FILOSOFÍA PERENNE de Aldous Huxley (Cap 17)
Resumen y comentarios
El sufrimiento
1.
Sufrir
viene del latín “suffere”, soportar, cargar. Es sinónimo
de padecer “patere: estar acostado”, paciente, pasión.
2.
Sufrir supone soportar una carga,
una cruz, un estado indeseable, alejado de lo deseable, de lo ideal, de lo que
debería ser.
3.
Donde hay perfección y unidad no
puede haber sufrimiento. Para el individuo que logra la
unidad dentro de sí y con la divina Base, termina el sufrimiento.
4.
La meta de la Creación es el
retorno a la Unión. La unión genera paz y felicidad; la separación sufrimiento. La verdad une, la mentira
separa.
5.
El egoísmo tiende a establecer una
barrera entre cada cual y el resto, barrera levantada para “separar” lo mío de
lo que no lo es.
6.
[NP] La barrera establece un diferencial
existencial entre dentro y fuera. Esa barrera abre puertas de comunicación tan
sólo para mantener o incrementar el desequilibrio con ayuda del demonio de Maxwell[1],
porque de otra forma, si la puerta se abriera para equilibrar presiones, al
final la barrera estaría de más. Pero el demonio, por eso es un demonio,
mantiene la desigualdad a fuerza o a costa de un gran trabajo, un gran padecer,
un peso cada vez mayor. La persona sufre, consciente e inconscientemente.
7.
Lo que subyace en todo esto es la
tendencia innata en toda la Naturaleza a mantener la identidad y la integridad
individual. La célula existe gracias a que dispone de una membrana lípido
proteica que mantiene un constante desequilibrio osmótico y eléctrico entre el
interior y el exterior. Si esa membrana fallara, bien porque de detuviera la
bomba de sodio – potasio, bien porque fallaran los diferentes elementos
proteínicos “carrier” de transporte contra corriente o por fallo físico y
rotura, la célula perdería su capacidad de mantener el orden interno respecto
del exterior, y moriría. En lo psicológico, el apego a lo propio, y a
satisfacer las necesidades que refuerzan la identidad y la integridad es algo
innato al ser humano, razón por la que erige una barrera que discrimina entre
el medio interno, lo propio y en externo, lo ajeno. Las leyes sistémicas que
rigen ambos comportamientos, el fisiológico y el psicológico, son en esencia
las mismas.
Barreras y multiplicidad
8.
El instinto de separación es
escalable. Es decir, puede sentirlo y desearlo un individuo respecto de su
entorno, o una parte del individuo respecto de él. El primer caso, la Filosofía
perenne lo cataloga de impulso, pasión,
pecado. En segundo caso es una enfermedad, un cáncer. En realidad el fenómeno
es similar y las consecuencias igualmente lesivas, es decir, al sufrimiento.
9.
La Naturaleza mantiene un delicado
estado estable entre la tendencia integradora de los diferentes sistemas y
subsistemas, y la tendencia disgregadora que hacen que dichos sistemas
adquieran verdadera entidad e identidad.
10.
En general, todas las culturas
coinciden en este planteamiento. El budismo habla de la avidez como la causa
del sufrimiento, y el desapego como su liberación, mediante el sendero de los ocho
pasos.
11.
Para mantenerse íntegros y
diferenciados del entorno, cada individuo tiene que satisfacer un conjunto de
necesidades básicas. La sensación de déficit se experimenta como dolor, como
malestar, en suma, como sufrimiento. La satisfacción de estas necesidades se percibe como sensación de
bienestar, tranquilidad. Así planteado, la finalidad de la vida natural es la
de mantener las diferentes identidades biológicas en un estado estable de satisfacción
de las necesidades básicas. El sufrimiento, es decir, el hambre, la sed, el
frío, el calor, el dolor, la sensación de incomodidad, etc., son condición
necesarias para satisfacer estas necesidades y así neutralizar el sufrimiento.
12.
La Creación lleva consigo la
Caída. Ambas son inherentes. Porque como quiera que para mantener la identidad
y la integridad, hay que buscarse los medios para preservar el orden interno,
esto obliga a buscar los recursos. Si estos fueran abundantes, no existiría el
problema de la competencia. Pero al ser habitualmente escasos respecto de la
demanda, obligan a crear economías, es decir, medios para una gestión racional
de los recursos. Así que por una parte, en épocas de superpoblación, la
competencia por los recursos escasos va a generar lucha entre los miembros,
quedando una proporción más o menos grande, derrotada, y sufriendo por ello.
13.
Por otra parte, dónde están los
límites a los recursos necesarios. Cuál es la percepción de lo necesario. Dónde
empieza la ambición más allá de lo razonable. Qué es lo razonable.
14.
La
consumación de la Caída ocurre cuando las criaturas procuran intensificar su
separación más allá de los límites prescritos por la ley de su ser.
15.
En la Naturaleza, las especies han
optado para satisfacer sus necesidades por renunciar a su totí potencialidad en
aras de adaptarse a la especialización. Esto conlleva la cooperación entre
órganos, individuos, grupos y organizaciones. Se establece una simbiosis. Pero
esta simbiosis se rompe cuando alguna de las partes “rompe el pacto de
cooperación” e intenta obtener más beneficios de los que le corresponden a
costa de sustraer recursos que corresponden al resto de la comunidad.
16.
Esta ruptura del pacto conduce a
una intensificación de la identidad separada del resto. Este proceso hace daño
al conjunto desde el primer momento, mientras que al individuo trasgresor,
parece como si le fueran bien las cosas. El incremento de esta separación y de
esta asimetría, poco a poco aumentará el daño global, hasta conducir
inevitablemente a la muerte de todo el sistema. Es el ejemplo del cáncer en los
seres vivos, que conduce a la muerte. En el plano sutil y psicológico, a esta
situación irreversible de maldad, se la denomina infierno, y a la voluntad de
separación se la denomina “demonio”, “diablo”. Los humanos somos capaces de ser
diabólicos, lo que ningún animal puede imitar, pues no tiene la suficiente
inteligencia como para apartarse de un comportamiento sistémico.
17.
La capacidad para obrar el mal no
es ilimitada, porque termina matando y destruyendo, pero la capacidad para
hacer el bien sí es ilimitada.
18.
La capacidad de hacer daño puede
superar la imaginación, pero tiene un límite, la destrucción. La capacidad de
hacer el bien tiene un camino ilimitado, que es el camino de unión del ser humano
con la Divina base.
19.
El exceso de codicia ha hecho que
los humanos padezcamos enfermedades crónicas desconocidas en el mundo animal,
fruto de la gula y los excesos, infringen crónica ansiedad por el frenético
estilo de vida que mantienen.
20.
En suma, toda tendencia a
robustecer la propia identidad y satisfacer las propias necesidades más allá de
un límite, genera sufrimiento.
21.
Yahveh Dios hizo brotar del suelo
toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del
jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y les
dijo: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia
del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin
remedio” Del Génesis.
22.
El día que traspases esa delgada
línea roja que separa lo que tienes derecho a tener para vivir, en espíritu de
equidad con los demás, para superarla y creerte que puedes invadir lo que a los
demás les perteneces, ese día morirás. Porque provocarás sufrimiento en los demás, para al final, morir tú también.
23.
Los seres humanos no vivimos en
armonía con el Tao, con la Divina realidad de las cosas. Nos gusta intensificar
nuestro yo, y esto se expresa en los excesos con los que intentamos cubrir
nuestras necesidades. Si necesitamos comer 10, comemos como 30; si vestirnos
como 10, lo hacemos como 50; si guarecernos de la intemperie como 10, en una
sencilla estancia, buscamos como 70. Etc.
Todo es excesivo para ensalzar nuestro yo. Y cuando esto sucede, las
consecuencias, también se expresan de modo excesivo.
24. Tantas más necesidades
expresamos, cuanto mayor sufrimiento por no alcanzarlas padecemos.
25.
En este proceso excesivo, se
produce, por la excesiva emergencia del yo, una separación, incluso con el
propio cuerpo físico, al que sometemos a excesos que ni él nos pide, ni
necesita, ni desea, y además, padece mediante las enfermedades degenerativas
provocadas por los excesos alimentarios, excesos de hábitos tóxicos,
sedentarismo, etc.
26.
De igual forma, los excesos del
yo, respecto de nuestros semejantes, con los que integramos un Uno en la
Naturaleza y en Dios, genera un deseo de acumular “energía” a costa de los
demás, con desastrosas consecuencias para el conjunto orgánico que formamos
todos los seres vivos.
27.
El sufrimiento se considera habitualmente malo, pero puede
tener también efectos neutros y buenos. Puede intensificar el anhelo de la
separación (venganza), puede no tener consecuencias, o puede hacer comprender
por qué se produce, y generar en el que sufre el camino de retorno hacia lo que
es la armonía, la estabilidad y en suma la paz.
28.
Que el que sufre elija una de las
dos vías es una cuestión de absoluta libertad, de libre albedrío.
29.
Los animales parece que aceptan
serenamente la muerte si se abandonan a sí mismos. Pero en otras ocasiones,
sienten pánico y se resisten a perder su identidad. Se resisten a dejar de ser
ellos.
30.
La elección de la propia entrega
al sufrimiento hace posible la recepción de la gracia.
31.
Hay dos clases de sufrimientos. El
que se padece por una ambición no satisfecha. Este es negativo y culposo. El
otro es el que se padece por sentir cómo nos es arrebatado lo que en justicia
nos correspondería. Es decir, sufrimiento por ser culpable o por ser víctima;
por ser sujeto activo y generador de la situación, o por ser sujeto pasivo y
“sufridor” de la situación.
32.
En ambos casos, la capacidad de
elegir es total.
33.
Muchos sufrimientos son
consecuencia inmediata del mal moral, y éstos no pueden producir ningún buen
efecto en el que sufre, mientras no sean eliminadas las causas de su aflicción.
34.
Según Tomás de Kempis, en su
Imitación a Cristo, Cada pecado engendra un especial sufrimiento espiritual. Un
sufrimiento de esta clase es como el del infierno, pues cuanto más sufres, peor
te vuelves. Esto les sucede a los pecadores; cuanto más sufren por sus pecados,
más perversos se vuelven; y cada vez se hunden más en sus pecados para poder
librarse de sus sufrimientos.
35.
Parece que el que provoca la
situación tiene como objetivo gozar del resultado. Pero no es así. La ambición
es una espiral ilimitada, que genera unas tensiones internas que no son
satisfechas jamás. Es un camino sin retorno espontaneo o natural. Es una
dinámica exponencial que sólo termina con el estallido. Siempre termina mal,
generando un sufrimiento inaguantable en el “infeliz” que ambiciona, más el
sufrimiento que provoca en todas sus víctimas. Eso explica por qué tantos y
tantos ricos, que lo tienen todo, terminan en el mundo del alcohol, la droga,
el sexo aberrante y la delincuencia.
36.
La ambición sólo genera vacío.
37.
En el otro extremo, el que sufre
como víctima, tiene muy fácil optar por el camino del amor, porque el que sufre
por amor, no sufre, pues todo sufrimiento es olvidado. Eckhart.
38.
San Felipe Neri dice que en esta
vida no hay purgatorio, sino sólo cielo o infierno. El que sufre con paciencia
vive en el cielo, el que sufre con angustia, vive un infierno.
El sufrimiento por delegación
39.
Huxley aborda un asunto
especialmente sensible en el cristianismo, y en todos aquellos sistemas
religiosos basados en la expiación de los pecados de los hombres por un Avatar,
en este caso (aunque no lo menciona expresamente), Jesucristo o los Bodhisattva del budismo.
40.
La doctrina católica, afirma que
Jesús nos redimió de nuestros pecados con Su
sufrimiento en la cruz. Y ese sufrimiento “transfiere el mérito” a todos los
que lo necesitamos por haber sido condenados a un estado de destierro por tener
la naturaleza humana que tenemos (llámese a esto si se quiere, pecado original).
41.
Es como si un Dios eternamente
enojado, hubiese accedido a que el Avatar, voluntariamente se hubiera
sacrificado por todos nosotros. La figura de Dios, aquí, queda a los pies de
los caballos, pues es concebido como un ser brutalmente iracundo y sediento de
sangre, la nuestra o la de nuestro salvador, que “necesita” que alguien sufra,
para que quede restaurado el orden y su honor por el traspiés del árbol y la
manzana de Adán. Esta es una idea arcana, que desde tiempo inmemorial ha
residido en el imaginario de los pueblos antiguos, y que explica el concepto de
“sacrificio”. Algo o alguien tiene que ser sacrificado, como forma de entregar al
dios sediento de sangre una parte de lo que nos pertenece. Así, hay tantos pueblos
que han practicado los sacrificios humanos para aplacar a los dioses. Otros,
sustituyeron los sacrificios humanos por sacrificios y hecatombes de animales,
para el mismo fin. Y al final, el cristianismo nace del más sublime sacrificio
humano, el de Jesucristo.
42.
Este planteamiento, que reconoce
en Dios el deseo iracundo de venganza y sangre, totalmente antagónico al de
Padre bueno (“abba”, papaíto), es blasfemo. Con independencia de las
reflexiones teológicas, el mensaje que le llega al creyente de a pie es este,
que Jesucristo se inmoló en la cruz para redimir ante el Dios Yaveh, las penas que merecíamos padecer nosotros, por nuestros pecados. “Cuerpo entregado por vosotros para el perdón
de los pecados, y sangre que será derramada por vosotros para el perdón de los
pecados”. Este es el rito de la Eucaristía.
43.
Dice Huxley que lo que salva es el
don (genéricamente denominado “Amor incondicional”) que, de allende el orden
temporal, traen, a los encarcelados en su yo, estas personas abnegadas y plenas
de Dios, que han estado dispuestas a aceptar el sufrimiento para ayudar a sus
semejantes.
44.
En el caso de los budistas, el
voto del Bodhisattva[2]
es una promesa de renunciar a los frutos inmediatos de la iluminación y aceptar
el renacimiento y sus inevitables concomitantes, el dolor y la muerte, una y
otra vez, hasta el tiempo en que, gracias a sus trabajos y a las gracias de que
es cauce por su abnegación, todos los seres sensibles lleguen a la liberación
final y completa.
45.
La idea del sacrificio humano con Jesús de Nazareth, tal y como se
concibe en la mentalidad antigua, queda totalmente desterrada. El sacrificio
que supone la muerte física, el sufrimiento y el dolor de las personas, en sí
mismo no es un acto de amor, sino de miedo orientado a aplacar la ira de un
Dios eternamente enojado. Jesús realiza en la cruz un supremo acto de amor,
totalmente antagónico a este trasnochado concepto de sacrificio. Pero ese acto
es un símbolo del amor. Volvemos al permanente problema de interpretar los
acontecimientos históricos como valor en sí mismos.
46.
Literalmente la crucifixión era el
castigo a los delincuentes y criminales. El sentido de la cruz es un símbolo
supremo para expresar un “te amo tanto,
que doy mi vida entera por ti”. Es la donación total y absoluta. Es un demostrar
hasta qué punto la desviación humana es capaz de provocar dolor y sufrimiento,
y una actitud del Avatar que se interpone entre el pecado y cada uno de nosotros,
para encajar personalmente Él, los efectos deletéreos de nuestros propios
pecados. Para que veamos “gráficamente” lo que provoca el odio en un hombre, y
aún más en la encarnación del propio Dios en un hombre.
47.
No es un hombre que se inmola por
nosotros ante un Dios iracundo sediento de venganza, sino que ese mismo Dios se
encarna y nos demuestra lo que nuestros propios pecados provocan en Él mismo.
El dolor que Yaveh sentía por los pecados de su
pueblo, nos lo demostró al encarnarse Él mismo en un ser humano, para terminar,
clavado en la cruz perdonándonos, “porque no sabemos lo que hacemos, realmente,
al expresar nuestro odio y nuestros pecados”.
48.
El sufrimiento, finalmente, es la
consecuencia de la separación, de la multiplicidad y de la ambición. Es una
separación que no es real, pero la consideramos tan real como para que nuestra
vida sea tan sólo “hacer lo que nos viene en gana”, sin responsabilidades.
49.
Si supiéramos ver la Unidad,
comprenderíamos hasta qué punto, esta desviación de nuestra percepción es
letal. Si cada uno de nosotros fuéramos conscientes de esta Gran Unidad entre
lo creado y el Creador, sólo existiría el sufrimiento inevitable que generan
las leyes físicas (desastres naturales), pero no el voluntariamente causado por
nuestro deseo de mantener esta artificial separación: guerras, violencia,
explotación, desorden…
50.
Somos un todo orgánico que sufre
cuando cada órgano trata de aprovecharse del todo orgánico, hasta que
finalmente cada parte de ese todo sufre también las consecuencias, incluida la
que trata de aprovecharse.
51.
La liberación del sufrimiento pasa
por comprender su origen, y de esta forma, trascenderlo y pasando más allá,
esto es, con una total abnegación y concentración en Dios, pasando de ser un
fariseo o buen ciudadano para llegar a “ser
perfecto, como vuestro Padre celestial es perfecto”.
[1] El Demonio de Maxwell es el nombre de una criatura
imaginaria ideada en 1867
por el físico escocés James Clerk Maxwell como parte de un experimento mental diseñado para ilustrar la
Segunda Ley de la Termodinámica. Esta ley prohíbe que entre dos
cuerpos a diferente temperatura se pueda transmitir el calor del
cuerpo frío al cuerpo caliente. La segunda ley también se expresa comúnmente
afirmando: "En un sistema aislado la entropía nunca decrece". En la
primera formulación el demonio de Maxwell sería una criatura
capaz de actuar a nivel molecular seleccionando moléculas calientes y moléculas
frías separándolas. El nombre "Demonio" proviene aparentemente de un
juego de cartas solitario conocido en Gran Bretaña en el que se debían ordenar
cartas rojas y blancas análogas a moléculas calientes y frías.
[2] El bodhisattva en el budismo Theravāda
En el budismo primigenio, se usa para
referirse a alguien que está en el camino de la budeidad. De esto modo se usó
extensivamente para referirse al tiempo de Buda previo a su iluminación. Así,
su vida o anteriores vidas son personificadas como una serie de pruebas
existenciales cuya resolución lo irán acercando a realizar la completa
iluminación. Este punto de vista está presente todavía en el budismo Theravāda,
en donde se conserva el primigenio ideal del arhat y el término
bodhisattva se usa para referirse a la evolución histórica del Buda.
El
bodhisattva en el budismo Mahāyāna Mientras que en el budismo
theravāda el significado se ciñe a esa importancia biográfica, unos 400 años
después con el surgir del movimiento budista mahāyāna, aparecerá una
interpretación mucho más radical del término. El mahāyāna le otorgará un
carácter heroico que será principal para poder diferenciar como movimiento. En
el mahāyāna, el bodhisattva se convertirá en un ideal de vida al cual todo
seguidor budista aspirará. Adquirirá también un significado universalista con
el que existirá el objetivo de una liberación universal que incluya a todos los
seres vivos. Esta idea universalista será fundamental en este tipo de budismo
en toda su historia. A lo largo de la historia del mahāyāna, muchos
bodhisattvas famosos, tanto míticos como reales, llenarán su panteón sacro.
Alrededor del ideal del camino del bodhisattva surgirán escrituras sagradas,
compromisos especiales o votos y clasificaciones y graduaciones en lo que se
conoce como camino del bodhisattva. Iconográficamente, los más representados
son aquellos apareciendo alrededor de la vida del propio Buda. Siempre
ejemplifican características importantes para el seguidor budista. Los bodhisattvas
a menudo han realizado votos de un compromiso personal excepcional y modélico.
Los más importantes son Avalokiteśvara,
Manjusri,
Mahasthamaprapta y Samantabhadra. El más popular
sin duda es Avalokiteśvara, el bodhisattva de la compasión.
Históricamente, fue un discípulo de Buda. Con el transcurrir de los siglos pasó
a ser representado en diferentes maneras y sexos en distintos países. En China
es conocido como Guānyīn, en Japón como Kannon
y en el budismo de los himalayas como Chenrezig.
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