FILOSOFÍA PERENNE DE Aldous Huxley (Capítulo 7)
Resumen y comentarios
1.
Cualquier cosa que digas de
Dios es falsa. Eckhart.
Formas de la verdad
2. Existen tres formas de aplicar la palabra “verdad”. La primera es como sinónimo de “hecho”. Es un hecho Dios como
realidad primordial. La segunda es como aprehensión directa del hecho
espiritual frente al conocimiento intelectual y lógico. Y la tercera es como
aplicación explicada verbalmente de lo Real.
3. Eckhart afirma como teólogo, que hay
algunos asertos sobre Dios (sólo algunos), que pueden ser ciertos, pero como
místico, sabe que cualquier fábrica humana sobre Dios es una aproximación tan
burda, que “stricto sensu” no puede ser verdad. Por eso, Santo Tomás, cuando recibió la iluminación infusa,
comprendió cómo todo lo escrito sobre Dios en su magna obra sólo era una
vanidosa pretensión de atrapar el Océano De dios con las manos.
4. Lo mismo sucedió con el místico islámico Al Ghazali, doscientos años
antes, por la misma razón, la iluminación. Siempre que oigamos “la verdad” hay que reconocer sobre cuáles de las tres formas se afirma.
5. La verdad realmente es aquella
que cada uno descubre en sí mismo. Son palabras de los
Sutralamkara (Sutras mahayánicos).
6. El filósofo Wu Ch’eng-en[1]
dice que la verdad se escribe en rollos
de papel en blanco, mas para los que no entienden esto, es necesario darles
papeles con algo escrito. Y Shih-t’ou[2]
refuerza diciendo que la verdad no se comprende hasta que se posee.
7. El objeto de la Filosofía perenne es la naturaleza de la realidad eterna, pero
el lenguaje en que debe formularse está concebido para explicar la realidad
visible y temporal. Esto lo explica muy bien Alan Watts[3]
en su libro “El camino del Zen”. Por eso en las formulaciones de la Filosofía perenne ha de haber siempre
inevitables paradojas; y por eso Jesús hablaba del Reino de Dios en
parábolas. No hay otra forma.
8. La verdad como “hecho” no puede tal cual describirse. El Zen y el Tao utilizan símiles
grandilocuentes, casi descomunales. Así usa el dislate para representar el
Reino de los Cielos. El resultado es una reducción al absurdo, un súbito salir
de la razón hacia el intelecto intuitivo. Porque a lo sumo Dios se manifiesta
en la mente como una intuición. Y aunque sea extraño para el occidental, es
efectivo hasta el punto de producir finalmente la “metanoia”.
9. Las extravagancias, los cuentos o parábolas se usan para que el oyente
no tome en serio las palabras, sino que supongan un escalón para imaginar,
intuir algo más allá de la escena que describen. Es por eso que tomar
al-pie-de-la-letra las enseñanzas no conduce a la verdad nunca. Las palabras
son a la vez indispensables, pero fatales.
10. Todo lo que la imaginación puede imaginar y el entendimiento recibir y
entender en esta vida no es ni puede ser el medio próximo para la unión con
Dios. Dicho esto por San Juan de la Cruz.
12. Como la divinidad no tiene nombre y todo nombre es ajeno a Dios, así el
alma no tiene nombre, pues es aquí lo mismo que Dios (Eckhart).
13. San Juan de la Cruz anima a que no reparemos en lo
que podemos comprender con nuestros propios medios, pues así nos satisfacemos
con lo menos y perdemos la levedad necesaria para unirnos a Él.
A la verdad por la experiencia vital
14. “Conocer a Dios por pruebas externas –afirma William Law-, no sucede nunca, porque ni Dios, ni el Cielo, ni el infierno con
cognoscibles si no es por la experiencia interior de uno mismo”. Así que todo
lo demás es como conocimiento que cree tener el ciego, de la luz que jamás pudo
ver.
15. De la misma forma que nadie aprende a pintar leyendo un libro de
pintura, sino pintando, nadie experimenta a Dios leyendo libros de teología,
sino viviendo a Dios en status de oración. Esto no
quita mérito a los libros y autores de teología, porque si el teólogo no es
sólo letrado sino un hombre o mujer de Dios, puede de forma inteligible formar
ideas de aproximación a Dios. Tiene la virtud de motivar el inicio de la
experiencia, el “nacimiento interior de Dios”. Así que la teoría no es práctica
ni experiencia y las palabras no son lo que pretenden representar.
16. El abad John Chapman dice que la Teología cristiana
es obra de San Agustín[5] y de Santo Tomás de Aquino. Ambos
sentaron las bases doctrinales y académicas que San Pablo apuntó ya en sus
cartas. Pero sus plumas, como la de San Gregorio o San Bernardo habrían sido
estériles sin una experiencia mística.
17. En realidad la teología hace místicos, pues les evoca imágenes de Dios,
y los místicos conforman la verdadera teología, porque describen sus propias
experiencias.
18. El conocimiento unitivo de Dios es sólo posible en aquellos que cesan
de abrigar opiniones y juicios personales. “Yo opino que…” Dios no es opinable.
La ilusión de las palabras
19. Pese a las advertencias de los místicos, que sólo a través de la
abnegación se pasa al conocimiento
espiritual, las iglesias organizadas han persistido en el error de tomar los
medios como fines, y las afirmaciones verbales tomadas con suprema reverencia,
cuando queda demostrado que el
lenguaje humano es una burda aproximación a la divinidad, un algo así como
“para entendernos”. Con esa obsesión por las palabras “tal cual”, han provocado
cismas, como el generado por el término “filioque”[6],
entre Oriente y Occidente.
20. ¿Quién es capaz de afirmar cargadito de razón que el Espíritu procede
del Padre y del Hijo o sólo del Padre, o del Padre con el Hijo, o deja de
proceder de ninguno, porque en realidad son una misma esencia, etc., etc? Pues
esta tontuna teológica fue el pretexto para lo que en realidad era la causa del
cisma, que era la separación política de una Constantinopla emergente, de una
Roma decadente. Dejémonos de historias para no dormir. [NP]
21. La salvación no viene por aceptar un enunciado textual, palabra a
palabra de un determinado dogma, sino por el conocimiento intuitivo en el
espíritu y la verdad como aprehensión inmediata.
22. La experiencia de ver el Cielo o sufrir un dolor neurálgico no se puede
comunicar. Los demás sólo pueden imaginarse el “azul” o el “dolor”. “Eso debe doler mucho”, decimos.
23. Suponer la salvación a base de estudio o de práctica religiosa es como
pretender llegar a Málaga, desojándose los ojos en la ruta marcada en el mapa.
Viendo el mapa no se llega al sitio de destino, si uno no inicia el camino.
Otra cosa es que el mapa es imprescindible para no perderse en las encrucijadas
que nos plantea el camino real.
24. En el budismo actual, el lenguaje es considerado un determinante de la
acción creadora. El budismo admite cinco categorías del Ser: nombre,
apariencia, discernimiento, recto conocimiento y talidad. Las tres primeras están
relacionadas con el mal, y las dos últimas con el bien. Las apariencias son
discernidas por los sentidos y nombradas, así que las palabras se toman como
medida de la realidad. Por eso el lenguaje es fuente de separación, de
autosuficiencia y con repercusiones en la codicia, avidez de poder y maldad. El
único escape es, asistido por la Gracia (búdica), la abnegación para alcanzar el Recto Conocimiento.[7]
25. El Recto Conocimiento permite la adecuada estimación de nombres, apariencias
y discernimiento. Permite salir de la infatuada ilusión del “yo”, de lo “mío”, de “mis”
cosas, de “mí” mismo; y se llega al transfigurado advenimiento de que samsara y nirvana son en esencia lo
mismo, es decir, la aprehensión intuitiva de la pura Talidad, que no puede ser
descrita con símbolos verbales.
26. Hume argumenta que todo pensamiento
organizado al final queda reducido al absurdo. Él parte de una premisa y es la
de que todos los acontecimientos están sueltos y separados. Esto es una
falacia, que podría creerse si aceptamos que las cosas y los sucesos tienen
como una consistencia los sustantivos, verbos y adjetivos con los que
elaboramos nuestra representación mental de aquellos. De no captar las
relaciones íntimas que en segunda o tercera derivada ocultan estos
acontecimientos y cosas de la vida, cualquier argumento puede reducirse al
absurdo, porque los elementos de un sistema, en sí mismo, sin las relaciones
que aportan coherencia al conjunto, no son ni representan absolutamente nada,
como las piezas de un reloj, sin ensamblar, no conforman una máquina, un sistema,
para medir el tiempo.
27. Se toman las palabras como medida de las cosas, y no las cosas como medida
de las palabras.
28. El escéptico que no ve la causalidad ni hilvanado de los
acontecimientos, le viene bien el postulado de Hume. Esto refuerza el “yo”, que
está desvinculado del resto del mundo, y se elabora su propia ley.
29. En el budismo y en la espiritualidad cristiana, se estima evitar el
pronombre personal (la primera persona). Así, evitando el yo, mí, mío, se evita
el egoísmo irreflexivo.
30. Las palabras también se emplean de un modo poético y retórico. Hay
retórica para buenos y malos fines. Diferenciar las diferentes retóricas es
esencial en la moralidad.
El valor de la poesía
31. La moralidad intelectual es una condición previa de la espiritualidad.
32. Al poeta y al esteta se le otorgan aproximaciones a la realidad
análogas a la de los místicos. El poeta tiene la cualidad de combinar las palabras
de modo que algo de la cualidad de las gracias que ha recibido, pueda hacer
sentir al lector entre las líneas de cada verso leído. Pero limitarse a la
belleza de la combinación de las palabras, sin ir más allá, es idolatría. Es
como quedarse sólo en la belleza del ritmo y la armonía en la música, sin
reparar en la esencia de la melodía.
33. “Atended a la voz de los pinos y
cedros, cuando ningún viento se agita” (Ryo Nen) –monje Zen-
34. “¿Qué hijo pide pruebas a su
madre de que encontrará consuelo con su leche?” (Rumi)
35. “Las grandes verdades no hallan
asidero en el corazón de las masas” (Chuang Tse)
36. Sólo aquellos que manifiestan poseer, aún en pequeña proporción, los
frutos del Espíritu, pueden persuadir a otros de que la vida del Espíritu, merece
ser vivida.
Luchas dialécticas
37. El combate dialéctico a favor de la vida del espíritu no tiene sentido.
Las trifurcas parlamentarias en materia de religión generan violencia, que
puede llegar al grado sumo de matar. Papistas contra antipapistas, franciscanos
contra dominicos, jesuitas contra quietistas. Cuando durante los siglos XVI y
XVII se produjeron estos enfrentamientos, al final el cristianismo estaba casi
muerto.
38. Se trató de evitar las guerras de religión[8],
y lo que se consiguió con la polémica fue trasladar la guerra de lo físico a lo
intelectual, lo que provocó una devastación aún mayor, el escepticismo y el secularismo de la Sociedad.
39. Con sanguinarias peleas dialécticas, el cristianismo histórico consumó
su autodestrucción, por su excesiva preocupación por las cosas temporales en
las que había basado su poder. Pero como una religión es santa por definición,
y jamás los líderes son culpables de los problemas, la causa de la caída la
achacaron al “modernismo[9]”.
40. El hombre no es como los animales., que viven sólo el presente. El
hombre vive en la línea del tiempo, nostálgicos o arrepentido por su pasado, y
preocupado o ilusionado por el futuro. El progreso tecnológico nos hace creernos
dueños de nuestro destino, y que con nuestros talentos podemos llegar a la paz
y bienestar mundial, a resolver el cambio climático y la felicidad personal.
41. El uso indebido de las palabras, su capacidad casi ilimitada para herir,
para confundir, para desviar, para movilizar a las masas en direcciones deletereas,
así como la ilimitada capacidad que tenemos los seres humanos de juzgar,
prejuzgar y calumniar sin argumentos, hace que del uso del lenguaje el arma más
mortífera de que dispone el hombre para atacar a sus semejantes.
42. “No hay que juzgar las acciones de criatura alguna” (Sta. Catalina de
Siena)
43. Por la abnegación se llega a la Talidad, y por la
humillación, al propio conocimiento.
44. Y por la anulación del “yo”, se llega a Dios.
[1] Wu Cheng'en (1504? - 1582?) escritor chino de la dinastía Ming.
Nacido en Huai'an, en la provincia actual de Jiangsu,
estudió en la Nanjing Taixue (la antigua
Universidad de Nanjing)
durante más de 10 años. Está considerado el autor de Viaje al
Oeste, una de las cuatro
grandes novelas de la literatura clásica china.
[2] Shitao Nacido en Quanzhou, provincia de Guangxi. Shintao tenía
sangre real, ya que su familia descendía del hermano mayor de Zhu Yuanzhang,
fundador de la dinastía Ming de China. Shitao, tuvo que huir al instaurarse la
dinastía Qing
(manchúes, cuando tan solo era un niño, salvó su vida con la ayuda de unos
sirvientes de la familia. Desde entonces creció en el anonimato. Para
sobrevivir, fue refugiado en unos monasterios. Shitao siguió las enseñanzas del
zen pero también se aficionó a los pensamientos de Lao-tse y de Chuang-tzy.
Sobre todo en su edad avanzada tuvo ocasión de ser un fiel del Taoísmo. Por su
talento como pintor e investigador de la teoría del arte, Shitao ocupa un lugar
muy importante en la historia artística de China. Uno de los principios básicos
del pensamiento de Shitao es trazo único de pincel. El estilo de Shitao
revolucionó la pintura china, rompiendo con los estilos tradicionales y el
estilo de la época.
[3] Alan Wilson
Watts (6 de enero
de 1915
– 16 de
noviembre de 1973)
fue un filósofo,
escritor, conferenciante y experto en religión comparada. Nacido en Chislehurst
(actualmente barrio londinense de Bromley), Kent, Inglaterra
fue mejor conocido como intérprete y popularizador de las filosofías asiáticas
para la audiencia occidental. Escribió más de veinticinco libros y numerosos
artículos sobre temas como la identidad personal, la verdadera naturaleza de la
realidad, la elevación de la conciencia, y la búsqueda de la felicidad,
relacionando su experiencia con el conocimiento científico y con la enseñanza
de las religiones y filosofías orientales y occidentales (Budismo Zen, Taoísmo,
Cristianismo,
Hinduismo,
etc.) Alan Watts fue también un
conocido autodidacta.
[4] Nicolás de Cusa (Kues, Tréveris,
Alemania
1401 - †Todi, Umbría, Italia 1464). Su nombre era Nicolaus
Krebs o Chrypffs, pero fue conocido por Nicolás de Cusa por la ciudad en que
nació, Kues. Hijo del naviero Johan Cryfts y de Catherina Roemer. Teólogo y
filósofo, es considerado el padre de la filosofía alemana y, como personaje
clave en la transición del pensamiento medieval al del Renacimiento,
uno de los primeros filósofos de la modernidad.
[5] San Agustín de Hipona (Aurelius Augustinus; Tagaste, hoy Suq Ahras,
actual Argelia, 354 - Hipona, id., 430) Teólogo latino. Hijo de un pagano,
Patricio, y de una cristiana, Mónica, San Agustín inició su formación en su
ciudad natal y estudió retórica en Madauro. Su primera lectura de las
Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no
fundada en la razón. Su preocupación por el problema del mal, que lo
acompañaría toda su vida, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo.
Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la elocuencia en Cartago
(374-383), Roma (383) y Milán (384).
[6] Cláusula
filioque. En la teología cristiana
la cláusula filioque, o controversia filioque, hace referencia a la disputa
entre la Iglesia católica y la Iglesia
ortodoxa por la inclusión en el Credo del término latino
filioque que significa: «y del Hijo». La Iglesia de Oriente difiere de la Occidental en
lo que expone el Credo Niceno acerca del Espíritu Santo.
En la forma Oriental se dice: el Espíritu Santo «procede del Padre». En la
forma Occidental se añaden las palabras: «y del Hijo» (escrito en latín:
filioque). La Iglesia Occidental confiesa una doble procesión del
Espíritu Santo: «del Padre y del Hijo». La Iglesia Oriental considera que esto
es una herejía.
[7] Recto conocimiento: Es el séptimo de los senderos del budismo.
Recordemos que el budismo se basa en las doctrinas de las Cuatro Verdades, que
permiten acceder a la unión del ser con el fundamento metafísico del mundo: la
realidad del mundo es dolor; el origen del dolor es el apego a la vida; la
liberación del dolor es posible mediante la extinción del deseo (nirvana);
existe un camino para dicha extinción: la ley (dharma).
El camino al nirvana debe pasar por ocho etapas, el denominado Óctuple Sendero:
recta visión, recto pensamiento, recta palabra, recta acción, recto camino,
recto esfuerzo, recto conocimiento y recta meditación. A las Cuatro
Verdades y al Óctuple Sendero, se deben añadir las doce causas concatenadas de
la existencia: ignorancia, predisposición innata, forma, facultad, percepción,
sensación, sed y vínculo con la vida, existencia, nacimiento, vejez v muerte.
El primer concilio budista, que codificó la doctrina, se celebró en el año 477
a. de C., pero los denominados tipitakas, los textos definitivos del canon, no
se fijaron hasta el tercer concilio, en el año 245 a. de C. Sin embargo, ya en
el segundo, en el año 377 a. de C., se produjeron serias diferencias que
provocaron la aparición de las diversas corrientes en que se fragmentó el
budismo.
[8] Guerra de
religión o
guerra religiosa es el conflicto bélico cuya causa -al menos la causa aducida
por los beligerantes- es religiosa. A pesar de la validez universal del
concepto, con en nombre de guerras de religión se conocen por la historiografía
específicamente las que se dieron en Francia
(1562-1598) entre católicos
(liderados por los Guisa)
y calvinistas
(hugonotes,
dirigidos por los Borbones), de la que fue episodio destacado la Matanza de la noche de San Bartolomé. Independientemente
de que se pueda argumentar que todas las guerras tienen principalmente otras
motivaciones, fundamentalmente económicas y políticas, o incluso otras
motivaciones ideológicas no estrictamente religiosas, es innegable que en
muchos conflictos aparece el componente religioso, y que en cualquier caso la religión
es un eficaz elemento movilizador, como lo es el nacionalismo.
Aunque el término suena a oxímoron, como “trueno silencioso”, el hecho es que
la religión ha sido un “casus beli” bastante utilizado en la Historia.
[9] Modernismo: En la historia del catolicismo
el término modernismo sirvió, y sirve aún, para referirse a la tendencia en un
cierto pensamiento católico a considerar a la Iglesia y a sus dogmas como instituciones
humanas, portadoras de rasgos debidos a su contexto histórico, y no menos
necesitadas que otras de ser revisadas y reformadas. El término se usa con una
intención peyorativa por los adversarios de esta posición, entre los que
destaca el Papa
Pío X,
en cuyo tiempo y bajo cuya dirección la Iglesia emprendió una campaña para
combatirlo. El primer uso en un sentido equivalente al indicado lo hizo Henri
Xavier Périn, profesor de la Universidad Católica de Lovaina
a finales del siglo XIX, quien lo definió como una “ambición de eliminar a Dios
de toda la vida social” y relacionándolo con “las tendencias humanitarias de la
sociedad contemporánea”. El término fue utilizado por la jerarquía eclesiástica
para designar a un conjunto heterogéneo de escritores católicos, que querían
hacer compatible su fe con los avances del conocimiento científico natural e
histórico, invitando a reinterpretar las escrituras de una forma no literal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario