Paraguas autoreplicantes, como máquinas de Von Newman
Continuando con el tema de la entrada anterior, tengo que reconocer que hablar en estos momentos del poderoso caballero don dinero, y sobre aquellos que están empeñados en rebañar hasta el último dólar de nuestras cuentas corrientes nos pone en la tentación de desbarrar hasta extremos casi peligrosos. Pero no pretendo generar más adrenalina de la necesaria, aunque los augurios, como expliqué son bastantes sombríos.
Quiero hacer además la salvedad de que mi opinión, la que vuelco en cada una de las entradas de este blog, no tienen valor postal, quiero decir, como diría Ortega y Gasset, "de nada hablo como maestro, pero de todo sí hablo como entusiasta", sobre todo de aquello que personalmente conozco por propia experiencia.
Ponerme aquí en plan analista político y económico es como poco, pretencioso, y seguro que me equivoco, aunque hace años cursé dos masters sobre economía de la salud. No obstante no tengo autoridad para pontificar sobre estas cosas. Por ello, en lo que sí hago palanca es en el pensamiento sistémico, que llevo cultivando desde que era estudiante de Medicina. El comportamiento sistémico y las leyes de los sistemas con leyes propias de la naturaleza, y además son inviolables. Se cumplen sí o sí, con independencia de opiniones políticas y partidistas. Que una función exponencial en el plano físico y no digamos social, más tarde o más temprano estalla, no tiene discusión. No es negociable. Conduce inexorablemente a la muerte del sistema enfermo. Lo peor que puede pasar es que no nos guste, pero eso al sistema le da igual.
Para saber más sobre esto, podéis acudir al otro blog que tengo, aunque un poco dejado (hace tiempo que no lo alimento), que se llama "horizonte temporal", allí explico las leyes sistémicas de modo suficiente como para comprender lo que estoy diciendo.
Pues bien, utilizando el pensamiento sistémico, que no mis conocimientos sobre economía, que son más bien escasos, me atrevo, con el debido respeto a los que saben más que yo de estos temas, a decir lo siguiente.
Primero. Lo que está viviendo el Planeta no es un proceso lineal, sino cíclico. La mentalidad occidental tiende a ser lineal, imagina procesos con un principio y un final y se acabó. La mentalidad oriental es cíclica, toda la Naturaleza y todo el entorno vital se rige por ciclos de nacimiento, muerte y regeneración. La sistémica habla de procesos en general no lineales, sinusoidales, con forma de ondas que se repiten una y otra vez. ninguna variable física o biológica es lineal, nada crece indefinidamente ni decrece indefinidamente, ni es invariable a lo largo del tiempo. Todo fluctúa dentro de márgenes de viabilidad.
Cuando estos márgenes se vulneran, el sistema muere. Pero muere ese sistema como entidad individual, después de que haya sido posible engendrar su sistema de relevo, lo que perpetúa la especie. Las estrellas tienen su ciclo vital de miles de millones de años, pero cuando estallan como supernovas o como novas, del polvo de esas estrellas nacen estrellas de segunda generación (el Sol es un ejemplo) y planetas. Y esto mismo, esta capacidad reproductiva es lo que hace viable el milagro de la vida, a pesar de la muerte inexorable de cada uno de los individuos.
Es esa realidad que vivimos de nacer, crecer, envejecer y morir como individuos, la que nos hace creer que todo tiene su principio y su fin. Pero en realidad somos un eslabón de una ilimitada cadena que arranca en la noche de los tiempos y se dirige hacia un futuro también anclado en la noche de los tiempos. Lo nuestro es un instante fugaz.
En este instante fugaz de nuestra historia, en este susto de repente que la Humanidad supone para el Planeta, nuestra vida también se desarrolla en ciclos, como las cuatro estaciones, primavera, verano, otoño e invierno, para volver a empezar de nuevo.
Nikolay Kondratiev (1892-1938), famoso economista ruso, definió lo que denominó ciclos económicos de onda larga. Es decir, más allá de los ciclos económicos que todos conocemos, que suelen durar unos siete años, más o menos, describió por encima de ellos unos ciclos de gran duración, de unos 50 a 70 años, para entendernos, de 7 x 7 años (49, 50 años), donde la recuperación económica, el crecimiento, la estabilidad, la recesión y la depresión y crisis, son etapas normales.
Según unos, estos
ciclos suelen ir asociados a una determinada revolución tecnológica; la máquina de vapor, el carbón, el petróleo, la informática, etc.
Ref:
Este gráfico, tomado de artículo "Los grandes ciclos de la vida económica, de Ricardo González, muestra las cuatro
estaciones de cada ciclo. Claramente, podemos ver que nos toca vivir el
invierno del último de los ciclos de Kondratiev, que parece haber comenzado con
la Administración Reagan, y la liberalización de los mercados, por la que poco
a poco el mercado ha pasado de focalizarse en la actividad productiva a hacerlo
en la especulativa. El resto de la historia ya la conocemos. no voy a incidir
más en ella.
El principio y fin de cada ciclo no es
concreto, no está bien definido, pero lo que los acontecimientos dan a entender
es que tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, Occidente vivió hasta
los años ochenta un periodo de esplendor tan manifiesto, que ya en el 68 (Mayo
francés), algunos analistas comenzaron a intuir signos de una amenaza fantasma
que se podía cernir sobre la Humanidad, la del crecimiento económico ilimitado,
lo que dio lugar al primer informe al Club de Roma de Jay Forrester, de 1972, "Los
límites al crecimiento".
Un año después tiene lugar la crisis del
petróleo, que se superó, dando lugar a otro repunte, hasta que en la
Administración Reagan se produce el pistoletazo de salida de la liberalización
de los mercados.
El vicio de acumular ya no sería controlado
por la virtud pública de regular, principio básico de la Economía. Así que se
inició una carrera desenfrenada hacia cantidades de dinero y de fortuna cada
vez mayor.
El dinero tiene a mi juicio tres importantes
utilidades. La primera es la que nos es útil al común de los mortales, los que
ganamos con nuestro trabajo un sueldo a fin de mes. Este nivel básico permite
vivir más o menos decentemente, pedir un préstamo y pagarlo religiosamente en
diez, veinte o treinta años, a cambio de una casa y llenar la cesta de la
compra todas las semanas.
La segunda utilidad es la que le da el
empresario al crear una empresa que produce bienes o servicios. La cantidad es
significativamente superior, y los ingresos del empresario también son
superiores al asalariado, pero gracias a él, al empresario y su capacidad para
hacer funcionar el negocio, el asalariado recibe una nómina todos los meses. En
este nivel se encuentran desde los pequeños y medios empresarios hasta los
grandes empresarios, incluidos los que regentan multinacionales. la cuestión es
que su actividad económica sea productiva.
La tercera utilidad es la que le da el maestro
de las finanzas que tiene aspiraciones billonarias, que sobre la base de jugar en la bolsa, es capaz de crear
dinero de la nada. Si en la economía productiva de un tornillo no se pueden
sacar dos, en la economía especulativa, de un dólar se pueden sacar dos, y de
dos, cuatro; y de cuatro dieciséis. Así que ¡oh, prodigio!, el dinero se comporta en manos de los especuladores como máquinas de Von Newman, autoreplicantes, en una espiral que termina sin control, y
que hace que cada vez más dinero (ficticio) con una astronómica deuda, tanto personal, como empresarial, como nacional que llagará a ser insoportable, dado que el dinero es atraído cada vez más por menos manos, hasta la
situación actual en el que estamos al borde de ese colapso, con un 1% de la
Humanidad que controla el 99% de la riqueza del Planeta (o del dinero, que ya
no sé si es riqueza o simplemente gas volátil como el éter), cuyo desenlace
vaya usted a saber cómo se producirá.
Lo malo de los ciclos de Kondratiev es que
suelen terminal mal, con una gran guerra o algo así. El anterior terminó con la
Segunda Guerra Mundial. Y es eso lo que da miedo, que esto bien no puede
acabar. Y nos va a tocar sufrir.
Pero la esperanza es que alguien, algunos milloncejos de seres humanos sobrevivirán a
esta debacle, supongo, y los que hereden la Tierra comenzarán un nuevo ciclo, a no ser
que esta vez Dios decida que el juego ya se ha acabado y nos quite a los seres
humanos el juguete de la Historia.
Pero esto es pura especulación filosófica o
teológica.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario