FILOSOFÍA PERENNE de Aldous Huxley (Cap 24)
Resumen y comentarios
Tema 6: La práctica religiosa
Ritos, símbolos y sacramentos
1.
La liturgia es valioso en cuanto nos
recuerdan lo que debería ser nuestra relación con la Divina realidad.
2.
En principio cualquier rito o
sacramento es igual de bueno y válido que cualquier otro, siempre que sean un
símbolo de la Divina base.
El apego a los ritos
3.
Nuestra querencia con las
liturgias de nuestra etnia se debe a qué están adaptada a nuestra mentalidad y
cultura, nada más.
4.
Si estamos acostumbrados a pensar
en Dios mediante una serie de símbolos, nos cuesta mucho cambiar y pensar en Él
por medios de símbolos ajenos a nosotros.
5.
La palabra es el más preciado de
nuestros símbolos. Las imágenes, las pinturas, los iconos (a pesar de que una
imagen vale más que mil palabras) comunica la Verdad de una forma mucho más
vaga.
6.
Los claustros de las iglesias
medievales eran el equivalente escultórico del catecismo, el Evangelio y la
teología, entre otras cosas porque la población era en su mayoría analfabeta, y
además las misas se decían en latín, por lo que el acceso a la palabra era muy
limitado. Pero a través de las imágenes, pinturas y bajorrelieves las gentes
adquirían ideas y creencias falsas y desviadas. Los indios católicos americanos
han distorsionado su fe a propósito de mirar las pinturas que los
conquistadores dejaban en las iglesias.
7.
El abigarramiento artístico de las
iglesias católicas, inducían, según San Bernardo (refiriéndose a Cluny), a la
tentación de leer antes en los mármoles que en los libros.
8.
La austeridad cisterciense va
dirigida a la contemplación pura y el conocimiento unitivo
de la Divina realidad.
9.
Según el Bhagavad Gita, el culto
exotérico (que ven los demás), encierra un oculto deseo de éxito mundano en
quien lo practica (para ser visto y admirado por su piedad).
10.
Nadie ve al que ora en su estancia
a solas (y no puede ser admirado), pero todo el mundo ve el que va al frente de
las procesiones y participa en las solemnidades ocupando los primeros puestos
(y puede serlo).
11.
Sigue diciendo el Bhagavad Gita,
que hay cuatro tipos de adoradores de Dios, el cansado del mundo, el que busca
conocimiento, el que busca felicidad y el hombre que alcanza el discernimiento
espiritual. Este último es el mejor, porque no está embotado por deseos
mundanos (que los demás tienen).
12.
La práctica constante de ritos
sacramentales con fe y devoción producen en la persona efectos duraderos en
algo que no es ni su mente ni su cerebro, como un vórtice que comunica con una
realidad inmaterial “allá fuera” (o “allá dentro”), distinto de algo generado
por la propia imaginación y por algo que responde a las plegarias. Se puede
pensar en los devas[1],
o dioses locales que centran la fe de las gentes sencillas.
13.
El sacrificio ritual se basa en la
creencia de que los dioses se alimentan de ellos. Es una idea ciertamente
primitiva y tosca, pero con visos de verdad, porque cuando los rituales se
abandonan y las gentes dejan de creer en ese mecanismo de alimentación del
dios, este enferma de olvido y finalmente muere. Esto sucede con las devociones
pasajeras a un santo o una virgen (un deva), que otrora atraía muchos
peregrinos y ahora ya no. Ermitas y capillas, centros de peregrinación, que
ahora son casi restos arqueológicos que acogen el espíritu muerto de un deva
que en otro tiempo lo fue y ahora ya no. Esto parece ser que ocurrió en
Inglaterra con Thomas Becket[2].
La razón de esta muerte del deva no es la de su espíritu, sino la de los pensamientos
y sentimientos de las gentes hacia esa particular y limitada forma de dios.
El celo del Templo consume
14.
La presencia que las gentes experimentan
de la divinidad en los edificios consagrados, en los centros de peregrinación,
sostenida por el continuo ir y venir de gentes que centran su fe en ese lugar,
expresada en un conjunto de ritos sacramentales, no es en sí la de Dios o el
Avatar, sino de algo que “evoca” la Divina realidad, pero que es distinto de
ella. Es un “algo” que atrae a la devoción y el recogimiento. Pero nadie puede
afirmar que Dios está más en esos edificios que en cualquier otro lugar.
15.
Fainw, es el verbo griego que
significa “dar luz”, alumbrar, hacer brillar, mostrarse. Así Epifaneia es la “manifestación
sobre” unas gentes. Este mismo término se emplea para denominar a lo que en
latín es un templo, un lugar de “manifestación” de lo sagrado, heróico, un
lugar de hrosfaneia (Hierofanía. hrowV “héroe”). De esta raíz, "profano" es lo que se hace y vive
delante del templo sin entrar en él, pero fanático se refiere a alguien dedicado
a las cosas del templo, el protector del templo, tradicionalmente, el sacerdote
(por alusiones se ha extendido a protector de la religión, y ha degenerado en aquellos con pasión exacerbada e
irracional hacia algo, sobre todo aplica a los temas religiosos, de donde viene
la etimología). De las etimologías, podemos deducir que los templos son lugares
“más sagrados” que el resto, porque en ellos, mediante los rituales “se
manifiesta lo sagrado” de un modo más explícito que en el resto de los lugares.
Pero entre lo que es una sana devoción y la expresión del exceso devocional rayando
en el “fanatismo” (obsesión por las cosas del templo) hay una imperceptible
línea de separación, tan imperceptible que se puede cruzar sin darse uno
cuenta. [NP]
16.
Resulta pues que lo sagrado de los
templos no está en función tanto de una presencia real de Dios de un modo más
intenso que en otras partes, sino que el imaginario popular atribuye a ese
lugar esa propiedad, “real”, en tanto se mantenga esa fe en ese lugar. Es
decir, no depende de Dios, sino de la fe de las gentes. Cuando un templo se
consagra, y antes no había nada sagrado, a partir de la consagración “ya está
allí lo sagrado” cuando ¿antes no estaba allí lo sagrado?. Pero si por razones
las que sean, ese templo tiene que desmontarse y deja de dar servicio, ¿deja de
estar allí lo sagrado? Es todo cuestión de la fe de las gentes.
17.
Por tanto, la fe intensa de muchas
gentes, objetivada en la práctica ritual en determinados lugares hacen de estos
lugares, lugares sagrados, numinosos.[3]
Ritualismo vs espiritualidad
18.
Hay dos grandes formas de vivir la
religión, y no siempre van parejas; a veces desgraciadamente se contraponen. Es
la ritualidad y la espiritualidad.
19.
La ritualidad, el ritualismo religioso, supone una fe expresada en ritos visibles,
externos, que hace sutil frontera con el ocultismo y la magia blanca (refinada
y bienintencionada). Mientras se sea consciente de que esto es sólo un medio de
expresión externa de la espiritualidad, es correcto, y tiene grandes beneficios
como aglutinante comunitario de la fe común de las gentes. El problema es
cuando se convierte en un fin en sí mismo, como si fuera la única forma válida de
mostrar a la deidad la fe y la devoción. Entonces el ritualismo y todo lo que
le rodea se convierte en auténtico fanatismo.
20.
La espiritualidad en [sentido amplio], es una disciplina que permite o
favorece el desarrollo de la dimensión trascendental del ser humano bien
a través del conocimiento ya sea proveniente de alguna religión
o filosofía, o bien a través de la experiencia empírica. La
espiritualidad, en el extremo, puede prescindir de cualquier manifestación
ritual, porque la relación entre el alma y la Divina realidad es directa, sin
intermediarios, sin expresiones elaboradas. Sólo hay una expresión total que
manifiesta clarísimamente la espiritualidad de una persona, el Amor que derrama
en los demás. Así, el Amor se convierte en la expresión visible y evidente de
la fe que lleva una persona dentro de sí, en su alma, en su cuerpo, que se ha
convertido literalmente en Templo del Espíritu Santo.
21.
Ambos, ritualidad y espiritualidad
conviven y deben convivir, porque la primera es una ayuda para entrar en la
segunda. Y así debe ser. El problema es el paroxismo expresivo de la primera,
que anula todo lo demás devaluándolo en mera idolatría. Se cae en idolatría
cuando se adora una imagen de Cristo o de la Virgen por sí misma. Se cae en
idolatría cuando lo que se valora del rito es la “suavidad afectiva y
sentimental”, el “emotivismo” que provoca su práctica, así como las facultades que supuestamente confiere.
22.
Casi todos los profetas judíos se
oponían al ritualismo: "Desgarrad
vuestro corazón y no vuestras vestiduras." "Deseo misericordia y no
sacrificio." "Detesto, desprecio vuestras fiestas; no hallo ningún
placer en vuestras solemnes asambleas." Pero el Templo de Jerusalem ha
sido a lo largo de la Historia el centro ritual de una religión esencialmente
ritual (incluyendo el sacrificio de sangre del cordero).
23.
El cristianismo, con la total
oposición de Cristo, ha seguido los pasos de los judíos en este sentido. El
Cristo del Evangelio es un predicador y un sanador de corazones destrozados, no
un repartidor de sacramentos, ni ejecutor de ritos. Habla de las vanas
repeticiones en Mateo 6, donde insiste en que la auténtica oración debe hacerse
“allí, en lo escondido” (en el corazón del hombre) y no en los primeros puestos
de los templos. No le interesa para nada los sacrificios, y menos los templos,
transfiriendo su ubicación al cuerpo y corazón de cada persona. Pero como las
religiones no las desarrollan sus fundadores, sino sus seguidores, estos, con
la innata tendencia al ritualismo hace de una predicación pura, un elaborado
código canónico y ritual, que obliga bajo pena, que en el caso de los católicos
pueden ser de ¡penas infernales! No asistir a misa un domingo sin causa
justificada era hasta hace nada (y no sé si seguirá), nada menos que pecado mortal, o sea, pena
irremisible del infierno
24.
Algo parecido ocurrió con el
budismo. Para el Buda pali el rito es una atadura que retiene el alma y la
mantiene apartada de la liberación. Sin embargo, el budismo actual es tan
ritualista como el catolicismo, con sus ritos, ceremonias, vanas repeticiones y
ritos sacramentales.
Razones antropológicas del ritualismo
25.
Pero existen razones
antropológicas para esta evolución. La primera, que el común de las gentes no
desea realmente el camino de la espiritualidad, sino la práctica ritual que le
procure satisfacciones emotivas, poder aplacar sus remordimientos de conciencia
mediantes ritos de perdón y penitencia, y practicar fórmulas de plegaria para
conseguir sus fines particulares en este mundo; y finalmente una salvación
apañada en alguna suerte de cielo póstumo.
26.
La segunda está en aquellos que
deseando ciertamente la espiritualidad, tratan de conseguirla y canalizarla a través
de ritos, ceremonias y mantras, pues en estas prácticas ellos reconocen la
presencia del Eterno al que tratan de llegar por estos medios. En el fondo es
una exaltación de sí mismos, y una forma de que la fuerza fluya del fascinador
psíquico al universo de los yoes encarnados.
Papel del clero profesional
27.
Además de lo explicado, las
religiones excesivamente sacramentalizadas o ritualizadas, confieren un poder a
la casta sacerdotal que tiende al abuso a través del dominio de las
conciencias. Se ha enseñado a toda una sociedad que la salvación viene
preferentemente a través de la administración de un conjunto de sacramentos y
prácticas rituales, que no se pueden hacer sin la participación directa del
clero profesional, los únicos que pueden administrarlos. Ser conscientes de ese
gran poder es una permanente tentación a la satisfacción individual y al
corporativismo.
28.
A esta tentación sucumben
prácticamente todos los seres humanos que no sean santos. Por eso Jesús
recomendaba rogar a Dios para no caer en la tentación de la soberbia. Así que
sólo reduciendo el número de ocasiones de tentación, siendo como somos los
seres humanos, podemos tener ciertas garantías de habitabilidad.
29.
La tentación a considerarse
superiores al resto de los mortales, en una sociedad que acepta la
administración sacramental como única vía de salvación, es tan descomunal que
difícilmente un sacerdote puede escapar a ella, salvo que sea realmente un
santo. En el extremo, que un hombre proclamado Papa, sepa que toda la iglesia
católica le considera nada menos que el representante de Jesucristo en la
Tierra… en fin; hay que estar en la séptima morada para no caer en la tentación
del poder total y absoluto.
30.
Todos los maestros de la vida
espiritual, de los autores de los Upanishads a Sócrates, de Buda a San
Bernardo, convienen en que sin conocimiento de sí mismo no puede haber adecuado
conocimiento de Dios, en que sin constante recogimiento no puede haber
liberación completa. El hombre que aprendió a mirar las cosas como símbolos,
las personas como templos del Espíritu Santo y los actos como sacramentos, es
un hombre que aprendió a recordarse constantemente quién es, dónde está en
relación con el universo y su Base, cómo debería conducirse con sus semejantes
y qué debe hacer para alcanzar su finalidad última.
Liberación de los sacramentos
31.
Cuando el concepto sacramental
consigue liberarse de su soporte ritual, es como si se produjera una total
liberación del pensamiento simbólico que es la base de la espiritualidad.
Entonces, el alma descubre que cualquier cosa, cualquier ser vivo, cualquier
acontecimiento de la vida puede ser y es una manifestación de lo sagrado, en sí
mismo un sacramento. El rostro de un niño, de un enfermo, de un pecador, un
amanecer, la noche oscura, la muerte de un ser querido. Todo, puede ser, si el
alma vive la Divina realidad, un sacramento. Pero para la mayoría de los
creyentes, los sacramentos son sólo los siete que define la doctrina católica,
y que administra el clero profesional. No hay más manifestación oficial de lo sagrado,
que sea cauce de salvación.
32.
Que el Logos está en las cosas,
vidas y mentes conscientes, y ellas en el Logos, fue enseñado mucho más
enfática y explícitamente por los vedantistas que por el autor del cuarto
Evangelio, afirma Huxley. A no ser que no se haya querido entender al
evangelista, cosa bastante probable.
33.
La historia de Europa durante la
baja Edad Media y el Renacimiento es en gran parte una historia de confusiones
sociales, que se presenta cuando gran número de los que hubieran debido ser videntes
abandonan la autoridad espiritual por el dinero y el poder político. Y la
historia contemporánea es la horrenda crónica de lo que ocurre cuando caudillos
políticos, hombres de negocios o proletarios con intensa conciencia de clase
asumen la función brahmánica de formular una filosofía de la vida, cuando los
usureros conducen la política y discuten el problema de la guerra y la paz, y
cuando el deber de la casta del guerrero es impuesto a todos, sin tener en
cuenta la constitución psicofísica ni la vocación.
[1] Los devas son
deidades de las religiones hindú y budista. Posteriormente fueron asimilados también a las
creencias esotéricas.
Son formas imperfectas bajo las cuales, a causa de su voluntaria ignorancia,
los hombres adoran a la Base divina
[2] Santo
Tomás de Canterbury o Thomás Becket ( Londres,
21 de
diciembre de 1117/1118 – Canterbury,
29 de
diciembre de 1170).
Arzobispo de Canterbury y Lord Canciller de
Inglaterra. Es venerado como santo y mártir por la Iglesia Católica y la Iglesia
Anglicana.
[3] Numinoso
El término numinoso es
acuñado por Rudolf Otto (1869-1937), teólogo protestante alemán y uno de los
pensadores del tema religioso más influyentes en la primera mitad del siglo XX.
En su libro Das Heilige, de 1917, que en su versión española apareció en 1925
con el título Lo santo, Otto analiza la experiencia religiosa como el
fundamento de todas las religiones. Es a esta experiencia religiosa a la que
otorga el nombre de “numinous”. Traducida al castellano como “numinoso”, se
reserva para ella la misma significación que le dio el autor de Lo santo. Otto
creó esa voz, derivándola de numen (dios, divinidad, inspiración o majestad
divina), para designar con ella la esencia de lo sagrado, excluyendo de ella
toda interpretación racional de religiosidad, así como toda alusión a la ética
o dogmáticas particulares. Otto insiste en los aspectos no racional y paradójico
de la experiencia religiosa en la que se manifiesta lo numinoso.
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