FILOSOFÍA PERENNE de Aldous Huxley (Cap 22)
Resumen y comentarios
El emotivismo
1.
Fenelón describe así la propia
vanidad adornada de emotivismo. “Tu amor propio está tan
abultado que estás felicitándote permanentemente de estar libre de él. Deseas
en lo más profundo estar satisfecho de ti mismo, y que Dios esté satisfecho de
ti. No te basta la buena voluntad, necesitas el placer tranquilizador.
Necesitas estar permanentemente excitado de alegría. Todo esto es fruto de la
imaginación, empeñada en alimentar la vana gloria. Es puro amor propio vivir
desconsolado por las imperfecciones. Es preciso afrontarlas sin excesos
emocionales, sino con sosiego, reconociendo la propia naturaleza”.
2.
La experiencia en religión tiene
dos significados antagónicos. El primero, de la Filosofía perenne, es la
aprehensión de la Divina Base, un acto de intuición, de plenitud. El segundo es
la experiencia inducida por ritos y liturgias impresionantes que desbocan la
propia imaginación. Es una excitación emotiva que incluso puede llegar al trance[1],
epilépticamente violento.
3.
La excitación emotiva es siempre
excitación sensual del “yo” al que toda persona necesitas morir si desea vivir
la Divina realidad. La experiencia emocional, sensualmente intensa, es
incompatible con el advertimiento de Dios. Es por eso, que es imprescindible
recorrer el camino de la calma, la sencillez y la quietud.
4.
La serenidad, la paz y la
tranquilidad de espíritu es condición indispensable para caminar, y además, es
la señal inequívoca de que se está experimentando la presencia de Dios. La paz,
extraña paz, que excede la comprensión es el fruto del Espíritu, enraizado en
lo más profundo del alma humana.
5.
Dos frases de San Juan de la Cruz, a
propósito:
Los imperfectos destruyen la verdadera devoción, porque buscan
la suavidad sensible en la plegaria.
La mosca que a la miel se arrima impide su vuelo, y el alma que
se quiere mantener asida al sabor del espíritu impide su libertad y
contemplación.
6.
En el otro extremo, están los
emotivos amargados, que parecen gozar con el sufrimiento, mala salud e
inquietudes de conciencia, y necesitan confesarse como poco todas las semanas, no sea
que la muerte le pille en gravísimo pecado.
7.
Una persona que siente que
permanentemente está en gravísimo pecado, es alguien que en realidad no ha
efectuado su particular “metanoia” o cambio radical de vida, y se cree, haga lo
que haga, merecedor de los mayores castigos eternos. Aparte de la angustia
terrorífica que ese estado de conciencia supone, literalmente invalida
cualquier paso adelante. Se enrocan en un estatus de remordimiento, es decir,
de re-morder una y otra vez el polvo de sus culpas. Se asientan en una
parálisis espiritual que no le llevará a ninguna parte, salvo a regodearse en
el hedor del fango en el que se ha metido ella solita.
8.
Fenelón atribuye a un desmesurado
amor propio el desconsuelo por las propias imperfecciones. El dolor del auto
reproche es la prueba de que nuestro “yo” sigue actuando, porque sigue
fijándose en sí mismo, y no en Dios, de quien viene la sanación de todos esos
males de los que parece se niega desprenderse.
9.
Reconocernos pecadores no puede
ser jamás fuente de remordimiento, sino el reconocimiento de nuestra propia
naturaleza que está en camino y de que nuestra capacidad de mejorar, de avanzar
no tiene límites, porque la distancia entre nosotros y la Divina realidad es
infinita. El permanente remordimiento, impide reconocer, por otro lado, las
maravillas que Dios obra en nosotros, la acción de la Gracia, del Espíritu.
10.
Una religión atenta a las
emociones, atenta a los fuegos infernales, que estimula el remordimiento por las
grandísimas culpas, e induce la crisis de conversión repentina a un amor carnal
al Avatar y al dios personal (ese que no existe); una religión tremendamente
ritualista para generar altos sentimientos de pavor y éxtasis exotérico
mediante ceremonias paroxísticas, pasa de ser una religión espiritual a una
religión que idolatriza sus propias ceremonias casi como fin último. Identifica
a Dios con la aptitud afectiva del yo hacia Dios, convirtiendo la emoción en
finalidad en sí misma.
11.
Las religiones reales, que no
apelan a las emociones, suelen tener pocos fieles.
12.
Las religiones emotivas, atraen a
millones de seguidores. Las sectas protestantes, dirigidas por los
telepredicadores, son especialistas consumados en atraer a la gente sencilla
como moscas a la miel.
13.
Huxley vuelve a lamentarse de la
gran tendencia que existe en las religiones más importantes, a acudir al
emotivismo para atraer parroquia, de modo
que consienten en convertirse en una pseudorreligión. Esto engaña a las gentes,
pues las orientan hacia una espiritualidad sensiblera y totalmente dependiente
de las emociones que se experimenten en las celebraciones que llegan a veces al
paroxismo del esperpento.
14.
Una religión emotivizada es una
religión devaluada, desviada hacia el objetivo de obtener una victoria fácil, a
nivel de proselitismo barato.
15.
Muchos son los llamados, pero
pocos “deciden” ser escogidos. La selección no la hace Dios; la hacen los
hombres con sus comportamientos y con sus aspiraciones más o menos raquíticas,
o más o menos elevadas. Depende.
16.
La emotividad, con todo, no sólo
no es mala, sino necesaria. En el camino de perfección descrito por los
místicos cristianos, en las primeras épocas, Dios accede a otorgar al alma
momentos muy reconfortantes de consuelo. Parece que va en volandas. Necesita
sentir el viento huracanado del despegue. Necesita gozar de una paz jamás
imaginada antes; convencerse de que está en el camino cierto. Es el impulso
inicial. El peligro está en, como en el pasaje de la transfiguración del Tabor,
pretender acampar en ese estado de felicidad, porque simplemente, no conduce a
ninguna parte. [NP]
17.
Pero el devenir del camino
requiere la travesía del desierto interior, y esto exige el desapego de las
emociones; así que el adicto a ellas, simplemente jamás podrá cruzar el umbral
de la auténtica quietud. [NP]
18.
Los sistemas religiosos suelen
estar elaborados no precisamente por personas regeneradas, sino por, en el
mejor de los casos, intelectuales de la teología, con una gran carga normativa.
Esto le da a las religiones un aspecto sombrío. El bien que hacen raramente es
gratuito, y se paga sobradamente, bien al contado o a plazos. Y el reclamo para
el reclutamiento es la emotividad. Esta táctica es muy eficaz; el problema es
que con ella se consigue una religión de mínimos, lo que vulgarmente se dice,
de cumplo y miento. Es la práctica religiosa normativa que afirma cumplir el
joven rico, con quienes todos los pastores religiosos están agradecidos, porque
encima, hasta colaboran en las labores pastorales y contribuyen sobradamente al
sostenimiento de la parroquia. Además, a las gentes se le proporciona una razón
para creer mediante un rápido feed back de respuesta ante el estímulo. [NP]
19.
Pero como el fondo de este tipo de
religión es bastante superficial, aquellos que se dan cuenta del espejismo, más
tarde o más temprano se ven obligados a romper los límites doctrinales para
iniciar un vuelo en solitario, y además bajo la amenaza de los ortodoxos de la
doctrina. Esto ha ocurrido a lo largo de la Historia con los místicos que han
dicho “sí” al desafío que Jesús les lanza, y venden todo lo que tienen, toman
su cruz y pasan el umbral, con severas críticas del “stablishment”. [NP]
[1] Trance:
Las experiencias conocidas como «caer en trance» o «entrar en trance», se
refieren a un mecanismo psicológico en el que la persona se abandona a ciertas
condiciones externas o internas y experimenta un estado de conciencia
diferente. Los estados de trance son acompañados siempre por modificaciones cenestésicas
y neurovegetativas. El término trance está relacionado
con el concepto de iluminación espiritual. La palabra trance proviene del latín
transīre: transitar, transportarse, cruzar, pasar por encima, y los múltiples
significados de su parónimo «entrada» (relacionado con umbral, conducto, portal
y canal).
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