16 de diciembre de 2012.
Queridos amigos, que alguna vez habéis entrado en este blog, o aquellos que por casualidad, o buscando algo indefinido, os habéis topado por primera vez con él.
Por la relación de entradas que he registrado,
comprobaréis que desde mayo de este año, en que inserté la entrada 160, sobre
el problemón tremendo que tiene la Iglesia católica en sus propias entrañas, no
he vuelto a colocar nada más. No ha sido un cierre del blog, tan sólo que
simplemente no me veía con argumentos para seguir adelante contando, o
expresando, lo que pudiera ser de interés para terceros en este devenir tan ajetreado
de nuestra vida, en el escenario actual, en el que parece como si todo se
estuviera desvaneciendo.
Soy plenamente consciente de que, exceptuando
algunos pocos afortunados que en la actualidad disfruten de holgura económica,
el resto de los mortales las estamos pasando canutas, gracias a la ambición
infinita de unos pocos, que pretenden acaparar para sí, y no acierto a entender
para qué (bueno, sí lo sé, lo que pasa es que me cuesta muchísimo dar
credibilidad a mis sospechas), toda la riqueza de este castigado Planeta.
Tras este parón de seis meses, y teniendo en
cuenta que dentro de unos días es el fin del mundo, con macrofiestorros y
probables suicidios colectivos incluidos, organizados por los mercaderes del
templo, creo que es un buen momento para continuar escribiendo, acaso no con
tanta intensidad como antes, pero sí de una forma más pausada, y sobre todo
dirigida a aquellos que se sientan formar parte de esa humanidad, de esos
144.000 (número simbólico del apocalipsis que refiere a los Santos de Dios),
que realmente quieren situarse en la quietud, en medio de la tormenta, en el
ojo del huracán.
Porque vamos a vivir; estamos viviendo un
escenario huracanado, en el que la mayoría de la gente está sufriendo los
efectos de los vientos de cientos de nudos de fuerza. Pero hay un lugar en el
centro del huracán, el ojo, donde reina la calma.
Esa calma se llama quietud del espíritu, donde
Dios habita en medio de nosotros. Esto ya lo han descrito desde hace muchos
siglos los místicos, y por supuesto que nadie les ha hecho caso, especialmente
la clase política de las autoridades religiosas, a los que no les interesa que
la gente se sitúe en ese ojo del huracán, donde todo sobra, porque sólo Dios
basta.
Pero no quiero ser yo, ahora, el que os cuente
todas estas cosas; prefiero ofreceros a aquellos que no le conozcáis, varios
enlaces a los vídeos y el blog de una persona que acabo de conocer, gracias a
un e.mail que me ha enviado una pareja muy querida por nosotros. Se trata de
Emilio Carrillo. Ver desde la casualidad estos videos o visitar su blog, me
hace comprender que la comunidad de los Santos de Dios es inmensa, aunque
esencialmente silenciosa, pero con un poder inmenso y una efectividad
increíble, y sobre todo que se está forjando a sí misma, como una sola entidad,
no dirigida por ninguna autoridad religiosa, y a la que no pertenecen los
fanáticos exclusivistas, no sus líderes religiosos igualmente exclusivistas.
Estos no tienen ya mucho que hacer, salvo seguir autoafirmándose en macro
concentraciones con gran despliegue mediático, en unos fundamentos
absolutamente esclerosados y que ya poco o nada tienen que ver con los orígenes
sagrados, pues están tan mezclados con obsesiones fanáticas, que están ciegos a
la Divina Realidad que se está manifestando aquí y ahora a todos nosotros, a
todo el Planeta, a los siete mil millones de seres humanos sin excepción.
Os propongo disfrutar de los siguientes
videos.
Dirección del blog de Emilio Carrillo: http://emiliocarrillobenito.blogspot.com.es/
En estas fechas que se aproximan, ver estos
videos o consultar este blog, puede que nos haga ver más allá de las cosas.
La paz esté con vosotros.
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