1.
FILOSOFÍA PERENNE de Aldous Huxley (Capítulo 6)
Resumen y comentarios
El alma humana es una multitud de personajes. Y esta multiplicidad oculta el verdadero tesoro del Reino de
Dios. En la medida en que el alma puede liberarse de esta multitud, el Reino se
manifiesta.
2. “Venga a nosotros Tu Reino”, supone la necesidad de “váyase de nosotros
nuestro Reino”. Los dos reinos no pueden coexistir. Dios y el dinero son incompatibles
(entiéndase el dinero como símbolo de nuestro reino temporal).
3. Cuanto más hay de “yo”, menos hay de Dios en mi.
Mortificaciones
4. La eterna plenitud sólo se logra si conseguimos desprendernos de la
vida centrada en nosotros mismos, en el egocentrismo.
5. Así entendido, la mortificación (mortis – fácere: hacer muerte)
es el deliberado morir para uno mismo, para el “yo”.
6. La mortificación es una práctica recomendada por
todas las religiones basadas en la espiritualidad[1].
Y la espiritualidad es uno de los pilares fundamentales de la Filosofía perenne.
7. La mortificación no es un fin en sí misma, sino
un instrumento al servicio de la liberación del “yo”. Sirve para evitar y
quitar obstáculos a la santidad y a la entrada del Espíritu de Dios.
8. Aquellos que basan su vida espiritual en sus mortificaciones la
convierten en su finalidad; se vuelven ariscos y un tanto amargados y
exigentes. Reprochan a los demás que no les igualen en sacrificios. Así,
enfocadas, las mortificaciones, lejos de liberarnos de nuestro “yo”, lo refuerzan
aún más y más, generando un efecto diametralmente opuesto al perseguido. Es la
actitud del fariseo que se pavonea de su ayuno, como refiere William Law.
9. La mortificación es el medio para descubrir la sabiduría, que es
nuestro objetivo final (Filón).
10. La vida religiosa, mal enfocada, oculta
un serio peligro, el de generar una despiadada competición a ver quién
se modifica más (a ver quién mea más lejos). Lejos de allanar el orgullo y el
amor propio, lo pueden estimular en grado
superlativo, volviendo los corazones duros como piedras, generando envidias en
aquellos/as que se creen más santos/as que los demás porque hacen más
mortificaciones, y así terminar más odiando que amando. (Dame Gertrude More)
11. Muchas veces, estas actitudes son más evocadoras del amor propio que del deseo de
pertenencia (Teresa de Jesús)
12. El mortificado así se convierte en alguien mucho peor, donde emergen
obsesiones que pueden rayar en trastornos psicológicos y hasta psiquiátricos,
próximos o calificados de lleno de autolisis, como trastorno psiquiátrico que
induce al paciente a provocarse lesiones a sí mismo.
13. El puritano[2]
puede paradójicamente practicar todas las virtudes cardinales y seguir siendo mala persona, en la medida en que se
reconoce por ello, porque practica la virtud, superior a los demás, lo que le
convierte en una persona soberbia. Pueden llegar a practicar la caridad con
ira, envidia e incluso crueldad. El puritano se cree santo porque es estoicamente
austero. Es la exaltación consciente de
la mayor virtud del “yo”, de la máscara, para intentar por ello ser admirado
por los demás, y de paso, ocultar sus mayores defectos y vergüenzas. De esta
forma el puritano se convierte en un fanático de la mortificación, y lo único
que consigue es reforzar continuamente el “yo”.
14. La mortificación, según San Francisco de Sales[3],
hay que hacerla con “santa indiferencia”. Porque lo mejor corrompido, es peor
que lo peor.
15. La diferencia entre el puritano y el hedonista es que éste es en sí
mismo débil, incluso se reconoce en el fondo imperfecto, como el publicano del
pasaje evangélico, y casi que carece de energía para hacer daño. Mientras
tanto, aquel, el primero, el puritano, reforzado su ego hasta el paroxismo por
la voluntad que ha desarrollado por las mortificaciones, desprecia a los que no
son como él, y puede hacer muchísimo daño, teniendo la conciencia perfectamente
tranquila. Puede convertir en santo todos los defectos, “santa soberbia, santa
desvergüenza, santa ira, santa cólera, santa ambición[4]”,
etc., sin que le corroa ningún tipo de remordimiento. Es una actitud inmoral y
una trampa mortal para el alma. Además, acusan a los hedonistas de inmorales
que se complacen en la carne. Además, como las iglesias organizadas suelen
alabar a los primeros y despreciar a los segundos, a los puritanos les colocan
en los primeros puestos y aplauden sus actitudes intransigentes, que en más de
una ocasión (con un fuerte aplauso o un abrumador “sí” en un referéndum) han
activado la espoletas de no pocas
conflagraciones bélicas, jaleado dictaduras y generado conflictos sociales.
16. “Hijo, cuídate de ese, que es de
comunión diaria”, le dijo una vez mi padre a mi hermano a propósito de un
personaje, a la sazón compañero de trabajo,
de este tenor.
17. Este tipo de personas suponen una lacra y un descrédito para las
organizaciones y comunidades religiosas que los padecen, son astutos y mueven
multitudes, que son arrastradas hacia oscuros fines, envueltos en papel de
regalo, lobos con pieles de oveja. Guías ciegos, sepulcros blanqueados, raza de
víboras, incluso ponen su granito de arena para convertir el templo de Dios en
cueva de ladrones.
18. La mortificación no es un tema de privaciones físicas. Las austeridades
no dan la liberación, sino en su caso, el logro de ciertas capacidades
psíquicas, videncias, por ejemplo, que bien utilizadas son una bendición, pero
que tienen su lado oscuro, tal que sagaz y astutamente utilizados por esta
calaña de personas, pueden provocar efectos devastadores en la gente.
19. En realidad estos santones provocan una peligrosa ilusión de virtud,
que no es tal. Suponen un obstáculo al crecimiento espiritual, pues pueden
hacer creer que la cosa va de tener capacidades paranormales, como condición
para el crecimiento.
20. Las austeridades atentan a la salud, y además, como hemos visto, refuerzan
sobremanera la vanidad.
21. Buda se mortificó sobremanera durante varios años hasta casi morirse de
inanición. Hasta que comprendió que esto era ridículo, absurdo y contraproducente,
que no conducía a ninguna parte, salvo a la vanagloria.
22. Dice San Francisco de Sales que el espíritu no puede soportar un cuerpo
ahíto, pero un cuerpo endeble no puede soportar el espíritu.
23. El que no sienta libertad de espíritu en las cosas sensibles, sino que su voluntad
se ve atraída por ellas, debe evitarlas, pues hacen daño. Pues aunque con la
razón se pueda usar de ellas para ir a Dios, si la voluntad no puede refrenar
los impulsos, estas más hacen daño que provecho. (San Juan de la Cruz)
24. La mayor mortificación es saber vivir la vida cotidiana. No son
necesarias penitencias corporales. Fray Agustín Baker[5],
aconsejó a Dame Gertrude una serie de normas de mortificación, a saber: primero
cumplir la ley humana y divina. Segundo, abstenerse de aquello que es prohibido
por la ley humana y divina, y tercero, asumir con paciencia la cruz de cada
día, cargas y contradicciones tales como la sequedad espiritual, las tentaciones, la
enfermedad, la pérdida de seres queridos, quebrantos de la hacienda y en general
aceptar la voluntad de Dios en todo lo que suceda.
Desprendimiento
25. La mejor mortificación es la que conduce a la eliminación del egoísmo y
la obstinación. La mejor mortificación es la humildad cotidiana. Ser somero en
el comer y en el beber, ejercitar el cuerpo para mantenerlo sano y ágil, y en
las relaciones humanas, saber dominar los estados de ánimo y la maledicencia. Simplemente con eliminar
el 50% del discurso diario, se evitan muchas tentaciones de meter la pata.
26. Dice Rabi’a, místico sufí: Dios, si te adoro porque te temo, quémame en
el infierno. Si te amo por ganar el Cielo, échame de ti, pero si te adoro por
Ti mismo, no me prives de tu belleza.
No
me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú
me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme,
en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No
me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
27. Este soneto anónimo dice
exactamente lo mismo.
28. La más difícil de las mortificaciones es la santa indiferencia ante el
éxito y el fracaso, pues la inquietud, según San Juan de la Cruz, es siempre vanidad.
29. La quietud es lo opuesto a la inquietud (in-quietud).
30. La quietud es sumisión al destino, a “lo
siempre así”. Y conocer lo siempre así es estar iluminado. No conocerlo es caminar,
según Lao Tse, hacia el desastre.
31. Dice Santa Catalina de Génova[6]:
“no debemos desear sino lo que sucede en cada momento, ejercitándonos siempre
en la bondad”.
32. La mortificación camina siempre a lo largo del filo de una navaja, a la
derecha, la Escila de la austeridad egocéntrica. A la izquierda, la Caribdis[7]
de un descuidado quietismo.
33. La Filosofía perenne promulga ni el estoicismo ni la
pasividad, sino la aceptación activa. No es una ausencia de productividad, sino
que esta sea generada por Dios a nuestro través. Sin la renuncia de lo propio,
Dios no puede actuar.
34. Sin vender todo cuanto crees que es tuyo, Dios no se te puede dar a Sí
mismo.
35. Un amor verdaderamente divino, como el
sol que luce para justos e injustos, es imposible para un espíritu aprisionado
en lo suyo.
36. Dice San Juan de la Cruz, que el asimiento a alguna cosa impide zarpar hacia lo divino. Da
igual estar atado por un hijo o por un grueso cabo al embarcadero. Si un barco
está atado por un hilo fino, señal de que no quiere salir a la mar. Luego más
allá del trabajo que suponga cortar amarras, lo importante es la voluntad de
salir.
37. Y hay cosas curiosas. Hay amores lícitos y buenos –explica San Francisco
de Sales-, que por excesivos y apasionados se tornan en peligrosos, por ejemplo,
amores a parientes, amigos, prácticas de virtud, etc. Es el amor con apego, el que necesitamos
para sentirnos bien, felices. Y lo vemos como un fin, cuando son un medio.
38. Los bienes de Dios, fuera de toda medida, sólo pueden ser contenidos en
un corazón vacío, así, “cuando el corazón llora por lo perdido, el espíritu
llora por lo encontrado” Este es un aforismo sufí, anónimo.
39. El que pierda su vida, la salvará, dice Jesús de Nazareth.
40. Liberado de mí mismo, se me concede la eternidad. Así es necesariamente
Brahm uno con el Atman.
41. La experiencia espiritual es a veces oscurecida por el lenguaje con que
se describe. Si no os hacéis como niños, significa que un hombre no puede parecer
a un niño si no hace un curso acelerado de abnegación, pues tiene que perder su
propia vida.
42. Hay que desaprender los sucios ardides de la humanidad adulta, como
refiere la filosofía tolteca, renunciar a los sueños de la familia, del clan,
de la sociedad, e incluso, del Planeta.
43. El ejercicio del amor y la virtud es al principio y
severo acto de la voluntad en base a la razón del deber –refiere Walter Hilton[8]-.
Y se hace. Mas cuando por la gracia de Dios, la razón se torna luz y la
voluntad en amor desde lo más íntimo, superada la sequedad, sobreviene la consolación y la virtud. Antes pesado caminar se torna
en verdadero deleite.
44. Mientras sea y tenga esto o aquello, seré sólo esto o aquello. Cuando
me desprenda de esto o aquello, lo seré todo, lo tendré todo. (Eckhart)
45. Conclusión: todo es nuestro a condición de que no miremos nada como
propio. Y además todo es de todos los demás. No hay comunismo completo si los
bienes no son poseídas por una comunidad de personas en estado de
desprendimiento y abnegación.
46. El artista, el filósofo y el científico, también han de disciplinarse
para ser objetivos y admitir que existe más, mucho más de lo que los métodos al
uso y escuelas de pensamiento predican. Lograr la obra artística, filosófica o
el descubrimiento científico lleva a un estado comparable a la beatitud. espiritual,
sólo que en otras coordenadas.
47. Sin embargo, el excesivo amor a la cultura puede llevarte a la
idolatría. Y el excesivo amor al estudio puede crear monstruos de egoísmo, y
terminan amando el estudio más que lo estudiado (Teología germánica).
48. Cuando la mortificación es completa, su fruto más carcterístico es la
simplicidad.
49. Fenelón dice sobre la simplicidad lo siguiente: en el mundo un simple
es un tonto. Pero la simplicidad real, lejos de estulticia, es sublime. Todos
los sabios la admiran y saben que pecan contra ella. La simplicidad es aquello
que evita la conciencia de uno mismo. Y no es lo mismo que sinceridad. La sinceridad
es humilde, no intenta aparentar lo que no es. Pero piensa siempre en sí mismo.
La simplicidad es el punto fiel entre dos extremos. Un extremo en dejar
absorberse por todas las cosas que nos rodean y no volver nunca el pensamiento
a lo interior. Es el extremo de la persona extrovertida. El otro extremo es el
ensimismamiento, el extremo del introvertido. Ambos están embriagados, el uno
en el exterior, el otro en el interior.
50. La simplicidad real es el fiel entre la extroversión y la introversión;
ni abrumada por lo externo, ni entregada a interminables refinamientos
interiores.
51. Es el alma que mira a donde va, sin perder el tiempo discutiendo cada
uno de sus pasos mirando perpetuamente hacia atrás.
52. La forma de equilibrar ambas fuerzas antagónicas es, primero, mirando
al interior para evitar la embriaguez del mundo. Segundo, enfocar la mirada
hacia Dios por temor a apartarnos de Él. (por un “yo temo a Dios”). Y tercero,
liberándonos del temor, cesar la inquieta mirada de uno mismo, para contemplar
a Dios, olvidándonos en Él, sin cegarnos en las propias faltas, pero sin ser
indiferente a nuestros errores.
53. Estas reflexiones de Fenelón ponen en evidencia el desprecio que la
psicología postfreudiana ha hecho del componente espiritual del ser humano. Los
psicólogos contemporáneos han pasado por alto la naturaleza tripartita del
hombre (cuerpo físico-mente-espíritu), y que realmente vive en la frontera de
dos mundos, el material y el espiritual.
54. La mente cree que el material es el mundo real y acaso intuye que
pudiera haber un mundo espiritual después de la muerte, pero no está segura. El
espíritu, encarcelado en las mazmorras de inconsciente, a penas es capaz de
expresarse, aunque un anhelo inexplicable retumba en lo más profundo de nosotros.
55. La simplicidad cristiana de Fenelón es idéntica a la de Lao Tse, que
afirma como origen del gran pecado del hombre, el desvío del Gran Camino del
Tao[9].
La iluminación aparece cuando abandonamos nuestro propio camino y nos hacemos
dóciles al Tao. Los taoístas escriben como si conocieran el noble salvaje[10]
de Rousseau[11]
56. Según el taoísmo, para preservar a la civilización de la corrupción,
debe reducirse su complejidad, protegerla de las corrupciones del pensamiento y
acción diseñadas por el hombre, de modo que eclipsan al Tao. Para ello, los
gobernantes han de ser sabios, y para ello, han de desembarazarse de todas las
rigideces de la no regenerada edad adulta y volverse como niños.
57. La simplicidad del sabio perfecto es fruto de la mortificación;
mortificación de la voluntad por el recogimiento y meditación de la mente.
58. En la existencia negativa del alma reside el Tao. Esto es en el ayuno
del corazón, la ausencia del “yo”. Son palabras de Confucio[12]
59. La mortificación no es otra cosa que un procedimiento de estudio, un conjunto
de prácticas que permitan la manifestación del espíritu en este mundo. Y esto
es a costa de someter el “yo” a la mínima expresión, y así entronizar el
espíritu, que es el canal de manifestación de Dios en el mundo.
60. La mortificación lleva a “Dios en mí”, a la Presencia continua.
61. El efecto es como el ebrio que se cae de la carreta. Sus huesos
sufrirán pero él no. Si esto lo consigue el vino –dice Chuang Tse-, qué no
podrá conseguir Dios en nosotros.
62. Vivir es un arte. Igual que el artista sabe que la creación de su obra
no es nunca fruto de una reflexión personal, sino de una inspiración misteriosa
que le llega de fuera (musas, lo llaman), de igual forma el hombre que desee la
perfección en esta vida sabe o ha de saber que jamás la conseguirá por la vía
del autocrecimiento y de la reflexión personal, sino abandonándose a la
inspiración divina. Es la parábola del cocinero del príncipe Hui, narrada por
Chuang Tse, que tras años de experiencia, su
mano con el cuchillo no era dirigida por su mente, sino por una extraña
fuerza intuitiva que le permitía cortar sin mellar el filo, de modo que tras 19
años el cuchillo estaba tan afilado como el primer día, cuando otros cocineros
tenían que cambiar de cuchillo cada año o cada mes.
63. Buda presenta un sendero de ocho pasos[13],
basado en las cuatro nobles verdades[14]
donde describe las condiciones para llegar a la recta contemplación, que lo abordan los
primeros siete pasos. Los siete pasos son un método para la total mortificación
del intelecto y la voluntad, anhelo y emoción, pensamiento, habla y acción y de
los medios de vida.
Vida recta
64. Hay profesiones y medios de vida que son incompatibles con el camino
del Tao, de la iluminación, con el camino hacia Dios. Son en primer lugar, como
no podría ser de otro modo, las actividades criminales, que atentan contra la
vida, los bienes y las personas en cualesquiera aspectos.
65. Pero hay otras profesiones, que según las culturas son admisibles o no
en este camino de perfección. Así, en las sociedades budistas, los fabricantes
de armas, de bebidas alcohólicas o productores de carnes, son deplorables
porque atentan poniendo en peligro la vida o la salud de las personas.
66. En la Europa medieval estaba condenada la práctica de la usura, lo que
aprovecharon los judíos (que sí han admitido desde siempre esta práctica) para
desarrollar la Banca y hacerse prácticamente con el control mundial de las
finanzas hasta el día de hoy. Sólo después de la Reforma, la Iglesia católica
aceptó esta práctica (pero ya era tarde, los judíos ya tenían el control).
67. Para los cuáqueros, la milicia es inmoral porque provoca las guerras.
68. Vemos que es peligroso establecer reglas detalladas de recto vivir,
pues es muy variable según las culturas y tradiciones. Ante un código rígido,
se corre el riesgo de que la gente responda con hipocresía y si puede con la rebelión
o la apostasía.
69. En la tradición cristiana se establece una diferencia entre los
preceptos para todos los fieles y los consejos de perfección, opcionales para
aquellos que aspiren a la unión íntima con Dios.
70. Los preceptos comunes son el código moral ordinario con obligatoriedad
de amar a Dios y al prójimo, y las prácticas religiosas. Para muchos, cumplir
el amor a Dios y al prójimo obliga
romper lazos con el mundo. Esto se resuelve aceptando los tres votos de
pobreza, castidad y obediencia, es decir, entrando en vida religiosa. Esta
posición hace que los matrimonios y en general los laicos, queden excluidos de
la posibilidad de aspirar a la santidad. Esta actitud sale de la interpretación
“al-pi-de-la-letra” de la máxima de Jesús “deja y vende cuanto tienes,
dáselo a los pobres, toma tu cruz y sígueme”, si se entiende vender por vender
y quedarse físicamente sin nada. Es decir, al pie de la letra, Jesús parece
referirse a la “pobreza efectiva”.
71. Este planteamiento de o todo o nada, o vivir en el mundo o fuera del mundo,
es acorde con el planteamiento aristotélico del “tercero excluido[15]”, postura dicotómica y maniquea
que sólo admite un enunciado verdadero frente al resto de enunciados falsos, no
cabe una tercera opción. Por eso San pablo dice que estando bien casarse, es
mejor no casarse, si se quiere alcanzar de verdad la Gloria.
72. Pobreza efectiva es no tener dinero. Pero no es lo mismo que la
“pobreza afectiva”, que es el desapego al dinero.
73. Se puede ser pobre afectivo, sin serlo efectivo. Y se puede ser pobre
efectivo, pero afecto a las riquezas en tanto la persona esté obsesionada por
conseguir dinero, no tanto para vivir, sino para enriquecerse, aunque suponga
una utopía para él.
74. Así pues, el recto vivir, más allá del código moral ordinario, entra
por entero en lo estrictamente personal.
El poder
75. Probablemente, el mayor enemigo del recto vivir sea ceder a la
tentación del poder. El poder es una de las expresiones más conocidas de la soberbia.
Sentirse superior a los demás por razón de habilidades, conocimientos, cargo,
posición social, capacidad económica, etc., es una de las tentaciones más
lesivas para el ser humano.
76. El ansia de poder no es un vicio del cuerpo. El
apetito de poder es un deseo de la mente, tan poderoso como una adicción a las
drogas. Tiene atributos de tolerancia y dependencia. Tolerancia porque cuanto
más poder tienes, más necesitas incrementarlo para sentirte “¿satisfecho?”; y
resulta insoportable perder parcelas de poder.
77. El apetito de poder crece con cada satisfacción
conseguida y con cada éxito logrado. Por tanto el ansia de poder responde a la
teoría de la acumulación, cuanto más poder, tanto más se desea y se obtiene.
78. La ascensión en la jerarquía suele ser un proceso lento y prolongado,
de modo que a cargos de poder efectivo se llega en una etapa
relativamente4 tardía de la vida.
79. Cuanto más viejo se es, tanto más posibilidades tiene el que ama el
poder de complacerse en el pecado que lo acosa, tanto mayores y más frecuentes
son las tentaciones y más posibilidades de caer en ellas.
80. Esto es diferente que el libertino[16], que aunque no quiera abandonar sus vicios, con los años, los vicios
le abandonan a él.
81. El poderoso ni abandona los vicios, ni los vicios le abandonan. Es por
eso que el político o el banquero, o el empresario multimillonario, es por
defecto una persona ambiciosa de poder, embelesado por su erótica, que le
permite mandar sobre vidas y haciendas, con riesgo casi cierto de caer en
prácticas corruptas y por todo ello, un sujeto con clara sospecha de maldad. En
otras palabras, se tiene que demostrar su honestidad, porque el simple hecho de
ejercer el poder a gran escala, lleva consigo actitudes inmorales, siempre.
82. Como dice Acton[17],
“el poder corrompe y el poder absoluto, corrompe absolutamente”
83. Existe en Estados Unidos un dicho que afirma “tras un gran imperio
siempre hay un gran delito”, porque nadie levanta un imperio económico haciendo
obras de caridad, porque el ejercicio de la política y del libre mercado a gran
escala obliga a bordear la legalidad cuando no infringirla abiertamente), y
desde luego, sin que importe la moralidad.
84. El sentimiento de poder se transmite por delegación de competencias a
toda la pirámide de la organización o del Estado. Hasta el portero del
Ministerio siente el poder desde la autoridad que le han delegado en él de
permitir o no el paso de las personas.
85. Incluso, los estilos de gobiernos de las naciones afectan a sus gentes.
En una dictadura, el ciudadano medio tiende a ejercer el poder que le corresponda
de modo dictatorial, como su jefe supremo, como su caudillo, a imagen y semejanza
de su “amado líder”.
86. El poder es esencialmente expansivo por definición. No se detiene ni
cuando choca con otro poder, porque si se trata de medir fuerzas, se monta una
guerra y listo, que gane el más fuerte, y el que gane, todo para él. Así se ha
escrito la Historia.
87. La única forma de controlar la expansión del poder es conseguir
repartirlo. Es importante desconcentrar el poder, razón por la cual las
monarquías efectivas (no las europeas actuales que son constitucionales, donde
el Rey es más una figura agradable y conciliadora), es en la práctica una dictadura.
88. Montesquieu acertó al crear la división de poderes, el ejecutivo, el
legislativo y el judicial. Pero hace falta aún más, una desunión organizada,
una federación (gajos de una naranja) o confederación (uvas de un racimo).
89. El apetito de poder es puramente mental e insaciable, y además inmune a
enfermedades y al paso de los años. Los grandes dictadores han alcanzado edades
de extrema ancianidad.
90. Es por ello que los plazos de poder no sean largos. Los estatutos de
los cartujos, jamás reformados, porque jamás fueron deformados, obligan a que
los abades sólo estén ejerciendo su cargo un año.
91. Según esto, es muy difícil, ostentando el poder, conseguir caminar en
el estado unitivo con la divinidad. Sin embargo San Francisco de Sales afirma
que sí se puede sí, y solamente sí, se cumple lo siguiente: 1.- Deben negarse
todas las ventajas personales del poder, así como practicar la paciencia y el
recogimiento, sin los que no puede haber amor ni a Dios ni a los hombres. Y
2.- El accidente de tener poder temporal no supone autoridad espiritual.
92. La auctoritas espiritual es lograda por la gratuidad de lo divino, que
permite penetrar en la naturaleza de las cosas, lo que otorga la cualidad de
vidente.
93. El vidente debe aconsejar al poderoso y este tomarle en consideración.
Es un desastre que el poderoso se crea vidente, esto genera dictaduras y tiranías
intolerables. Hitler, Castro, Chaves.
94. Esto se tenía claro en la India y en Europa hasta la reforma; sin
embargo la Iglesia católica cayó al final en la trampa de unir poder temporal y
espiritual en una persona, el Papa, que llegó a nombrar emperadores.
95. La autoridad espiritual sólo puede ejercerse por desinteresados libres
de toda sospecha.
96. La Iglesia puede ser el Cuerpo Místico de Cristo, pero si sus mandos
tienen vasallos, gobiernan Estados y administran en la actualidad grandes
imperios económicos, ningún título asignado de misticismo puede ocultar el
hecho de que sus acciones de gobierno se hace como parte interesada y con segundas
intenciones políticas y económicas.
97. Hay que recordar que el político y el poderoso siempre, siempre oculta
una segunda intención.
98. El problema del poder es irresoluble. Salvo en el caso de los santos,
como Gandhi, los grandes organizaciones humanas siempre tenderán a la oligarquía
cuyos miembros, sí o sí están contaminados de la ambición.
99. Por tanto el poder siempre será un problema para la sociedad. Y esto condena
al futuro a repetir los errores del pasado.
100.Lucifer tiene su trono en la poltrona de los poderosos.
[1] Espiritualidad pura: La religión ha tomado un objetivo ambicioso y
difícil: expresar la realidad en su dimensión trascendental. Esta expresión
siempre se desarrollará influida determinantemente por la cultura de la
sociedad en la cual se expresa, haciendo inaceptables o incomprensibles para
otras culturas dicha expresión. De esta manera, la espiritualidad está
llamada a ser una disciplina universal en el grado en que sea capaz de
liberarse de las particularidades culturales y circunstanciales de la historia,
en la medida en que se desembarace de las creencias y los sistemas simbólicos
válidos únicamente para la cultura que los creó. David Hume apuntó hacia una "espiritualidad
pura" en su libro póstumo “diálogos sobre la religión natural”.
Aquí el famoso filósofo se refiere a concepciones religiosas que no derivan de
una revelación (hecha a través de una cultura), sino de unos argumentos filosóficos
universales. Joaquín de Fiore profetizó una religión del
espíritu que estuviese libre de dogmáticas confusas que demanden explicación.
De esta manera no necesitaría readaptarse a cada cultura. Mahatma
Gandhi hizo referencia a esta utopía con las siguientes palabras: Lo
mismo que un árbol tiene una sola raíz y múltiples ramas y hojas, también hay
una sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas,
por intervención de los hombres. Pero la espiritualidad pura es tan ambigua
como inconsistente. La espiritualidad necesita una puerta de acceso, un
lenguaje. Cualquier lenguaje sobre lo sagrado está expresando una doctrina,
aunque no hable directamente de dioses, y, por tanto, convirtiéndose en una
religión. La espiritualidad necesita de una doctrina o religión para ser
experimentada por las personas.
[2] El
puritanismo, una parte radical del protestantismo,
tuvo su origen en la Inglaterra posterior a la Reforma en Inglaterra, durante el reinado
de Isabel I de Inglaterra. Durante el siglo XVI,
un sector importante de la Iglesia de Inglaterra sentía que la ruptura
definitiva con la Iglesia Católica Romana no se había
terminado de producir, ya que buena parte de la liturgia y las
creencias seguían siendo muy similares. Por otro lado, el anglicanismo
estaba demasiado próximo al poder real
inglés, obediente a sus decisiones y, por tanto, arbitrario según las
coyunturas del momento. El dogma central del puritanismo era la autoridad
suprema de Dios
sobre los asuntos humanos. Para algunos, tal autoridad se expresaba hasta el
grado de la predestinación enseñada por Juan Calvino,
pero no todos compartían esta opinión. Además, los puritanos subrayaban que el
individuo debía ser reformado por la gracia de Dios. Cada persona, a la que
Dios mostraba misericordia, debía comprender su propia falta de valor y confiar
en que el perdón que está en Cristo le había sido dado, por lo que, por
gratitud, debía seguir una vida humilde y obediente. Otras notables creencias
incluyen: 1.- Un énfasis en el estudio privado de la Biblia. 2.- Un deseo de
que todos alcancen educación e ilustración (especialmente para que todos puedan
leer la Biblia por sí mismos). 3.- El sacerdocio de todos los creyentes. 4.- Simpleza
en la adoración, la exclusión de vestimentas, imágenes, velas, etc. 5.- La no
celebración de festividades tradicionales que ellos consideraban estar en
violación de los principios regulares de adoración. 6.- Creencia en guardar
como obligatorio un día de la semana como está ordenado en los diez
mandamientos, en el caso de ellos el día de la resurrección de Jesús, Domingo. Algunos aprobaban la jerarquía de la
Iglesia, pero otros buscaban reformar las iglesias episcopales al modelo
presbiteriano. Algunos Puritanos separatistas eran presbiterianos, pero la
mayoría era congregacionalistas.
Hoy en día la
palabra "puritano" se
emplea de forma despectiva para referirse a alguien que tiene una opinión
estricta sobre la moral sexual, está en
contra de la "cultura del tiempo libre" y pretende siempre convencer
de sus creencias a los demás desaprobando los puntos de vista diferentes al
suyo. Nada de esto es exclusivo de los puritanos, ni tampoco es característica
esencial del puritanismo, ya que su moral y tendencias ascéticas no eran más
extremas que las de cualquier cristiano europeo de su época. Además, los
puritanos, al menos los ingleses, eran relativamente tolerantes hacia otras
creencias. La imagen popular (especialmente la televisiva) es algo más exacta
como descripción de los puritanos en la América colonial, cuyo experimento
social adoptó la forma de una teocracia calvinista.
[3] Francisco
de Sales, más conocido como San Francisco de Sales, nació en (*Sales (Saboya), 21 de agosto
de 1567
- †Lyon,
28 de
diciembre de 1622)
fue un santo
del norte de Italia,
quien fue obispo de Ginebra. Tiene el título de Doctor de la Iglesia, es titular y patrono
de la familia Salesiana (fundada por San Juan Bosco)
y también patrono de los escritores y periodistas
[4] Santos
defectos: Tomado del Libro “Camino”, Cap. 17 #387 de Monseñor Escrivá de Balaguer: El plano de
santidad que nos pide el Señor, está determinado por estos tres puntos: La
santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza. #397 Sé
intransigente en la doctrina y en la conducta. —Pero sé blando en la forma.
—Maza de acero poderosa, envuelta en funda acolchada. (Etc…)
[5] Fr Augustine Baker OSB (December 9, 1575 – August 9, 1641), was a well-known Benedictine mystic and an ascetic writer. He was one of the earliest members of the newly
restored English Benedictine Congregation.
[6] Catalina de Génova nació en Génova en la primavera de 1447, de la
noble familia Fieschi. Muy joven fue desposada con julio Adorno (13-1-1463);
matrimonio no por amor, sino provocado por el oportunismo político al
que fue sometida. Los primeros años fueron tristes y desolados, por el carácter
difícil del esposo. Catalina logró superar la crisis, después de la visión de
Cristo derramando sangre (22-3-1473). Desde entonces se dedicó mas aun al
ejercicio de la caridad. Las oraciones, los sacrificios y el ejemplo de Santa
Catalina dieron provocaron la conversión de su esposo. A los treinta años
(1478) se retiró con el marido a vivir en el hospital civil de Parnmatone
poniéndose a tiempo completo al servicio de los enfermos de los cuales vino a
ser una humilde enfermera y sucesivamente, administradora y rectora (1489). Fue
dotada por Dios de excepcionales gracias y es contada entre las mas grandes
místicas.
De su experiencia personal de purificación nació su brillante "Tratado del Purgatorio". Determinante fue su influjo en la vida eclesial de su tiempo, con el Movimiento del Divino Amor - por ella inspirado, sobre la espiritualidad moderna a través de la Escuela Francesa de los siglos XVI - XVII que sintió mucha admiración por ella. Murió consumida por el fuego devorante del amor al alba del 15 de Septiembre de 1510. Fue canonizada en 1737 por el Papa Clemente XII. Pío XII, en 1943, la proclamó "Patrona de los Hospitales Italianos".
De su experiencia personal de purificación nació su brillante "Tratado del Purgatorio". Determinante fue su influjo en la vida eclesial de su tiempo, con el Movimiento del Divino Amor - por ella inspirado, sobre la espiritualidad moderna a través de la Escuela Francesa de los siglos XVI - XVII que sintió mucha admiración por ella. Murió consumida por el fuego devorante del amor al alba del 15 de Septiembre de 1510. Fue canonizada en 1737 por el Papa Clemente XII. Pío XII, en 1943, la proclamó "Patrona de los Hospitales Italianos".
[7] Entre Escila y Caribdis: Escila en
la mitología griega, (en griego
Σκύλλα) era una joven que fue transformada en una criatura marina de varias
cabezas condenada a guardar un estrecho paso marítimo. Esta figura mitológica
aparece en las aventuras de Odiseo. Caribdis En
la mitología griega (en griego
antiguo Χάρυbδις Khárubdis,
‘succionador’) es un horrible monstruo marino,
hija de Poseidón
y Gea, que tragaba enormes
cantidades de agua tres veces al día y las devolvía otras tantas veces, adoptando
así la forma de un remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance.
El héroe griego
Ulises tuvo que pasar entre los dos peligros Escila y Caribdis. Las dos
creaturas míticas representan las amenazas verdaderas del estrecho de Mesina
entre el “pie” de Italia y la isla de Sicilia. Escila es la costa con sus rocas
que fácilmente pueden naufragar un barco causando la muerte de algunos
marineros. Pero lejos de la costa había un peligro mayor, el remolino de
Caribdis que podía consumir un barco entero. En la vida espiritual tenemos
peligros semejantes. La rigidez es como la roca de Escila por la cual perdimos
oportunidades. Una vez yo estaba tan fijado en una cierta tarea que no respondí
a una emergencia. Por varios días me sentí muy mal. Pero es mas fácil caerme en
la Caribdis de indolencia, la falta de metas claras.
[8] Walter Hilton. (1340-Thurgarton Priory, 1396) Escritor y místico
inglés. Canónigo, predicó el camino de la introspección en “The scale of perfection”, obra destinada
a los reclusos. A menudo se le atribuye otro tratado místico, “The cloud of unknowing”.
[10] Teoría del noble salvaje En 1762 Rousseau desplego
la teoría
del noble salvaje: los seres humanos somos naturalmente buenos
hasta que la sociedad nos corrompe. En lo personal diría que los seres humanos
somos amorales, y que la sociedad nos impone lo que es bueno y lo que es malo
premiando lo primero y sancionando lo segundo: cuando la sociedad dice que una
cosa es buena y la castiga, y dice que otra cosa es mala y la premia, con esta
anomalía corrompe a sus individuos, quienes con su corrupción reforzarán la
corrupción social estableciendo así un círculo vicioso...
[11] Jean-Jacques Rousseau (Ginebra, Suiza, 28 de junio
de 1712
– Ermenonville,
Francia,
2 de julio
de 1778)
fue un escritor,
filósofo,
músico;
usualmente es definido como un ilustrado,
pero parte de sus teorías prefiguran el posterior Romanticismo.
Las ideas políticas de Rousseau influyeron en gran medida en la Revolución Francesa, el desarrollo de las
teorías Republicanas, y el crecimiento del nacionalismo.
Su herencia de pensador radical y revolucionario está probablemente mejor
expresada en su más célebre frase, contenida en El contrato social: «El hombre
nace libre, pero en todos lados está encadenado».
[12] Confucio (chino:
孔子, pinyin:
Kǒngzǐ) (tradicionalmente 551 a. C. - 479 a. C.)
fue un filósofo
chino,
creador del confucianismo y una de las figuras más
influyentes de la historia china. Las enseñanzas de Confucio han llegado a
nuestros días gracias a las Analectas, que contienen algunas de las
discusiones que mantuvo con sus discípulos. El nombre habitual de Confucio en
chino es Kǒngzǐ (孔子), literalmente "Maestro Kong", aunque muchas veces
se lo escribe "Kung Fu Tse". Una variante de este nombre, poco
habitual en la actualidad, es Kǒng Fūzǐ (孔夫子), de la que se deriva el nombre
tradicional en español a partir de la forma latinizada Confucius, adoptada por
los sacerdotes jesuitas en sus primeros contactos con China.
[13] Ocho
pasos del budismo: El paso 1 es
el de las Perspectivas Correctas. Uno debe aceptar las cuatro nobles verdades. El paso
2 es la Determinación Correcta. Uno debe renunciar a todos los deseos y a
todo pensamiento que se asemeje a la lujuria, amargura y crueldad. No debe
dañar a ninguna criatura viviente. El paso
3 es la Palabra Correcta. Uno debe hablar sólo verdad. No puede haber ninguna mentira, calumnia o
conversación vana. El paso 4 es el
Comportamiento Correcto. Uno debe abstenerse de la inmoralidad sexual, de robar
y de matar.
El paso 5 es la Ocupación Correcta. Uno
debe trabajar en una ocupación que beneficie a otros y que no dañe a nadie. El paso 6 es el Esfuerzo Correcto. Uno
debe buscar eliminar toda cualidad malvada de adentro y evitar que surjan
nuevas. Uno debería buscar conseguir cualidades buenas y morales y desarrollar
las que ya posee. Buscar crecer en madurez y perfección hasta lograr el amor universal. El paso 7 es la Contemplación Correcta. Uno debe ser observador,
contemplativo y debe estar libre del deseo y de la aflicción. El paso 8, es la Meditación Correcta.
[14] Cuatro
nobles verdades del budismo: La Primera
Noble Verdad es que hay dolor y sufrimiento en el
mundo. El nacimiento es doloroso, y también lo es la muerte. La enfermedad y la
vejez son dolorosas. A lo largo de la vida, todas las cosas vivas encuentran
sufrimiento. La Segunda Noble Verdad se relaciona con la causa del sufrimiento. Es
la avidez por la riqueza, la felicidad y otras formas de disfrute egoísta la
que causa el sufrimiento. Esta avidez nunca puede ser satisfecha porque está
arraigada en la ignorancia. La Tercera
Noble Verdad es el final de todo sufrimiento. El sufrimiento cesará cuando una
persona puede liberarse de todo deseo. La Cuarta
Noble Verdad es la extinción de todo deseo siguiendo el camino de ocho pasos.
[15] El
principio del tercero excluido o principium
tertium exclusum es un principio de la lógica
tradicional formulado canónicamente por Leibniz como: o A es B o A no es B. Ahora lo leemos
del siguiente modo: o bien P es verdadera, o bien su negación ¬P lo es. Entre
dos proposiciones que juntas forman una contradicción no hay una tercera
posibilidad, la tercera está excluida. También se conoce como "tertium non
datur" ('Una tercera (cosa) no se da'). Clásicamente se considera que es
uno de los principios o leyes fundamentales del pensamiento (junto con el principio de identidad, de no contradicción y de razón suficiente). El principio de tercio
excluso es considerado por muchos como derivado del principio de identidad.
Nótese que, en este supuesto, aquél no tendría la consideración de primer
principio. Se enuncia diciendo: una cosa es o no es (quodlibet aut est aut non
est) –versión ontológica- o bien: ente dos cosas contradictorias no cabe
termino medio, (inter duo contradictoria non este médium)-versión lógica-, lo
cual quiere decir que de dos proposiciones contradictorias, necesariamente la
una es verdadera y la otra falsa, y que ambas no pueden ser ni verdaderas ni
falsas a la vez.
[16] Un libertino (en inglés,
rake) es una persona entregada al libertinaje. Los libertinos son personajes
frecuentes en las novelas.
A menudo un libertino es un hombre que malgasta su fortuna, generalmente heredada,
en vino,
mujeres
y diversión, incurriendo en deudas por su prodigalidad; ideológicamente es descreído o nihilista,
y no cree en los milagros. Todos estos sentidos tenía el término libertino: Un
depravado. Un ateo dedicado sólo a los placeres del cuerpo. Un filósofo
escéptico o pirrónico en la lengua del siglo XVIII.
[17] Se conoce como dictum de
Acton a una célebre frase acuñada por el historiador católico británico John Emerich Edward Dalkberg Acton,
más conocido como Lord Acton en 1887. En su redacción original decía:
Power tends to corrupt, and
absolute power corrupts absolutely. La frase ha sido traducida de
diversas formas: El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. O,
más literalmente: El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe
absolutamente.
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