestación de María fue el “hágase”, el “fiat voluntas tua”. Y fue el fiat porque era virgen, sin mancha y mujer, un ser capaz de aceptar la concepción en su seno del Espíritu de Dios, y convertirlo en carne, para que habitara entre nosotros.

Para que nosotros (hombres y mujeres), seamos "vírgenes y "mujeres", hemos de someternos a algo que es bastante intenso y severo, que es el vaciado de nosotros mismos. Lo que todos entendemos como proceso penitencial o vida ascética.

Eckhart hace referencia al “templo vacío”, cuando explica el pasaje de Jesús echando a latigazos a los mercaderes del templo. A estos les echa violentamente, porque han hecho de su vida, de su templo, una cueva de ladrones y de ambición. Pero a los vendedores de palomas, en el pasaje de Juan, les recomienda “quitad eso de ahí”. Los vendedores de palomas somos nosotros, que respetando las tradiciones del templo, ponemos demasiado empeño en las cosas de este mundo; así que nos aconseja que “quitemos esto de aquí”, nuestros apegos, nuestras adhesiones a nuestras cosas de aquí abajo, que aún siendo incluso lícitas (palomas como ofrendas), impiden que nuestro templo esté vacío, esté virgen, y como mujer, no pueda concebir el fruto.

Dios en nosotros es el fruto de la nada, la Clara luz en nuestro vacío. Y será el fruto de la nada, cuando nada veamos que no sea Él; y fuera de Él nada exista para nosotros, porque todo será Él. Palabras de Meister Eckhart, del libro "El fruto de la nada".

Pero como Dios sabe de qué paño estamos hechos, no nos exige en primera instancia el vacío total, sino sólo un pequeño esfuerzo. No nos exige que tengamos nuestro templo interior, nuestra alma limpia de todo, como en un palacio. Le basta un pesebre moderadamente adecentado. No exige, para habitar en nosotros la perfección de lo absoluto, porque sabe que para nosotros esto es imposible, sino un acogedor pesebre. Con eso le basta.

Como cantan Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, somos la “esposa del Amado”, la esposa que descansa en el Amado hasta entonar esta preciosa estrofa de la Noche oscura del alma:

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.


domingo, 21 de noviembre de 2010

37.- Fiat lux: El final de la búsqueda


Kerigma

Los seres humanos nos pasamos toda la vida diciendo que buscamos “algo”, la felicidad, la paz, la plenitud. Los cristianos afirmamos que buscamos a Dios, un Dios que está allí arriba. Y ensayamos multitud de  intentos; ya hemos visto las seis puertas de salida.

Digamos que vivimos en aquellas tierras lejanas malgastando nuestra hacienda, la hacienda que le pedimos a nuestro Padre para tratar de vivir por nuestra cuenta.

Los que viven ajenos a la Divina realidad, son aquellos que viven ensimismados en sus asuntos, en su pequeño mundo, cómodamente afincados en el Confinador que es esa tierra lejana donde decidió vivir el hijo pródigo de la parábola.

Pero en la vida de los que pordioseamos en el Confinador, a veces sucede, que viene alguien que se sienta a nuestro lado, charla con nosotros y nos hace ver nuestra mísera situación, y como emisario, nos proclama que existe una vía de solución a nuestra desgracia. Para ello, lo primero y más importante es que nos tenemos que dar cuenta de nuestra desgracia.

Esto, a poco que hurguemos, no es demasiado difícil, pero tampoco es fácil, porque este mundo tiene recursos suficientes para dejarnos alucinados con sus luces de neón.

Esta proclamación hecha por un emisario, que nos indica el camino de regreso a casa, se suele denominar por los entendidos el “kerigma”.

Según los Hechos de los Apóstoles, es lo que hicieron Pedro y los suyos en este pasaje:

Israelitas, oíd estas palabras: A Jesús el Nazareno, hombre acreditado por Dios ante vosotros por los milagros, signos y prodigios que realizó Dios a través de Él entre vosotros (como bien sabéis), lo matasteis clavándolo por manos impías, entregado conforme al designio previsto y aprobado por Dios. Pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte... (Hechos 2,22-25)

Por lo tanto, todo Israel esté en lo cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías. (Hechos 2,36)


Según la Biblia, cuando Jesús inició su ministerio público, ingresó a la sinagoga, tomó el rollo del profeta Isaías y leyó:

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Lucas 4:18-19

Después de leerlo se identificó a sí mismo como el mesías del cual hablaba el profeta en sus escritos. La afirmación que realiza Jesús en ese momento es conocida como el kerygma o anuncio de la buena nueva y constituye la base del mensaje evangélico para sus seguidores.

El Kerigma es realizado refiriéndose a una sola persona. Este acto puede ser realizado por cualquier persona cristiana, sin experiencia alguna de la misma.

Podemos decir que en realidad se inicio con el acto mismo de Jesús en el Templo anunciándose a sí mismo como Señor y Salvador.

Si respondemos a ese kerigma, y decimos “Sí, volveré junto a mi Padre”, la Religión, y la comunidad religiosa en la que aceptemos integrarnos, nos acoge y nos ayuda a caminar hacia ese objetivo final.

Aquí comienza un camino de ascesis, tradicionalmente entendida como un proceso de purificación del espíritu a través de la negación de los placeres materiales. Este es el camino de la sexta puerta, que cada religión establece según sus tradiciones, costumbres, creencias y prácticas religiosas de fe y de liturgia.

Aquí cada cual, cada religión se lo ha montado a su manera. Pero lo importante es que todas apuntan al “río donde confluyen todos los ríos”, como vimos en la entrada anterior.

El problema surge cuando todas pretenden ser la única vía. Aquí es donde se lía parda y donde los humanos hemos provocado severos puntos de desencuentro, cuando deberíamos haber sido suficientemente sensatos como para reconocer que todos caminamos en la misma dirección. Es decir, ser mutuamente “incluyentes” en vez de ser “mutuamente excluyentes”.

Pero bueno, no vamos a insistir en este lamentable aspecto de las religiones, que se resuelve, cuando el que decide regresar a la casa del Padre, toma conciencia de la Universalidad.

Esto se produce cuando el peregrino que “camina hacia…”, experimenta el “abrazo íntimo del Padre”. En ese momento sublime, uno siente en lo más profundo de sí que la búsqueda, realmente ha finalizado. Ya no tendrá que ir a por agua al pozo para saciar la sed, porque le ha sido dada a probar el agua viva que salta hasta la Vida Eterna. Recordemos el encuentro de Jesús con la Samaritana.

En ese momento, cuando tomas conciencia plena de que “todos somos Uno”, las leyes, dogmas y creencias que separan a los seres humanos en facciones religiosas, dejan de tener sentido, aunque se reconozca que cumplen su misión como “señal”, como sacramento que indica “el camino hacia…”, como sexta puerta.

Cuando se llega a la Casa del Padre, entonces ya todo es diferente. Humildemente reconoces que has pecado contra el Cielo y contra Él, y que no eres digno de ser llamado hijo suyo. Y el Padre te hace callar, para que no sigas diciendo gilipolleces.

Peeero…

Ojito, que aquí viene lo bueno. Llegar, lo que se dice llegar, habrás llegado, pero queda lo peor, quitarte los harapos, quedarte desnudo totalmente y ser sometido a un nada agradable proceso de limpieza.

Es algo así como si al ver el Padre al hijo, le dijera.

-¿Pero hijo, tú te has visto cómo vienes? Tienes más mierda que un jamón. Anda, ve con mis criados, que te van a quitar esos harapos, y te van a lavar. Te tendrán que restregar con cepillos de cerdas, y yo te tendré que curar con alcohol esas heridas que tienes. Y te aseguro que te va a doler…

Pues este proceso de purificación, antes de entrar en el banquete, es lo que el alma ha de ser sometida para desprenderse de toda la mierda acumulada de una vida maltratada.

Es entonces cuando, uno deja de caminar, para dejar que Él obre y proceda como ha de ser.

El final de la búsqueda

Paloma, mi esposa, y yo vivimos en mayo de 2008  un retiro en el Monasterio de San Juan de la Cruz, en Segovia basado en la meditación sobre la oración contemplativa y silencio interior, impartido por Consuelo Martín.

Los asistentes estuvimos desde el viernes hasta el domingo en total y absoluto silencio, sin hablar, siquiera en las comidas, salvo para pedirle al compañero en voz baja que nos pasara la jarra del agua, por favor.

No era un retiro católico, en el sentido de que no hubo ni misa ni rezos. Estaba abierto a cualquier profesión de fe.

La dinámica consistió en sesiones de silencio interior o contemplación. Y dos charlas de la directora (Consuelo) del retiro sobre el tema “El final de la búsqueda”.  ¿Qué búsqueda?

El agua viva que no da más sed, como le dijo Jesús a la samaritana.

Porque el agua que saca la mujer del pozo de Jacob, y que siempre da más sed, representa “absolutamente todas las cosas de nuestra vida” por las que luchamos, y que jamás nos dejan saciados. Todas aquellas necesidades, tanto materiales como afectivas que nos obsesiona cubrir y alimentar, a riesgo de sentirnos unos eternos insatisfechos.

Si a Dios le objetivamos como una de esas cosas…, (¿sería muy osado denominar “creencias”?), primero, jamás lograremos encontrarle, porque simplemente estamos en la dirección errónea, y segundo siempre tendremos la eterna añoranza e insatisfacción de no haber conseguido encontrarle.

Pero si ese Aquello, inalcanzable por mente humana (para el hombre es imposible salvarse, más no para Dios), simplemente lo que hacemos es vaciarnos interiormente, silenciar el espíritu, y reconocer que “siempre” ha estado, está y estará en lo más profundo de nuestro ser…

Si al aceptar que Él inunda hasta el último átomo de nuestro ser y sabemos cederle los mandos de nuestra nave.

Si conseguimos verle en todo lo que sucede, reconocer que las casualidades no existen…

Entonces… La búsqueda habrá finalizado, porque simplemente habremos descubierto que Él simplemente “es y está” en nosotros.

Tendrá sentido la exclamación de Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, “vivo sin vivir en mí”.

La gente que estuvimos viviendo la oración contemplativa que nos enseñaron, éramos de las más variadas procedencias. No sabemos si unos eran católicos y otros no. Daba igual. Él es Uno que los sabios llaman de diferentes nombres.

Si te sientes unido a esta idea, simplemente vívela, “brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".

Como dice  Karl Rahner, “El cristiano del mañana será un místico, uno que ha experimentado a Dios, o simplemente no será nada.”

 ¿El final de qué búsqueda?

[El texto que sigue es la transcripción meditada de las notas recogidas directamente de las reflexiones de Consuelo Martín.]

1.    Creemos que una búsqueda se acaba cuando encontramos lo buscado. Pero no es así.  La insatisfacción se expresa en una búsqueda que jamás finaliza.

2.    El final de la inquietud existencial no está en conseguir el objeto buscado, porque no existe de verdad objeto alguno.

3.    Todo objeto es una proyección del “yo”; son objetos de conciencia, creados por la conciencia misma. Ningún objeto llegará al final del ansia interior de algo más.

4.    La tradición cristiana afirma que el que bebe agua volverá a tener sed. Jesús se refiere en el pasaje de la samaritana al agua del pozo de Jacob, pero el significado profundo de ese encuentro no es tan pragmático, porque en el fondo, el agua que siempre nos vuelve a dar sed es “literalmente: todas las cosas de nuestra vida”, todo lo que la persona busca conseguir, tanto material como inmaterial.

5.    La felicidad, la iluminación, el amor; todo lo que buscamos conseguir es esa agua que al beberla da más sed, porque proviene de mí mismo, de mi propia naturaleza.

6.    Cuando me dé cuenta de lo que soy realmente, me quedaré tranquilo, porque el final de la búsqueda es “literalmente: el despertar de la conciencia”; comprender lo que la tradición judeo cristiana define como “Yo soy el que Soy”.

7.    Cuando descubramos eso, lo que es, lo Único, ¿qué búsqueda habrá entonces?

8.    Hemos por tanto que dar un giro total. Hemos de dejar de mirar los objetos. Percibir es un error de cosificación, pues establece una división entre el observador que mira y el objeto de su mirada. Y además creemos que es lo real.

9.    Con ello, nos alejamos de Dios, es decir, de lo Real.

10.    Las religiones, todas ellas, transforman a Dios en un objeto, todo lo sublime y sagrado que podamos imaginar, pero un objeto a fin de cuentas. La religión cristiana lo asocia a la figura del Padre, porque es la mejor figura que más aproxima a Dios a “un Ser bondadoso”, como la de un padre para su hijito pequeño. Pero la figura del Padre es sólo eso, una figura, una representación mental, “para entendernos”.

11.    Cualquier calificativo que asocie a Dios con algo conocido es una burda aproximación. Probablemente la palabra que menos traiciona a Dios es la que emplean los hindúes, “Aquello”.

12.    Todo lo bueno, lo es en la medida que viene de “Aquello”. Si no, no es nada, sólo fantasía, error.

13.    Aún así, pensamos que lo real es mi mundo, mis cosas, mi entorno, lo que contacta conmigo todos los días.

14.    El resultado es una dosis diaria de sufrimiento innecesario.

15.    Los seres humanos, procedentes originariamente de “Aquello”, aparecemos en la temporalidad, y ante esta situación no somos capaces de mantener la ligadura esencial con Aquel del que procedemos, sino que, alucinados con el mundo físico, desconectamos de Él, para centrarnos en los objetos cotidianos que perciben nuestros sentidos, bien como amenazas o como oportunidades.

16.    El objetivo de nuestra vida no es otro que la de volver a conectar con la Realidad.

17.    Así que no hay búsqueda hacia fuera de nosotros (lo religioso), ni hacia dentro (lo psicológico).

18.    Sólo hay que “darse cuenta” de la Realidad, y comprender que estamos viviendo al revés.

19.    Tenemos toda la Energía, toda la inteligencia. No somos inteligentes, somos la Inteligencia. Pero la empleamos mal, buscando aquí abajo, como si aquí estuviera la explicación a nuestros interrogantes.

20.    La prueba de nuestro error es nuestra permanente insatisfacción.

21.    En la medida en que nos acerquemos a lo Real, hallaremos paz interior.

22.    Es fácil escuchar que los demás son la causa de nuestras desdichas.

23.    ¿Qué demás?

24.    Solemos elaborar mitos en torno a los demás, el mito de los buenos y los malos, los agresores y las víctimas, los que sufren y los que infringen sufrimiento. Si los malos desaparecieran, ¿acaso los buenos viviríamos en paz? ¿De verdad lo creemos así?

25.    ¿Quiénes son buenos y quiénes son malos?

26.    Hay que tener una gran compasión por todos los seres humanos, incluyendo los que tienen el poder, los malos. Porque los que hacen el mal, sufren el mal. Los que esclavizan son esclavos. Los que atacan, son atacados.

27.    La posibilidad de despertar no está en el ser humano, pues vive enredado en sus fantasías.

28.    A parte de cómo me valoren, por favor, “que no me engañe yo mismo”.

29.    No soy el cuerpo.

30.    No soy el psiquismo, las emociones.

31.    No soy mi pensamiento que crea aparentes entidades y enormes cantidades de Energía. No soy nada de eso. No podría decir que soy un individuo, porque todo eso, cuerpo, psique, pensamiento, está falazmente dividido.

32.    Decir que “yo” busco es confuso, porque ¿quién busca? ¿mi pensamiento, mis emociones, mi razón, mi espíritu? ¿Cuántas cosas hay dentro de mí, que al final no sé quién soy en realidad?

33.    La búsqueda concluye cuando descubro quién soy en realidad.

34.    No es cuestión de encontrar nada.

35.    Sólo abrir los ojos y contemplar.

36.    Empleamos el pensamiento para prácticamente todo. Pero con toda probabilidad, gran proporción de mi forma de pensar es atribuible a mi tribu.

37.    En mi pensamiento hay continuas incoherencias; se bambolea según las modas, según el sueño de la tribu o del Planeta. Cambio continuamente de teorías. Cuando digo “pienso que…”, algo erróneo contiene ese pensamiento, porque lo eterno es suprarracional, supera al pensamiento humano por todas partes.

38.    Basamos nuestra “sabiduría” y conocimiento en la cantidad de información que logramos obtener en nuestras investigaciones. Actualmente Internet puede provocarnos el clásico síndrome del “Information input overload”, por el que el exceso de datos es virtualmente imposible de metabolizar, asimilar y concretar en conocimiento.

39.    “hay que civilizar a los indios nativos”, decimos. Pero la civilización se ha creado a partir y por la fuerza del pensamiento. Ha habido seres humanos que han conectado con la Verdad, pero pasan desapercibidos, como dice Kierkegaard:

40.    “Al místico se le oye como se perciben ciertos gritos de pájaros, sólo en el silencio de la noche; por eso, con suma frecuencia un místico no adquiere importancia en  medio del bullicio de su ambiente, sino mucho tiempo después, en el silencio de la Historia, para las almas afines a la suya, y que le escuchan.”
Kierkegaard, Diario íntimo.

41.    No nos enteramos que están en medio de nosotros indicándonos el camino. Ni los más entregados a las prácticas religiosas se enteran, porque tienen toda su atención en ritos y liturgias, y están enredados en cumplir con la letra pequeña de determinados preceptos considerados imprescindibles para la salvación. "Se tragan un camello, pero no dejan pasar un mosquito" (Mt 23, 24).

42.    Hay que contemplar directamente la Verdad, y es entonces cuando termina la búsqueda.

43.    La lucidez de otros, caso de percibirla, nos puede dar ánimos, pero el camino lo tenemos que recorrer cada uno de nosotros.

44.    Los buscadores nunca encontrarán lo que buscan, primero porque no saben qué buscan, y segundo porque caso de creer que lo han encontrado, esa agua les vuelve a dar más sed.

45.    Todo está en el Principio de todo, Todo es Inteligencia. El pensamiento es sólo un mecanismo, un método temporal, basado en redes neuronales, que los humanos utilizamos para los asuntos de aquí abajo. No sirve para la Gran [no] Búsqueda.

46.    La luz de la conciencia viene desde dentro de nosotros, donde la Verdad habita, sin nosotros ser conscientes de ello. Y a esa luz se la denomina, para entendernos, “discernimiento”.

47.    El ser humano está perdido mientras se crea que está separado del resto de la existencia. El discernimiento viene desde lo profundo que somos. No es racional.

48.    La liberación está en darnos cuenta de que somos Aquello, la sin causa.

49.    Pero darnos cuenta de que somos Aquello supone el abandono de todo lo que creemos ser. Los místicos lo denominan “matrimonio espiritual” o unión íntima con Dios, en el que la propia alma exclama…
“en una noche oscura.
Con ansias en amores inflamada.
Oh dichosa ventura,
Salí sin ser notada,
Estando ya mi alma sosegada” (San Juan de la Cruz)

50.    Si algo somos es Aquello. Lo único es contemplar.

51.    Las cosas de la Tierra, gracias a la luz del Sol pueden verse. Cuando él se oculta, las cosas desaparecen de nuestra vista.

52.    Todo lo tangible son imágenes de Aquello, no son realidades.

53.    Hay que mirar todo con los ojos de Dios.

54.    La Verdad es Unidad de conciencia. El Amor es expresión directa de esa Unidad.

55.    Cuando nos entretenemos en que la belleza, el amor está en otras cosas, nos engañamos. Y eso causa a la postre, desengaño.

56.    Hay que dar gracias cuando experimentamos un desengaño, una desilusión, porque con la desilusión, la Inteligencia nos dice “por aquí no”.

57.    Ninguno de esos caminos es correcto. Ni los instintos, ni las emociones, ni los pensamientos son el camino.

58.    Al desilusionarnos conseguimos ser conscientes del error en el que estábamos. Entonces es cuando podemos quedar en silencio, y dejar sentir la llamada de lo Real, lo Sagrado. Y eso es paz y serenidad, alegría sin motivo. Es la sensación de que Aquello es la Realidad.

59.    Darme cuenta de lo profundo es lo Real. Lo demás no es comparable, son apariciones, ensueños.

60.    En los momentos de silencio de la mente es cuando se experimenta la Sabiduría.

61.    La Bondad no se fabrica, es un estado interior. Bondad, Paz, Belleza, Amor, todo es una sola esencia.

62.    Si la mente no se silencia, no hay nada que hacer.

63.    La mente astuta siempre tiene vías de escape para imponer su raciocinio. Pero resulta ser la más boba de todas.

64.    Una mente inocente es la que se deja contactar con la Sabiduría. Sin embargo, despreciamos la inocencia porque para nosotros, es sinónimo de inmadurez. Pero en el fondo, una mente inocente es una mente des-engañada, des-ilusionada, es decir, una mente que habiendo estado engañada, ha descubierto el engaño; habiendo estado ilusionada, ha descubierto La alucinación. A través de la desilusión se adquiere la inocencia.

65.    Hay otros caminos de búsqueda que se basan en lo emocional. Pero puede darnos bandazos sin dirección fija. Está muy próximo a los instintos. Y esto nos deja a merced de impulsos incontrolables.

66.    El camino propuesto es el de la Sabiduría, que no es otra cosa que “darnos cuenta” de que no podemos estar dejados de la mano de Dios. Sólo la persona de Jesús pudo decir “Dios mío, por qué me has abandonado”.

67.    Vernos en la noche oscura es sólo una vivencia desde la persona. La noche oscura no es verdad, es sólo una percepción desde el sentimiento. Que no cunda el pánico.

68.    Dios está siempre con nosotros, queramos o no.

69.    Cuando el pensamiento se vacía, aparece la plenitud.

70.    Ni en los momentos de crisis tenemos que emprender una búsqueda. Sólo dejar la mente en silencio. Dios está ahí, detrás de nuestro silencio. Nuestro pensamiento sólo interfiere la comunicación directa con Él.

71.    La acción hacia dentro de nosotros es simplemente la quietud, la no acción, parar la maquinaria y confiar (tener Fe), dejar que Él actúe.

72.    El final de la búsqueda es simplemente despertar a la consciencia que somos.

73.    El despertar es “lo último”. No es un proceso temporal; es la libertad primera y última. La continuidad temporal es falsa.
74.    No hay  nadie que despierte. Sólo hay despertar. Sucede, y cuando sucede, acontece la disolución del “yo” a través del des-engaño, de la des-ilusión.

75.    El despertar no es un proceso en el tiempo. Está fuera del tiempo.

76.    Pensamiento y tiempo van unidos. Si no puedes escapar del tiempo, estás pensando. El ahora no puede ser pensado.

77.    Cuando sientes animadversión hacia otro, es que no has comprendido que los humanos no son lo que parecen ser. El agresor es digno de compasión porque está perdido y tanto más barbaridades hace cuanto más perdido está. Por eso Jesús suplicó al Padre “perdónales, porque no saben lo que hacen”.

78.    No hay meta que conseguir, porque ya la tienes… y no lo sabes. Se trata de que te des cuenta de que “ya estás” en la casa del Padre. Ya eres uno con Él. Pero el pensamiento se resiste a creerlo y te confunde, te engaña, te ilusiona con otras cosas.

79.    La vida se trata pues, de descubrir el engaño en el que estamos inmersos; de comprender que creemos ser lo que nuestro pensamiento ha fabricado para nosotros, y nuestra tribu nos ha transmitido a través de la educación.

80.    “Yo”, mi verdadera identidad estoy fuera del tiempo y del espacio.

81.    Cuando tomas el uso de razón, te preguntas “por qué estoy aquí”. Cuesta muchos años aceptar por qué estamos aquí.

82.    El problema básico es la ignorancia, la ignorancia original (o pecado original según la tradición). Esta ignorancia es la causante de que la conciencia se haya identificado tan fácilmente con el mundo físico.

83.    La ignorancia fundamental tiene un fin, pero no tuvo un principio.

84.    La metáfora del sueño lo explica: la conciencia tuvo luz y se quedó dormida, y a partir de entonces elabora sueños.

85.    Cuando estás confuso, has de saber que estás en pleno proceso de pensamiento. Cuando te separas del pensamiento, entonces encuentras la Paz.

86.    El pensamiento no observa, no contempla, juzga, piensa, se involucra en las emociones. El testigo no se involucra con las emociones.

87.    Primero crees que “yo mantengo la conciencia”. Es justamente al revés. “Yo” no hace nada.

88.    El hecho de recordar que he de estar atento, es un recuerdo.

89.    No hay libre albedrío pero sí libertad de expandir la conciencia. Simplemente consiste en parar el pensamiento.

90.    No hay culpabilidad, simplemente "inatención" por ignorancia.

91.    El delito está en el momento que me creo “lo nacido”. Es el primer error o pecado que atrae a todos los demás. Porque lo que yo soy está fuera del tiempo y del espacio.

92.    Cuando descubro esto, me des-engaño. El delito (pecado) desaparece por consciencia.

93.    Lo que importa desde la Sabiduría no es hacer o no hacer, sino desde qué lugar de mí surge la decisión.

94.    Cuando descubro lo que soy, las cosas suceden según la providencia. Todo comienza a tener sentido, no existen las coincidencias.

95.    Existir es transitorio, está en el tiempo y en el espacio. Ser es eterno, está fuera del tiempo y del espacio.

96.    La voluntad es Amor si no actúa desde el ego.

97.    Mi voluntad es ilusoria.

98.    Dejo de ser yo el que vive, para ser Él (como el aire del globo que explota se mezcla con el aire circundante), el     que vive en mí. Lo dice San Pablo.

99.    La fusión del total desapego y la total aceptación supone la armonía y la paz.

¿Es posible vivir sin buscar?

100.    Parece imposible vivir sin un objetivo al que dirigirnos.

101.    Todo consiste, parece, en luchar, en buscar un mundo, una vida mejor. Pero ese estar buscando nos mantiene en desazón. ¿De qué está hecha esta búsqueda?

102.    Es muy importante ver la posibilidad de no tener que buscar.

103.    Nuestra inteligencia se basa en que todo tiene que ser así, qué se le va a hacer. Somos así…

104.    Es posible vivir sin buscar. Pero para ello tiene que desaparecer la sed de algo más. Surge así el desapego de casi todo.

105.    Sentir que tenemos necesidades afectivas y materiales es una paradoja. Por una parte sí es verdad, por otra no.

106.    Empecemos por el hecho de medir, de cuantificar, y así la comparación entre lo que tengo, poseo y lo que debería tener y poseer. Medir es una ilusión, una “maya”.

107.    Todas las medidas están en el espacio, y el espacio es un modelo de nuestra mente. Decir pequeño es comparar eso respecto de algo más grande o mucho más grande. Si no hay medida, el hecho de medir es simplemente una ilusión.

108.    La Gran Añoranza del hombre se focaliza en alcanzar lo ilimitado, lo infinito. Pero ese alcance es imposible. Por tanto, acaso nuestra permanente insatisfacción radica en el hecho de haber querido limitar lo ilimitado a nuestro alcance, por un lado, y por otra creer que “yo” soy algo diferente de “El”.

109.    Decididamente no. Mi cuerpo es una manifestación en el plano físico de Aquello que le sobrepasa.

110.    Mi yo no está separado del resto del Universo. La vida fluye en mí, la respiración, la energía, los nutrientes…

111.    El Todo respira y la aparentemente forma manifestada que soy yo, también respira dentro del Todo.

112.    Entre lo más sutil y lo más denso está nuestra identidad.

113.    Hay que ver todas las partes desde la totalidad. Algo parecido a tener una visión sistémica.

114.    Si no somos lo que creemos, si tenemos tantos planos de conciencia, podemos dejar nuestra realidad en cualquiera de los planos, bien por la caída (el pecado) o por la ignorancia (según los Vedas).

115.    Nos identificamos con una forma que expresa un plano limitado de la realidad.

116.    Cada forma se puede creer autónoma y sentirse separada. Esto es el pecado original.

117.    Cómo siendo tan clara la verdad, vivimos los seres humanos de un modo tan rastrero?

118.    Podría ser que además de hacer esto, esto sería como si el dueño de una casa enorme se limitara con las estrecheces del sótano, ignorando que dispone de muchas estancias y una terraza, un espacio abierto a la totalidad, el corazón ni físico ni emocional, el núcleo.

119.    La mayoría de seres humanos niegan la existencia de la terraza, el acceso a la verdad absoluta. Pero nuestro destino es grandioso.

120.    Cuando existe la “intuición”, y no se niega, nuestra búsqueda empieza a cambiar. Las necesidades comienzan a relativizarse, la búsqueda se debilita, empieza a perder sentido, y comienza la búsqueda del Amor Universal, la búsqueda de Dios.

121.    Pero esa búsqueda es un comienzo desde la intuición de que hay algo más, pero nos atrapa nuestra innata actitud de búsqueda, el “espíritu de la colina”, que siempre nos deja desasosegados, porque siempre hay una colina más allá de haber logrado el último altozano.

122.    La lucidez, cuando se alcanza, nos hace consciente de que no tenemos que buscar nada que no hayamos tenido siempre. Ya está en nosotros. Siempre ha estado a nuestro lado, y más aún, dentro de nosotros, porque es nuestra misma esencia.

123.    El camino de regreso del hijo pródigo no es otra cosa que el discernimiento, la clarividencia, alcanzar la consciencia de que Él y yo somos uno. Sólo hace falta contemplar y ver, que está ahí, delante de nuestros ojos, en lo más profundo de nuestro ser.

124.    La Eucaristía es el sacramento, el signo sagrado que representa esa unión íntima, esa fusión total y absoluta de Dios en cada uno de nosotros.

125.    Pudiera ser que en un instante afortunado la búsqueda de “Aquello” casara y descubriéramos que el edificio culmina en un espacio sin límites. Pudiera ser poder ver la infinitud de nuestra esencia. Esto no es un ideal, es nuestra propia esencia.

126.    Es nuestra zona pensante la que impide ser conscientes de esta realidad, la que lo niega, la que no se lo cree. Es nuestra identidad temporal la que tiene miedo de salir de sus coordenadas, perímetro que cree controlar, porque teme encontrarse literalmente con “la nada”. Y sí, será una nada relativa respecto de lo anterior, pero no absoluta, pues Dios lo llena absolutamente todo. Es el vértigo del abismo infinito.

127.    Hagamos lo que hagamos, estamos en el seno de la divinidad; con cuerpo, sin cuerpo, en este mundo, en el otro, con mente, sin mente, con o sin emociones.

128.    Existen dos miedos atávicos, el primero es a equivocarnos, a no optar por la dirección correcta. El segundo es a, fruto de ese error, caer en la nada, en vía muerta sin retorno. Pero no hay garantías de coger el camino correcto. Hay sólo la evidencia de nuestra intuición.

129.    La contemplación hace que la evidencia interior se afiance. Esto es Fe en el verdadero sentido al que apuntan las religiones, pero no consiguen “tocar”, porque se limitan a “creer al pie de la letra”.

130.    Cambiemos Fe por Evidencia o Intuición de la Verdad. Esta es la única garantía.

131.    Si nuestra intención es “pura”, el camino es el correcto. Si existe el mínimo atisbo de impureza, es decir, de egoísmo, el camino está equivocado.

132.    La intención impura es la que se basa en mejorar nuestros sueños, o lo que es lo mismo, en incrementar la satisfacción de nuestras necesidades. Más de esto, más de lo otro, que me amen, que me valoren, que me halaguen. Todo va dirigido a satisfacer el “ego”, a dar culto al “yo”. Esto se define como egoísmo.

133.    La manera de salir de este tipo de búsqueda, que satisface sólo temporalmente, como el agua que sacia pero terminas sintiendo de nuevo sed y necesidad de beber, es dejar de soñar y de alimentar mis sueños y mis necesidades; incluidos los sueños altruistas.

134.    Si busco ayudar a los demás, siempre habrá una coletilla de búsqueda del reconocimiento de los demás a mi desinteresada acción. Siendo así, que los mejores actos terminan siendo pura hipocresía, como las acciones humanitarias de los famosos del cine, que cumplen dos funciones, la primera, desgravar impuestos, y la segunda, salir en los medios de papel satinado, con exclusivas sobre lo buenos y humanitarios que son, siendo así que su popularidad (que es de lo que viven) sube varios enteros, lo que al final se traduce en más ingresos económicos.

135.    Qué hacer entonces. Ser lo que soy, y no necesitar nada más. Esto se consigue no pensando, sino viviendo el instante presente.

136.    El pensamiento sólo es útil para manejarnos en esta vida cotidiana. Si lo utilizamos para esto, está bien. El problema es que lo utilizamos para mejorar el “yo”. Calculamos, imaginamos, proyectamos… cómo ser mejor que los demás. A ver quien mea más lejos. “Mis, mis, mis… buenos deseos… mis intereses, a fin de cuentas.

137.    Todo esto lo hacemos desde el pensamiento, esto es, utilizamos todos los recursos a nuestro alcance. Y aquí está implicada la New Age, al menos en parte, porque está planteada desde el yo psicológico, que busca, busca y busca, un estado mental de relax, paz, bienestar y “buen rollito” entre los seres humanos, de donde se deduce el slogan “make love, no war”, de los hippies de los sesenta.

138.    La Inteligencia busca no la acción, sino la no acción. Desde el “yo” no es posible hacer una acción desinteresada, porque esto es contranatura; pone en riesgo el “yo”. Por eso para el hombre, para el “yo” es imposible salvarse. Porque el “yo” psicológico se mantiene bajo criterios erróneos de “yo” versus todo lo que me rodea.

139.    El pensamiento primitivo de los primeros homínidos surgió como forma de que el semi humano lograra defenderse de las amenazas del mundo físico, que eran todas; de modo que la identidad surgió como forma de conseguir sobrevivir a la amenaza. Se creó, entonces, la ilusión de que vivimos diferenciados del entorno. Conseguir superar la amenaza hasta doblegar a todo aquello que nos amenazaba hizo creer al hombre que él era el amo y señor de lo creado, y todo lo que amenaza ese status se toma como peligro. Por eso uno mismo no puede salvarse. [NP]

140.    Desde el “yo” no es posible finalizar la búsqueda. Hemos de conseguir nuevas habilidades a experiencias, o dones.

141.    Toda actitud que genera desasosiego indica que viene del pensamiento, y por ello, el propio desazón indica que es un pensamiento erróneo.

142.    Estamos habituados a asociar la energía vital con las emociones fuertes. Una persona que no expresa emociones puede transmitir una energía de intensidad muy superior a la que exterioriza todo tipo de emociones. Y el salto sólo se consigue con la “lucidez”.

143.    Cuando nuestro “yo” salga de este contexto, nuestro Yo Real no saldrá de ninguna parte. Siempre estuvo allí, nada más que eclipsado.

144.    No tenemos ninguna consigna para vivir, ningún ejercicio que practicar. Sólo una cosa es importante, mantenerse despierto en mi “yo Real, para ejecutar “mi obra de arte”.

145.    Si la belleza, la bondad me inunda, mi obra será bella, mi vida será brillante.

146.    No hay un programa de virtudes. La humildad desde el “yo” es egoísta. La humildad desde la verdad es sencilla, inocente.
147.    Sólo tenemos que deshacer la ilusión de que “yo” soy el resultado de mis pensamientos.

148.    No distraerme no es tener que estar atento a los detalles de lo pasajero. Eso distrae de lo esencial. La búsqueda basada en el detalle de esto o aquello, no tiene sentido.

149.    Jesús nos propone buscar el Reino de Dios, lo demás, el detalle, viene por añadidura. Pero si nos obcecamos en buscar y buscar, tendremos serias dificultades para transformar nuestra vida.

150.    Nuestro verdadero sentido no es la búsqueda, sino la toma de conciencia.

151.    Con la mente pensante no lograremos entender que todos y cada uno de nosotros somos una conciencia única.

152.    Porque la conciencia única no lo entiende el pensamiento, es por lo que se ha llamado “sagrado”, “místico”, misterioso.

153.    Cuando el que lo ve, se da cuenta, no lo puede transmitir a los demás a nivel de pensamiento, de razonamiento lógico o ni siquiera intuitivo. Simplemente ha de mostrar su vivencia, lo vive, lo experimenta. El que tenga oídos y sepa oír estará entablando una comunión desde dentro, desde lo más íntimo.

154.    Porque no se puede dar luz desde fuera. La luz vino al mundo, pero las tinieblas no la recibieron. Para incluso explicar esto, hay que acudir a parábolas.

155.    La luz nos ilumina desde dentro, porque Aquello está en nosotros y nosotros somos Aquello. Esto nuestro yo lo interpreta casi como blasfemia, pues piensa (y piensa mal), que esto es lo mismo que creernos dioses. El “yo” que se cree dios es un necio. Y los hay.

156.    Una mente dormida siempre está dormida, con cuerpo y sin cuerpo, antes y después de la muerte.

157.    Es urgente despertar.

158.    No podemos entretenernos con las apariencias.

159.    ¿Y ahora qué hacemos…? Siempre queremos hacer algo, antes de ser.

160.    El que hace silencio interior, hace lo que mejor puede hacer, contemplar la Verdad.

161.    Aquí hay luz, desde las galaxias hasta los átomos. No es difícil contemplar. No nos conduce a un vacío donde no poder reclinar la cabeza. Eso es lo que teme el “yo”.

162.    No nos preocupemos, como no lo hacen los lirios del campo.

163.    No nos quedemos anclados en las apariencias.

164.    La ilusión esclaviza siempre. La verdad hace libres.

165.    Por eso, con contemplar la Verdad, basta.

166.    Esto es un escándalo, porque puede creer pensar en verdades vs falsedades.

167.    Ya soy la belleza que busco, la verdad que busco, la alegría que busco. Lo soy de verdad, en esencia, no en apariencia, no en el tiempo.

168.    El paso del tiempo hace perder la belleza del cuerpo, pero somos la Belleza.

169.    Pero de esto hay que ser consciente, sin margen para la duda.

170.    Esto es lo que han hecho los pocos sabios que en el mundo han sido. Lo dice Fray Luís de León.

171.    He tenido atisbos, pero mi ego me confunda constantemente. Porque teme perder el control. Y sin embargo, sólo me queda decirle a Dios que lo haga Él.

172.    El camino devocional, como primera instancia es válido, porque moviliza y prepara, pero no va más allá, porque quedarse sólo en la práctica devocional no elimina el protagonismo del “yo”.

173.    La frase “vivo sin vivir en mí” indica que la persona está viviendo de lo que cree ser “yo”. Toma conciencia de que mi vida no la mueve el “yo”. Y “muero porque no muero”, es la angustia por el deseo de que de una vez, el “yo psicológico” muera, y  renazca y se exprese con toda su plenitud, el “Yo Real”, la verdadera identidad, unida, fusionada, misma esencia de Dios.

Filosofía perenne

174.    Todo lo expresado en estas frases se denomina “filosofía perenne”. Esto es lo que han hecho los pocos sabios que en el mundo han sido.  Lo ha expresado el Buda, Lao Tse, Confucio, Sócrates, Isaías, Epicteto, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, y tantos y tantos sabios místicos como ha dado la Historia. Y lo ha proclamado en su Evangelio, el propio Jesucristo. Todos han expresado la misma esencia, adaptada a cada cultura, pero la misma esencia, al fin y al cabo. Es Palabra de Dios.

175.    Todos predican la calma, la prudencia, la templanza, la serenidad, la paz (mi paz os dejo, mi paz os doy). Si faltan, no puede verse con claridad.

176.    Es una gran Verdad evocadora, que sobrepasas el pensamiento. Imprime el ritmo de la vida, expresado en culturas antiguas en la respiración, en el “prana”.

177.    Hay que trascender a las religiones. De no hacerlo, podemos quedar fascinados por una o por otra. Y justamente esa diferencia separa, divide. Es la fascinación por lo exotérico, lo externo, la práctica devocional.

178.    La trascendencia de la religión es esotérica, interior, profunda, no manifestable con formas externas, que siendo útiles en el principio del caminar, dejan de ser necesarias cuando el alma se descubre a sí misma y trasciende el plano de este mundo.

179.    Cuando se supera lo exotérico y se entra en lo esotérico, lo interior, se entra en lo que en lenguaje tibetano se denomina “tosen” o “Zochen”, o vía directa.

180.    Krisnamurti es budista esotérico, y no pertenece a ninguna línea exotérica. Predica por tanto la sabiduría perenne, el camino directo.

La Vía Directa

181.    Cuando eres lúcido en la vigilia, los sueños no tienen nada que enseñarte, porque todo lo que te presentan es accesorio; acaso útil para vivir lo cotidiano, trabajar, administrar la casa, pagar las facturas, etc.

182.    Hay que seguir la “via Directa”. Y el discernimiento es capaz de diferenciar perfectamente lo esencial de lo accesorio.

183.    No es necesaria la vía purgativa antes de la contemplativa, como una penitencia necesaria.

184.    Llamando a las cosas por su nombre, si asociamos la vía purgativa al proceso de “desapego”, posiblemente, nos entendamos.

185.    Las tentaciones vienen de nuestra tendencia al apego a las cosas.

186.    La vía Directa es tremendamente intensa, es una total conmoción.

187.    La vía clásica trial es paso a paso.

188.    Mientras yo sólo sea mi “yo”, mi “ego”, estaré viviendo un sueño.

189.    Las experiencias sólo tienen valor en función de la Sabiduría que dejan como poso.

190.    Toda aplicación de conciencia es válida en sí misma en la medida en que desvaloriza el mundo cotidiano.

191.    La emoción es algo superficial, que procede del entorno del “yo”. El sentimiento es algo muy profundo, que proviene del chakra 4, del corazón.

192.    Las emociones positivas tienen algo de Aquello, aunque esté tapado, eclipsado.

193.    Los valores internos van más allá de los sentimientos.

194.    El sentimiento es mío.

195.    El Amor no es mío. Soy el Amor.

196.    La libertad no es mía. Soy la Libertad.

197.    Viene directo del Ser.

198.    Ser consciente, darse cuenta, despertar, no es lo mismo que comprender con la razón. Podemos entender los textos de los sabios y admitir que en la lucidez está la Verdad. Pero no despertaremos sólo con comprender, más o menos esto. No es una cuestión de “yo lo he pillado”.

199.    Despertar es experiencia de Dios, no el resultado de una lúcida reflexión sobre lo divino.

200.    Despertar supone pasar de creer en Dios a vivir en Dios.

Kerigma

Cuando uno recibe este mensaje, cuando uno deja ser sometido a la purificación, luego "dad gratis lo que habéis recibido gratis"

Ahora toca ser emisarios, y proclamar el kerigma.

Esto es, volver a las tierras del Confinador y sentarse al lado de los que pordiosean por un puñado de bellotas (es decir, por un puñado de dólares), y transmitir todo esto.

Hay variadas forma de hacerlo.

*

sábado, 20 de noviembre de 2010

36.- El río donde confluyen todos los ríos.



Factor común

Encorsetar a Dios mismo entre los límites de una religión es forzar a que las demás no le reconozcan. Porque se le contamina de creencias y tradiciones. Esto favorece el politeísmo del ser humano Y en el extremo, las luchas de religión.

El día en que dos o más reunidos en Su nombre puedan celebrar la Eucaristía sin que ninguno de ellos tenga que ser sacerdote católico diplomado, y aún más si cabe, sin que alguno de ellos tenga que haber sido canónicamente bautizado según el rito católico, ese día, Jesús será Patrimonio de toda la Humanidad.

Aunque no parece que de momento, y en los próximos mil años, esto pueda ser posible. A los hombres nos queda mucho camino por recorrer y mucho que aprender, para que el concepto religioso se libere de sí mismo para poder reconocer a un solo Dios y a Jesús de Nazareth como Dios encarnado a nivel planetario, al menos.

Aceptamos los cristianos que Jesús de Nazareth vino a fundar una religión nueva, pero en realidad, los líderes religiosos que fundaron la primera piedra del Cristianismo fueron San Pedro y San Pablo.

El gran error cometido por los cristianos es haber recluido, encorsetado, encadenado la figura de Jesús de Nazareth en los estrechos límites de “líder religioso fundador de un movimiento religioso”, por muy importante y extendido que sea. En este caso, Jesús de Nazareth no tiene por qué ser considerado más que Mahoma, Buda o Confucio por las demás religiones.

Ha sido un tremendo error por parte de los cristianos humanizar a Jesús hasta el extremo de convertirlo en su líder espiritual. Pero a la vez divinizarlo hasta el extremo de convertirlo en un objeto de culto.

Si Jesús es Dios encarnado tiene que estar por encima del fenómeno religioso, que no es otra cosa que un artefacto humano para establecer relaciones con Dios, organizando la vida y costumbres de la gente según creencias y tradiciones. 


Es decir, las religiones (incluida la católica) organizan los sistemas de creencias, y por eso unas de otras son diferentes. Pero el factor común universal es la Fe en Dios, (expresada como mensaje de salvación por Jesús de Nazareth si la Iglesia Católica permitiera liberarle de los derechos de autor).

Esta argumentación es tan brutal, que necesariamente es inadmisible para todo católico y para cualquier representante de la casta sacerdotal. 


Pero es a la conclusión a la que llego después de haber meditado mucho, durante cuarenta años sobre la fe que heredé de mis padres.

La regla de oro

Todas las religiones importantes en la Tierra coinciden en una serie de elementos que giran en torno a lo que habitualmente se denomina “Regla de oro”, que se resume en “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Así lo sentencia Jesús de Nazareth. Pero todas las religiones coinciden en este principio:

Budismo: “No hagas daño a los demás con lo que te hace sufrir. Lleno de amor por todas las cosas del mundo, practicante de la virtud para beneficiar a los demás, así es el hombre feliz. No juzgues a tu prójimo”.

Cristianismo: “No juzgues y no serás juzgado. Trata siempre a los demás como te gustaría que te tratasen a ti: esa es la ley y la palabra de los profetas. El umbral que da a la vida es pequeño y estrecho.”

Hinduismo: “Esta es la suma de toda la rectitud: trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti. No le hagas a tu prójimo algo que no te gustaría que el te hiciera a ti. El ser humano consigue una auténtica norma de conducta si ve a su prójimo como si fuera el mismo.”

Islam: “Hazles a todos los seres humanos lo que te gustaría que te hicieran a ti; rechaza para los demás lo que rechazarías para ti”.

Judaísmo: “Lo que a ti te hace daño no se lo hagas al prójimo. Esa es la base de la Torá y lo demás no son más que observaciones. No juzgues a tu prójimo hasta que te encuentres en su lugar.

Fuera de este texto, aunque también viene a cuento, en la Wicca se dice: "Haz lo que quieras, a nadie dañes". Es la misma idea, más o menos, que las anteriores.

En un libro que leí de Brian Weiss, “Los mensajes de los sabios”, el autor menciona en el epílogo, los principios de común identidad de todas las grandes religiones, que a su vez son recogidos por Jeffrey Moses en su libro “Oneness, greats principles shared by all religions”.

Voy a transcribirlos, porque creo, no tienen desperdicio:

Grandes principios compartidos

Responsabilidad por las propias acciones.


Budismo: Es norma de la naturaleza que lo que siembras es lo que cosechas.

Cristianismo: Lo que siembre un hombre es también lo que cosechará.

Hinduismo: No puedes recoger lo que no has sembrado. Si se planta el árbol, crecerá.

Judaísmo:
el hombre generoso se enriquecerá, y el que riega también será regado.

El perdón

Budismo: El rencor nunca acaba con el odio. Sólo el amor termina con él. Ésta es una ley eterna.

Cristianismo: Si perdonas a los demás los males que te han hecho, tu Padre celestial también te perdonará a ti; pero si no perdonas a los demás, los males que hayas hecho tú, no te los perdonará el Padre.
No has de perdonar hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete…

Hinduismo: Las personas nobles se dedican a fomentar el amor y la felicidad a los demás, incluso a los que les hacen daño.

Islam: Perdona a tu sirviente setenta veces al día.

Judaísmo: lo más hermoso que puede hacer el hombre es perdonar el mal que le han hecho.

La paz y el amor.

Budismo:
cosecha lo que has sembrado. Esa es la ley. En su corazón está el amor, en su final la paz.

Conquista a tu enemigo a la fuerza y aumentarás su furia. Conquístale con amor y no cosecharás pesar. Considero todo un brahmán a aquel que dice la verdad, es instructivo, habla sin crudeza, y así no ofende a nadie.

Cuando la rectitud se practica para ganar la paz, el que camine así conseguirá la victoria y destruirá completamente todas las cadenas.
No hagas daño a nadie ni de palabra ni de obra. Sé constante en las buenas acciones.

Cristianismo: No te enfrentes al hombre que te hace daño. Si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la izquierda. Si un hombre quiere demandarte para quedarse tu camisa, dale también tu abrigo. Bienaventurados los conciliadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. La Paz de Dios, que está más allá de toda comprensión, alimentará tu corazón y tu mente.

Amad a vuestros enemigos, bendecid a quienes os maldicen, haced el bien a los que os odian y orad por vuestros perseguidores; sólo así podréis ser hijos del Padre Celestial, que hace que el Sol salga igual para justos e injustos, y manda la lluvia a todos, honestos y deshonestos. Si quieres sólo a quienes te quieren, ¿qué recompensa podrás esperar?

Ama a Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda el alma, con toda la mente. Este es el primer mandamiento. El segundo es este, ama a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo relacionado con la Ley y los profetas se encierra en estos dos principios.

Un mandamiento sólo os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado.

Hinduismo: La mente es inquieta y cuesta dominarla, pero puede conseguirse con práctica y ausencia de deseo. Cuando la mente inconsciente se va hacia un objeto, hay que someterla, hacerla volver y colocarla sobre el espíritu. La dicha suprema llegará al sabio cuya mente alcance la paz.

Con amabilidad se conquista la rabia, con la bondad, la malicia. Con la generosidad se vence toda maldad, con la verdad se derrotan las mentiras y los engaños.

Islam: Recompensa el mal, conquistándolo con el bien ¿Tengo que decirte qué actos son mejores que el ayuno, la caridad y la oración?

Hacer la paz entre enemigos es uno de esos actos, ya que la enemistad y la malicia destruyen las recompensas celestiales desde la raíz.

Judaísmo:
Cuán hermosos son en la montaña los pies de aquel que trae buenas nuevas, que comunica la paz. Pero yo os digo: los actos de amor valen tanto como los mandamientos de la Ley. No aprender, sino hacer es lo más importante. El Amor es el principio y el fin de la Torá.

Ama a tu prójimo como a ti mismo.

Valores espirituales.

Budismo: Como una hermosa flor pero sin aroma, así son las palabras bonitas pero inútiles de quien no actúa de acuerdo con lo que dice.

El verdadero tesoro es el que reúne un hombre o una mujer gracias a la caridad y a la piedad, a la abstinencia y al control de uno mismo. Este tesoro escondido está a salvo y no desaparece.

Cristianismo:
Por consiguiente debéis practicar siempre la bondad, del mismo modo que vuestro Padre celestial es todo bondad. No acumuléis tesoros en la Tierra para vosotros, reunid un tesoro en el Cielo.

No podéis servir a dos señores. ¿En qué se beneficia un hombre si gana todo el mundo pero pierde su alma?

No puede vivir el hombre solo de pan, sino de toda palabra que brota de Dios.

Nadie puede sacar un codo a su estatura a fuerza de discursos. Dedicaos al Reino de Dios y a su justicia, antes que a cualquier otra cosa.

Si quieres alcanzar la Vida eterna, cumple los mandamientos. No matarás, no cometerás adulterio… Pero solo te falta una cosa más, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme. Tendrás entonces tu tesoro en el Cielo.

Hinduismo:
Busca la verdad ayudando a los demás, buscando con afan, preguntando y practicando la humildad. No hay nada en este mundo que purifique tanto como el saber espiritual. ¡Di la verdad! Cumple con tu deber. No te apartes de la verdad.

El que actúa con rectitud es sabio. El hombre no solo vive del pan material. No hagas daño a los demás. No hiera ni por pensamiento ni por obra. No pronuncies palabra alguna para ofender a tus semejantes. El que renuncia a la ira llega a Dios.

Islam: ¿Sabéis quien es el que rechaza la fe? Es aquel que desatiende al huérfano y nunca defiende que hay que darle comer al hambriento. Así pues, pobre del que observa las oraciones del salat y hace caso omiso de su salat. Sólo se dedica a presumir y detesta la caridad. Debéis practicar la caridad porque Alá ama a los hombres generosos.

No debéis quitaros el dinero de forma deshonesta. No confundáis la verdad con la falsedad ni la ocultéis a sabiendas. Alá es omnisciente.

El ser humano está totalmente perdido si no cree en la vida recta y no la practica y si no anima a los demás a defender la verdad y ser firmes.

Un hombre le preguntó a Mahoma cómo puede saberse si alguien tiene fe verdadera, y la respuesta fue esta. “Si obtienes placer del bien que haces y te hace sufrir el mal que cometes, eres un verdadero creyente”.

Busca el conocimiento desde que naces hasta la muerte.

Judaísmo:
Amarás a Dios sobre todas las cosas, No tomarás el nombre de Dios en vano. Respeta a tus padres, Santifica el Sabath, No matarás, No cometerás adulterio, No robarás, No calumniarás, No serás codicioso.

¿Quién subirá a la montaña del Señor? ¿Quién llegará a su lugar sagrado? Aquel que tenga las manos limpias y el corazón puro, que no se haya dedicado a la falsedad y que no haya jurado en falso.

Di la verdad a tu prójimo; ejecuta el juicio de la verdad y la paz en tu puerta. Bienaventurado aquel que piensa en los pobres, porque Dios se ocupará de él en tiempos difíciles.

No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que brota de la boca de Dios.

La inmortalidad

Budismo: El yo es el Señor de yo. Cuando un hombre domina bien su yo, encuentra a un Señor muy difícil de encontrar, al saber que su cuerpo es como la espuma, al saber que su naturaleza es como un espejismo, el discípulo quedará incólume ante la muerte. Aquel en que haya surgido el ansia de lo inefable, cuya mente haya sido penetrada por el deseo, cuyas ideas no se distraigan con deseos inferiores, aque subirá corriente arriba.

Cristianismo:
El que los muertos vuelven a vivir lo demuestra el propio Moisés en la historia del arbusto en llamas, cuando llama al Señor “el Dios de Abraham, Isaac y Jacob”. Dios no es Dios de los muertos, sino de los vivos. Para Él todos estamos vivos.

El que cree en mí no morirá para siempre.

Hinduismo: El entendimiento que atraviesa el alma y se fija tanto en lo conocido como en lo desconocido es (…) sabiduría. Siempre que se produce algo se debe a la unión del cuerpo y del alma. Los ilusos no ven el espíritu cuando sale del cuerpo o se queda en él.
En las profundidades interiores mora otra vida que no es como la de los sentidos, que está más allá de la vista, que no cambia. Y perdura cuando todas las criaturas han fallecido.
El alma individual no otra cosa, en esencia, que el alma universal.

Islam: La riqueza no viene de la abundancia de bienes terrenales, sino de una mente satisfecha. Todo el bien que hagas a los demás se adelanta a tu alma y te estará esperando con Dios que lo ve todo.

Judaísmo: El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar y repara mis fuerzas. Aunque ande por cañadas oscuras, nada temeré porque Tú estás conmigo. Tu bondad y piedad me acompañan todos los días de mi vida. Habitaré en la Casa del Señor por años sin término.

El Dios Universal

Budismo: Si crees que la ley es ajena a ti, lo que adoptas no es la Ley absoluta sino una enseñanza inferior.
El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es el Amor.

Cristianismo:
Dios es el Amor, y quien vive en el Amor, vive en Dios, y Dios vive en él. ¿No sabéis que sois templos del Espíritu Santo, y que Él habita en vosotros?.

El Reino de Dios está en tu corazón. Hay un Dios Padre de todos que está por encima de todas las cosas y está en todos vosotros.

Hinduismo:
Del mismo modo que un único Sol ilumina todo el mundo, hay un Espíritu que ilumina todos los cuerpos. En aquellos a los que el conocimiento del verdadero yo ha disipado la ignorancia, se revela al Supremo, como si iluminara el Sol.

El es el único Dios, oculto en todos los seres, omnipresente. El Yo que hay en todos los seres, que cuida de todos los mundos, que habita en todo lo que vemos. Es el testigo, el observador. Dios se oculta en todos los corazones.

Islam:
El hombre ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Todas las criaturas son familia de Dios, y al que Dios quiere más es aquel que hace más bien a la familia del Señor.

Judaísmo: Escucha ¡oh Israel!. El Señor es nuestro dios, el Señor es único. Amarás al Señor con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, con toda el alma.

Ama a Señor, tu Dios. Sírvele con todo tu corazón y con toda el alma, y dará la lluvia de tu tierra en su estación. Dará hierba a tus campos, a tu ganado. Y comerás y quedarás satisfecho.

Y enseñarás estas palabras a tus hijos. Las dirás cuando estés en casa, cuando camines, cuando estés tumbado, cuando te levantes. Así se multiplicarán tus días.

¿Acaso no tenemos todos un Padre? ¿No nos ha creado un único Dios? Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza.

Y etc., etc.

Conclusión


Si después de este ramillete de principios compartidos alguien no se convence de que en el fondo, los principios de las grandes religiones que en el mundo han sido no se basan en el mismo factor común, es que está tan fanatizado por su correspondiente casta sacerdotal, que está completamente ciego por el integrismo religioso.

En conclusión, el fundamento de todas las religiones es esencialmente el mismo, luego de iure y de facto, sólo existe un principio religioso universal, una Fe Universal sustanciada en las tres virtudes teologales Fe en Dios, Esperanza en la vida eterna y la Ley Universal del Amor. Lo demás supone el cómo estos tres principios han sido expuestos, contados y transmitidos a lo largo de los siglos en los diferentes pueblos que han colonizado el Planeta.

Nuestra fe católica, en esencia no difiere en nada de las demás, salvo en que creemos en Jesús de Nazareth como Dios encarnado. Y luego todo lo demás que se ha añadido a esa fe, que son las creencias, liturgias y tradiciones, que han convertido a la fe católica en una más de las religiones del mundo. No creo que esa fuera la intención de Jesús, pero ha sido el resultado de la gestión que los hombres han hecho de su mensaje. Acaso no hemos sabido o podido hacerlo de otra forma.

Si el mandamiento único que nos doy Jesús fue difundir el amor, y amarnos los unos a los otros como Él nos amó... 

¿Alguien me puede explicar lo que ha pasado después?

Virtudes


Si la Fe se basa en los tres grandes principios teologales, el modo de ejercerlo en la práctica se basa en lo que se denominan “virtudes cardinales”, de las cuales dos son duras y las otras dos son blandas.

Las virtudes cardinales duras, son la Justicia y la Fortaleza, las virtudes blandas son la prudencia y la templanza. Las primeras son como el acelerador del alma, las que te impulsan hacia delante. Las segundas son como el freno, que atenúa el impulso, para que, conociendo nuestra naturaleza humana, no nos pasemos siete pueblos en determinadas iniciativas…

La Justicia está en la base de la ética, cuyos pilares son “hacer el bien”, “no hacer el mal”, la “equidad” y el principio de autonomía para los demás.

La Fortaleza nos de al valor para no ceder ante la tentación de rendirnos en la práctica de la virtud.

La Prudencia nos capacita para actuar de forma medida y con cautela, sin excedernos en excesos ni arriesgarnos en empresas imposibles.

La Templanza supone el control de las pasiones y de las apetencias.

Todos estos principios están ampliamente contemplados en todas las religiones, y suponen el camino para llegar a Dios en esta vida. Se llamarán de una forma o de otra, se expondrán con unos ejemplos o con otros. Los exégetas y hermenéutas se enredarán en interpretaciones calenturientas para hacer ver que sus virtudes son las verdaderas y la de las otras religiones falsas, pero da igual. Es lo mismo. Todas dicen en esencia lo mismo.

Y todas practican de una forma o de otra la penitencia, el sacrificio, y la oración.

Ya está. Da igual la religión que escojas. En el supermercado espiritual todos los productos religiosos en esencia ofrecen los mismos principios activos, aunque, como los medicamentos, se denominan de forma diferente, según el laboratorio que los fabrica, según la religión que los sustentan. Todo consiste en ver la composición, la fórmula, y veremos que todos los analgésicos contienen Paracetamol, aunque se llamen Gelocatil, Algidol, Termalgin, etc… Todos son lo mismo y curan igual.

¿Dónde está la diferencia? Para mí está en el medio cultural en el que se desarrollan las religiones. Yo he nacido en un ambiente católico, mi comunidad es católica, no tiene sentido que me haga budista o musulmán porque me convenzan más que la religión católica. Me sentiría ectópico, y además, tal y como están las cosas, tampoco iba a ganar demasiado. Si hubiera nacido en la India, me imagino que ahora sería un buen budista o hinduista, o si en un país árabe, sería un buen musulmán. O sea que soy católico de pura casualidad.

Jesús de Nazareth

Pero alguien me diría que dónde queda mi fe en Jesús de Nazareth. Y le diría que es lo único que está por encima de todas las cosas. Para mí Jesús es Dios manifestándose en su persona, como probablemente lo ha hecho antes y después, y está por encima de todas las religiones, incluida la católica. Digo la católica, porque los hombres hemos hecho añicos el cristianismo, dejando como resultado las decenas de jirones que constituyen las diferentes ramas y sectas cristianas.

Pero, en fin, esto tampoco tiene importancia. Es lo que tenemos los hombres, que somos cerdos a los que no se nos pueden echar ninguna perla preciosa, porque nos revolvemos y la hacemos añicos.

Lo importante de toda esta historia es que Jesús es el Eterno y Universal. Y su enseñanza está ahí para el que quiera seguirla.
Y dos cosas muy importantes.

La primera, el juicio de Dios será sobre el Amor, creas lo que creas, profeses la religión que profeses. Con sus palabras queda claro que lo importante no es la liturgia, sino el amor que hayas derramado a tus semejantes.

31 «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. 32 Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa  las ovejas de los cabritos. 33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; 36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.” 37 Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te  dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” 40 Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” 41 Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.” 44 Entonces dirán también éstos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” 45    Y él entonces les responderá: “En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.” 46 E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
Mateo 25, 36-46


La segunda es si cabe aún más importante. Sus discípulos se enfadan porque uno estaba expulsando demonios en nombre de Jesús, pero no era de su grupo de seguidores y discípulos. Jesús le responde que le dejen, hace bien, está con Él, aunque no esté integrado en el grupo de cercanos.

38 Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.» 39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea  capaz de hablar mal de mí. 40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.»
Marcos 9, 38-40


Estos dos pasajes lo que quieren decir, al menos para mí y mi conciencia es que para Jesús lo importante no es pertenecer a una determinada confesión religiosa, sino cumplir la Ley de Dios que no es otra que derramar Amor a los demás, seas quien seas, estés “autorizado” o no por los líderes religiosos, bautizado o no. Da igual. 


¿Amas, aunque no estés bautizado? Perteneces a la Comunidad de Jesús. 

¿No amas, aunque estés bautizado? No perteneces a la Comunidad de Jesús.

Y la Comunidad de Jesús es la comunidad de "Todos los Santos de Dios".

Si yo no viviera esta realidad, jamás se me hubiera ocurrido abrir este blog, porque para decir lo que ya dicen los que tienen estudios, mejor que lo sigan diciendo ellos, que bastante me arriesgo con expresarme de este modo.




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