“La predicación moral cristiana no es una ética
estoica, es más que una ascesis, no es una mera filosofía práctica ni un
catálogo de pecados y errores.
Todas las virtudes están al servicio de esta
respuesta de amor. Si esa invitación no brilla con fuerza y atractivo, el
edificio moral de la Iglesia corre el riesgo de convertirse en un castillo de
naipes, y allí está nuestro peor peligro.”
Papa Francisco.
Exhortación apostólica “Evangelii gaudium”
Me está empezando a caer bien Jorge Mario
Bergoglio. A las 11:30 del 26 de noviembre, se presentaba la primera
exhortación apostólica del Papa Francisco.
Por lo que he podido leer, es una loa a
vivir el Evangelio con la alegría de saber que estamos salvados, y que nuestra
misión fundamental en este mundo es “no hacer daño” y “hacer el bien”. Esto es,
vivir el Amor, la Caridad.
Y ya está. Lo demás es valor añadido.
Pero hay algo muy importante que aparece
por primera vez de forma explícita, para que la gente lo entienda, tras dos mil
años de doctrina católica; que la moral, stricto sensu, es un conjunto de
virtudes que fuera del contexto del amor corre el riesgo de convertirse en un
castillo de naipes. Yo diría en román paladino, una gazmoña gilipollez.
Se nos ha obsesionado de tal manera con esa
moral estoica que ve en todo motivo de pecado, hasta en lo que son
comportamientos naturales por el simple hecho de ser seres humanos que sentimos
y que hemos de vivir con nuestras virtudes y con nuestras debilidades, que ha
terminado ser para nosotros más incriminatorio un pensamiento impuro que
desviar caudales públicos a nuestros bolsillos (por ejemplo), o dejar a un
amigo en la estacada cuando nos necesitaba.
Nuestra fe no se basa en un catálogo de
pecados y errores a evitar, aunque es lo que se nos ha trasmitido, sino “amar a
los demás como Él nos ha amado”, que es lo que Francisco trata de decirnos por
primera vez en la Historia después de Jesús de Nazaret de forma que todos lo
entendamos.
Por eso le río la gracia de haber escrito esta
su primera Exhortación apostólica, porque es lo que le va a hacer completamente
diferente al resto de Papas que le han precedido. Porque empieza a decir cosas
que tienen sentido para el común de las gentes, sean o no católicas.
Con el Evangelio y esta Exhortación
apostólica, los humanos podemos tener una hoja de ruta para aprender a ser eso,
seres humanos, y no meros cumplidores de una doctrina religiosa.
Yo, que soy bastante cortito de entendederas
la he comprendido…, lo que ya puedo decir que es un triunfo; porque ha quitado,
aunque no totalmente (le queda todavía camino por recorrer para liberar al
discurso de la Iglesia de la esclavitud de sus propias palabras), esa
terminología dialécticamente y hermenéuticamente ramplona al uso de los
anteriores papas y obispos que hablan y escriben para sí mismos.
Esta encíclica me libera de mis terrores, y me
pone el foco en proyectar mi amor a los demás y no a mis grandísimas culpas por
el simple hecho de ser de carne y hueso y de vez en cuando experimentar
subidones de serotonina y testosterona.
Por fin puedo “ser yo”, para así liberarme de
mí mismo, aceptándome tal y como Dios y la Naturaleza me han creado, con mis
virtudes y con mis naturales defectos y debilidades, que no son necesariamente
fuente de inconfesables pecados.
A buen entendedor, creo que esto queda claro.
“Te
basta mi gracia porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad.” (2 Co 12,9)
Creo que esta cita de Corintios, inserta en el
texto del Papa (Epígrafe 85), dice claramente que hasta nuestros defectos son
virtudes, si suponen la base de la necesaria humildad que necesitamos para
aceptar que nada podemos si él no está presente en nuestra vida.
Yo creo que la lectura de esta Exhortación
apostólica es autocontenida en todo sus aspectos; y más que un comentario sobre
algunos de sus extremos, es preferible saborear el texto del Papa, porque me da
la sensación de que “va sobrado”.
Y algo muy importante. Pone el dedo en la
llaga en la génesis de todas las crisis de la Humanidad, el egoísmo, la
egolatría, la prevalencia de mis intereses frente a las necesidades de los
pobres, siendo evangélicamente pobre “todo
aquel que necesita de mi amor”
Por eso si algo nos falta para alcanzar el
Reino de los Cielos es “venderlo todo y dárselo a los pobres”.
Porque nada en este mundo, en esta vida es
nuestro ni de nuestra propiedad. Ni nos lo hemos ganado, ni nos lo merecemos.
La clave de “aprender a ser” es “aprender a
vivir”.
Y la base de aprender a vivir es tomar conciencia
de que el personajillo que veo en el espejo es una fábrica de mis pensamientos,
básicamente una egoísta quimera que pretendió un día valerse por sí misma, ser
dueña de su propio destino, ser como dios, el rey del mambo, pretendiendo pasar
como una apisonadora por encima de las cabezas de los demás.
Para eso sirven los defectos, no para vivir
con un permanente complejo de culpa que aliviamos periódicamente echando nuestro cubo de basura
en el confesionario (bueno, aquellos que todavía lo hagan, que ya son pocos),
para volverlo a llenar de nuevo, sino para tomar conciencia de nuestra
pequeñez, para limpiar nuestro templo vacío de nosotros mismos y dejar a Dios
el lugar que le corresponde en nuestra alma.
Sólo así, el Evangelio puede ser para nosotros
motivo de alegría.
No obstante...
Pero siempre hay un no obstante. De la lectura
de esta exhortación, que me parece más dirigida a los predicadores sacerdotales
que al común de los creyentes (pero esta es una apreciación demasiado
personal), Francisco hace un repaso de todos los problemas que tiene la Iglesia
(sus cizañas internas), y de los problemas que tiene el mundo, pobreza,
desigualdad, guerras, explotación social y económica, diálogo interreligioso,
relación ciencia-fe, ante lo que los católicos no podemos permanecer
impasibles. Francisco hace una decidida llamada a la acción, tanto para depurar
y limpiar las cloacas del Vaticano de la podredumbre que le infecta, curia
incluida (razón por la que creo que su vida está seriamente amenazada, ver
entrada 184), pero también a la acción contra un mundo injusto, donde los
pobres han de ser una decidida opción evangelizadora.
Y etc, etc.
¿Qué quiero decir con etc., etc.? Que la
exhortación, con ser bastante cañera, bastante rompedora, es la única que podía
escribir este nuevo Papa, a riesgo de permanecer en el rancio discurso de toda
la vida del Vaticano, razón por la que los templos se han quedado vacíos. Es un
poco aquello de que “nosotros también nos apuntamos a la movida”, una movida en
pos de la justicia que no ha sido promovida de facto, aunque sí de iure, por la Iglesia y su doctrina social, sino tradicionalmente
por los sectores más de izquierdas y antisistema.
La Iglesia católica ha estado siempre
socialmente muy apegada a los sectores más conservadores de la sociedad, a la
derecha (por no decir “derechona”), a los ricos y potentados y ppijos, para los
que los pobres son una excelente oportunidad de, al echarles una limosnita,
acallar sus conciencias y de paso desgravar a Hacienda.
Quiero decir con esto que, a Francisco no le
ha quedado otra que escribir lo que ha escrito, a riesgo de perder toda la
credibilidad. No tiene margen de maniobra, a riesgo de reconocer “que el último
apague la luz”. La Iglesia huele a rancia, y no le queda otra que abrir de par
en par sus ventanas, sin demasiadas exigencias ante una Sociedad que ha
comenzado a tomar su propio camino.
Los nuevos Areópagos
El epígrafe 257 hace referencia a los nuevos Areópagos…
Los
percibimos como preciosos aliados en el empeño por la defensa de la dignidad
humana, en la construcción de una convivencia pacífica entre los pueblos y en
la custodia de lo creado.
Es un detalle por su parte.
Es un no dejar al margen a un sector inmenso
de la Sociedad que empieza a tener claro el devenir de la Historia.
Yo, la verdad sea dicha, me siento más cercano
a los areopagitas que a los católicos, siendo como soy católico de fábrica.
Creo que tachar a los nuevos areopagitas de “no creyentes”, es un insulto a la
inteligencia y a la caridad.
En mi experiencia personal, después de vivir cincuenta años la
espiritualidad de la mística cristiana y de vivir comprometido con movimientos
católicos en muchos aspectos, creo que los cristianos (los católicos mejor
dicho), seguimos manteniendo el mensaje de Jesús envasado al vacío. Pero este
mensaje está rezumando por los poros de la vasija en la que permanece
enclaustrado, y no puede permanecer por más tiempo bajo la custodia de una
religión extremadamente institucionalizada.
La exhortación del Papa Francisco, me da la
impresión de que trata de llevar a cabo una limpieza a fondo de esa estructura,
una estructura que debe permanecer hasta el día del Juicio final.
Los movimientos espirituales que están
brotando en la actualidad desde los cuatro puntos cardinales, los que conforman
la Comunidad de Todos los Santos de Dios,
(católicos marchosos incluidos) están tratando de romper las cadenas religiosas de un mensaje que sólo puede ser
Universal, y que sólo puede ser Patrimonio de la Humanidad, y no exclusiva de
una organización religiosa.
Las religiones han cumplido excelentemente su
misión de portadoras de ese mensaje, pero en la actualidad se enfrentan a un
reto jamás imaginado, la de una Humanidad que empieza a despertar del secular
letargo en el que ha vivido hasta ahora. Una Humanidad que pide a gritos el tránsito
a una nueva era. Los movimientos New Age, son un conjunto de iniciativas, que
distan mucho aún de ser una tendencia sólida y unificada en torno a lo que se
podría llamar “Segunda Venida”, pero ahí están, con sus luces y sus todavía muchas
sombras. Han de madurar y converger muchísimo en torno a las bases de la Filosofía perenne, antes de ser una opción. Pero para la Iglesia todas estas iniciativas son desviaciones,
aberraciones, herejías, amenazas y peligros para los creyentes.
Sin embargo, creo que esta posición ante estos
movimientos nuevos no son sino una actitud defensiva frente a una megatendencia
planetaria que terminará inundando el Planeta como un tsunami.
Hoy finaliza 2013. Mañana comienza 2014.
El proceso de transformación continua en
marcha. Una nueva humanidad que está renaciendo ante una envejecida humanidad
manipulada por la Gran Meretriz y sus hijos, los hijos de la Gran Puta
(banqueros, políticos, magnates de la corporatocracia, etc).
No sé si los católicos nos estamos dando
cuenta de esto, y eso que la carta de Francisco nos incita a apuntarnos a la
movida.
Feliz año nuevo.